LOGOS
La balsa de la Medusa
PERVERSIDADES DEL
PODER
El caso de "La balsa de la Medusa",
por años, lo he analizado a través de varias perspectivas, y cada vez me genera
nuevos conocimientos.
Mis primeros datos sobre el tema los
obtuve a través de una pintura del francés Théodore Géricault (1791-1824) que
se encuentra en el Louvre, en París, y que me atrajo por la portentosa capacidad
de expresar, con realismo romántico, una rica variedad de sentimientos humanos
a través de los cuerpos y los rostros de 15 sobrevivientes del desastre
marítimo en 1816, frente a la costa de Mauritania.
A partir de ahí he investigado lo que me
ha sido posible al respecto; empero, describir ahora todo lo obtenido, me distraería
del objetivo de este artículo.
Lo reciente, en vínculo a ese dramático
hecho, es el libro segundo llamado "El vientre del mar" que, formando
parte de la obra "Océano mar" (1993 Premio Viareggio) del escritor
italiano Alessandro Baricco, me ha provocado ideas sobre los actuales, gravísimos y violentos, problemas que azotan
a México y al mundo.
En julio del 1816 encalló a 60 kilómetros
de la costa noroeste del continente africano la fragata francesa que llevaba
por nombre "Medusa", con 400 personas a bordo, incluidos los 160
marineros que conducían a esa embarcación del puerto francés de Rochefort al
puerto Saint Louis de Senegal. La Gran Bretaña había regresado esta colonia a
Francia, después de la firma de un tratado.
En varios botes salvavidas llevaron a 253
tripulantes, pero 147 personas, al no caber, fueron subidos a una balsa
construida de prisa de 140 metros. (7X20 metros) Casi un metro cuadrado por
persona. Todos hombres, sólo una mujer que dejó su lugar en un bote para no
separarse de su marido. Los botes fueron amarrados entre sí, uno a uno, y al
final la balsa. En la primera noche soltaron a la balsa.
Ésa únicamente llevaba un saco de
galletas, dos barriles de agua y uno de vino tinto. A cargo estaba el capitán
Savigny con 10 hombres armados. 13 días después los rescataron, por casualidad,
produciéndose en ese territorio a la deriva de 140 metros cuadrados, con una
población apretujada, sedienta, enloquecida, con hambre, de 147 humanos, y con
un gobierno de 11 autoridades asesinas, ladronas, abusivas, mentirosas, una
tragedia aterradora en donde se mezcló la soberanía y la organización jurídica
al antojo del poder.
El primer día el capitán dijo un discurso
grato, pero ya en esa noche se encargó la autoridad de echar al mar a los
débiles, calladamente. Al no amanecer 34, se dio un motín, por lo que la
autoridad mató a 9.
Para tranquilizar al resto les dieron
vino, y los que se emborracharon, durante la noche fueron arrojados al mar.
Total, aquello se volvió un infierno: asesinatos, deshidratación, robos,
canibalismo, locura, todo iniciado por la perversidad de quienes tenían el
poder.
Hoy todos vivimos en nuestra balsa, a
merced de los poderosos, cualquier semejanza es mera coincidencia.