martes, 28 de abril de 2020


LOGOS
AMLO y su rama dorada
DIVIDEN A LOS MEXICANOS
                Cada día es más frecuente que el presidente Andrés Manuel López Obrador (en sus decires y decisiones) parta de un error, transite por equívocos, y concluya en desliz.
                AMLO agrava todo al ejercer como poder ejecutivo, poder legislativo y poder judicial, en los voluntariosos momentos que siente la necesidad de manifestar el absolutismo a su manera tabasqueña.
                Idealmente, en su esquema mental, sólo el “pueblo” está por encima de él; pero, en la realidad, AMLO actúa con la certeza de que él personifica al “pueblo”, sin entender que el pueblo es una ficción, pues sólo existimos, como mexicanos, 130 millones de seres humanos que sufrimos sus prepotentes y errados actos de autoridad.
                El fondo de todo poder político lo estudió con riguroso procedimiento científico el irlandés James George Frazer (1854-1941), quien investigó ese voluble y profundo vínculo entre el pueblo, su gobernante y dios, con raíces mágicas, religiosas y políticas.   
                En sociedades antiguas visualizó y documentó la estructura del poder, y uno de los denominadores comunes encontrados fue: el rey que no sirve debe ser eliminado.
                Esa síntesis, en sus variables concretas, forma un llamativo abanico de casos, en donde la población desintegra a sus gobernantes.
                Hoy y aquí, es decir, en el México del 2020 las soluciones a tales dilemas están reguladas constitucionalmente; empero, pervive el tabú o temor de utilizarlas, aun cuando el presidente esté agotado, confundido, o sea un inútil.
                El mismo Andrés Manuel fue quien afirmó que para ejercer cualquier cargo público en su administración se requería el 99% de honradez y el 1% de capacidad; a no dudarlo, ahí quiso describirse a sí mismo, atinando en lo de su escasa lucidez, y cometiendo desatino en lo de su honestidad, virtud que parece serle ajena.
                Beatriz Pagés lo describe con todo cuidado: “Es hora de buscar a un presidente”, pues el que está “ya no puede; su capacidad política, intelectual y emocional, llegó a una situación límite… perdió totalmente la perspectiva de la realidad y no tiene respuestas para evitar el derrumbe”.
                Vaya encrucijada para los mexicanos. AMLO, quien fanfarroneaba que, con su simple llegada a la presidencia, iban a resolverse los problemas de corrupción, inseguridad, económicos, laborales, de salud, políticos, educativos y “todos los males neoliberales”, no ha resuelto ninguno de ellos; los ha agravado todos.
                Y, en cambio, exhibe su peligrosa incapacidad, su soberbia totalitaria, su proclividad a la mentira y su servilismo al presidente Trump.
                Mal para México que siga gobernando así, y mal para los mexicanos si le buscamos sucesor al filo de tan agudos conflictos.
                Para colmo, la confluencia de esos males se enreda más, ya que el presidente López Obrador está tercamente seguro de que los mexicanos estamos felices, felices, pero muy felices, con él y su monocorde, grotesco y repetitivo discurso, y con sus caprichosos proyectos.
                Y a su derredor, para rematarnos, su rama dorada sólo sabe alabar a la divina persona de Andrés Manuel, sin mirar esos lacayos (ni su amo) que estamos por entrar a un caos de dimensiones enormes.
                Si nos unimos los mexicanos, reduciríamos los efectos de esa amenaza, con una acertada orientación económica y de salud; pero para unirnos no contamos con el presidente AMLO, ya que él es el gran generador de la desunión nacional.

