LOGOS
Navidad,
Covid-19 y AMLO
ALUCINACIONES
DE UN OBSESO
La “navidad” (como una piñata bien
abastecida) lleva en su interior muchos significados gratificantes.
Uso ese vocablo, aquí, como nacimiento de
todo ser humano, especie dominante en el planeta Tierra, y no siempre para bien
de la vida.
En el cristianismo, predominante en
nuestro país como parte de la cultura occidental, se establece el 25 de
diciembre de cada año como un día dedicado a la natividad.
Esas veinticuatro horas se consagran a
la vida, después de la Noche Buena, como un valor supremo de todo lo que existe
en nuestro derredor cósmico.
Los diversos grupos humanos que han
poblado el territorio de lo que actualmente es México sintieron y sienten, pensaron
y piensan, sobre lo que era y es la vida, y lo que significaba y significa la
muerte como parte de la existencia.
Recientemente, 119 cráneos (encontrados
en el Templo Mayor en la Ciudad de México) se presentaron para decirnos algo
sobre los sacrificios de vida y muerte que los aztecas solían practicar en la
primera mitad del siglo XV de nuestra era.
Mientras en la Nueva España se leía al
poeta castellano Jorge Manrique (1440-1479): “nuestras vidas son los ríos que
van a dar a la mar, que es el morir…”
En el romanticismo mexicano del siglo
XIX el joven de Saltillo Manuel Acuña (1849-1873) poetizaba: “Que al fin de
esta existencia transitoria, a la que tanto nuestro afán se adhiere, la
materia, inmortal como la gloria, cambia de formas pero nunca muere”.
Hoy, en el doliente y dramático año
2020, el Huitzilopochtli que gobierna a nuestro país, actualmente, ha inmolado
(por su pésima y terca política frente al covid-19 y a la inseguridad pública)
más de 300 mil vidas de mexicanos.
Negado a usar cubrebocas incita a ese
mal comportamiento colectivo; mitómano en sus prendas mágicas, para frenar a la
pandemia, provoca que multitudes formadas por un “pueblo sabio” se sigan
contagiando acelerada y mortalmente.
Sus secretarías, como la de Relaciones
Exteriores, convocan a reuniones masivas y congresos, invirtiendo en ello
millones de pesos de manera inútil, dinero del erario, digno de mejor aplicación.
Nuestro presidente Andrés Manuel López
Obrador da aplausos, reconocimientos y medallas, a doctores, enfermeras y
personal de salud, como glorificando sus afanes y falsos aciertos personales de
tipo presidencial, en búsqueda del voto; empero, sigue sin aportar apoyos y
recursos a todas las dependencia de salud que prosiguen luchando (sin
instrumentos tecnológicos, ni medicinas ni insumos) contra ese agresivo virus.
Y AMLO ordena toques de silencio con
clarín a los centenares de miles de muertos que ha generado su pervertida e
ineficaz política de salud y seguridad.
De ocurrente lengua, Andrés Manuel dijo
que se daría, a los deudos de todo muerto por covid-19, 11 mil 460 pesos en
pago de funeral.
Y tanto ha empobrecido a la gente el
presidente López Obrador, que ahora se hizo cierta la frase popular de:
¡vámonos muriendo todos, que AMLO entierra de a gratis!
Demagogo natural y alucinador obseso,
nuestro tlatoani AMLO, divide a los mexicanos vivos, pero ha pretendido
unificar con violación al laicismo constitucional y al dogma guadalupano (con
maña electorera) a dos valores de nuestro país con sitiales separados: “Ante la
pandemia está, en primer lugar, la Virgen de Guadalupe y en segundo Juárez”.
¡Esa es una barbaridad!
Ante la pandemia, en México, hay sólo la
mentira oficial que contabiliza cerca de 115 mil muertos, y las objetivas
cifras de organismos internacionales con más de 250 mil muertos generados por la
falta de sensatez del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Por eso la ONU y su OMS le han pedido,
públicamente, “seriedad”.
A esa tragedia delincuencial, a cuenta
del actual presidente, deben sumarse los cerca de 80 mil muertos por la
proterva seguridad pública a cargo de AMLO.
No obsta lo anterior, para que en esta
Noche Buena y en su Navidad te desee a ti, amable lector, lo mejor de la vida
en compañía de tu familia.
¡Ánimo!, y a cuidarse mucho del covid,
de la delincuencia, y de AMLO.