jueves, 28 de noviembre de 2013

Secretaría de Hacienda BOMBEAR RECURSOS RESPONSABLEMENTE

        El 27 de noviembre del año que transcurre llegó a Morelia Luis Videgaray, secretario de Hacienda y Crédito Público, acompañado del director de BANOBRAS Alfredo del Mazo, y a nombre del Presidente Enrique Peña Nieto anunció un financiamiento para Michoacán de más de 4 mil millones de pesos.
        Obvio que dicho financiamiento se realiza a través de un banco, y esa institución bancaria es BANOBRAS, la que seguramente entregará esa cantidad bajo un contrato que no tenga cláusulas ni de usura ni de dureza mercantil como la demás banca acostumbra.
        Todo país, a través de su gobierno, debe tener autoridad sobre su sistema bancario. Hasta el propio Carlos Salinas de Gortari, ex presidente de México, tan proclive al liberalismo, aunque al suyo le llamó "liberalismo social", reconoce en su libro La década perdida, la necesidad de la rectoría gubernativa en la banca nacional.
        Recordemos que Pedro Aspe fue quien instrumentó la privatización bancaria de México, y él mismo platicaba que tuvo previamente una entrevista con Margaret Thatcher en la época que ésta fungía como Primer Ministro del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte; y ella le dijo respecto al tema: "Mire secretario, si quieren privatizar sus bancos sólo le digo una cosa, ustedes no pueden permitir que los dos principales bancos de su país estén en manos extranjeras porque perderían el control del sistema de pagos y de créditos".
        Y en México se extranjerizaron los principales bancos con más ánimo liberalista que el ejercido por la propia Thatcher. BANAMEX con capital gringo, y BANCOMER con capital español.
        Por eso nos quedamos sin instrumentos bancarios para bombear fácilmente sangre monetaria a todas las regiones, entidades federativas, y municipios, del entero social de la Nación.
        Con esa privatización y extranjerización de nuestros principales bancos secamos las fuentes de financiamiento del desarrollo de México. Ese error nos ha sido muy costoso.
        De buena, o de mala fe, la decisión fue torpe. La explicación oficial dada es similar a la que ahora se ofrece para la reforma energética; lo cual debe llevarnos a pensar bien, muy bien, esa reforma energética.
        Se reconoce, desde luego, que el reciente mensaje del secretario Videgaray, por órdenes del Presidente Peña Nieto, es un buen augurio para Michoacán. El instrumento bombeador de dinero ya no puede ser más que BANOBRAS, con las limitantes bancarias y de crédito que porta tal institución.
        Qué bueno que el señor secretario Videgaray agregó: "Michoacán tiene un gran potencial, y una gran oportunidad; empero, hoy Michoacán enfrenta un reto singular, y ese reto no solamente es de Michoacán, es para todos los mexicanos. Hoy Michoacán está amenazado, al igual que el Estado mexicano. Está amenazado el estado de derecho, y enfrentamos uno de los grandes retos que tiene la Nación".
        Así que todos los michoacanos y todos los mexicanos tenemos, ante ese reto, una gran responsabilidad. ¡Cumplámosla!

martes, 26 de noviembre de 2013

Reforma educativa AÚN NO NACE

        A finales del mes de agosto, del año que transcurre, el Presidente Enrique Peña Nieto expresó con voz firme y clara: "No vamos a claudicar". El mensaje iba dirigido a todos los mexicanos, y el tema referido era la reforma educativa.
        Cierto que esa llamada reforma educativa modificó dos artículos de nuestra Carta Magna, y produjo la aprobación de varias leyes reglamentarias al respecto; empero, no ha podido aplicarse en sus contenidos preceptivos, los que básicamente son de tipo laboral.
        También es real que las autoridades educativas magnificaron previamente los alcances de esa reforma, calificándola de histórica, para después, ante los obstáculos habidos, indicar que los resultados se verían después del año 2025.
        Ignoro dónde podríamos encontrar al ahora secretario de Educación Pública Emilio Chuayffet Chemor para ese año 2025, por si hubiese algún reclamo; empero, lo que sí sé es que los problemas de educación pública de México no pueden esperar tanto tiempo.
        Y lo peor para el país sería que la tal reforma, costosa por cualquier lado que se le observe, terminara en un parto ridículo: una minuta de negociación entre el gobierno federal y la fracción más beligerante del sindicato de maestros, dando marcha atrás a reformas constitucionales. ¡Esto sí enseña!; enseña los rejuegos enfermizos y realistas de la debilidad irresponsable y de la fuerza insensata.
        Es sabido qué lo que comienza mal termina mal. Ningún gobierno inicia una reforma educativa sin considerar a los alumnos, maestros, padres de familia, y a la sociedad.
        Desde Licurgo, (siglo VII antes de nuestra Era) ese educador y jurista espartano que a través de una educación obligatoria, pública y severa, inserto en la conciencia de sus contemporáneos, con su anuencia y disciplina, las normas fundamentales para la vida de todos.
        O en la obra Gargantúa y Pantagruel del escritor francés Francois Rabelais, (1494-1553) en donde Panócrates se hace cargo de la educación del joven Gargantúa y, para iniciar su labor pedagógica, le da de beber de inmediato agua del eléboro, "para que olvidara todo lo que había aprendido bajo sus antiguos preceptores", la antigua educación del trívium y del cuadrívium que aquellos jóvenes sufrían en un bostezo sin fin, "dejarle limpia el alma para la nueva enseñanza". Eran éstas las profundas apetencias de una ya poderosa burguesía renacentista dentro de un aburrido feudalismo católico.
        Siempre la conciencia de la clase dominante, en una sociedad, imprime las reglas de una educación a su servicio; y, ante esta realidad en el siglo XXI, no toda la clase dominante percibe a la educación en base a un simple vínculo laboral de trabajadores de la educación con el gobierno mexicano ni menos piensa que la educación sea un simple procedimiento para abastecer de empleados útiles a las empresas extranjeras o a las nacionales, o a las híbridas.
        La reforma educativa que requiere México aún no ha nacido, y acaso muchos ya no la veamos.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Morelia musical CAMPANAS DE LA ARMONÍA

