lunes, 30 de septiembre de 2013

Vértigo de las reformas LES FALTA PUNTERÍA

        ¡Estupendo! que el Presidente Enrique Peña Nieto esté dispuesto a no permitir "que se lucre con la necesidad y con la emergencia" en estos tiempos en que desastres naturales nos causan severos daños, pero para ello se requiere, más que esperar la elaboración de un Plan de Reconstrucción Nacional, la simple aplicación del Código Penal Federal, en su amplia, pero también precisa, tipificación de delitos.
        Pareciera que quienes aconsejan al Presidente de la República proyectan muchos brincos, estando el suelo demasiado parejo.
        Para evitar el intermediarismo político, verificar las características de los suelos antes de las reconstrucciones, reubicar a la gente en terrenos seguros, revisar el Sistema de Protección Civil, coordinar las acciones de los gobiernos federal, estatales y municipales, dar apoyos fiscales a todos los afectados, reajustar el paquete económico del 2014, sujetar a estricto control de transparencia la asignación de recursos del FONDEN, no es necesario esperar a la existencia de ese anunciado Plan de Reconstrucción Nacional, ya que basta con aplicar las leyes vigentes del caso, a través de funcionarios honorables e inteligentes.
        Pero, al parecer, los constantes equívocos gubernativos consisten en la falta de puntería.
        Obsérvese el manojo de reformas, algunas ya aprobadas e, incluso, en vigencia. No hay una sola que no contenga bruscos desajustes entre su propósito o exposición de motivos con los alcances de la comprensión lógico jurídica de su literalidad.
        La reforma educativa conlleva en su nominación y en sus razonamientos intenciones de esa índole, pero la comprensión de los textos constitucionales tienen únicamente efectos de carácter laboral en el campo de la educación.
        Además de que, claro está, nada ha alterado en todo el país el fenómeno de la enseñanza aprendizaje. En cada aula, de cada escuela, sigue pasando lo mismo que ha acontecido durante sexenios. Así que no hay el tino suficiente para que el efecto obtenido resuelva el mal que se pretende extirpar.
        Igual pasa con la reforma energética. Todas las autoridades aseguran a voz en cuello, y en los motivos de la iniciativa, que jamás se privatizará PEMEX ni Comisión Federal de Electricidad, pero en la literalidad de los textos constitucionales propuestos se da lugar a la privatización de estas empresas claves para la economía nacional. Aquí tampoco hay tino, y sí desatino.
        En la fiscal, parte esencial de ese vértigo de las reformas, lo único que se pretende es convertir a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público en una máquina más eficaz para chupar mayor cantidad de dinero de los bolsillos de los causantes, haciendo sentir al contribuyente que el pagar impuestos es una simple pérdida de dinero a favor de las autoridades, puesto que no vemos los servicios públicos que nos entregan a cambio.
        Ni siquiera el de la seguridad tenemos, menos el de la educación pública; empero, cómo cobrar más en contribuciones sin haber generado la atmósfera propicia para que haya empleo para todos.

