miércoles, 29 de octubre de 2014

Sun Tzu y El arte de la guerra
EVOCANDO A MI HERMANO HUMBERTO    
        Hace muchos años llegó, al despacho de abogados encabezado por Humberto Aguilar Cortés, nuestro amigo y también abogado Roberto Mendoza. Llevaba, a parte de su buen humor con gotas de acidez crítica, dos ejemplares de la obra de Sun Tzu, El arte de la guerra.
        Un ejemplar para Humberto, y otro para mí. Ese libro me era conocido, y lo llegué a poner, entre otros, como una lectura obligada en algunos cursos de Ciencia Política en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, materia de la que obtuve la titularidad por concurso de oposición, desde que se incluyó en el programa de estudios.
        Ese obsequio sirvió para comentar con Humberto sobre el contenido de la obra, aplicándolo a los problemas político sociales que vivíamos y padecimos en esa etapa de nuestra vida.
        Algunos de los asiduos asistentes a la peña de tertulias, que en el despacho jurídico se formó, recordarán nuestras fraternales confrontas, tan reconfortantes, como ahora añoradas.
        Esas escaramuzas dialécticas las he echado de menos. Va a ser un año que se fue, y no he encontrado un interlocutor de esos niveles en el campo del derecho.
        "Tzu" en mandarín significa "maestro"; por ello, al autor del libro al que he hecho referencia se le conocía en su tiempo, el siglo V antes de nuestra Era, como el "Maestro Sun", quien con su obra influenció al mundo occidental en todo tipo de guerras: económicas, militares, políticas, deportivas, amorosas, y en otras áreas de menor peligro.
        Eficaces estrategas en la historia del hombre leyeron El arte de la guerra. Mao-tze-Dong y Hó Chi-Minh, el primero en la Revolución China, y el segundo en la lucha vietnamita en contra de los invasores gringos; ambos utilizaron magistralmente ese libro, escrito originalmente en tablillas de bambú, con una interpretación actualizada y aplicable a las necesidades de sus respectivas guerras.
        "Poder vencer al enemigo sin llegar a la batalla... porque el supremo arte de la guerra consiste en someter al enemigo sin lucha cara a cara". Éste es uno de sus mensajes centrales, y esta conceptualización, con sus variables, sigue vigente.
        "Todo arte de la guerra está basado en el engaño... Si las fuerzas del enemigo son superiores, evítalo; simula ser débil para que crezca su arrogancia... No hay ningún país que se haya beneficiado de guerras prolongadas... Usar al adversario para aumentar la propia fuerza de uno... Ganará el que sepa manejar las fuerzas superiores de sus enemigos, y las propias cuando son inferiores."
        La desigualdad entre el poderoso y el débil genera asimetrías. Y el frágil puede aprovecharse del fuerte si lo atrampa en las redes de su propia fortaleza, en donde su capacidad de destrucción lo autodestruye.
        Hoy, recuerdo a mi admirado hermano. ¡Humberto Aguilar Cortés fue gran un maestro!, en la amplia extensión de este concepto.
En Apatzingán se sanciona
NUESTRAS RAÍCES BICENTENARIAS    
        No pocos han creído que los diputados que tuvieron formalmente la atribución de elaborar el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana sesionaron, en Apatzingán, para iniciar, discutir, aprobar, sancionar, promulgar y publicar, dicho valioso documento insurgente.
        Algo de eso pasó, pero no todo el proceso legislativo. En el propio texto se expresa que: "... en la sesión legislativa de 22 de octubre del presente año, para fijar la forma de gobierno que debe regir a los pueblos de esta América, mientras que la NACIÓN, libre de los enemigos que la oprimen, dicta su constitución, ha tenido a bien sancionar el siguiente DECRETO CONSTITUCIONAL PARA LA LIBERTAD DE LA AMÉRICA MEXICANA".
        Así que en Apatzingán sólo se sancionó; y en muchos otros pueblos y rancherías, y hasta en espacios campiranos durante su recorrido, los miembros de ese Congreso de Anáhuac, o al menos algunos de ellos, socializaron sus ideas, apuntaron, discutieron, y llegaron a acuerdos parciales sobre el texto de ese documento histórico que hoy en su sanción cumple 200 años.
        Algo más debe precisarse. Para los legisladores del Congreso del Anáhuac, situados en Apatzingán, lo que estaban sancionando no era una constitución, sino solamente un decreto de carácter constitucional. En su conciencia, y en su poca experiencia legislativo constitucional, tenían claro que exclusivamente "la NACIÓN, libre de los enemigos que la oprimen, dicta su constitución", y que el "SUPREMO CONGRESO MEXICANO deseoso de llenar las heroicas miras de la NACIÓN, elevadas nada menos que al sublime objeto de sustraerse para siempre de la dominación extranjera, y sustituir al despotismo de la monarquía de España... decreta la siguiente forma de gobierno... los principios tan sencillos como luminosos en que puede solamente cimentarse una constitución justa y saludable."
        Sin embargo, aún en contra de su propia expresión, los legisladores de ese decreto produjeron una ejemplar constitución que, en la realidad de toda la Nueva España, no tuvo ni vigencia ni positividad, pero que configuró una excelente arma legislativa insurgente para aquellas épocas y, para las nuestras, un ejemplo de fuente histórica de nuestro sistema jurídico.
        A la distancia de 200 años el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana se observa como toda una proeza, digna de remembranza, y con mérito a un justo reconocimiento.
        La semilla de ese preciso desarrollo constituyente que tuvo una destacada etapa el 22 de octubre del año 1814, en el caserío de Apatzingán, lo fue la decisión de un puñado de seres humanos encabezados por Miguel Hidalgo y Costilla para levantarse en armas, el 16 de septiembre del 1810 en el curato de Dolores, en contra de la esclavitud, de la dependencia de España invadida por Napoleón, en contra de la división en castas, y del despojo de las tierras a sus originales propietarios.
        Así se vislumbra todo origen de lucha social, pues es lo que despierta el coraje de destruir un sistema oprobioso.

