lunes, 31 de mayo de 2021

 LOGOS

Frenemos al presidente

VOTAR CONTRA LO PEOR DE HOY

        Desde la presa La Angostura, en Chiapas, el presidente Andrés Manuel López Obrador mensajeó con espíritu angosto, cercano a la elección: “Contra viento y marea y aunque no le guste a The Economist, a los conservadores ni al sabiondo de Gabriel Zaid, la transformación pacífica, democrática y con dimensión social es imparable”.

        Como nadie puede parar lo que no existe, el presidente acierta. Lástima que escupa contra el viento desatado y la brava marea.

        Explicaré.

        Observen honrada y cuidadosamente a su derredor, ¿notan alguna transformación pacífica y democrática?

        En la salud popular, educación, política, economía, seguridad pública, en las calles, mercados, en el hogar, el gobierno, ¿notan alguna transformación pacífica y democrática?

        Por lo que a mí respecta, veo que todo sigue empeorando, con creciente violencia, con agravada pobreza, y sin transformación positiva a la vista.

        Por ello, nadie puede parar o detener una transformación que no existe.

        Los presidentes de México próximo anteriores fueron, a veces, buenos, mediocres, y malos; en ocasiones, con márgenes aceptables de honradez, raterillos, o escandalosos sinvergüenzas.

        ¡Pero ya pasaron!; ellos ya no están en el poder, ni siquiera están en la cárcel, como algunos lo merecían.

        El presidente actual, Andrés Manuel, no los ha denunciado ante la fiscalía, y no ha aportado pruebas contra ninguno de ellos, por lo que es cómplice de esos supuestos procesables.

        El próximo domingo 6 de junio, día de elección, sería bobo si votamos en contra de lo malo del pasado, más cuando el presente está peor.

        Mi voto será en contra de lo pésimo de ahora.

        Es el sentido del votar: calificar o descalificar a quien ejerce el poder el día de la elección.

        Nuestro deber es calificar al presidente Amlo, quien escogió a todos los actuales candidatos de morena, a capricho y a su antojo, tomados del cascajo, de la basura (al menos la mayoría), por ser el material humano del que dispone en su horizonte limitado.

        Dice Ifigenia Martínez, según versión de Porfirio Muñoz Ledo, que “el presidente sigue siendo de pueblo chico”.

        Los foros internacionales lo ofuscan, lo incomodan; en ellos teme hacer el ridículo y, en efecto, lo hace.

        Su único viaje al exterior fue a Washington, D.C., por disposición del presidente estadunidense Donald Trump; y, de inmediato, el presidente mexicano se puso al servicio del presidente gringo, dejándose usar como un ridículo objeto en la frustrada reelección de Donald.

        A López Obrador le aterra la crítica extranjera, sobre todo la de los medios de comunicación masiva.

        Recientemente The Economist le dedicó su portada, con una opinión severa de su ejercicio presidencial, y bajo el título: “El falso mesías mexicano”.

        De inmediato Amlo contestó a esa revista: “Majadera, grosera, mentirosa”.

        Tres calificativos que constantemente recibe, también, el presidente Andrés Manuel, por conductas no dignas del cargo que ostenta: “majadero, grosero, mentiroso”.

        Pero, de las cuatro palabras: “El falso mesías mexicano”, la única que le punzó fue la de “falso”, ya que las otras tres las hubiera agradecido: “El mesiánico mexicano”.

        Recuerda, estimado lector, cuando sus agachones y zalameros aplaudidores le calificaron: “Amlo es como dios”, “observen como resplandece su aureola de santo”, “todo en él es divino”.

        Y López Obrador, ante tan falsos guayabazos de sus lamebotas, calla y otorga.

        Así que para él la única ofensa fue: “falso”.

        Frenemos con nuestro voto al presidente Andrés Manuel López Obrador, sin destituirlo.

        Urge crearle contrapesos, para que no siga dividiendo a los mexicanos ni destruyendo al país.

 


lunes, 24 de mayo de 2021

 LOGOS

Amlo, despotismo iletrado

HACEDOR DE MUERTOS, HUERFANOS Y POBRES

        El comandante de las fuerzas armadas de México es, actualmente, el presidente Andrés Manuel López Obrador y, por ley, todos los integrantes de esas corporaciones le obedecen. ¡Tal es la disciplina!

        El almirante José Rafael Ojeda Durán funge como secretario de Marina, y él sólo dice lo que ordena el presidente, cuantimás si habla en la suprema tribuna de la nación: la mañanera.