jueves, 26 de septiembre de 2013

Todos a Favor DE LOS TRABAJADORES DE MÉXICO

        Si hay que reformar o adicionar al artículo 123 de nuestra Carta Magna, y a sus leyes reglamentarias, debe ser a favor de los trabajadores de México, y de la clase social que constituyen.
        El mejor recurso humano que nuestro país tiene es el constituido por sus obreros, lo mismo el que es expulsado al exterior como bracero, que quienes se quedan en nuestro territorio para generar los bienes y servicios que aquí se producen.
        Es cierto que el capitalismo requiere de capitalistas; empero, jamás sería concebible una empresa, una oficina, una industria, un rancho, una huerta, un comercio, un hospital, un despacho, un consultorio, sin trabajadores.
        La mano de obra, junto con el talento, la imaginación y la inteligencia, de la clase trabajadora, es lo fundamental para la producción. El capital, sólo, no produce ni medio centavo, salvo la deformación que hace el sistema capitalista, que se inició como revolucionario para acabar con el feudalismo, pero que ahora, vetusto y contradictorio, es simplemente explotador, protervo y avieso.
        En 1917 el trabajador tenía como negrero a su patrón individualizado, salvo meritorias excepciones, las que no abundan, pero existen. En contra de esa explotación, el constituyente aprobó la protección a los obreros.
        Hoy, en 2013, el obrero está sobajado por un patrón que puede no tener ni rostro ni nombre, sólo es una transnacional o una sociedad mercantil deshumanizada. Soporta, también, el abuso de líderes sindicales. Vive, a la vez, en un medio hostil, tanto por una mala seguridad social, una policía amenazante, una economía brutal que día a día le reduce su capacidad adquisitiva, gobiernos en no pocas ocasiones adverso, y una educación pública de dudosa calidad que no alcanza para sus hijos. Todo este mazacote oscuro genera partes luminosas notables, que se van reduciendo desgraciadamente.
        Esas afectaciones a la clase trabajadora, y a sus integrantes, no únicamente les viene de la política interna mexicana, sino de las determinaciones de transnacionales poderosas, amparadas por el gobierno de los Estados Unidos de América, quienes ejercen su imperialismo económico a través de instituciones internacionales que manejan globalizadamente las finanzas, fondo monetario, mercados, bolsas de valores, y el flujo de todo tipo de recursos.
        Pero dentro de esta mundialización, México tiene que defender a sus obreros, como lo vienen haciendo muchos gobiernos de naciones desarrolladas.
        El derecho de los trabajadores no puede asesinarlo nadie. Sería muy idiota el patrón que pretenda tal tontería. Quien lo haga, se suicida.
        Cualquier modificación constitucional o legal, en materia laboral, que no conduzca a que los obreros tengan mayor ingreso, mejores prestaciones de todo tipo, superior calidad de vida para ellos y su familia, no debe aprobarse nunca.
        Son superiores los trabajadores mexicanos a los noruegos, a los estadunidenses, a los suecos, a los canadienses, lo que es superior en aquellos países son sus formas de organización; por ello, los mexicanos en el extranjero son calificados como altamente productivos.

lunes, 23 de septiembre de 2013

¿Cómo detectar desastres? EL AGUA NO SÓLO DESTRUYE

       El paso del ciclón Ingrid y el huracán Manuel, al alimón, por parte del territorio nacional ha dejado flotando, además de muerte y destrucción, un sinnúmero de reflexiones.
        Del desastre por exceso de agua México pasa, con inmediatez, a la catástrofe de la temporada de secas. ¿Qué no hemos preparado gente capaz para retener el agua precipitada, y conducirla, a su tiempo, a los sitios de sequía?, ¿tiene que desperdiciarse la abundancia de agua pluvial, para irse al mar, por nuestra pésima organización?
        Ante esas desventuras climatológicas, ¿no hemos podido consolidar una eficaz cultura de la prevención?, no permitiendo la peligrosa deforestación, no admitiendo las construcciones en sitios riesgosos, no tolerando por ineptitud o por corrupción obras públicas o privadas mal hechas.
        Frente a estos cataclismos, ¿no contamos con reservas en dinero, alimentos, herramientas, u otros recursos materiales, para paliar los efectos nocivos de estos males?; al parecer, no hemos instruido a la población para que actúe con eficacia e inmediatez para revertir todo efecto pernicioso ni culturizado a los individuos de la sociedad para tener reacciones prontas de solidaridad ante la desgracia de los otros.
        Todos sabemos que entre mayo y octubre vivimos en territorio mexicano la temporada de huracanes. ¿Por qué no detectar y prevenir las hecatombes que éstos puedan provocarnos? ¿No habrá nadie en el poder público de nuestro país que, visualizando el horizonte predecible atine a hacer las reformas, que provocan conflictos seguros, fuera de estas temporadas de destrucciones climáticas?
        Los estragos que vive nuestro país, hoy en día, son por la convergencia de dos frentes torrenciales de carácter natural, sumados varios frentes motivados por una mala política y una pésima economía. La pregunta lógica, por ende, resulta ¿cómo es posible que los mexicanos no estemos preparados, ni nuestro gobierno, para neutralizar tragedias, restándoles los efectos siniestros, y en cambio sí, a la inversa, estemos prestos a sumar y multiplicar los conflictos que nos dividen y nos llenan de pasión?
        ¿Qué enemigos nuestros, dentro y fuera de nosotros mismos, hacen que llueva sobre mojado, vierten más petróleo al incendio, desatan ardientes y nuevos vientos, suman a los terremotos los sacudimientos sociales, avivan los odios ante las confrontas, y desean que la sangre de mexicanos no sea de charcos sino de ríos.
        De todo lo anterior hay culpables, ¡claro está!; empero, antes de buscarlos para imponerles castigo, debemos sosegarnos, superar los problemas naturales, dejar que la polvareda levantada se diluya, para poder observar los horizontes.
        Que... ¿qué sigue? Lo que la responsabilidad y la inteligencia de los mexicanos determine.
        No somos ya menores de edad. Debemos saber cómo detectar los desastres. Entendemos que el agua no sólo destruye, sino que es elemento indispensable de la vida.
        El Sistema Nacional de Protección Civil, CONAGUA, Asentamientos Humanos, entre otras dependencias, deben ser revisados con responsabilidad e inteligencia; o... ¿tenemos que esperar a nuevas tragedias?