lunes, 20 de abril de 2020


LOGOS
AMLO y su rompecabezas
EL GATO VEGETARIANO
        Un ser microscópico como el covid19 (creado en laboratorio o sin acción humana) está causando tremenda mortandad y crisis en todo nuestro planeta y, para mal de la humanidad, podría ser la primera llamada de más graves sorpresas.
                Lo que padecemos, ahora, sería poco, si empezara una guerra mundial con armas atómicas, o si nos llegara un asteroide destructor, o la imprevista visita de seres extraterrestres en actitud de conquista.
                Penosamente carecemos de líderes preparados.
                Ante el coronavirus, Donald Trump ha sido un cero a la izquierda, y la cantidad de muertos e infectados es un punto negativo que puede descarrilar su auto deseada reelección presidencial.
                El presidente Andrés Manuel López Obrador sigue en esos sueños mareadores de poder, sin saber articular su puzle, ese importante juego que es el saber armar, cada seis años en México, el rompecabezas nacional.
                En cerca de dos años de ejercicio presidencial, AMLO ha perdido piezas de ese puzle, otras las ha roto, muchas las ha despreciado, genera confrontaciones entre algunas, y constantemente pelea grotescamente en contra de ellas.
                Así, nunca podrá armar el rompecabezas nacional que a cada presidente le corresponde, como tarea de ejercicio para unir esas porciones y construir bases sólidas, a efecto de resolver los problemas que recibe, y los que él mismo crea.
                Nunca AMLO ha podido entender que no hay más cera que la que arde; jamás comprenderá que tiene que trabajar con aproximadamente 130 millones de mexicanos, y que debe unirlos a todos.
                No puede vaciar de mexicanos el territorio patrio, para llenarlo de cubanos, estadunidenses, chinos o rusos. Debe ser un nacionalista honesto, dentro de la solidaridad internacional.
                Y a todos los mexicanos nos duele como AMLO se ha convertido en servil capataz de la zona sur de la patrulla fronteriza del presidente Trump, frenando y custodiando a los migrantes que quieren vivir en el falso sueño americano, por la dura realidad que padecen en sus países de origen.
                Nos apena, también, que la mayoría de los mexicanos haya perdido la confianza en AMLO, lo que motiva que éste, para frenar su caída en aceptación, promueva investigaciones sobre corruptelas de su antecesor Enrique Peña Nieto y otros colaboradores peñistas, escondiendo mañosamente su intención, como el gato vegetariano que describe el sutil escritor japonés Haruki Murakami.
                Un ratón fue acorralado por un gato en el desván, y aquél dijo temblando: “no me coma señor gato, mis hijos me esperan hambrientos”. El gato respondió: “no te comeré, soy vegetariano, y nunca miento”. Pero al irse el ratón dando las gracias, el gato lo inmovilizó con sus zarpas y le clavo los dientes en el cuello; y el ratón expresó en reclamó: “dijiste que eras vegetariano y que nunca mentías”, respondiendo el gato: “soy vegetariano, no miento, y no te comeré. Sólo te llevo con los gatos carnívoros para cambiarte por lechuga”.
                Si hay alguna similitud de este cuento, con la realidad mexicana, es mera coincidencia.


lunes, 13 de abril de 2020


LOGOS
AMLO y su pobremanía
PRODUCIRÁ MÁS POBRES
     “Primero los pobres” es una vieja frase usada por muchos antepasados. El presidente Andrés Manuel López Obrador (sin reconocer autoría) se la apropió, y la aplica como un mandamiento religioso o un imperativo categórico moralista.
     Filósofos, papas y políticos, han esgrimido esa expresión, en diversas formas.
     Daré dos ejemplos.
     Demócrito de Abdera (460-370 a. de n. e.) escribió: “… los pobres y la pobreza en la democracia tienen prominencia, para no padecer la prosperidad de los tiranos”. El ex gobernador tabasqueño Enrique González Pedrero aseveró: “Por el bien de todos, primero los pobres”.
     AMLO repite esa aseveración mecánicamente y la usa de manera rústica, al no tener una ideología bien estructurada, transformándola en una cándida y resbaladiza manía.
     De esa locución retórica orientadora ha hecho un instrumento para operar a diario, sin ton ni son, entre los oleajes sinuosos del capitalismo salvaje que sigue vigente, capoteando la pandemia del coronavirus.
     Primero los pobres. ¿Qué debe entenderse por pobres, en economía? Contesto a la pregunta viendo el extremo máximo del concepto: los que no tienen trabajo ni vivienda ni comida ni agua ni educación, ni futuro de superación a la vista.
     El punto relativo de partida, obvio, son quienes sí tienen algo de lo anotado anteriormente.
     Quienes estén en esa excesiva miseria, quienes sobreviven en pobrezas menos duras, y quienes siendo pobres estén a punto de llegar a la clase media baja, ¿para qué son primero?, ¿para darles dinero como limosna gubernativa, y convertirlos en electores cautivos?; o, ¿los queremos primero para mejorar su educación cultural e insertarlos en estructuras productivas que les produzcan ingresos remuneradores y desarrollo?
     Pero las dádivas de AMLO, constituciones ahora, tienen sentido electorero y anclan en la pobreza a los receptores de la caridad.
     Tan real es lo anterior, como cierto es que vivimos en un sistema capitalista en donde los controles del engranaje se encuentran diseminados por el mundo, teniendo como eje y autoridad al gobierno de los Estados Unidos de América, para muchas naciones que giramos en su órbita.
     Todo capitalismo está integrado por dueños del capital, y por trabajadores; éstos por su esfuerzo productivo obtienen unas prestaciones con salario. Y los pobres, los que ni siquiera tienen trabajo, sirven para aumentar la oferta de mano de obra, abaratándola.
     Ante esa verdad, el autoritarismo de AMLO es confuso y errático.
     Si quiere acabar con el capitalismo en México, que lo diga francamente.
     Si lo que pretende es mejorar al capitalismo en México, para que no sea tan salvaje, que lo hable con claridad.
     Si lo que desea es que los dueños del capital ya no sean las familias Slim, Larrea, Salinas, Bailléres, Gonda de Rivera, y Aramburuzabala; sino pretende cambio de multimillonarios, para que ahora sean las familias que AMLO diga e imponga, que lo exprese con precisión.
     Al no ser diáfano, lo único que hace López Obrador es tontear a costa de la economía mexicana, la que tiene un capitalismo que ya ni siquiera es nacionalista, sino que es internacional.
     Si lo primero son los pobres, a quienes la mayoría de los mexicanos deseamos auxiliar eficaz y honestamente para que dejen de ser pobres, ¿por qué AMLO se empeña en que sigan siendo pobres, aplicando una política de pordioserismo improductivo electorera que provocará que los 130 millones de mexicanos seamos pobres?
     Anda mal el presidente.
     A mí no me agrada el sistema capitalista, pero mientras vivamos en él, es necesario distribuir mejor la riqueza producida, mejorando y fortaleciendo al capitalismo.
     Pero si destruimos al capitalismo, sin tener un mejor modelo económico superior, lo único que obtendrá esta generación es mayor miseria.
     La pobremanía (o manía por los pobres) de AMLO, conduce a México al aumento de indigentes, agravando la pobreza.

