miércoles, 14 de enero de 2015

Reducir el gasto público
¡QUE SEA EN LO ELECTORAL!
        Luis Videgaray Caso, secretario de Hacienda y Crédito Público de México, dejó muy en claro hace algunos días que "...si los ingresos públicos del país disminuyen, se reducirá el gasto público, pero no se aumentarán los impuestos ni se crearán otros nuevos... ni el gobierno federal pedirá prestamos ni compensará ese boquete con mayor déficit... No habrá más incrementos en los precios de las gasolinas ni en las tarifas eléctricas ni el público consumidor pagará más en las largas distancias telefónicas... Que no quepa duda, el gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto se mantendrá por este camino..."
        Las anteriores disposiciones son alentadoras, en principio, ya que si se reduce el gasto público, depende en qué sectores se reduzca, y de qué monto vaya a ser la reducción.
        No es tan simple reducir el gasto público; por ejemplo, en materia educativa, con o sin disminución de ingresos públicos, debe  frenarse el derroche al gastar so pretexto de la educación, para invertir bien y mucho en educación.
        Lo mismo en salud pública, y en todas las áreas, debemos aplicarnos para ofrecer a la población calidad y, con ello, cantidad, para dar cobertura universal pertinente.
        El primer acreedor del gobierno es el gobernado que requiere de servicios de calidad; mientras que éste tiene el deber de aportar las contribuciones suficientes, en impuestos y derechos, para sufragar esos servicios.
        Y las autoridades que representan al gobierno, y éste al estado, tienen que administrar bien y honradamente esos recursos para que, junto con los productos, aprovechamientos y donaciones, que se obtengan, se pueda generar la atmósfera de seguridad, productividad y bienestar, que nos es necesaria.
        Si de algún sector puede recortarse el gasto público, con el aplauso generalizado de la sociedad, es en lo electoral. ¡No hay duda en ello!
        Los cientos de miles de millones de pesos que se mal gastan en actividades electorales, que deberían ser gratuitas y de alto sentido cívico, deben ser encauzados a actividades productivas o a satisfacción de necesidades colectivas debidamente justificadas.
        Los propósitos y los caminos de la democracia no deben confundirse con la inútil erogación en basura publicitaria, la que nos ofende agresiva y grotescamente.
        Por otra parte, con talento y decisión el gobierno tiene como deber el lograr que los ingresos públicos del país no disminuyan. La reducción de los precios del petróleo está inducida y programada por la OPEP y los EU, y dirigida fundamentalmente en contra de Rusia y Venezuela, confronta en donde México ha quedado atrampado como un tercero ajeno a esa discordia.
        El gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto debe sortear, en interés del pueblo de México, económica y diplomáticamente, a esa guerra petrolera que se encuentra llena de filos peligrosos que pueden conducirnos a una debacle mundial.
        Ahora, más que nunca, tenemos que buscar soluciones económicas que nos permitan fortalecernos realmente, sin sueños que nos confunden por carecer de sustento.