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Aristocracia del dinero NO SIRVE COMO BASE DE INSTITUCIONES

       Uno de los grandes aportes de la Revolución Mexicana de 1910 fue la de instaurar en nuestro país, como base de su sistema, la movilidad socioeconómica de la población.
        Los ricos de hoy son los pobres del mañana; es decir, en la escalera económica hay movimiento, movilidad social. Cualquier pobre puede aspirar, con posibilidades, a capitalizarse económicamente.
        Existen naciones y tiempos en donde quien nace pobre muere pobre, y quienes adviniendo al mundo en familia rica mueren siendo ricos. En estas épocas y pueblos no existe movilidad socioeconómica cual ninguna.
        Entre los extremos, en esa materia, pueden verse infinitud de graduaciones; o sea, entre la velocísima movilidad y la movilidad no percibida por su enorme lentitud existen multitud de escalones. Agreguemos a lo anterior la relatividad con la que operan los conceptos "ricos" y "pobres", en nuestra vida cotidiana y dialéctica.
        En 1856 el liberal Ponciano Arriaga externaba ante el Congreso Constituyente las primicias de un socialismo mexicano: "... debemos corregir para que pueblos y ciudadanos laboriosos no estén condenados a ser meros instrumentos de producción en provecho exclusivo del capitalista... no podemos fundar un sistema de gobierno en la aristocracia del dinero..."
        Hoy, de otra manera, se vuelve a expresar esa idea a través del talento de la periodista Beatriz Pagés: "A nadie le conviene tener un país donde -según la revista Forbes- sólo 15 personas poseen el 90% de las reservas internacionales contra 60 millones de pobres que no tienen esperanza de ascenso social".
        Si responsable y culturalmente se observa este asunto, se precisará que en la estructura de todo sistema socioeconómico se da un binomio formado por: 1.- La forma para organizar la producción; y, 2.- La forma de distribuir lo producido entre las fuerzas participantes en esa producción.
        Aceptemos, siempre, la forma que genere mayor calidad y cantidad de lo producido; adoptemos, invariablemente, la forma que distribuya mejor lo producido.
        Debemos de entender que, actualmente, las vías sociales con posibilidad para distribuir lo producido son la educativa, la fiscal, y la laboral; y, debido a ello, dichas vías resultan objetos de la actual política reformista.
        Así que a nadie conviene el desequilibrio que está generando el cimentar nuestras instituciones republicanas en la aristocracia del dinero, menos aún si esa nobleza monetaria es extranjera, no importar que se disfrace de charro.
        A todos nos preocupa, y agravia, el que exclusivamente decena y media de personas sean dueñas del 90% de las reservas internacionales, mientras más de la mitad de los mexicanos carece de toda esperanza de ascenso social.
        En alguna parte de nuestro proceso histórico se traicionó a esa forma humanista de organizar la movilidad socioeconómica en México, sacrificándola por un supuesto modernismo a favor de la concentración de la riqueza, esnobismo que nos conduce a una agudización de contradicciones que terminará por estallar, provocándonos altos costos para un cambio que puede conducirse módica e inteligentemente.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Un nuevo libro EL INQUIETANTE UNIVERSO DE LOS LECTORES

