Los años dorados
FRAGUANDO NUESTROS
ANHELOS
En memoria del
joven abogado
Fernando Tinoco Ortiz, talentoso
y trabajador, honorable como sus
raíces y sus frutos.
Juan de Dios Peza (1852-1910) nos obsequió
un hermoso concepto en su poema En mi
barrio: "... La vida pasa y el mundo rueda, y siempre hay algo que se
nos queda de tanto y tanto que se nos va..."
Esas cosas que se nos quedan, por el
paso de la vida, son nuestros recuerdos; y uno de éstos, que deseo compartir
con los lectores, es cuando fuimos con mi amigo Víctor Manuel Tinoco Rubí a
escuchar una conferencia del abogado Fernando Tinoco Ortiz, en donde explicó,
con precisión y claridad, el juicio de amparo, las controversias
constitucionales, y las acciones de inconstitucionalidad.
Para ese entonces Fernando trabajaba en
la Honorable Suprema Corte de Justicia de la Nación y, para mí, el escucharlo
disertar sobre esos tres temas fundamentales, en forma académica y práctica,
fue una grata sorpresa, ya que lo recordaba como un adolescente.
La vida pasa para todos, pero no de la
misma manera. En el caso de Fernando su seriedad y esfuerzo siempre fueron parte
de su temperamento, lo que le permitió ser bien calificado por varios ministros
de la Corte.
También recuerdo a Fernando Tinoco en su
riguroso afecto hacia sus padres, hermanos, y demás miembros de esa apreciada
familia.
Hace cerca de cuatro años, en pleno
ejercicio de la abogacía, consulté una interesante tesis planteada por Tinoco
Ortiz sobre un sistema de limitación de pérdidas de capital en los sistemas
jurídicos de los Estados Unidos de América y de los Estados Unidos Mexicanos,
cuando los dueños del capital, personas físicas o personas morales, logran
habilidad para manipular sus ganancias y sus pérdidas, a efecto de pagar
impuestos con montos menores a su deber tributario.
Ahí plantea la urgencia de proteger la
recaudación que forma el patrimonio social de todo erario; en una palabra, cómo
limitar legalmente a los millonarios evasores fiscales que afectan a los
gobiernos, pero sobre todo a la población, auténtica dueña de las
contribuciones.
Hace unos días, a temprana edad, ese
lúcido abogado falleció. Nos queda su recuerdo, y sus frutos, en el más amplio
sentido de estos términos.
Para la familia Tinoco Ortiz, encabezada
por Rosario y Víctor Manuel, nuestro respeto solidario. Para todos ellos, como
para toda familia que se vea en similar circunstancia, deseamos que perdure el
recuerdo y la vivencia de lo que han sido sus años felices, sus tiempos
dorados.
Y esos años y esos tiempos son aquellos
en donde no falta nadie de nuestros seres queridos. Todos están, de una u otra
forma, pasando lista de presentes constate y personalmente, o a través de su
esposa y su descendiente, como es el caso.
Más un plus, como en la especie, que
perdure el recuerdo del talento de Fernando, quien fraguaba su sueño
profesional siguiendo el ejemplo de su padre.