lunes, 30 de mayo de 2022

LOGOS

¡Al carajo!

PALABRAS CONTRA TODO RAZONAMIEMTO

        Enviar a alguien “¡al carajo!” significa muchas cosas, pero todas ellas despectivas, y poco recomendables para el uso de personas de significativa responsabilidad.

        El presidente Andrés Manuel López Obrador la ha utilizado muy seguido, y cada vez con más odio.

        Por ello me permitiré recordar los significados de dicha expresión, tomados de los diccionarios enciclopédicos de la Editorial Aguilar y del Larousse.

        Mandar a alguien al carajo significa “transferir a alguien o a algo al miembro viril”, “despedirlo con malos modos”, “denota mucho enfado”, “insulto grave”, “dirigirlo al lugar más despreciable”.

        Esa frase, poco apropiada para un presidente de la República que representa a todos los mexicanos y debe atenderlos a todos, rompe cualquier intento de diálogo, denotando nulo razonamiento.

        De por sí, el presidente Andrés Manuel en muchas ocasiones trata asuntos de grave importancia, pero, al improvisarlos, los descoyunta política e ideológicamente.

        Su pensamiento político tiene una retórica de frases populares; sin embargo, está carente de una base filosófica sólida, y obligada, para una transformación como la que pretende.

        Ha roto, con su diario decir, la idea válida de que un presidente no divide a los mexicanos, sino que los suma a todos, debiendo multiplicar su buena relación con ellos por bien del país, pero no restarlos.

        A todos los que escribimos, o hablamos, nos pierden las adjetivaciones, más cuando éstas no describen con toda exactitud las características de las personas o cosas a las que hacemos referencia.

        Pero no todos tenemos la extraordinaria responsabilidad de titular del poder ejecutivo federal, de una nación como la nuestra.

        Recién, nuestro presidente, acaba de apostrofar a todos los que critican su estrategia de seguridad: “cretinos, desinformados e hipócritas”; y agregó, sin la existencia de un hilo lógico al respecto: “¿por qué se nos va a olvidar que Felipe Calderón se robó la presidencia?”

        Ahí mezcló dos cosas sin relación directa.

        López Obrador tiene la responsabilidad de la política de seguridad pública, en su calidad de presidente; además, recordemos que el Estado tiene como primera razón de su existencia dar seguridad a toda la población, conforme a derecho, independientemente de si Felipe se haya robado o no la presidencia.

        Si con decirles a sus críticos en esa materia de seguridad, “cretinos e hipócritas”, garantiza la paz y orden jurídico en el país, que se los diga mil veces, pero esas palabras insultantes no sirven para ese buen fin.

        Y según las cifras duras respecto a la inseguridad pública, ni los abrazos ni los balazos han dado el resultado que se busca, que se necesita y que se desea.

        La confusión forma parte de la estructura discursiva del presidente López Obrador, tan es así, que ahora propone que ya no se le diga “el triángulo dorado” a ese enclave de varios estados del país, sino que se denomine “región de gente trabajadora y honorable”.

        Si con sólo palabras se pudiera cambiar la realidad, los problemas serían fáciles; pero, objetivamente nuestras dificultades son difíciles.

        Juan Manuel Serrat puso de moda el poema de Antonio Machado: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.

        Sí, es cierto, se hace camino al andar, pero también se hace camino al pensar, al hablar, al hacer.

        Y en el México de hoy, el hacer bien las cosas es básico para resolver esos graves problemas a los que me refiero.

 


domingo, 22 de mayo de 2022

LOGOS

Premios y luces de colores

DESPUÉS, A SEGUIR TRABAJANDO

        Fue un honor, para mí, recibir de manos del presidente municipal de Morelia, Alfonso Martínez Alcázar, y por disposición del Honorable Ayuntamiento, la prestigiada Presea “Generalísimo Morelos”. Su discurso en la ceremonia fue amable; cordial fue también, la participación oratoria del gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla.

        Agradezco a ambos sus estimulantes conceptos.

        Los múltiples mensajes posteriormente recibidos, por mí, son alentadores, y les correspondo, a cada uno de ellos, con gratitud.

        Acepté la presea a nombre de todos (mi esposa Rosenda, mis hijos, mis nietos, familiares, maestros, amigos, compañeros, colaboradores, vecinos, conocidos, medios de comunicación masiva) los que socialmente me han ayudado a forjarme, y a quienes reconozco sus valiosas aportaciones, transformadas por el ejercicio de mi libre albedrio.

        No soy perfecto, quisiera haber sido mejor.