       La bicentenaria Facultad de Derecho de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo ha cumplido, entre otras, dos tareas académicas que le ha impuesto la realidad del país: producir licenciados en derecho en cantidad, para que conforme a sus actividades reales en la vida tengan nociones jurídicas; y, producir abogados de especial calidad, a efecto de que con su profesionalismo cumplan tareas legislativas, judiciales, ejecutivas, en todos los niveles del gobierno mexicano, cumplan servicios profesionales de abogados a las partes con interés controvertido, cumplan con tareas académico jurídicas, y cumplan con las demás labores que los letrados en derecho deben cubrir en el hoy y en el aquí.
        Lo anterior ha generado en Michoacán una corriente de pensamiento jurídico que se siente en la país en diversos foros, desde hace décadas.
        Esa realidad permitió que el gobierno de Michoacán editara el libro de gran formato Sentimientos de la Nación, para honrar al autor de ese documento en el bicentenario de su presentación ante el Congreso de Anáhuac, en Chilpancingo, el 14 de septiembre del 1813.
        El libro, de 293 páginas, presenta en su portada la fotografía en alta resolución de uno de los altorrelieves que constituyen el monumento a Morelos en esta ciudad. Las fotografías que figuran en la obra fueron tomadas por el investigador Iván Olguín, siendo el diseño editorial de Paulina Velasco Figueroa, y uno de los coordinadores editoriales José Herrera Peña.
        Aparte de publicarse fotográficamente con alta tecnología el manuscrito original de los Sentimientos de la Nación, facilitado por el Archivo General de nuestro país, se transcribió cada uno de esos 23 sentimientos con la caligrafía y reglas gramaticales del idioma español actual.
        Cada sentimiento ha sido comentado, desde diversos puntos de vista, por un abogado michoacano. Dentro de los profesionales del derecho que realizaron esa labor de hermenéutica encontramos, por su orden numérico ordinal del texto comentado a: José Jesús Reyna García, Ma. Eva López Ramos, Salvador Arroyo Ceja, José Herrera Peña, Víctor Manuel Tinoco Rubí, Héctor Pérez Pintor, María Cristina Torres Pacheco, Gilberto Alejandro Bribiesca Vázquez, Francisco Ramos Quiroz, Jorge Mendoza Álvarez, Fidel Calderón Torreblanca, Humberto Aguilar Cortés, Alejandro González Gómez, Darío Oseguera, Héctor Chávez Gutiérrez, Cuauhtémoc Manuel De Dienheim Barriguete, Ma. Guadalupe Morales Ledesma, Ricardo Color Romero, Damián Arévalo Orozco, Juan Antonio Magaña de la Mora, María Guadalupe Calderón Corona, y José Antonio Estrada Sámano.
        Entreverados, y en vínculo con el sentimiento respectivo y su comentario, encontramos documentos, pinturas, esculturas, altorrelieves, dibujos, relacionados con José María Morelos y Pavón y los Sentimientos de la Nación por él formulados en confronta con los Elementos constitucionales de Ignacio López Rayón y sus seguidores.
        Los conceptos que contiene ese libro, recién editado y presentado, se han independizado de sus autores. Tal es la lógica de las palabras. La vida de esos conceptos depende ya de los lectores; el inquietante universo de éstos les impondrá nuevas tareas.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Tiempo de bicentenarios GRAVES PROBLEMAS; DÉBILES REFORMAS

