lunes, 25 de marzo de 2024

LOGOS

Una peón a reina

LA ESTUPIDEZ NO VENCERÁ

        El poder de 9 billones del erario federal, la cúpula cómplice de las fuerzas armadas, el crimen organizado con cabeza gubernativa, la bien cebada servidumbre de medios de comunicación masiva a favor del tirano, y una multitud de despistados, suponen que ganarán la elección presidencial del 2 de junio del 2024, en un México cada día más consciente y activo.

        A ese México reflexivo y dinámico de más de 70 millones de mexicanos que han tomado las calles, las plazas y las conciencias del país, con inteligencia y con orden (sin acarreo de ninguna especie, sin pintar paredes ni destruir puertas, sino con un gran respeto y humanismo), el porvenir le pertenece, ya.

A nadie ofenden, y todos quedamos, orgullosos, motivados por su existencia.

        Frente a esa sociedad organizada y en marcha (a su manera), nos encontramos con la estupidez de un presidente autoritario, ególatra y adocenado, en todo lo que dice y hace.

        Por órdenes del presidente Amlo, la secretaria Alicia Bárcena de Relaciones Exteriores confesó en una mañanera: ”Acabamos de firmar un convenio con el presidente Nicolás Maduro. Nuestro gobierno les está dando a cada venezolano 110 dólares al mes, durante seis meses, del Programa de Jóvenes Construyendo el Futuro.”

        Ese acto de autoridad del gobierno mexicano (aparte de constituir varios delitos), viola derechos humanos garantidos por el artículo 13 de nuestra Carta Magna: “Ninguna persona o corporación puede… gozar más emolumentos que los que sean compensación de servicios públicos y estén fijados por la ley”.

        Además, arrastra ese acto de autoridad un sinnúmero de ilicitudes. ¿Tiene atribuciones el presidente para estos convenios?, ¿el senado los conoce?, ¿por qué sólo son venezolanos y no con todos los migrantes, incluidos los mexicanos?

        Como todo el estragado mundo de Amlo pasa en las mañaneras, el presidente aseguró en una de ellas: “… hago un llamado a los migrantes en los EU para que no voten por ningún partido, ni por ningún candidato a cualquier cargo, que sean antiinmigrante o estén en contra del pueblo de México; o el qué diga que los mexicanos y los migrantes son una amenaza para EU. Voten por quien ofrezca, por escrito y firmado, regularizar la migración mexicana y les dé ciudadanía estadunidense. Éste es el primer tema, pero les seguiré diciendo por quién voten y por quién no.”

        Olvida el presidente mexicano que el principio de reciprocidad opera en el derecho internacional.

Así que su intervencionismo de aquí para allá está provocando y aceptando el intervencionismo de allá para acá, en una elección mexicana tan delicada como ésta, de 2024.

Para colmo, el llamado internacionalmente “narcopresidente”, aseveró en su diario oficial, alias la mañanera: “No vamos a actuar como policías de ningún gobierno extranjero. No lucharemos contra los cárteles, ni menos por órdenes de EU”.

Pero qué necedad del presidente de ejercer la diplomacia con estridencias de un golpistas de barriada.

El presidente mexicano me recuerda a Pepe Ronzal, un personaje en la novela de ‘La Regenta’ del español Leopoldo Alas “Clarín” (1852-1901).

Ronzal ejercía su poder con la fuerza bruta, frente a la razón; y hasta jugando al ajedrez, a capricho y chanchullo, llevaba a una peón para convertirla en reina, listo a tirar puñetazos, al tiempo que disponía: “A reina va, y lo hago cuestión personal”.

Y en el presente, en la realidad mexicana, el presidente impuso, por su ocurrente antojo, a una peón como candidata presidencial de sus maniobrables partidillos.

Por cierto, respecto a España, el presidente mexicano se lanzó en contra del Rey Felipe VI: “No hay buena relación con ese monarca, que anda recibiendo y premiando a una señora buscadora, ya que fue a acusarme con él. ¡Imagínense!, acusarme a mí”.

Aseguro que no pueda existir la estupidez eternamente.

Creo que, en México 2024, la estupidez no vencerá.

 


martes, 19 de marzo de 2024

LOGOS

¡Pobre tirano casero!

SEMBRÓ VENDAVALES; COSECHA MALES

        El actual crimen organizado de nuestro país, en su faceta de narcotráfico, tiene sus raíces en necesidades gringas, respecto a su participación en la Primera Guerra Mundial.