        La ceremonia de entrega de la presea impuesta en el 481 aniversario de la fundación de la ciudad (que primero se llamó Mechoacan, luego Valladolid, y ahora Morelia) estuvo acompañada de diversas y variadas festividades que comúnmente concluyen con juegos pirotécnicos.

        Cohetes de polvera preparada que suben al cielo, dejando una estela de luz, para luego explotar en el aire, desintegrándose en la nocturnidad entre hermosos colores: azul, rojo, blanco, verde, amarillo.

        Y concluida su función, caen al piso convertidos en ceniza carbonizada y varas, desechos los carrizos.

        Pero, al día siguiente, hay que barrer, asear, recoger la basura.

        Toda proporción guardada, así concluyen las fiestas; porque la vida cotidiana sigue, y nos es indispensable trabajar.

        Una de nuestras áreas urgentes es: como terminar con la violencia y la guerra, cuando vivimos en una época en que ambas pueden tener causas y efectos internacionales e, incluso, mundiales.

        El filósofo francés Paul-Michel Foucault (1926-1984) al respecto nos afirma: “El poder ya no es monolítico y monocípite; es difuso, está parcelado, es una continua aglomeración y disgregación de consensos. La guerra no enfrenta ya a dos patrias. Pone en competencia a infinitos poderes”.

        Mientras el pensador italiano Umberto Eco (1932-2016) asevera: “La guerra acabaría cuando se alcanzara un estado de equilibrio que consintiera el regreso a la política… Pero si la guerra se prolongara en una dramática inestabilidad política, económica y psicológica durante décadas venideras, no podrá sino producir una política guerreada”.

        A los anteriores conceptos podríamos agregar que los líderes poderosos que determinen la existencia de una guerra, actualmente, deben considerar que están jugando, sin ningún derecho, no sólo con la vida de los seres humanos, sino con la vida del planeta Tierra.

        Lo de Ucrania es algo irracional que ya rebasó los límites, y que podría desencadenar una guerra mundial atómica, en donde no habría ni vencedores ni vencidos, sino sólo un cementerio de proporciones inimaginables, de más de 7 mil millones de cadáveres, sin nadie que pudiera darles una decorosa sepultura.

        Requerimos, urge, que la variedad de los poderes difusos del mundo piensen y obren con responsabilidad, y lograr, así, obtener un equilibrio en todos los órdenes.

        Con desarrollos sustentables, la Humanidad aún tiene futuro.

        La guerra no es solución de nada, sino problema de todo, y de todos.



lunes, 16 de mayo de 2022

 LOGOS

Obviedades embrolladas

SOFISTA AUTÓCRATA EN ACCIÓN

        “Todos los delincuentes violentos también son seres humanos y, por ende, los integrantes de las bandas criminales tienen derechos humanos, y debemos protegerlos”, tal afirmación expresada por el presidente Andrés Manuel López Obrador es cierta, además de ser obvia, como parte de una verdad jurídica.

        Es cierta, dado que el primer párrafo del artículo primero de nuestra Carta Magna ordena: “En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en esta Constitución…”

        Y todas las personas son todas: ricas y pobres, mujeres y hombres, niños y ancianos, educados y analfabetas, religiosos y ateos, extranjeros y mexicanos, humanos de bien y delincuentes; es decir, todas.

        Así que lo dicho por Andrés Manuel es una obviedad.

        Empero, si esa obviedad se retuerce, en el campo del derecho, entonces obtendremos consecuencias inconstitucionales.

        Explicaré.

        Los derechos humanos se encuentran garantizados, formalmente, en los primeros 29 artículos de la constitución, y no son abstractos, sino concretos; tampoco son ilimitados, ya que son limitados por la propia carta magna, pero sobre todo instituyen todos los procedimientos penales, los órganos competentes para aplicarlos, las bases para la tipificación de los delitos, las consecuencias penales para los delincuentes, y de manera especial da los fundamentos respecto al crimen organizado.

        Nuestro sistema jurídico no permite que, a los delincuentes, el estado, el gobierno y las autoridades que lo representan, les den abrazos y besos, en lugar de cumplir con sus deber constitucional frente al criminal.

        Las autoridades sólo pueden hacer aquello que el derecho les permite, a diferencia de los particulares que podemos hacer todo aquello que no nos prohíba la norma jurídica.

        Hay funcionarios competentes para garantizar la seguridad pública, unos, para ejercer la procuración de la justicia otros, otros más para administrarla, y algunos para ejecutar las sentencias que imponen penas.

        Y el derecho es coercitivo por naturaleza, y la fuerza del estado debe saberse aplicar apegada a las normas jurídicas.