        Desde hace poco más de un lustro México vive el tiempo de los bicentenarios, con todo lo que esto implica.
        2008 fue el bicentenario de las juntas del Ayuntamiento de la Ciudad de México, en donde destacaron Francisco Primo de Verdad y Melchor de Talamantes.
        La conspiración de Valladolid tuvo su bicentenario en el 2009, recordando a Mariano Michelena y a José María García Obeso, entre otros.
        El 2010 fue el bicentenario del inicio de la Independencia de México, encabezada por Miguel Hidalgo e Ignacio Allende.
        En 2011 advino el bicentenario de la Suprema Junta Nacional Americana instaurada en Zitácuaro, con los Elementos constitucionales, obra normativa formulada básicamente por el abogado Ignacio López Rayón.
        La Constitución de Cádiz, que siendo obra de insurgentes de España y sus colonias fue clave para muchos hechos históricos acaecidos en la Nueva España, tuvo su bicentenario en el 2012.
        Y en el 2013 que transcurre se cumple el bicentenario de los Sentimiento de la Nación, presentados por José María Morelos el 14 de septiembre del 1813 ante el Congreso de Anáhuac reunido en Chilpancingo.       
        En la misiva que firmó Miguel Hidalgo y Costilla desde el "Cuartel General de la ciudad de Celaya, a 21 de Septiembre de 1810", dirigida al "Señor Intendente de la Provincia de Guanajuato, Don Juan Antonio de Riaño", detectamos, como ya lo he escrito, el uso de dos conceptos: el primero, "sentimientos"; y, el segundo, "Nación".
        Los transcribiré dentro de su contexto epistolar: "Me encuentro actualmente rodeado de más de cuatro mil hombres que me han proclamado su Capitán General... No hay remedio señor Intendente, el movimiento actual es grande y mucho más cundo se trata de recobrar derechos santos, concedidos por Dios a los mexicanos, y usurpados por unos conquistadores crueles, bastardos e injustos que, auxiliados de la ignorancia de los naturales y acumulando pretextos santos y venerables, pasaron por usurparles sus costumbres y propiedades, y vilmente de hombres libres convertirlos a la degradante condición de esclavos. El paso lo tendrá V.S. por inmaduro y aislado; pero esto es un error; verdad es que ha sido antes del tiempo prefijado, pero esto no quita que mucha parte de la Nación no abrigue los mismos sentimientos".
        La segunda oleada de esa insurgencia la encabezó José María Morelos y Pavón, quien desde su sensibilidad amplia y su eficaz talento supo interpretar esos "Sentimientos de la Nación", dándoles la estructura en contenido y forma con la que fueron presentados.
        A 200 años de esos Sentimientos de la Nación retomemos los sentimientos vigentes y aplicables, pero sin dejar de preguntarnos para obtener la respuesta necesaria: ¿qué sentimientos tiene la Nación en este 2013 frente a tantos graves problemas y tantas débiles reformas?
        Pronto tendremos más bicentenarios. El de la Constitución de Apatzingán en el 2014, y en 2015 el del Primer Supremo Tribunal en Ario. ¿Qué problemas viviremos?, y ¿cuántas reformas darán frutos positivos?