lunes, 27 de octubre de 2014

¿Callejón sin salida?
NO HALLAR A LOS 43 NI A LOS CRIMINALES    
        Es un problema jurídico, pero también es una cuestión cultural; es un problema de seguridad pública y procuración y administración de justicia, pero a su vez es asunto educativo; es un problema económico, pero nadie puede negar que es un conflicto ético.
        Y jamás se le podrá minimizar como un simple problema criminal, aunque tiene un procedimiento y una faceta penal indiscutibles; pero, al igual, forma parte constitutiva de un fenómeno político.
        El problema de que se trata brotó hace más de un mes. Detenidos por la policía de Iguala 43 alumnos, de la Normal Rural de Ayotzinapa, quedaron en desaparición forzada.
        Ese acto delictivo de nivel provinciano destapó un fenómeno nacional que, al exhibirse, alcanzó una repercusión planetaria. ¡Mala suerte para el país!; peor para la administración del Presidente Enrique Peña Nieto.
        A más de 32 días de haber ocurrido ese hecho, tan señalado como ilícito, no se han encontrado a los sujetos pasivos del supuesto delito, ni tampoco el poder público ha aprehendido a los sujetos activos del mismo.
        Y por la naturaleza de los conjeturados actos incriminatorios todavía no se puede saber de qué delitos se trata; por todo ello, estamos ante un caso extraño.
        Nacional e internacionalmente hay una reprobación total para la supuesta conducta ilícita, pero aún no sabemos con precisión de qué acto u omisión estamos hablando, ni los alcances del efecto dañoso producido ni los actos u omisiones que ocasionaron estas resultas perjudiciales.
        Y para el caso sólo se ha prefigurado a los sujetos, tanto a los pasivos como a los activos; incluso, por ser de relevante urgencia, personalmente por el procurador General de la República Jesús Murillo Karam, buen abogado, corre riesgo por esa prefiguración, topándose con una realidad enmarañada de contradicciones agudizadas.
        En otro aspecto del problema: el educativo, por los peligros que se observan respecto a él, es apremiante reflexionar sobre el pasado, el presente, pero sobre todo el futuro de nuestra educación.
        Se trabaja, y se anuncia, un paro nacional de carácter educativo escolar en todo México. En inicio, para apoyar a los normalistas desaparecidos, pero encaminado a la reprobación de la actual reforma educativa nacional, tan presuntuosa y oficialmente ponderada.
        Si desde ahora el poder público no sabe enfrentar con responsabilidad e inteligencia esa avalancha, corremos el riesgo de encharcarnos en infecundos y superficiales choques que a poco o a nada conducirían.
        Ante la oposición a esas reformas constitucionales, de carácter laboral y evaluatorias, es indispensable que el gobierno federal encabezado por Peña Nieto se encuentre preparado para utilizar la fuerza del movimiento en bien de una verdadera y profunda transformación educativa, que no sólo sea para la escuela, sino para la vida.
        Tengamos presente que, culturalmente, la educación de la vida es superior a la de la escuela, y esto nos impone cuidar a ambas.
        Con razón, y decididos, no hay callejones sin salida.