miércoles, 8 de abril de 2020

LOGOS
Días de guardar
CADA QUIEN SU CRISTO
                Todo cambia, hasta el cambio cambia, y el cambio del cambio también cambia. Nada está fijo. Nada es inamovible.
                La cultura hebrea, su Biblia, el dios de ese libro de libros con sus tres personas distintas, pero un solo dios verdadero, han venido cambiando con el decurso de los siglos.
                No es igual el dios hijo que anunciaron los profetas de Israel, que enviaría dios padre a su pueblo hebreo elegido (y que aún no llega como lo asegura el judaísmo), al dios hijo que, según los romanos creadores del cristianismo, ya llegó desde hace más de XX siglos.
                Ese Jesucristo que ya llegó difiere poco, algo o mucho, según sus biógrafos; incluso los oficiales: Mateo, Lucas, Marcos y Juan.
                Y vaya que es bien diferente el personaje recreado y adoptado por el Imperio Romano en el primer Concilio de Nicea (actual Iznik, en Turquía) convocado y orientado por Constantino en el año 325 de nuestra era, al Jesucristo que detalla el florentino Giovanni Papini (1881-1956) en su Historia de Cristo, o al que describe el londinense Robert Graves (1895-1985) en su libro Rey Jesús.
                Papini gozó de fama de ateo, y terminó siendo un creyente a su manera, escribiendo con la abundante fuerza de sus conceptos uno de los mejores evangelios.
                Escribió Papini casi en sus primeras líneas: “… los que se dicen ‘espíritus libres’… deliran por asesinar por segunda vez a Jesús. Por matarlo en el corazón de los hombres… esta segunda agonía de Cristo estaba en los penúltimos estertores, se adelantaron los necróforos búfalos presuntuosos que habían tomado las bibliotecas por establos, cerebros aerostáticos, que creían tocar el cielo subiendo en el globo de la filosofía…”
                Para al final, después de analizar con su estilo las etapas de la vida de Jesús, sentenciar: “¡oh, Crucificado!, que fuiste atormentado por amor nuestro, y ahora nos atormentas con todo el poderío de tu implacable amor”.
                Graves, en cambio, subraya que escribe “… la historia del hacedor de maravillas Jesús, legítimo heredero de los dominios de Herodes, rey de los judíos, que en el año quincuagésimo del emperador Tiberio fue condenado a muerte por Poncio Pilatos, gobernador general de Judea”; es decir, observa y describe a un Cristo que, en el fondo de su vida, es generador de un gran fenómeno político, ya que no era ni hijo de dios ni un profeta ni mago espiritual, sino un sucesor auténtico del trono, que terminó en una tragedia.
                Casi al final dice Graves que José de Arimatea logró que Pilatos le entregara los tres cuerpos de los crucificados, y que el fariseo rico Nicodemo “envió a José un costoso paquete de mirra y áloe con un mensaje: Para el entierro de cierto hombre inocente”.
                Ultimando Graves: “… Jesús sigue viviendo como un poder ligado a la tierra… aún no ha ascendido al cielo. Es un poder del bien… en tanto que los demás poderes de la tierra son malignos”.
                Si reuniéramos todo lo que se ha apuntado sobre Jesucristo y su pasión, nos daríamos cuenta de que cada uno de los escritores tiene su propio personaje, y lo presenta con naturaleza y rasgos propios de su deseo creador.
        Los días de guardar también han cambiado, ahora sobre todo son por razones sanitarias de coronavirus; empero, la figura de todo ser humano en donde prevalezca lo bueno como virtud, debe servirnos siempre de arquetipo.