martes, 10 de septiembre de 2013

Sentimientos de la Nación LA FUERZA DE LOS BICENTENARIOS

        Recordemos la misiva que firmó Miguel Hidalgo y Costilla desde el "Cuartel General de la ciudad de Celaya, a 21 de Septiembre de 1810", dirigida al "Señor Intendente de la Provincia de Guanajuato, Don Juan Antonio de Riaño", detectaremos el uso de dos conceptos: el primero, "sentimientos"; y, el segundo, "Nación".
        Los transcribiré dentro de su contexto epistolar: "Ya sabe usted el movimiento que ha tenido lugar en el pueblo de Dolores la noche del 15 del presente. Su principio ejecutado con el número insignificante de quince hombres, ha aumentado prodigiosamente en tan pocos días. Me encuentro actualmente rodeado de más de cuatro mil hombres que me han proclamado su Capitán General... No hay remedio señor Intendente, el movimiento actual es grande y mucho más cundo se trata de recobrar derechos santos, concedidos por Dios a los mexicanos, y usurpados por unos conquistadores crueles, bastardos e injustos que, auxiliados de la ignorancia de los naturales y acumulando pretextos santos y venerables, pasaron por usurparles sus costumbres y propiedades, y vilmente de hombres libres convertirlos a la degradante condición de esclavos. El paso lo tendrá V.S. por inmaduro y aislado; pero esto es un error; verdad es que ha sido antes del tiempo prefijado, pero esto no quita que mucha parte de la Nación no abrigue los mismos sentimientos".
        Así, desde la primera oleada de este movimiento insurgente se hizo referencia a los sentimientos de la Nación.
        Claro que el Intendente Riaño fue sordo y mudo frente a la carta de Hidalgo, y ante esos sentimientos de la Nación invocados por el suscriptor sublevado.
        La segunda oleada de esa insurgencia la encabezó José María Morelos y Pavón, quien desde su sensibilidad amplia y su eficaz talento supo interpretar esos "Sentimientos de la Nación", dándoles la estructura en contenido y forma con la que fueron presentados ante el Congreso de Anáhuac, en Chilpancingo, el 14 de septiembre del 1813.
        En inicio, el "sentimiento" es la acción de sentir; pero también es un estado afectivo; pudiéndose entender como la parte cordial del humano que suele oponerse a la razón; puede ser por igual el dolor tenido por algún hecho, o por no suceder éste cuando es deseado; y otra significación de esta palabra es su equivalencia como amor, y en su caso desamor.
        Empero, los "sentimientos", así en plural y referidos a la Nación, conjugan todos los conceptos anteriores, constituyendo un fundamento que da base para pensar, decir, y hacer.
        Obvio que los sentimientos de los seres humanos, como los de la Nación, pueden sentirse o presentarse en cualquier instante, antes o después de la reflexión, de la expresión, o de la acción; sin embargo, en el caso de los Sentimientos de la Nación se observan como un preludio, una materia prima, o una luz orientadora, para estimular la inicial actividad de una Nación recién concebida.
        Hoy, para resolver problemas, debemos utilizar la fuerza de los bicentenarios.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Acorralado por turbulencias PRIMER INFORME; PRIMERA LLAMADA

        Es obvio que el Presidente Enrique Peña Nieto ya no vive en la luna de miel que se obsequia en la política a quien se inicia en el ejercicio de ese cargo.
        Su primer informe de gobierno, rendido en un escenario casero y ante un público afín y cautivo, fue pronunciado en buen tono de voz y con una retórica demasiado gastada.
        Dicho sea con respeto, y en honor a la verdad, todos los informes presidenciales se parecen demasiado, al menos los percibidos por esta generación de mexicanos sobrevivientes de un verdadero rosario de crisis sexenales.
        Sólo varía la voz, pero las palabras resultan demasiado antiguas. Es el nuevo sonido de los viejos conceptos carcomidos por el monótono uso, ante oídos cada vez más recelosos al observar una realidad distinta a lo informado.
        Obvio que hay un esfuerzo producido por esa generación que encabeza el Presidente Peña Nieto. Y no pocos seguimos confiando en su buena fe; sin embargo, notamos tantas fallas e incongruencias que nos mueven a la preocupación por el futuro de los mexicanos.
        Se le ve tan cercado por colaboradores que parecen no estar a la altura de las circunstancias, como envuelto por un sinnúmero de turbulencias peligrosas, ya educativas como económicas, políticas como energéticas, de seguridad y de espionaje gringo.
        Su aceptable intención de transformar a México, para bien, se contrarresta con procedimientos y tácticas que parecen ir en sentido inverso a lo que desea.
        Quiere el crecimiento económico del país para acabar con el hambre, o al menos reducirla, pero los índices reales reportan un drástico decrecimiento, y un aumento en la pobreza.
        Desea mejorar a los maestros, a los alumnos, a la educación, pero provoca agitación y retraso en el fenómeno enseñanza aprendizaje.
        Todos, incluyéndole, a él, deberíamos reflexionar con responsabilidad sobre lo que nos está pasando. El pacto no tiene futuro si únicamente es con partidos políticos, por más respetables que éstos pudiesen ser.
        Las juntas de notables nunca han aportado a la república nada bueno, más si tienen naturaleza electoral de intermediación. La república no puede convertirse en reprivada.
        Las protestas sociales se han convertido en el pan, en el pri, en el prd de cada día. Los obreros y los campesinos quedaron borrados de los informes, y a la clase trabajadora, la que realmente produce, no se le puede ignorar.
        Del Primer Informe Presidencial, en su propia literalidad y en el paisaje humano asistente a dicha ceremonia, se traslucen las debilidades del gobierno. Éste es el primer informe, y la primera llamada.
        La permanente crispación social sostenida en contra de las reformas intentadas no debe ignorarse. El propósito general de las reformas promovidas, en el fondo, puede ser bueno para México, pero se requieren tácticas eficaces y operadores eficientes.
        La vida del país no marcha bien, y la calificación real para el Presidente no es la que quisiéramos la mayoría de los mexicanos.