        Así, recién aseveró el obediente almirante: “Parece ser que el enemigo lo tenemos en el poder judicial”; y, nervioso, esperó la orden para atacar.

        Sin tardanza, tanto la asociación de magistrados y jueces de distrito, federales, como el propio presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y del Consejo de la Judicatura, respondieron con exactitud jurídica y mesura ética.

        En el fondo, el problema no es entre la Secretaría de Marina y el Poder Judicial de la Federación; es un conflicto interno del propio presidente, quien practica una ambición desmedida y desquiciada de poder.

        Todos observamos, si somos honestos, que el presidente en funciones no ha podido ni con el poder ejecutivo; obvio, también carece de capacidad para manejar los dos poderes restantes.

        Enredado en su codicia, el presidente nos causa tristeza, decepción e intranquilidad; por esto, no votemos por él ni por ninguno de sus ciegos zombis.

        El Poder Judicial Federal no es perfecto, pero es más imperfecto el poder ejecutivo federal; y, ahora, el poder legislativo federal, en las ineptas manos del presidente del país, es desastroso.

        Dentro de las funciones del Poder Judicial Federal tenemos el juicio de amparo, las controversias constitucionales y las acciones de inconstitucionalidad, y para ejercer legal y debidamente esta atribuciones, el PJF requiere del pleno ejercicio de la soberanía que tiene a su encargo.

        La soberanía nacional reside esencial y originalmente en el pueblo, y el pueblo ejerce su soberanía por medio de los tres poderes de la unión; cada uno dentro de sus atribuciones constitucionales.

        El artículo 49 de nuestra Carta Magna es muy claro: “… No podrán reunirse dos o más de estos poderes en una sola persona”.

        Si el presidente López Obrador no quiere cumplir con la Carta Magna, y la quiere mandar “al carajo”, frenémoslo con nuestro voto, para que respete el ejercicio soberano de los otros dos poderes.

        Los autócratas del siglo XX fueron: Hitler, Mussolini, Hirohito y Stalin. El Estado era cada uno de ellos, en su respectiva nación.

        Nada ni nadie los frenaba, pues el derecho lo imponían ellos a su personal conveniencia.

        En el México de ahora necesitamos luchar por la exacta vigencia y positividad de los Derechos Humanos y sus Garantías.

        Nuestro Poder Judicial Federal tiene a su cargo no permitir la violación de esos garantizados derechos, frente a todas las autoridades violadores de esas facultades fundamentales, sea el transgresor el presidente o el secretario de Marina y, con mayor razón, si el violador de derechos humanos garantidos es el crimen organizado, protegido por quien les promete abrazos y besos.

        Ese amoroso presidente mexicano, con su autoritarismo macuspano, se ha convertido en el gran hacedor de muertos, viudas, huérfanos y pobres.

        El 6 de junio próximo, todos a salir a votar contra de ese despotismo iletrado, y sus pésimas consecuencias.

 


lunes, 17 de mayo de 2021

 LOGOS

Compra de votos

MONOPOLIO DEL PRESIDENTE

        Cada día que pasa, los adversarios del presidente tienen más razones para criticarlo.

        Y entre más avanza el sexenio del obradorato, sus ciegos seguidores exhiben más su bajeza al elogiarlo.

        El desgaste en el ejercicio del poder es natural, pero Andrés Manuel se ha encargado de acelerar su propio desprestigio.

        Ahora, en su palaciego escaparate cotidiano de alcance nacional, confiesa el presidente López Obrador: “claro que estoy metiendo las manos en las elecciones”, a sabiendas, supongo, que conoce las penas para los delincuentes electorales.

        Pero abusa de su poder el ejecutivo federal. No ignora que su partido (morena) puede perder las próximas elecciones. Calcula costo beneficio, y opta por violar la legislación electoral para no hundirse, introduciendo sus mañas e influencia en los próximos comicios.

        El presidente sigue teniendo fuero, aunque lo niegue mentirosamente López Obrador.

        Para que se proceda en contra del presidente, son necesarios los votos de las dos terceras partes de los senadores presentes en sesión, conforme al artículo 111 constitucional. En esto consiste parte de su fuero.

        Y el artículo 355 del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales sólo da para que se le integre un expediente, se remita a su superior (y al no tener él superior), se turne el caso a la Auditoría Superior de la Federación, institución, al parecer, a su servicio.

        Mientras que el Código Penal Federal, en sus artículos 212, 401 y 417, no tipifica esa turbia e inmoral conducta del presidente con la exactitud que exige el 14 constitucional, en materia penal.

        ¿Qué más queda?