        Lo preocupante es que el presidente viole, una día sí y otro también, el sistema jurídico mexicano, y que hasta se jacte de ser un contumaz transgresor, amparado por el fuero constitucional que tiene.

        Porque es una mentira que le hayan quitado el fuero. Léase el artículo 108 constitucional, y ahí se encuentra la regulación de ese fuero presidencial.

        Si el presidente Amlo está cuidando excelentemente a los delincuentes, ¿quién va a cuidar a quienes no son delincuentes?

        De otra manera: ¿debemos ser delincuentes para que el presidente de México nos cuide?

        Como candidato a la presidencia, López Obrador dragoneaba de ser un político de amplia experiencia, y de tener todas las soluciones a los problemas de México en sus manos; pero, ahora, ha resultado que sólo tenía una algarabía de principiante, con una ambición sin límites para concentrar el poder, aliándose con los delincuentes.

        Otra de sus obviedades adulteradas es la constante y vieja frase de: “primero los pobres… siento amor por el pueblo y a él me debo”.

        Lo que busca es el amor del pueblo pobre para él. Le importa mucho que la gente pobre lo quiera; y, para ello, necesita que la población sea pobre.

        Por eso, hace todo lo que está de su parte para provocar que los pobres sean más, pero sobre todo que sean más pobres. Los empobrece dándoles dinero, y no dándoles trabajo bien remunerado.

        Si alguien los saca de la pobreza, López Obrador pierde automáticamente su clientela.

        La educación es, actualmente, la mejor vía para abandonar la pobreza; por ello, no le interesa la sólida educación, sino únicamente el maniobreo informativo con sentido electoral y dogmático.

        Al trastocar esas obviedades, el sofista autócrata Andrés Manuel López Obrador entra en acción perversa.


 

lunes, 9 de mayo de 2022

LOGOS

La Era del Clima

TONTEAR CON LA PROBLEMÁTICA

        “¡Ai va el golpe!”, “ai va el golpe”, “ai va el golpe”; ese es el grito de aviso que los cargadores nos lanzan en los mercados mexicanos cuando vienen con sobrepeso, y sienten que la gente les estorba para su oficio de trasladar bultos y cajas.

        De la misma forma, la Era del Clima nos ha alcanzado, y su aceleramiento es feroz, y nos da avisos agresivos de lo que porta: viene un golpe, viene un golpe, viene un golpe.

        Y esas palizas son reales; nada tienen que ver con las que amenaza el presidente Andrés Manuel López Obrador a decenas de millones de mexicanos, al aseverar de manera tan mezquina: “seguiré ganando las elecciones por paliza”.

        ¿A quién ultima con la paliza Andrés Manuel?

        El titular del poder ejecutivo federal malpiensa que en la vida humana el ganar elecciones lo es todo, cuando primero está resolver los graves problemas de México.

        Y su incompetencia, jactancia y autoritarismo, no han hecho más que agravar los conflictos de nuestro país.

        Ahora, en su tarea política electorera, Amlo pretende ampliar su radio de acción; por eso visitó Guatemala, El Salvador, Honduras y Cuba, para hacer un bloque antes de asistir a la reunión organizada por EU con naciones americanas.

        La tradicional y digna diplomacia mexicana que por más de un siglo han construido inteligencias patriotas y lúcidas (conocida y reconocida allende y aquende), con los tres años de obradorato se ha colapsado.

        Un locuaz y perverso Donald Trump, metido otra vez en campaña presidencial, “dobló” al presidente López Obrador, según el decir de aquél, presumiéndolo a los cuatro vientos, sin tener Andrés Manuel una respuesta sagaz, diplomática, certera y filosa, en contra de esa ruda afirmación.

        Pues su respuesta timorata para Trump fue:  “así es él… y es que anda en quehacer electoral”. Esta réplica carece de dignidad y decoro.

        Algo más delicado es saber que las pretensiones de Trump, de llegar otra vez a la presidencia, son bombardear a México con proyectiles teledirigidos a los centros de producción de drogas.

        ¡Eso sería gravísimo!, pues dista de ser una buena manera para resolver el problema. Tan mendaz como si se bombardeara desde el exterior los centros de comercialización de la droga y de consumo en los EU.

        Pero siendo delicadísimo lo anterior, lo verdaderamente importante para un auténtico estadista, en estos momentos, no son las tareas electorales ni las ocurrencias del patán Trump, sino ese fenómeno que se viene llamando el “cisne verde”.

        Desde hace más de 50 años los ecologistas nos han alertado sobre los problemas del medio ambiente; pero, ya en 2022 el caos en el clima del planeta nos está haciendo pagar los costos de nuestros agravios a la Tierra. A toda acción corresponde una reacción igual pero en sentido inverso.