lunes, 20 de octubre de 2014

Encontrar lo que no se buscaba
LA CONDICIÓN HUMANA, A LO MEXICANO    
        Bajo actitud compulsiva el gobierno federal comenzó buscando a 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, del Estado de Guerrero, desaparecidos después de ser capturados por la policía de Iguala, y con estupor desconcertado se encontró con decenas de tumbas colectivas que encubrían cadáveres de desconocidos.
        Indagaban sobre un sepulcro ilícito de 43, y se toparon con decenas de tumbas ilícitas con cientos de víctimas. Iban sobre un caso lamentabilísimo, pero aislado, y se tropezaron con un denominador común de pus profunda y de putrefacción con niveles internacionales.
        Para su asombro, y su mayor enredo, encontraron lo que no buscaban: nuestro espejo; y siguen escarbando y hasta buceando con nervioso empeño, sin poder obtener lo que con apetencia inquieren por necesidad gubernativa.
        Ante un escenario de esa magnitud, ocupado a su vez por otros explosivos problemas nacionales, las autoridades competentes se han exhibido incompetentes para ubicar a los 43 jóvenes buscados inicialmente, a pesar de las presiones, marchas y reclamos, de diferentes signos.
        Pero, además, ya está en movimiento un proceso electoral que toca, de diversas maneras, a la federación, a los estados y a los municipios, dando un caldo de cultivo muy especial para aquellos que gustan de ir a pescar a río revuelto, sin más ideología que la de su propio provecho o con el solo propósito de cebar su odio en la destrucción de las instituciones.
        Esa rebatinga que se ve venir, por desgracia para nuestro país, nos recuerda el caos en que se vio envuelta nuestra nación en sus primeras décadas de vida independiente, y perfila ya la rica variedad de sujetos que muestra la condición humana del México 2014 en plena actividad pícara y miserable.
        Tomo, en el mejor aspecto, el título y el contenido de la obra de quien fue Ministro de Cultura de Francia en los tiempos del general De Gaulle, André Malraux, La condición humana, en la que, sin haber estado nunca en China, aunque sí en Indochina, con magistral talento ese aventurero autodidacta da cuenta, y novela, entre los episodios de la Guerra Civil China del siglo XX, las descarnadas y complejas conductas de sus personajes, entre otros: Kyo, Chen, Katov, Gisors, y May.
        Aquellos tiempos y espacios novelados son irrepetibles, pero con nuestros tiempos y nuestros espacios se hermanan en la lucha por el poder, lo que hace que aquellos sujetos, y éstos, sean capaces de todo, y en contra de todos.
        Los nuestros, a la mexicana del 2014, se ven como sombras, sórdidas, rapaces, ambiciosas, mezquinas, desvaídos, oportunistas, huecas, y ladinas a más no poder. Son la picaresca nacional en su apogeo, y en su actitud criminal.
        ¿Qué hacer frente a lo anterior? Ser responsables.
        Permitir, alentar, y encauzar, que millones de mexicanos decidan y actúen directamente en la solución de los problemas que nos son comunes. ¡Creer en México es creer en los mexicanos!

