Un tema humano
LA GUERRA Y LA PAZ
Sigmund Freud, (1856-1939) médico
neurólogo austriaco padre del psicoanálisis, viajó a Berlín para recibir al Año
Nuevo 1927, ahí conoció a Albert Einstein, (1879-1955) el científico alemán más
reconocido del siglo XX; ambos de ascendencia judía.
Freud tenía para ese entonces 70 años de
edad, sufría un cáncer de boca y estaba sordo de un oído; Einstein, en cambio,
andaba en sus 47 años, confrontándose con su hijo Eduard en torno a la
psiquiatría y en relación al vínculo padre y vástago.
Einstein no le tuvo confianza a Freud
para platicarle respecto al problema psíquico de Eduard; mientras que Freud
escribiría a su amigo Sandor Ferenczi: "Einstein sabe tanto de psicología
como yo de física".
Pero una organización denominada
Instituto de Cooperación Intelectual, en 1932, invitó a Einstein a intercambiar
misivas, con un pensador elegido por él, sobre el tema de "la guerra"
y, concomitantemente, sobre la paz.
Albert eligió a Sigmund Freud, y así se
produjo un intercambio de cartas entre los dos símbolos intelectuales
pacifistas de esa época. Einstein mostraba sus dudas en torno a cómo eliminar
la guerra e, ingenua y optimistamente, planteaba como fin feliz que el mundo se
constituyera en una sola nación. Freud explicó su teoría de los instintos, y
con un dejo de pesimismo analizaba a la guerra y a la paz como producto de la
naturaleza del hombre.
La pareja de pensadores llegó a la
conclusión de que aquel intercambio epistolar no iba a producir nada útil, ni
siquiera les llevaría a ser merecedores del Premio Nobel de la Paz, y de esta
forma dejaron de escribirse, dejando su huella sobre el tema.
Antes que ellos, León Tostói,
(1828-1910) escritor ruso que nos heredó obras maestras enclavadas ya en la
literatura universal, fue autor de La
guerra y la Paz, novela que nos relata con todo encanto el ambiente ruso de
los primeros años del siglo XIX, con sus mansiones y sus pocilgas, sus riqueza
y sus miserias, lo intrincado de su política, su amor, sus esperanzas, sus
pasiones, sus abundantes personajes y la forma que entrelazan sus destinos.
Todo esto llevando como paisaje histórico la guerra napoleónica en aquellas
tierras de los más crueles inviernos.
México no ha sido ajeno a la guerra ni a
la paz. El mexicano como todo ser humano lleva a ambas en su naturaleza y en su
cultura. Tenemos una zona reptílica de tendencias agresivas en nuestro cerebro,
la famosa zona R; empero, también dentro de nuestro sistema nervioso
encontramos zonas de desarrollo cultural que cubren, constriñen, y también
orientan, a nuestros instintos animales.
Con talento y significada organización
cultural debemos encauzar la eficaz fuerza de nuestros instintos bestiales en
la lucha en contra de la baja productividad, del desempleo, de la pésima
distribución de la riqueza, de las fallas educativas, de los problemas de salud
pública, entre otros quehaceres inminentes.
Guerra y Paz, tema humano.