LOGOS
Terminó Semana Santa
RETORNO A CONFRONTAS INFECUNDAS
Esta
llamada Semana Santa 2016 fue (como todos los años que han transcurrido desde
que Constantino y su generación, en la Roma de Oriente, iniciaron el invento
del cristianismo) de Domingo de Ramos a Domingo de Pascua.
El
Domingo de Ramos representa la entrada exitosa del nominado Jesucristo a
Jerusalén; mientras que el Domingo de Pascua simboliza la fiesta por la resurrección
de ese Jesucristo, a los tres días de haber muerto.
Los
días comprendidos entre estos dos domingos constituyen, tradicionalmente, la
Semana Santa.
Lo
santo, o la santidad, es un valor de alta significación en el fenómeno
religioso, consistente en tener una conducta, como humano, pura, limpia,
virtuosa, perfecta, consonante con preceptos religiosos dictados por el dios o
las deidades correspondientes.
De
manera directa y precisa lo santo y la santidad corresponde exclusivamente a
seres humanos. Sólo en un mundo fetichista resultan santos o santas los mantos,
el agua, las sandalias, las tierras, o las semanas; y siempre de forma
indirecta.
Esas
cosas no son santas porque tengan conducta ni sistema nervioso central con
libre albedrío, sino porque un ser humano con mucha santidad les deja su huella,
contagiándoles ese valor religioso.
Por
ello es que la semana denominada santa no tiene nada de santo ni de santidad,
per se, y es como todas las demás semanas, lapsos temporales en los calendarios
de los humanos que, conteniendo las conductas de éstos, tienen tanto virtud
como pecado, tanto inmoralidad como ética, tanto buenos modales como erróneos
comportamientos, actos y omisiones apegados a derecho como ilicitudes o faltas.
¡Tal es
el Hombre!
Algunos
acostumbran decirle Semana Mayor, pero tampoco tiene nada de mayor, ya que
contiene los mismos días, horas, minutos y segundos que las demás semanas.
Pero lo
más importante es saber cómo nos fue de domingo a domingo, desde el de ramos
hasta el de pascua.
De
inicio, esa semana fue aprovechada proverbialmente, en su totalidad o en parte,
como tiempo vacacional, y esto hace que bajen de intensidad las presiones
sociales en nuestra vida cotidiana.
Y las
tensiones dejan de sentirse en áreas políticas, económicas, laborales, o educativas,
domiciliándose en espacios turísticos o en vías de comunicación terrestre,
área, o marítima.
Las
manifestaciones religiosas, para no perder popularidad y arraigo, suelen
celebrarse con liturgia de atracción turística, o de esparcimiento espiritual.
Muchos
descansaron, con un no hacer de plena holganza; otros realizaron lo que por
falta de tiempo habían dejado en espera; otros más actuaron en lo que les
gusta; y, no pocos, se distrajeron como endemoniados pecadores efectuando
diabluras mil.
La
cultura vacacional tiene muchas esquinas e infinidad de ricas perspectivas.
Ahora,
¡retornamos a lo cotidiano!, a consumirnos en confrontas infecundas, frente a
viejos problemas con enredos nuevos.