miércoles, 15 de octubre de 2014

Constitución de Apatzingán
LIBRO SOBRE SU BICENTENARIO    
        Un libro de gran formato sobre el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana ha sido escrito, para conmemorar su bicentenario, con la participación de varios universitarios nicolaitas, de diversas profesiones, para abordar desde diferentes perspectivas a esa también llamada Constitución de Apatzingán.
        La publicación ha estado a cargo de Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, y del Gobierno del Estado de Michoacán, a través de la Secretaría de Cultura; así, dicha edición se inicia con los mensajes escritos, y respectivos, del presidente de ese consejo Rafael Tovar y de Teresa, y del gobernador Salvador Jara Guerrero.
        En el cuerpo de la obra se publica la copia fotostática de alta resolución de dicho decreto facilitada por el Archivo General de la Nación, a quien se le reconoce su gesto.
        Ese decreto constitucional fue sancionado en Apatzingán el 22 de octubre del 1814, por "EL SUPREMO GOBIERNO MEXICANO", "para fijar la forma de gobierno que debe regir a los pueblos de esta América, mientras que la NACIÓN, libre de los enemigos que la oprimen, dicta su constitución..."
        En estos conceptos se puede apreciar que ellos, los diputados constituyentes e insurgentes, diferenciaron lo que era un simple decreto constitucional, a lo que posteriormente debería de dictarse como constitución.
        Sin embargo, el formato y el contenido de lo sancionado fue todo un texto digno de una Constitución, inspirado indirectamente en el Constitución de Bayona del 1808, ya que ésta había servido como objetivo de ataque y superación para los legisladores de la Constitución de Cádiz. También esta Carta Magna gaditana fue fuente histórica de derecho de la Constitución de Apatzingán, como a la vez lo fue la Constitución de Filadelfia de los Estados Unidos de América, los Elementos Constitucionales elaborados por el grupo que lidereaba Ignacio López Rayón, el único abogado de los líderes insurgentes, y los Sentimiento de la Nación presentados por José María Morelos al Congreso de Anáhuac el 14 de septiembre del 1813 en Chilpancingo.
        Esa Constitución de Apatzingán tiene dos grandes partes: principios o elementos con 6 capítulos; y forma de gobierno con 22 capítulos. Conteniendo en total 242 artículos, y no fue elaborada, es decir, iniciada y discutida, ni redactada, en Apatzingán, sino que estos trabajos se iniciaron desde que salieron de Chilpancingo rumbo a Valladolid, y en todo el trayecto fueron efectuando labor legislativa. Fue un congreso trashumante.
        Los temas a tratar en ese texto fueron: religión, soberanía, ciudadanía, la ley, de la igualdad, seguridad, propiedad y libertad de los ciudadanos, con sus obligaciones, la forma de gobierno, división en provincias, el supremo gobierno, el supremo tribunal de justicia, y el supremo congreso, con las atribuciones de esos tres poderes, la forma de las elecciones, las juntas electorales de parroquia, de partido, y de provincia.
        Firmaron, entre otros, José María Liceaga, José Sixto Berdusco, José María Morelos. No todos trabajaron, pero a todos registra la Historia.

