LOGOS
Gobierno
sin corruptos
CUANDO
NO HAYA GOBIERNO
Era un buen hombre, se llamaba Enrique
Sánchez, alto, robusto, de amplio rostro, con pelo, cejas y bigote hirsutos,
semi emblanquecidos por las canas; de vivir, tendría hoy 110 años, y por la
década de los sesenta del siglo pasado fue síndico del Honorable Ayuntamiento
de Morelia.
Por razones profesionales lo acompañé a
la tenencia de Teremendo, y antes de que llegáramos a las encargaturas del
orden de Coro Chico y Coro Grande nos aseguró: “En esas dos poblaciones no hay
corruptos…”
A sus acompañantes nos dio gusto tamaño
avance, y preguntamos qué se había hecho para obtener ese logro.
“Ya lo verán”, nos dijo.
Y cuando pasamos por esos pueblos
observamos su destrucción, su abandono, en total soledad; y sentimos el peso
del silencio y de la muerte, más cuando nos explicó que se habían asesinado
entre ellos, y los pocos sobrevivientes habían huido, aterrados, fuera de
Michoacán o del país.
No había corruptos porque no había
humanos. ¡Qué verdad tan dolorosa!
El viaje de Morelia a Teremendo que
ahora en helicóptero se puede hacer en cinco minutos, en aquel entonces por
veredas lodosas y accidentadas se hacía en tres horas, cuando bien nos iba.
Así que la convivencia en ese vehículo
de doble tracción nos permitió, a todos los pasajeros, cambiar impresiones
sobre la corrupción, en vínculo con las mortandades provocadas por la
ignorancia y la belicosidad de familias enteras contaminadas por los odios.
Yo leía por entonces la vida y obra del
abogado y filósofo inglés Francis Bacon (1561-1626), quien llegó a ser
canciller de Inglaterra, y tan dado a catequizar sobre la moral a todos los que
le escucharan.
Una de sus obras sobresalientes, que a
él le gustó ponderar, es su Ensayo sobre la moral y la política.
Sin embargo, su lengua y su pluma fueron
más largas que su minúscula honradez, pues fue sometido a juicio por corrupto,
probándole 28 cuantiosos sobornos.
Y Bacon alegó, a su favor, que su
conducta no era corrupta, ya que en esos juicios se dejaba sobornar por todas
las partes contendientes, y este equilibrio lo colocaba al margen de la
inmoralidad.
Curiosamente (indultado) murió de
neumonía, al estar llenando el interior de un ganso con nieve, para bien
refrigerarlo.
He querido recordar este pasaje de mi
vida: uno de los tantos viajes que hice de Morelia a sus tenencias, en aquellos
ayeres; y advierto que siguen existiendo, al máximo nivel, políticos corruptos,
pero muy defensores de la moral.
Presento un botón de muestra. El
gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha reservado por cinco años
los contratos de compraventa que ha hecho al adquirir diversas vacunas contra
el covid-19.
Esas decenas de miles de millones
dólares erogadas por México no tienen ninguna claridad ni transparencia.
Algún día se sabrá a ciencia cierta por
qué se compra a través de la Secretaría de Relaciones Exteriores, y no por la
Secretaría de Salud; por qué se triangulan tanto las adquisiciones, se compra
en Suiza lo que se produce en China; por qué se compra a empresas fantasmas, inexistentes
legalmente; por qué se sujetan esas compras a leyes y tribunales de Singapur,
si ahí no hemos comprado nada; por qué le cuestan más esas vacunas a México que
a los demás países.
Y el presidente afirma: “En mi gobierno
ya no hay corrupción”, será porque ya no hay gobierno, como en esos pueblitos
de Coro Chico y Coro Grande, en donde ya no había corruptos, porque ya no había
población.