jueves, 31 de diciembre de 2020

 

LOGOS

2020; ¡te recordaremos al votar!

AMLO, EL ROSTRO DE ESTE AÑO

        Todos los mexicanos recordaremos al año 2020, y no para bien.

        La cara que personaliza a esta anualidad es el rostro del presidente Andrés Manuel López Obrador.

        No confío en AMLO; pero creo en la mayoría de los mexicanos.

        Tengo esperanzas en el año nuevo llamado 2021, ese bebé temporal que advendrá dentro de pocas horas, y dentro del cual nos desarrollaremos, todos, en sus 365 días más un cuarto de día.

        Ser y tiempo es uno de los libros de filósofo alemán Martín Heidegger (1889-1976); y,  somos, como partes del “dasein” (concepto alemán clave en su obra), una materia que piensa, percibe y usa, el tiempo, como la característica más importante del ser-ahí, ser aquí y ser por doquier.

        Todos nacimos en un tiempo, un lugar y un núcleo humano, que no escogimos, ya que nos fue impuesto. En ese “dasein” trascurre nuestra existencia.

        Y en esa vida transita, a su vez, nuestra capacidad para transformar y transformarnos, para descubrirnos e inventarnos, para cada minuto de cada hora y cada día de cada año ser mejores.

        Así, estamos aquí, y seguimos ahora, en México 2020; con 130 millones de compatriotas que deberíamos ser, conforme a las normas vigentes, los mandantes, es decir, los que mandamos.

        Pero eso, sólo es una teoría inoperante. La realidad es otra.

        Los que deberían obedecernos: los mandatarios, no nos toman en cuenta y, ellos han decidido obedecer ciegamente a un solo hombre: al presidente Andrés Manuel López Obrador, quien autoritariamente les ordena.

        Expresa el autócrata AMLO, que no les pide que le obedezcan a él, sino al proyecto de la 4T; empero, ese proyecto no puede ir en contra de nuestra constitución.

        Y ese proyecto de la 4T es AMLO. Un documento donde ha expresado el autócrata sus deseos, viscerales y con retórica demagógica, sin planeación ni programación ni presupuestación responsable y ordenada.  

        Proyecto hecho a ocurrencias, a puntadas ni siquiera originales, con fraseología pachanguera.

        Lo que atrajo de ese proyecto es la promesa (mentirosa) de que de inmediato resolvería todas las urgentes necesidades de México.

        Daré dos ejemplos, de los muchos que existen.   

        “Acabar con la corrupción”, es algo que todos deseamos, ya que la corrupción es un problema real y grave, que existe, que nos daña a todos.

        Pero sólo a un irresponsable candidato, ahora presidente López Obrador, se le ocurrió prometer que acabaría con la corrupción, de inmediato, llegando él a la presidencia.

        Y, a más de 2 años de gobierno, obvio que no se ha acabado la corrupción, únicamente cambiamos de corruptos, y los nuevos putrefactos han mejorado sus tácticas deshonestas.

        Ante ello, Andrés Manuel con toda su demagogia, ahora cínica y descaradamente, afirma: “No somos los mismos, hoy ya no hay corrupción, por eso me atacan”.

        Y la corrupción sigue a la vista de todos.

        La mayoría de los mexicanos, repito, seguimos estando en contra de la corrupción y en contra de los corruptos, incluyendo a AMLO, a su familia y colaboradores.

        Y no somos conservadores ni neoliberales ni enemigos de Andrés Manuel López Obrador, somos, sí, los que estamos dispuestos a acabar con esa lacra, pero en serio, y no sólo de lengua para fuera, como lo hace AMLO.

        “Es necesario elevar los salarios a los trabajadores” es también algo que todos necesitamos. La mayoría de los mexicanos exigimos que el salario sea remunerador, que alcance para que la familia de un obrero satisfaga sus necesidades fundamentales.

        Pero eso no es lo que hace AMLO. Él hace demagogia. Quiere elevar el salario en 15% más, pero los precios de inmediato suben 20% más.

        Así, el autoritarismo demagógico de AMLO va contra la clase trabajadora. Da más, para quitarles mucho más.

        Todo en él es mentira, Nuestro voto lo castigará.