domingo, 12 de octubre de 2014

Conducta de idiotas
FISIOLOGÍA DE UNA DESAPARICIÓN FORZADA    
        Los crímenes recientes y graves acaecidos en México han trascendido nuestras fronteras. Internacionalmente hay delitos de mayores magnitudes, pero siempre al perro más flaco se le pegan las pulgas.
        Esto no lo expreso con el ánimo de exculpar a nadie, sino con la intención de que se piense, también, en los miles de muertos que están ocasionando en estos momentos los bombardeos aéreos en contra de pueblos musulmanes por parte de países de la Unión Europea, con el apoyo del gobierno de los Estados Unidos de América.
        Unión Europea que no ve la viga en su propio ojo, pero si la paja en el ojo ajeno, ya que a través de su Parlamento demandan a México el esclarecimiento de la muerte de 3, y la desaparición de 43, alumnos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, amenazando con afectar las relaciones comerciales con nuestro país.
        Los gobiernos de esa Unión Europea y EU, so pretexto de acabar con los terroristas yihadistas, han asesinado, en pocos días, a decenas de miles de niños, mujeres y hombres, de la población civil de Siria e Irak, mediante bombardeos masivos lanzados con alta tecnología desde un espacio aéreo sin riesgo.
        Esos actos criminales de lesa humanidad resultan de una cadena de idioteces. Las luchas legítimas de los pueblos árabes se dan, casi siempre, acompañadas de violencia con piedras, palos, puñetazos, patadas, y palabras soeces.
        A esa violencia, con artefactos caseros, el gobierno de los EU y sus aliados responden de manera drástica y contundente, dejando dolor, impotencia, humillación y muerte. Esta reacción violenta es la que incuba a los terroristas, gente cegada por ese dolor y esa impotencia humillante, dispuestas a todo, y en contra de todos, con un dogmatismo atroz.
        Y frente a ese terrorismo, los causantes de él, reaccionan de manera tan brutal como sus creaciones. He ahí la esencia fisiológica de ese terrorismo que hoy padece la humanidad, independientemente del lenguaje idiota que utilizan las partes contendientes, con el propósito de justificarse.
        Algo semejante acontece nacionalmente. En México, salvo excepciones, quienes ejercen las funciones ejecutivas, tanto federal como estatales y municipales, disponen del erario público, y arman un séquito a su derredor, en ocasiones sin ningún profesionalismo, sino con un servilismo de tiempo completo que se reproduce en cadena jerárquica, interpretando el subordinado el lenguaje del jefe, casi siempre, a su mal saber y entender.
        Así vemos, por ejemplo, que si un gobernador de Guerrero dice ante el encargado de la seguridad pública: esos estudiantes normalistas me tienen molesto; el de seguridad transmite al presidente municipal: dice el señor gobernador que esos normalistas ya lo tienen hasta la madre; provocando que el presidente municipal ordene a su jefe de policía: que hay que partirles la madre a esos normalistas; y, al final, la policía dispara, mata, quema, sepulta, a quienes con su violencias casera soñaron ser maestros algún día.
        ¡México no merece eso!