        Los estimulantes de la marihuana condujeron a los soldados yanquis a la furia bélica de matar al enemigo en turno; en aquel entonces a los alemanes.

        La necesidad de drogas en EU creó un mercado exigente, y motivó la producción de ellas en territorio mexicano.

        Desde esa cepa, y con su proceso dialéctico de más de un siglo, llegamos a la caótica, desbordada y enredada, situación del 2024.

        Dentro de esta realidad, y en el inicio de la campaña presidencial, Xóchitl Gálvez impone tema:

“El gobierno de Andrés Manuel López Obrador pactó con la delincuencia. Este gobierno pactó con los narcotraficantes. Este gobierno fue a saludar a la mamá del ‘Chapo’. Este gobierno soltó a Ovidio Guzmán. ¿Qué más evidencia quieren?”

Y sacándole al bulto real y pesado, Claudia (la consentida marioneta de nuestro tirano doméstico) contestó sesgadamente:

“El que pactó con el crimen organizado fue el presidente Felipe Calderón.”

Xóchitl volvió sobre ese asunto, pero ahora dirigido contra Claudia:

“Hago un llamado a Claudia para que informe quién pagó sus multimillonarios espectaculares dentro y fuera de nuestro país. Y si fue o no el crimen organizado.”

Y Claudia volvió a morder el anzuelo:

“No sé quién los pagó. Desconozco el origen de estos espectaculares.”

La respuesta de Xóchitl fue:

“Yo estaría preocupada, e investigaría quién pagó esos espectaculares, y quién paga los costosos acarreos de masivas reuniones intrascendentes de Claudia.”

Esas confrontas son indicios característicos de las contendientes presidenciales; sin embargo, el fondo del problema es de mayor envergadura.

Desde el presidente José Venustiano Carranza de la Garza (en 1917), hasta el presidente Ernesto Zedillo Ponce de León (en 2000) el negocio del crimen organizado en su forma de narcotráfico tuvo cauce y control del gobierno.

Empero, la llegada del siglo XXI y la pérdida del poder presidencial por parte de un gobierno con un partido hegemónico (PRI), desajustó la vertiente y la intervención gubernativa.

Esa causa detonante no es única, pero sí suficiente para la cascada de motivos nacionales que se provocaron con ella; impulsos que se mezclaron a fenómenos internacionales mundializadores de todo lo bueno y lo malo generado en un planeta convulso y masivo.

En síntesis, en esos lodos pestilentes nos encontramos.

El expresidente Vicente Fox Quesada es quien se inscribió como número uno en la lista de los aspirantes a producir droga. El expresidente Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, a propuesta del gobernador michoacana Lázaro Cárdenas Batel, declaró tontamente la guerra al narco. El expresidente Enrique Peña Nieto, hundido por su pésimo y frívolo gobierno, nada en escondidas aguas extranjeras.

Y si íbamos mal, peor nos ha ido con la narco política del presidente Andrés Manuel López Obrador: más mentiras, más traiciones, más corrupción, más ignorancia, más asesinados, más militarización, más inseguridad, más pobreza, más drogas, más ineptitud en la salud y en la educación, más narcos, más inmoralidad.

El talentoso poeta uruguayo Mario Benedetti (Mario Orlando Hardy Hamlet Brenno Benedetti Farrugia, 1920-2009) escribió algo que le queda a la medida a Andrés Manuel López Obrador:

“Pobre señor presidente, ya no hay nadie que lo aguante; nunca hubo aquí gobernante con menos dedos de frente… Y ya que todo le falla, y no hay que tener rencor, yo opinó que lo mejor, lo mejor es que se vaya.”

Y con ese presidente, su marioneta Claudia con su lastre debe irse, y de liso, pues quiere a ese desastre, ponerle segundo piso.

 


lunes, 11 de marzo de 2024

LOGOS

Carta sin réplica

¿’GRACIAS’?; PURAS DESGRACIAS

        Héctor Manuel Ceballos Garibay (1958-2020) nació en Uruapan, Michoacán, en el hotel ‘al pie de la sierra’, en donde se encontraba el hogar y la empresa turística de sus padres.

        Estudió en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México, hasta obtener su doctorado en sociología.

        Escritor y maestro, Héctor fue persona sobresaliente, siendo reconocido, entre otras formas, en una obra de gran formato que presentó a 50 michoacanos en los primeros lustros de este siglo XXI, quienes fueron declarados (por el gobierno del Estado) “Tesoros Vivos de Michoacán”.