        No a la corrupción de AMLO. No a la política asesina de salud de AMLO. No a la política de seguridad pública ineficaz de AMLO. No a la política económica ineficiente de AMLO. No a la política educativa torpe de AMLO,

        Sí a una política de honestidad; sí a una política eficaz de salud pública; sí a una política de seguridad pública que pacifique a México; sí a una política económica de empleo pleno, de calificada producción, y de mejor distribución de la riqueza; sí a una política de educación de calidad para todos.

        Sabemos lo que sí queremos; y distinguimos lo que no deseamos.



 

LOGOS

Del 2020 al 2021

                             OCASO DE LA AUTOCRACIA

        Los trabajos y los días fue la gran obra del sabio helénico Hesíodo (siglo VIII y VII antes de nuestra era); es, este poema didáctico de 828 versos, un exquisito trabajo literario que, sin lugar a duda, le ocupo muchísimos días el pensarlo y escribirlo.

        Escribió el beocio:

“Un gavilán, así habló a un ruiseñor sonoro cogido entre sus garras y subido hacia las nubes: desdichado, ¿por qué gimes?, eres presa de mi fuerza; te comeré si me place, te soltaré si yo quiero, irás a donde yo diga. La fuerza es la victoria”.

        Y como colofón de esa figura, concluye el rimador: “No entiende el insensato gavilán que por encima de todo se encuentra la justicia”.

        La vigencia del pensamiento de Hesíodo me motiva a pensar en los trabajos y los días que nos esperan (dentro de la pésima política asesina de salud pública de AMLO ante la pandemia covid) en el resto del año 2020.

        Pero también reflexiono sobre el futuro de los Estados Unidos de América, ya que, lo deseemos o no, un gran porcentaje de su porvenir implica nuestro nacional destino.

        Sigo teniendo, para mí, que Donald Trump es un hombre de malas entrañas; y qué bueno que la mayoría de los estadunidenses frenó su autoritarismo.

        Lo peligroso es que en su derrota obtuvo, en números cerrados, 74 millones de votos, superado por John Biden, quien logró más de 81 millones de sufragios.

        Trump, testarudo y diabólico, es muy parecido al gavilán que nos describe Hesíodo, esa ave de rapiña que usaba de su fuerza bruta para despedazar al débil.

        No le invento nada al derrotado, el mismo Trump así describió su ideal soberbio; y, por mi parte, siempre respeto al árbol caído, y descalificó a aquellos que alaban al poderoso mientras lo es, pero que al verlo en fracaso lo agarran a lanzadas.

        Sin embargo, en el caso Trump, lo veo capaz de todo; por eso espero que, conforme a la ley, le impongan las sanciones que merece, entre otras, la que no es digno de ser rico, al carecer de responsabilidad social y de humanismo.

        Ojalá el presidente Biden y sus colaboradores presten atención eficiente a todos sus gobernados, sobre todo a esos 74 millones de simpatizantes de Trump.

        Percibo que la mayoría de esos partidarios de Donald no son la viva imagen de Trump, y deben ser recuperados, ya que son recuperables; obvio, con auxilio de una eficaz política económica, educativa, social, jurídica, cultural y religiosa.

        Y con los dogmáticos se requerirá más tiempo y trabajo, pero nada es imposible, habiendo buena voluntad y talento.

        Los trabajos y los días del presidente Biden necesitan dar buen fruto; las familias vecinas del norte lo merecen.

        Respecto a nuestro presidente autócrata, de nombre Andrés Manuel López Obrador, qué hacer?

        Es urgente frenar todo el autoritarismo del gavilán mexicano y a sus ciegos seguidores.

        Necesitamos votar en el 2021 por diputados federales que no sean lacayos de Andrés Manuel López Obrador.

        Cada diputado es representante de la población, y no debe ser sirviente de AMLO.

        Reduzcamos eficaz y radicalmente a la corrupción en todos los ámbitos del país, porque Andrés Manuel sólo lo hace de palabra.

        Unifiquemos a todos los mexicanos, divididos por Andrés Manuel.

        Pacifiquemos a México; forjemos empleos, dinamicemos nuestra economía, produciendo más y con alta calidad, pero distribuyendo con justicia la riqueza generada; ya que AMLO sólo lo dice demagógicamente, pero no lo hace.