        Incendios forestales inexplicables por doquier, lluvias devastadoras con granizadas violentas, congelamiento a nivel de destrucción, carencia de agua potable, descargas eléctricas y energía solar inusuales, inundaciones desastrosas, entre otros males.

        Todo ello, sumado a las guerras que pueden agravarse, son explosivos para el sistema financiero mundial, el que puede desplomarse para daño de todos los países del orbe.

        Así que, mientras tonteamos con otros problemas menores, “ai va el golpe”, “ai va el golpe”, “ai va el golpe”, avisan los más conspicuos cargadores financieros.

        Pensemos y actuemos. Nunca es demasiado tarde. Todos los humanos tenemos la responsabilidad de una ecología sustentable, y todos necesitamos auxiliar para fortalecer y mejorar al mundo de las finanzas del planeta.

 


martes, 3 de mayo de 2022

LOGOS

Besos y abrazos

PEOR QUE LOS BALAZOS

        No creen las nuevas generaciones, pero hubo un tiempo (entre los años 1930 y el 2000) que una atmósfera de paz prevaleció en nuestro país.

        Claro que hubo ciertas turbulencias sociales en algunos tramos de ese lapso, pero no rompieron la tranquilidad generalizada en que se vivió.

        Esas perturbaciones sociales formaron parte del procedimiento de sosiego; y fueron incidencias de cierto quiebre, pero sobre todo de prosecución.

        No todos vivíamos en el paraíso, pero nunca vivimos los infiernos que hoy padecemos.

        La realidad actual es otra cosa.

        Ahora sobrevivimos entre el temor y el terror.

        Feminicidios, asesinatos, muertes y desapariciones forzadas, secuestros, lesiones, robos; la violencia se padecen ahora en cantidades industriales, con un veloz y marcado ascenso, con tinte globalizador y masivo, tan rápido como los tiempos.

        Y las fuertes raíces de este mal atroz vienen de los primeros años del siglo XXI, y se han agravado desorbitadamente con la presidencia de Andrés Manuel López Obrador.

        Obvio, el origen de esa violencia no es culpa del actual presidente; Andrés Manuel sólo es responsable de habernos mentido durante su campaña electoral al asegurar que en llegando él, al poder, acabaría con esta inseguridad y, también, es culpable por su ineptitud al no aplicar la política eficaz para frenar o disminuir este devastador mal que nos atropella, por doquier y a todos.

        Añoramos aquella atmósfera de paz, cuando salíamos las familias a comer al campo, con toda seguridad, recorríamos a cualquier hora las carreteras sin que nadie osara violentarnos, podíamos salir de noche a cenar o a convivir en eventos sociales, y nadie nos importunaba, sentíamos plena tranquilidad en estar dentro de nuestro hogar, como en un remanso seguro.

        Los delitos contra la seguridad eran ocasionales, y tenían un castigo cierto, o al menos una explicación satisfactoria.

        Hoy por hoy, si confrontáramos el número de los delitos que se cometen, con las carpetas de investigación, observaríamos que de cada 100 actos de ilícitos penales hay tres averiguaciones encarpetadas.

        En los tiempos que vuelan, al 100% de asesinatos achacados al crimen organizado, de inmediato, se les pone un letrero: “crimen organizado”, y rápido se archivan, para que duerman el eterno sueño de los justos.

        La impunidad es el denominador común de todo ese vasto mundo delictivo; y esa inmunidad se ha fincado oficialmente por los descuidos y pésimos manejos de López Obrador.

        En cifras del INEGI (órgano con tendencia gubernativa de encubrimiento): en el sexenio de Fox hubo 60,280 asesinados; con Calderón 120,463; con Peña 156,066; y en lo que va la administración de Andrés Manuel López Obrador (del 1 de diciembre del 2018 al 31 de marzo del 2022) ha habido 136,734 asesinados, faltándole 30 meses para terminar su mandato, ya que lo finaliza el 30 de septiembre del 2024.

        El obradorato, en esta materia de seguridad pública, ha reprobado, y aún no concluye su mal manejo. Los besos y los abrazos han sido peor que los balazos.

        Las cifras duras hablan; empero, no se trata sólo de cifras, sino de dolor humano, sangre, lágrimas, vidas, cegadas a cargo de quien prometió que en su mandato se terminaría el crimen organizado y todos los delitos respectivos.

        Traición a la patria es militarizar, así, a la seguridad pública. Por años, Amlo puso a 28 mil soldados y marinos mexicanos al servicio del presidente Trump y de EU.

        Esa verdad avergüenza a todo México.