        Murió (Ceballos Garibay) por su libre decisión, en el sitio de su origen, dejando una carta firmada y dirigida “A LA COMUNIDAD DE URUAPAN, A MIS AMIGOS Y FAMILIARES DE TODA LA REPÚBLICA MEXICANA”, en donde textualmente externó lo siguiente:

“Por medio de la presente hago responsable de mi suicidio a AMLO, el peor presidente que ha tenido este país. Debido a sus políticas retrógradas y a su delirio de grandeza (vive en otra realidad; sus propias fantasías), este país se ha ido a la debacle social y económica, como lo demuestran los datos duros del año pasado.”

“De haber tenido un verdadero líder, con políticas de confianza a la inversión y a la productividad, hubiéramos estado en mejores condiciones de fortaleza para enfrentar la crisis sanitaria causada por el Coronavirus a nivel mundial.”

“El viacrucis que vivirá este país apenas comienza, y las malas decisiones del gobierno se traducirán en una catástrofe que irá en aumento y durará muchos meses. Habrá desempleo, pobreza, violencia delictiva, odio de clases y probablemente un gobierno dictatorial.”

“No quiero vivir más con estas perspectivas que presupondrán un escenario de caos y zozobra. Me niego a ser testigo de este pequeño apocalipsis nacional que les espera a los mexicanos”.

“Sé que mi hijo Emiliano está preparado educativa y emocionalmente para salir al paso de estas adversidades. Estoy orgullosos de él en todos los sentidos. Él sabrá comprender las razones de mi decisión. Lamento perderme de su compañía. A todos los familiares y amigos, les deseo la mejor de las suertes y les expreso mi cariño.”

“Atentamente: Héctor Ceballos Garibay”

“ABRIL 2020, Uruapan, Michoacán.”

“P.D. DESEO QUE MI CADÁVER SE INCINERE EN UNA CAJA SIMPLE, QUE NO HAYA NINGÚN TIPO DE CEREMONIA FUNEBRE (POR PROTECCIÓN SANITARIA) Y QUE MIS CENIZAS SE ESPARZAN EN EL JARDÍN DE MI CASA.”

        ¡No haré jamás el elogio al suicidio!, mi sentir y mi razonar estarán siempre a favor de la vida, en su más amplio y dialéctico sentido.

        A mi parecer, ese fenómeno patológico ha encontrado infinidad de explicaciones en las áreas de la psiquiatría, sociología, filosofía, literatura, psicología, historia, cultura, religión y derecho, pero nunca justificantes decisivas.

        En textos del Viejo Testamento, en la Ilíada con ese pelida Aquiles, en libros de Platón, Aristóteles, Séneca, Epicteto, Cicerón, Marco Aurelio, Epicuro, Tomás de Aquino, Montaigne, Hegel, John Donne, Rousseau, Hobbes, Locke, Hume, Kant, Spinoza, Kafka, Goethe, Víctor Hugo, Freud, Durkheim, Schopenhauer, Rilke, Bertrand Russell, Albert Camus. Alfonsina Storni, Beckett, Foucault, Adler, Frankl, todos estos autores, y más, nos hablan del suicidio, a través de sus escritos y su vida.

        Respeto la decisión que tomó, en su momento, mi amigo Héctor Ceballos Garibay. Lo echaremos de menos, con su voto, en las urnas de este año 2024.

        Acaso, algún día, Andrés Manuel López Obrador conteste y replique la carta de Héctor.

Los nuevos lectores de esta carta, también se formarán un juicio.

En el libro que firma Andrés Manuel, titulado ‘Gracias’, debió ser la oportunidad para que hablara de esta misiva; aunque en la realidad, no encontramos ninguna gracia, sino puras desgracias.

Durante su reciente mañanera en Morelia, Amlo pertrechado en un cuartel, debió recordar públicamente esa carta.

En el costosísimo acarreo de su corcholata Claudia en el Estadio Morelos en Morelia (el mismo día de la visita de su jefe de campaña; ¡qué coincidencia!) debieron leer la carta de Héctor, y entonces, sí, la gente hubiera concurrido.

¡Esa carta sigue viva!

 


lunes, 4 de marzo de 2024

LOGOS

Xóchitl les madrugó

LA TOMA DE ZACATECAS

        El ansia por obtener el poder, o por conservarlo, motiva a cada persona a producir sus propias mentiras, o a generar sus insolentes verdades.

        Mostraré un expresivo caso.

