LOGOS
Amlo y
4T
ARMADOS
CON SALIVA REMENDONA
Por delitos electorales se investiga a
Pío López Obrador, quien pidió la comparecencia de su hermano (el presidente de
México) frente a la fiscalía correspondiente.
Ante la posibilidad de ser citado, y de
cara a una pregunta al respecto en una mañanera reciente, el presidente
sentenció: “Yo no soy corrupto.”
“¿Y su hermano Pío?”, replicó el
periodista incómodo.
“Tampoco Pío es corrupto”, contestó el
presidente, con lo que dejó ejecutoriada su sentencia.
Así, con ejercicio indebido del servicio
público, actúa un presidente autoritario; él dispone quiénes son corruptos y
quiénes no.
Porque en un régimen dictatorial
incipiente como el nuestro, de la palabra del ejecutivo federal dependen
honras, patrimonios, salud, familias, libertad y vidas.
Ese poder unipersonal que ha venido
concentrando, en sí mismo, el presidente de la república, lo conduce al extremo
de violar, un día sí y otro también, la Carta Magna de México, ante la
indignación de millones de mexicanos, y la complacencia de otros millones de
mexicanos, apáticos la mayoría, y militantes de la 4T los menos.
La opinión internacional está azorada,
pero firme y dispuesta a obrar en consecuencia, en defensa de sus intereses,
ante un país con terrorismo y dividido por nuestro propio presidente.
Pero ahora resulta que Amlo aporta otra
mentira más al sostener, fundado sólo en su saliva remendona, que: “Debe ser
obligatoria la prisión preventiva oficiosa, a fin de evitar la impunidad y la
corrupción, porque si no prosigue ese encarcelamiento, se estaría terminando
con toda la acertada estrategia de seguridad pública” que, él, torpe y novedosamente
ha impuesto: “abrazos y no balazos”.
Una vez que el conscripto aspirante a
dictador hizo pública su voluntad de destruir el principio de presunción de
inocencia, todos sus corifeos repiten automáticamente el capricho de su jefe;
desde el secretario de gobernación hasta el último de los gobernadores
morenistas.
Don Adán Augusto López Hernández fue
especialmente, de visita política coercitiva, a entrevistar al presidente de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, para obtener el apoyo de este máximo
órgano jurisdiccional, frenando el dictamen del ministro Luis María Aguilar Morales
que declara inconstitucionales varios artículos del Código Nacional de
Procedimientos Penales (y de otras leyes secundarias) al violar los derechos
humanos garantidos por el artículo 19 constitucional respecto a la presunción
de inocencia, porque a un presunto inocente que no ha sido sentenciado por un
juez, no puede ni debe imponérsele una pena anticipada de privación de su
libertad.
Existen casos al por mayor, donde a una
persona se le priva de su libertad por años, para después soltarlo absuelto, sin
siquiera decirle: usted perdone.
Acaba de pasar con Rosario Robles, y
algunas otras mujeres.
Está pasando con Jesús Murillo Karam, a
quien cuando se le deje en libertad (ojalá sea pronto), nadie le dirá: usted
perdone.
Esos dos casos no son los únicos, sólo
los recientes y famosos, pero seguramente que habrá más, porque les urge
levantar la polvareda para encubrir todos los fracasos del presidente, y sus
fiascos de “abrazos y no balazos”, con los que se enlaza al crimen organizado
con propósitos electorales.
Por
debajo de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos está el
presidente; éste no tiene atribuciones para decidir quién es culpable o no, y a
quiénes se priva de su libertad, y a quiénes no.