        Cumplamos con nuestros trabajos y con nuestros días, construyendo un 2021 con lo mejor de nuestros esfuerzos, y con la excelencia de nuestros sueños.



 

lunes, 14 de diciembre de 2020

LOGOS

Navidad, Covid-19 y AMLO

ALUCINACIONES DE UN OBSESO

        La “navidad” (como una piñata bien abastecida) lleva en su interior muchos significados gratificantes.

        Uso ese vocablo, aquí, como nacimiento de todo ser humano, especie dominante en el planeta Tierra, y no siempre para bien de la vida.

        En el cristianismo, predominante en nuestro país como parte de la cultura occidental, se establece el 25 de diciembre de cada año como un día dedicado a la natividad.

        Esas veinticuatro horas se consagran a la vida, después de la Noche Buena, como un valor supremo de todo lo que existe en nuestro derredor cósmico.

        Los diversos grupos humanos que han poblado el territorio de lo que actualmente es México sintieron y sienten, pensaron y piensan, sobre lo que era y es la vida, y lo que significaba y significa la muerte como parte de la existencia.

        Recientemente, 119 cráneos (encontrados en el Templo Mayor en la Ciudad de México) se presentaron para decirnos algo sobre los sacrificios de vida y muerte que los aztecas solían practicar en la primera mitad del siglo XV de nuestra era.

        Mientras en la Nueva España se leía al poeta castellano Jorge Manrique (1440-1479): “nuestras vidas son los ríos que van a dar a la mar, que es el morir…”

        En el romanticismo mexicano del siglo XIX el joven de Saltillo Manuel Acuña (1849-1873) poetizaba: “Que al fin de esta existencia transitoria, a la que tanto nuestro afán se adhiere, la materia, inmortal como la gloria, cambia de formas pero nunca muere”.

        Hoy, en el doliente y dramático año 2020, el Huitzilopochtli que gobierna a nuestro país, actualmente, ha inmolado (por su pésima y terca política frente al covid-19 y a la inseguridad pública) más de 300 mil vidas de mexicanos.

        Negado a usar cubrebocas incita a ese mal comportamiento colectivo; mitómano en sus prendas mágicas, para frenar a la pandemia, provoca que multitudes formadas por un “pueblo sabio” se sigan contagiando acelerada y mortalmente.

        Sus secretarías, como la de Relaciones Exteriores, convocan a reuniones masivas y congresos, invirtiendo en ello millones de pesos de manera inútil, dinero del erario, digno de mejor aplicación.

        Nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador da aplausos, reconocimientos y medallas, a doctores, enfermeras y personal de salud, como glorificando sus afanes y falsos aciertos personales de tipo presidencial, en búsqueda del voto; empero, sigue sin aportar apoyos y recursos a todas las dependencia de salud que prosiguen luchando (sin instrumentos tecnológicos, ni medicinas ni insumos) contra ese agresivo virus.

        Y AMLO ordena toques de silencio con clarín a los centenares de miles de muertos que ha generado su pervertida e ineficaz política de salud y seguridad.

        De ocurrente lengua, Andrés Manuel dijo que se daría, a los deudos de todo muerto por covid-19, 11 mil 460 pesos en pago de funeral.

        Y tanto ha empobrecido a la gente el presidente López Obrador, que ahora se hizo cierta la frase popular de: ¡vámonos muriendo todos, que AMLO entierra de a gratis!

        Demagogo natural y alucinador obseso, nuestro tlatoani AMLO, divide a los mexicanos vivos, pero ha pretendido unificar con violación al laicismo constitucional y al dogma guadalupano (con maña electorera) a dos valores de nuestro país con sitiales separados: “Ante la pandemia está, en primer lugar, la Virgen de Guadalupe y en segundo Juárez”.

        ¡Esa es una barbaridad!

        Ante la pandemia, en México, hay sólo la mentira oficial que contabiliza cerca de 115 mil muertos, y las objetivas cifras de organismos internacionales con más de 250 mil muertos generados por la falta de sensatez del presidente Andrés Manuel López Obrador.

        Por eso la ONU y su OMS le han pedido, públicamente, “seriedad”.

        A esa tragedia delincuencial, a cuenta del actual presidente, deben sumarse los cerca de 80 mil muertos por la proterva seguridad pública a cargo de AMLO.