miércoles, 8 de octubre de 2014

George Washington
CONOCEDOR, PERO SIN LIBRO    
        Recientemente escribió José Elías Romero Apis un interesante artículo publicado en la revista Siempre. Ahí asegura: "Pensemos por un momento en George Washington. En su casa-museo, en Mount Vernon, hay muchas cosas que me impresionan. Una de ellas es que carece de biblioteca. Él no leyó cómo se funda una república sino que fundó la primera república moderna. Hemos sido otros los que hemos leído y escrito libros sobre ello, por cierto, quienes no hemos fundado república alguna. Antes de Washington no existía ningún libro sobre la fundación norteamericana."
        Los conceptos externados son atractivos, y sugieren cosas que parecen reales; sin embargo, en el fondo, no son ciertos.
        Washington (1732-1799) ni fue un gran lector ni tuvo una educación formal que lo hubiese convertido en intelectual o, al menos, en un profesionista mediano.
        Fue un hombre de trabajo, de armas, y conocedor de terrenos, cultivos y ganado. Eso sí, de conducta recta y carácter firme. Su compañero de milicia en la Guerra de Independencia de las 13 colonias que constituyeron los Estados Unidos de América, y amigo, Henry Lee III, fue el encargado de la oración fúnebre a la muerte de George, describiéndole de cuerpo entero: "Washington fue el primero en la guerra, primero en la paz y el primero en los corazones de sus compatriotas, fue insuperable en las escenas humildes y perdurables de la vida privada. Piadoso, justo, templado, sincero, uniforme, digno y sobresaliente. Su ejemplo fue tan edificante para todos a su alrededor, como igual fueron los efectos de ese duradero ejemplo. Él fue todo corrección, el vicio se estremecía en su presencia y la virtud siempre se sintió fomentada de su mano. La pureza de su carácter privado dio fulgor a sus virtudes públicas. Tal era el hombre por el que nuestra nación está de luto."
        Empero, con todo y ese reconocimiento que para George Washington se tiene, resulta insostenible la frase: "Él no leyó cómo se funda una república sino que fundó la primera república moderna."
        Observando la realidad notamos de inmediato que esa primera república moderna fundada no tuvo un solo fundador, sino muchos; entre ellos, John Adams, Benjamín Franklin, Alexander Hamilton, John Jay, Thomas Jefferson, James Madison; todos ellos investigadores, científicos, humanistas, gente de letras y de libros.
        Así que es un error pensar que los EU se fundaron únicamente por un individuo que no leyó como se funda una república, y quien sin haber leído como se realizan estas fundaciones se atrevió a fundarla.
        La metáfora del talentoso y significado escritor Romero Apis, además, puede hacer creer a algunos que para fundar naciones es requisito indispensable no haber leído como se fundan, lo que no resulta deseable ni posible en nuestros tiempos.
        El mismo Romero Apis lo indica, y lo apunta bien: "El libro no es el conocimiento, sino tan solo un instrumento transmisor del conocimiento." Así, tenemos un Washington con conocimiento, pero sin libro.