        Salir todos a votar en legítima defensa el domingo 6 de junio del año que transcurre, contra el autoritarismo presidencial.

        El presidente de la república sigue alocada e ilícitamente atacando a los candidatos y partidos políticos opositores que les nota posibilidades de triunfo, o a los gobernadores que se le resisten.

        No se lanza en contra de sus candidatos ni de su partido ni de sus gobernadores, quienes también llevan a cabo las mismas tácticas electorales del mercantilismo en boga.

        Y lo más grave es que el presidente ha venido haciendo algo similar, pero en grande, más sucio y recriminable: regalar apoyos a adultos mayores, becas a niños y jóvenes, y sueldos a servidores o vividores de la nación, comprando electoralmente, así, la voluntad de muchos necesitados.

        A esos necesitados les sugiero gastar bien el dinero de nuestros impuestos; pero, se sentirán mejor si votan en contra del presidente corruptivo.

        López Obrador no quiere competencia. Decidió, con el dinero del erario, comprar votos; y, en ello, él quiere tener el monopolio.

        En cambio, los mexicanos estamos en contra de la compra de votos, comenzando por la ilícita adquisición del sufragio efectuada por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

        Esa táctica electoral lo convierte en el primer corruptor del país.

        Cada administración presidencial tiene y despliega su propia corrupción.

        Le ha dado por señalar, al actual presidente, que él no es igual a sus antecesores; y relativamente tiene razón, ya que la corrupción tiene muchos nombres, rostros, lenguajes, niveles, características, tiempos y circunstancias.

        El senador Monreal denuncia un embate al presidente AMLO; y no es así. López Obrador se embate, solo, a sí mismo. 

        Mal cita Andrés Manuel al Nuevo Testamento: “Ni tampoco echen el vino nuevo en pellejos viejos, porque si esto se hace revienta el pellejo, y el vino se derrama y se pierde”. Mateo 9, 17.

        Y aplicado ese evangelio, en el caso concreto del presidente López Obrador, sus palabras y sus actos son muy viejos y, él, está muy distante de ser pellejo nuevo.

 


lunes, 10 de mayo de 2021

 LOGOS

Agitan al hormiguero

EMBRUTECIDOS POR EL ODIO

        Carece de madurez el presidente de México y, por desgracia, no es sensato.

        Esas deficiencias afectan a sus mejores propósitos, y apremian a que todo se le derrumbe, en su derredor y en su contra.

        El arquitecto Salvador García Espinosa recordó a detalle, en su columna Urbanópolis, el trágico desplome del colegio ubicado en Tlalpan, en donde en 2017 la delegada Claudia Sheinbaum, hoy jefa del gobierno de la Ciudad de México, fue protagonista.

        En ese entonces no se localizaba a la directora del plantel en derrumbe, y Sheinbaum ofreció cinco millones de pesos a quien diera información del paradero de esa directora responsable.

        Semanas después se le detuvo. No era ella la única culpable de la mala construcción del edificio. En gran parte, había responsabilidad del gobierno de la CDMX, por incumplir su deber de aplicar, en construcciones privadas, la reglamentación legal correspondiente.

        Hoy el caso del metro, en la línea 12, es obra pública edificada por el gobierno y bajo su encargo el mantenimiento, la culpa es totalmente de los funcionarios a cargo de lo construido, y de los funcionarios con atribuciones para su mantenimiento.

        Los supuestos irresponsables, a la vista, son Marcelo Ebrard, Mario Delgado, Florencia Serranía y Claudia Sheinbaum, y los cuatro, demasiado cercanos al presidente.

        Para buscar a los culpables de esa dolorosa tragedia en el metro, ya ninguna autoridad ofrece cinco millones de pesos a quién dé informes de su localización.

        La ciudadanía los tiene bien ubicados, por más que el presidente instrumente un pronto olvido.

        26 homicidios, 80 lesionados y 1 desaparecido; los mismos funcionarios hitos al presidente; y, las mismas compañías constructoras del tren maya y refinería de Dos Bocas.

        El embudo presidencial es burdo y palurdo.

        Toda la culpa para los enemigos del presidente; y el perdón y la disculpa para sus parientes, cuates y colaboradores.

        Ni para eso es discreto y mesurado. El escándalo y lo grotesco es lo suyo.

        Mortifica a los mexicanos observar que el ejecutivo federal,  desde su atril presidencial (de cada mañana), juzgue y condene sumarísimamente al empresario Claudio X. González como “traidor a la patria”, sin darle derecho a audiencia, y careciendo de facultades judiciales para condenarlo.