        No obsta lo anterior, para que en esta Noche Buena y en su Navidad te desee a ti, amable lector, lo mejor de la vida en compañía de tu familia.

        ¡Ánimo!, y a cuidarse mucho del covid, de la delincuencia, y de AMLO.



 

lunes, 7 de diciembre de 2020

 LOGOS

Pío, Felipa, y AMLO

TIERRITA PARA CACAS DE GATO

        El inmenso y autocrático poder político que ejerce desde la presidencia de la república Andrés Manuel López Obrador le produce, a éste, una asombrosa sensación de bienestar.

        Eso lo hace feliz; empero, la felicidad de Andrés Manuel se acrecienta al constatar que, también, el poder económico se encuentra en sus manos, pudiendo derramar recursos monetarios cuantiosos en los patrimonios personales de sus familiares y amigos.

        Daré un ejemplo de lo anterior.

        El caso reciente de la empresa de su prima hermana Felipa Guadalupe Obrador Olán, a quien el periodista Carlos Loret de Mola exhibió públicamente con varios contratos millonarios que le ha otorgado PEMEX, IMSS, y otras paraestatales, en adjudicación directa, sin haber concurso.

        Loret ha resultado mejor investigador que los que tiene la FGR y la UIF.

        Se observa que más del 80% de las compras del gobierno federal no se concursan por disposición del presidente López Obrador, quien viola la ley, bajo la criminal razón de que no son necesarios esos concursos, porque él es “honrado”.

        Y el “honrado” Andrés Manuel ante tamaña corruptela, y colosal exhibida que le dieron con su prima hermana Felipa Guadalupe, expresó de inmediato: “no tengo información al respecto”.

        Cuando el propio López Obrador había asegurado, poco antes de tomar el poder: “El presidente de México lo sabe todo. Que no digan que el presidente no conoce y participa de todos los robos y saqueos de los funcionarios públicos”.

        Si el presidente “lo sabe todo”, ¿cómo es que ahora asevera que no sabía sobre esos contratos millonarios para una pariente tan cercana?

        Además, el director de PEMEX dijo que él le había avisado al presidente sobre esos contratos a la empresa de Felipa. ¿Quién miente, el presidente o el director de esa descentralizada?

        A Pío López Obrador… ni quien lo moleste ya. Tanto su hermano el presidente como las autoridades competentes lo juzgaron apañándolo, al sólo decir: “lo de Pío fueron unos cuantos milloncitos, a comparación de los miles de millones que se robaron en administraciones anteriores”.  

        Los robos son robos y los rateros son rateros, sin importar los montos, basta sólo actualizar, con acto u omisión, las hipótesis jurídicas que constituyen este tipo delictivo.

        Pero en el caso de Felipa, de esa exhibida corrupción presidencial se pasó, rápido, al ejercicio autocrático del presidente AMLO, ya que éste, al verse sorprendido por la denuncia periodística reiteró: “Yo ya he dicho que no me pertenezco… No se puede permitir la corrupción… si un familiar hace algo indebido se le debe juzgar, aunque se trate de un hijo…”

        Bastó lo anterior, para que PEMEX públicamente resolviera, a las pocas horas y a través de su director Octavio Romero, “se cancelan de inmediato los contratos otorgados a la empresa de la prima del presidente, y se investigará”.

        En este gobierno primero se cancela y luego se investiga.

        Siempre, en estos casos, Andrés Manuel repite la táctica simplona del gato: sólo echa tierrita a su porquería.

        Ante esa ineptitud y corrupción a la vista, la mayoría de los que votaron por AMLO están desencantados.

        Comparto la acertada impresión de Beatriz Pagés, de que no fueron 30 millones los que sufragaron a favor del actual presidente, y que los poderosos de aquel momento le dieron una buena ayudada.       Y ahora, percibo como gran mentira el que AMLO tenga una aceptación del 60 o del 71% de los gobernados o de la ciudadanía. ¡Nada más falso!

        Todos los presidentes pagan, con el dinero de la población, el cuidado de su imagen, y el cultivo de su egolatría. Cada uno a su estilo. Unos gastan más que otros, pero todos son presuntuosos.

        AMLO, el vanidoso en turno, no llega actualmente ni al 20% de los 130 millones de mexicanos. Y esta verdad, no ayuda a México.