        Escuchar el silencio entre una multitud humana tiene mucho de sublime, más cuando se produce frente a la conciencia colectiva de estar a la espera de algo inédito.
        El viernes 15 de noviembre del año 2013, a partir de las 22 horas, la Morelia musical pasó de un concierto de la Orquesta Sinfónica de Michoacán dirigida por Miguel Salmón del Real, en el afable Teatro Ocampo, a una audición a cielo abierto en donde participaron todas las campanas de las iglesias de la ciudad.
        La mayoría de los asistentes al Ocampo se quedaron sorprendidos con las obras de Igor Stravinski, y gratificados en la segunda parte con música de Revueltas, Verdi, y Mozart; y, al salir rumbo a la avenida Madero se encontraron ahí con cerca de 3 mil personas distribuidas entre las calles de Zaragoza y Morelos, en espera de ese concierto de campanas previamente publicitado.
        Como en un ritual convenido, en punto de las 22 horas, esa multitud reunida en el arroyo y en las banquetas de la Madero guardó silencio y, venidas de lejos, se empezaron a escuchar los tañidos de campanas, primero unas, después otras, y así de manera sucesiva hasta llegar a las cercanías del centro.
        Y al final cayeron sobre aquel gentío, de esas torres catedralicias "en reloj en vela que rondan los palomos colipavos", las campanadas de pesos y centavos, para parafrasear la Suave Patria de Ramón López Velarde.
        Y por más de quince minutos cada campana moreliana con su propia voz nos entregó su mensaje. Unas graves, otras agudas, roncas las menos, límpidas las más, pero todas armoniosas y alegres, pues manos juveniles con talento musical las incitaban al canto metálico.
        Culturalmente existe tanto ingenio en Morelia y en Michoacán, que con pocos recursos económicos se pueden realizar actividades trascendentes.
        Esos sonidos metálicos que como gotas cadenciosas bajaban, hasta la espesura humana ahí reunida, fueron absorbidos por todos los oídos receptores presentes, y llevados a cada uno de los cerebros para registrarlos para siempre.
        ¡Y eso!, podría alguien con malicia o ingenuidad preguntar, ¿para qué sirve?
        La respuesta: se logra una sana convivencia; se ofrece una espectáculo original; se inquieta con una tarea a todos los participantes; se remueven axiológicamente raíces culturales; se provoca mejor atractivo turístico; empero, podemos contestar al estilo de Henri Beyle.
        ¿Quién es Henri Beyle? Un escritor francés que vivió de 1783 al 1842. Su seudónimo popular: Stendhal.
        A Stendhal le preguntó un comerciante: “¿Para qué sirve la cúpula de San Pedro en el Vaticano?”
        Y el autor de Rojo y Negro le contestó: “Sirve para conmover el corazón humano”.
        Suficiente y eficaz respuesta para todos aquellos que sólo saben valorar las cosas de la cultura a través del costo beneficio de los mercaderes.
        Todo humano es cultura; y esto ni se compra ni se vende, igual que ese silencio ante la muchedumbre salpicado armoniosamente por el repicar de las campanas de Morelia, tan jóvenes, tan antiguas.