        Invito al presidente, y a todos, a leer el artículo 123 del Código Penal Federal, su primer párrafo y sus XV fracciones, en donde se tipifica la “Traición a la patria”, para que nos demos cuenta del ridículo que hace Andrés Manuel López Obrador al aplicar este precepto, con independencia de que estemos o no de acuerdo con ese señor X, tan absurdamente enjuiciado.

        El odio embrutece; y aunque el presidente asegure que él no odia, todo en su rostro, en sus manos, en sus ojos, en sus palabras y acciones, trasuda rencor, y agita al hormiguero.

        ¿Que por qué no fue el presidente de México al lugar del desastre de la línea 12 del metro?

        A eso contestó: “Al carajo el estilo demagógico”.

        ¡Por fin!, qué bueno que el presidente se cansó de traer esa careta de demagogo.

 


lunes, 3 de mayo de 2021

 LOGOS

Educación para todos

INCLUYENDO AL PRESIDENTE

        Ojalá y exclusivamente la Secretaría de Educación Pública estuviera en deterioro.

        La realidad, a fondo, es lamentable. Lo que está en descomposición es todo el fenómeno educativo de México.   

        Claro que los fenómenos sociales de nuestro país (como los de todas las naciones del mundo) son partes de un todo.

        Si nuestra economía, salud, seguridad pública, ética, derecho, política, relaciones laborales, religiones, cultura,  andan mal y reprueban, nuestra educación está por los suelos, o abajo de ellos.

        No olvidemos que la educación, entre muchas otras misiones, informa y forma conciencias humanas, ante la circunstancia que nos rodea, y frente a nuestro propio sistema nervioso central.

        Hablar de la educación, por ende, es tratar de un tema superior, que consterna verlo en quiebra, y por lo que no podemos quedarnos impasibles.

        El gravísimo desorden educativo tiene variedad de causas, antiguas y nuevas, no todas a la vista, pero la mayoría, agravadas por el autoritarismo e ignorancia del actual presidente de México.

        Citaré algunos motivos: la pandemia del corona virus, los diez millones más de pobres generados de dos años a la fecha, las equívocas y cambiantes políticas en la enseñanza aprendizaje, la insensatez dominante de no precisar, en la práctica, los fines, los medios, la rectoría, los instrumentos, la calidad, la cantidad, lo laboral, lo pedagógico, la investigación, los conocimientos, las evaluaciones, y otras pequeñas cosillas que estructuran un sistema educativo.

        En nuestro pasado hemos tenido, en el poder, excelentes equipos de educadores; por ejemplo, los encabezados por Justo Sierra, José Vasconcelos, o Jaime Torres Bodet.

        Ahora en la Secretaría de Educación Pública está, simplemente, Delfina Gómez Álvarez.

        Y no se observa ni teórica ni prácticamente ningún plan, ni programas ni proyectos, para resolver los problemas educativos que nos deja el covid-19, pandemia que agregó nuevas dificultades a la educación, aparte de agudizar las ya existentes.

        No desconozco, y admiro, el esfuerzo de auténticos educadores que por decenas de miles existen en el México actual. Ellas y ellos son los que han salvado algo del naufragio.

        Pero también padecemos decenas de miles de vividores de la educación; y gran parte de las autoridades educativas, encabezadas por el presidente, acaudillan a estos charlatanes.

        Las familias sanas y los maestros serios encuentran en los hogares, en las escuelas, en los barrios, en las calles, en las conductas de los poderosos y en los medios de comunicación masiva, una pudiente contraparte.

        Los niños, los adolescentes, los jóvenes y los adultos, tienen mirando notas sobre crimen organizado, asesinatos, robos, mentiras, lesiones, fraudes, traiciones, estupros, violaciones, feminicidios, secuestros, corrupción y violencia generalizada, en todas las horas de su día, durante todos los años de su existencia.

        Todo retroalimenta a todo.

        Y el gobierno mexicano no entiende nuestra degradación imperante. Sólo busca saciar su odio en contra de expresidentes, conservadores y neoliberales, pero ni eso hace bien, pues nadie está en la cárcel por ello.

        Los funcionarios públicos siguen delinquiendo, aprovechándose de la ignorancia de la masa.

        El naturalista inglés Charles Darwin (1809-1882) lo explicó en su libro La descendencia del hombre: “… con frecuencia la ignorancia engendra más ilusión que el conocimiento…”

        Cierto, la ignorancia de un presidente y de su masa humana nos hace mucho daño, nos arroja a una ilusión sin base ni futuro: nos frustra.

        Tenemos por delante una labor inmensa, pero urge educar a todos, incluyendo al presidente.