        Era un profesor normalista, cuarentón, destacado en el basquetbol, fumador empedernido, de baja preparación académica, buen padre de familia, de filosa lengua viperina, que logró colarse bajo la sombra protectora del gobernador en turno.

        Su lugar de origen fue un pequeño municipio hacia el oriente michoacano, del cual salió huyendo su familia, siendo niño el personaje que cito.

        Eran los tiempos en que la verdadera lucha electiva se daba dentro del Partido Revolucionario Institucional, para lograr ser candidato; una vez alcanzado este triunfo, el cargo elegible estaba seguro, y salvo en rarísimas excepciones podía perderse.

        Aconteció, entonces, que el gobernador se empeñó en que ese profesor fuera diputado federal por el distrito electoral donde había nacido, lo que motivó reacciones adversas en la población.

        Ese profesor, ya candidato del PRI, inició e hizo toda su campaña prometiendo una sola cosa, la que repitió con exactitud y llaneza: “Una vez diputado, nunca volveré a este distrito”.

        Y lo cumplió. Nunca retorno a ese distrito electoral.

        El fenómeno político en México, con sus múltiples cambios formales, sigue tan terco como lo observó el poeta zacatecano Ramón López Velarde (1888-1921), en su ‘Suave Patria’: “Trueno de temporal, oigo en tus quejas crujir los esqueletos en parejas. Oigo lo que se fue, lo que aún no toco. Y la hora actual con su vientre de coco; oigo en el brinco de tu ida y venida, ¡oh, trueno!, la ruleta de la vida.”

        Y Xóchitl Gálvez les madrugó a sus pares en varios sentidos. No desperdició tiempos, inició su campaña en el primer minuto del 1 de marzo del 2024; y lanzó el trueno de temporal, en el lugar dónde son más crueles los fabricantes de cadáveres por extinción de mexicanos. Retándoles en su ida y venida: “La gente aquí tiene miedo, porque este sexenio es el más violento de la historia. Morena es más narco, más muerte y más miedo. Todos unidos podemos vencerla. Vamos a dar la orden de investigar y perseguir a la delincuencia. Óiganlo muy bien aquí, se acabaron los abrazos para los criminales. Morena defiende la soberanía de los cárteles, yo defiendo la soberanía de los mexicanos. ¡Se aplicará la ley!, en todo México.”

        Bajo toda proporción guardada, Xóchitl reafirmó, a 110 años, la Toma de Zacatecas, del mismísimo Pancho Villa.

        Claudia, la mayor corcholata del presidente, citó para su arranque a las 16 horas de ese 1 de marzo, con un acarreo masivo de todo el país. Dio pasaje, dinero, torta y refresco. El principal objetivo de la concentración (tan deslucida, carísima y desorganizada) fue un respaldo al presidente narco marcado, fue un empiece de campaña de Brugada en CDMX, fue un respaldo a los gobernadores de morena, y al resto de los candidatos morenistas. Fue todo un revoltijo mal oliente.

        A Claudia se le enredaron las neuronas, o la traicionó su subconsciente, al asegurar: “Sólo hay dos caminos a tomar este 2 de junio; uno, que siga la corrupción… transformación, el otro, que regrese la corrupción…”; o sea, ¿por cuál corrupción votarás?

        Brugada y Claudia coincidieron en sus palabras finales, subrayando el obvio vasallaje: “¡Que viva el presidente López Obrador!” Duda no existe: el amo es amo, y seguirá siendo el amo vitalicio.

        Respecto al fosfo-fosfo, esquirol del obradorato, no pinta en la cartelera. No perdamos el tiempo con él.

        El único “FOSFO-FOSFO” que sigue siendo un peligro, es el presidente, quien, en su carácter de jefe nato de campaña de su corcholata predilecta, prosigue en su proyecto de elección de estado, con su enjambre de mentiras e ilícitos; vamos, es la primera opción que ve Claudia: “Que siga la corrupción… transformación”. Más de lo mismo; o lo mismo, pero más.

Empero, sujeto a una promesa parecida a la de aquel profesor convertido en diputado, si votan por mí, les prometo que no volveré jamás, después de concluido mi mandato, a la política militante electoral.

Simplemente, porque no se puede estar siempre en la cima del poder. Apenas llegamos a lo más alto, y estamos destinados a bajar. La subida es ya un compromiso de descenso. El gozo de elevarse es un resarcimiento anticipado por la tristeza y soledad de la caída.

¡Entendámoslo todos!; entiéndelo, Andrés Manuel.