lunes, 2 de septiembre de 2013

¡Que nadie se equivoque! NO A LA VIOLENCIA; SÍ A LA COERCITIVIDAD

        Quien no sabe aplicar la coercitividad siendo servidor público, no llena los requisitos para serlo.
        La coercitividad es la fuerza pública que el gobierno ejerce, a nombre de todo el estado, a través de las autoridades competentes, para hacer cumplir en todo caso el sistema jurídico vigente.
        A contrapartida, la violencia siempre será una fuerza ilegal, provenga de quien provenga. Existen autoridades, gobiernos, y estados violentos. Son los llamados represores, porque sus actos de autoridad siempre se encuentran fuera de la ley.
        Por igual, los particulares pueden ser sujetos activos de violencia, individualmente o en grupo; y, en este último caso el colectivo puede ser de dos o de muchedumbre. Y en cualquiera de estos supuestos, esa fuerza violenta generada está fuera de la ley, puesto que, en el mejor de los casos, nadie puede hacerse justicia por su propia mano e, incurre, en el ejercicio ilícito de su propio derecho.
        ¡Nadie se equivoque! Todos debemos tener claros nuestros propios conceptos en relación a la realidad que estamos viviendo.
        No hay lugar para confusiones. Exigir que "al conflicto magisterial no se le aplique la violencia", es correcto, ya que a la violencia ilícita aplicada por maestros beligerantes no deben las autoridades responderles con violencia, sino con la coercitividad que nuestro derecho permite.
        Violencia, ¡no!, venga de donde venga; coercitividad ¡sí!, en contra de todo el que con sus actos viole el sistema de derecho vigente en México. Y es un hecho a la vista, notorio, que algunos de los que promueven ese conflicto magisterial han transgredido la ley, siendo violentos.
        La salida violenta al conflicto magisterial sería un ilícito, y por ende un error; mientras que la solución coercitiva a dicho embrollo será siempre lo legalmente acertado.
        Afirman, por ahí, que "el uso de la fuerza es el fracaso de la política", sin aclarar a qué "fuerza" están haciendo referencia, y a qué "política". La frase es demasiado genérica que para ser aceptada. La fuerza aplicada por los grupos de presión, para que sea legal, no debe transgredir las prohibiciones expresas de la norma jurídica.
        Si dicha norma de derecho prohíbe expresamente a los particulares ejercer violencia, injuriar a las autoridades, aplicar fuerza física o moral para que la autoridad resuelva a como esos peticionarios quieren, dicha presión es ilícita.
        En ese caso la fuerza aplicada ilícitamente por los grupos de presión es el mayor síntoma de que la política y el derecho están siendo descalificados por los belicosos.
        Por el contrario, si el gobierno es quien aplica una fuerza ilegal a grupos que protestan legalmente, esa autoridad que mal representa al gobierno pisotea al derecho y a la política.
        No es nada complicado. Es muy sencillo. Todas las normas de derecho tienen sus hipótesis y sus consecuencias; y, todos los actos u omisiones humanas que actualizan a esas hipótesis deben recibir las consecuencias jurídicas establecidas, ni más ni menos.