lunes, 6 de octubre de 2014

Tremendos crujidos
LA TRAMPA DE LAS URGENCIAS                        
        "Está haciendo agua el barco" es una expresión de marineros, pero para quienes vivimos tierra adentro la frase socorrida es: "Tremendos crujidos se escuchan en el suelo".
        Ambos señalamientos nos alertan ante el peligro, el que se acrecienta cuando nuestros líderes gubernativos toman sólo medidas de inmediatez, olvidando los efectos que con su conducta urgente se producirán en el horizonte de la vida nacional y, por ende, en la existencia de cada mexicano.
        Hay que agregar que nuestros gobernantes se exhiben, salvo casos singulares, llenos de confusión y contradicciones. Y es que nos están dañando, ahora, las decisiones erróneas tomadas hace años por el propio poder público.
        Hace días, de manera contundente, el Presidente Enrique Peña Nieto exigió al gobierno de Guerrero asumir su responsabilidad en el caso de Iguala. Hoy la PGR atrae sin más el penoso asunto a la jurisdicción federal; ¡claro!, por la inmediatez de haber encontrado fosas clandestinas con cadáveres.
        ¿Y el sistema jurídico qué dispone sobre las competencias? Si fuese federal, por crimen organizado, significaría que básicamente la responsabilidad de falta de previsión la tiene el gobierno de la República. ¿Y el gobierno de esa entidad federativa?, el que hasta el momento sigue con indagaciones penales encabezadas, según notas de prensa, por el procurador y el propio gobernador Ángel Aguirre Rivero.
        Podríamos seguir con los enredos de ese problema, pero no es el único, ya que tenemos el anuncio amenazante de que algunos diputados federales enfocarán sus baterías, respecto a la contrariedad reciente del Instituto Politécnico Nacional, sobre el secretario de Educación Pública Emilio Chuayffet Chemor, con el ánimo de hacerle alguna travesura, de la cual ya tendremos noticia al ser publicado este artículo, puesto que la comparecencia está programada un día después de que entrego estas líneas.
        ¿Por qué obrar legislativamente bajo el aspecto de la inmediatez, ahora, cuando, en el fondo, el conflicto de IPN se encuentra estrechamente vinculado con la política educativa que se perfiló a partir de las recientes reformas constitucionales en esta materia?
        Incluso, a todo lo solicitado por los estudiantes del IPN en el pliego que recibió el secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong se contestó que sí, por parte del gobierno federal, lo que significa que el reglamento que se pretendía aplicar a esa institución técnica de nivel superior fue elaborado con una inmediatez sin fundamento ni motivo, y esperemos que esa respuesta tan inmediata como presionada no vaya a carecer de lo mismo.
        A nuestras contradicciones por la inmediatez, y la falta de capacidad para observar más allá de nuestro momento, debemos agregar que tenemos ya varios sexenios encontrando tumbas clandestinas por doquier, por lo que aparecemos ante el mundo como un territorio sembrado de sepulcros ilícitos.
        También, si sumamos el número diariamente publicitado de encarcelados, de 14 años a la fecha, parecerá que todo México es una prisión.
        Reflexionemos al respecto, y actuemos en consecuencia.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Matarnos, entre sí, no es negocio
CON VIOLENCIA NADA SE LOGRA
        Matarnos unos a los otros no es negocio. Con la violencia, al final, nada se logra. La fuerza, sin la razón, es la debilidad más cobarde.
        Vale, lo expresado, ante tanto desatino iracundo que corre por México. Un dramático ejemplo lo tenemos en el caso Tlatlaya, poblado mexiquense en donde al parecer el 30 de junio de este año se enfrentaron los criminales al ejército. Y en donde también al parecer, en virtud de denuncias e investigaciones no gubernativas, ese enfrentamiento no existió.
        Hubo, sí, una supuesta ejecución a sangre fría cometida por un oficial y siete soldados de las fuerzas armadas en contra de 22 supuestos criminales.
        Empero, al parecer, funcionarios públicos de muy alto nivel supieron del caso y lo encubrieron por cerca de tres meses. Y ahora corre por todo el mundo la noticia para, de manera absurda e injusta, calificar a México y a los mexicanos como salvajes y virulentos. Lo que ni es cierto, y sí resulta cruel e indebido.
        Ese ejemplo no es único. Constantemente, en ciertas entidades federativas, sufrimos esos casos. Obsérvese que otra vez los reflectores del mundo se han orientado a la situación de los normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, en donde al parecer la policía acribilló a dos estudiantes, desatando que hasta el momento vayan 8 muertos más por enfrentamientos posteriores. Recientemente Purépero vive algo similar.
        Preocupa el aumento de esos hechos; pero, siendo ciertos, es falso que todo México así se encuentre.
        No deben deformarse y acrecentarse esos acontecimientos; más cuando la mayoría de los mexicanos decimos no a la violencia, exigiendo la aplicación del derecho.
        Los integrantes de nuestras fuerzas armadas son profesionales; sin embargo, las equívocas formas de organización provocan, en algunos de ellos, miedo, prisa, y el ciego coraje de la impotencia.
        Por igual, nuestro sistema socioeconómico en su conexión globalizadora ha producido a nuestras organizaciones criminales, en donde sus miembros se manejan con pánico, urgencias, ambiciones encontradas y odios profundos.
        Lo anterior constituye a nuestras contradicciones agudizadas, las que si no se manejan con inteligencia, por parte de los involucrados, se ahondarán, creando peligrosos estallamientos.
        No deja de haber en el gobierno, en los medios masivos de comunicación y entre grupos de poder, quienes no van al origen del problema, quedándose en la superficialidad vacua y parcial.
        "Es lo que nos dejó Calderón y el PAN", "Es lo que está sembrando la morena de López Obrador", "Es que regresó lo peor del PRI", dicen con torpe malicia interesada, cuando ese decir nos desvía del fondo de la cuestión: nuestra estructura socioeconómica enferma, la que con sus discordancias agravadas nos complica los problemas, y nos limita en la aplicación de soluciones.
        El Presidente Enrique Peña Nieto tiene la gran oportunidad de lograr la concordia, si se decide a orientar el esfuerzo de su administración hacia esa meta. A ese empeño, ¡sumémonos todos!