martes, 19 de noviembre de 2013

Revolución Mexicana NO SOCAVEMOS NUESTROS CIMIENTOS

        La Revolución Mexicana de 1910, con sus aciertos y deficiencias, es uno de los principales antecedentes de lo que ahora somos, con nuestras fortalezas y debilidades.
        Nuestra generación, si por ello se entiende a quienes vivimos en el año 2013, tuvo como abuelos, o bisabuelos, o tatarabuelos, a actores y espectadores del movimiento revolucionario que poseyó como alias, desde su inicio, "la bola".
        Las frases de aquellos tiempos dan noticias de ese sustantivo, tanto en panfletos como en novelas, manifiestos y canciones: "llegó la bola", "vamos a la bola".
        También le llamaron "la refolufia" o, utilizando los nombres de sus caudillos, "maderismo, carrancismo, villismo, zapatismo".
        Sólo por ociosidad teórica podríamos algún día analizar con la mayor objetividad posible ¿qué desarrollo hubiera tenido nuestro país y, por eso, nosotros mismos, si no hubiera habido esa revolución?, ¿cómo sería el México actual si a partir de la muerte de Porfirio Díaz, el 2 de julio del 1915, se hubiese dado una evolución pacífica?
        No olvidemos que don Porfirio, en su última reelección de 1910, fue el primer Presidente de México electo para un periodo de 6 años, lo que significa que ese fallecimiento sería del Presidente, asumiendo el cargo el vice presidente en turno, y no Ramón Corral Verdugo, vice presidente que murió en el año 1912.
        Pero la realidad histórica no fue así, por lo que esa bola tuvo un costo enorme, en vidas, soberanía, productividad y bienes.
        Empero, esa bola reportó beneficios; en distribución de la riqueza, en movilidad socioeconómica, en inserción a la modernidad de aquel entonces, en cultura educativa, en una fijación más propia de la identidad nacional, en una apreciación legal de los obreros y campesinos.
        En mi preparatoria, en el Colegio de San Nicolás de Hidalgo, leímos con placer inquietante la Crónica de la Revolución Mexicana del en ese entonces controvertido Roberto Blanco Moheno, ahora ya casi olvidado.
        Ese texto en dos volúmenes impactó a jóvenes y adultos. En esa época Roberto escribía para la revista Siempre!, y varios articulistas talentosos de esa ameritada publicación, dirigida con escrupuloso profesionalismo por José Pagés Llergo, se volcaron en comentarios sobre esa crónica, auxiliando a que Libro-Mex-Editores produjera 12 ediciones en dos años.
        José Alvarado comentó: "... Una cólera alegre y viril contra el mal y la farsa, contra la simulación y la falsedad corre por casi todas las líneas escritas por él y la tinta de sus textos es siempre encendida y fulgurante".
        Francisco Martínez de la Vega escribió: "En el libro de Blanco Moheno destaca, a mi juicio, la fidelidad, la emoción constante, insobornable, que el autor siente en todo momento por la causa del México auténtico, dolorido, calumniado y estafado tantas veces por sus redentores... esta es una batalla que Roberto gana para su pueblo".
        Se ha escrito mucho sobre nuestra revolución, con distintos enfoques y estilos, pero este año rindo homenaje a ese movimiento histórico recordando la obra de Roberto Blanco Moheno.
        Sugiero que con objetividad leamos a todos, respetemos todas las opiniones, pero no socavemos nuestros propios cimientos.

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Enfermedad de la mentira CULTURA DE LA HONESTIDAD

        Es tan importante el problema de la verdad y la mentira en cualquier grupo humano que, a riesgo de ser repetitivo, debemos seguirlo tratando en todas las variedades por las que transcurre en la vida cotidiana.
        El tiempo que vivimos está enfermo de mentiras, y la atmósfera social creada por nosotros mismos se ha contaminado de manera severa.
        Nunca un verbo se ha podido conjugar tan fácilmente en las tres personas de singular y en las tres de plural. Yo miento, tú mientes, él miente; nosotros mentimos, vosotros mentís, ellos mienten.
        Lo malo es que no repudiamos a la mentira ni castigamos al embustero, sino, por el contrario, estimulamos a la falacia y premiamos al engañador.
        Después de un rosario de mentiras por el que transitó el discurso oficial en este 2013, señalando un crecimiento económico para el país de  más del 4%, tenemos que sufrir la triste realidad de un crecimiento por abajo del 1%. Y los funcionarios públicos emisores de esa engañifa siguen tan campantes, sin que nadie los llame a cuentas.
        Gente preparada en las finanzas, en la economía, en los ingresos y egresos no puede ni debe equivocarse de tamaña forma; empero si se falló, lo correcto es que explique lógicamente los motivos del desacierto, y si éste es grave, por dignidad se renuncia.
        A ese mismo tipo de discurso mendaz corresponde, al parecer, lo manifestado recientemente por las mismas autoridades hacendarias y destacados integrantes de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión: "el Presupuesto de Egresos 2014 impulsará el crecimiento, el empleo y el desarrollo social". ¿Y si no fuese así?
        Y si en el año 2014 no sólo padecemos decrecimiento, sino afectamos aún más las bases culturales y educativas que, siendo prioritarias, han sufrido mermas multimillonarias que reducen o cancelan las mejores vías de desarrollo humano. Si esto acontece, ¿quién se va a responsabilizar por ello?
        Por eso este llamado de atención para quienes en su discurso hablan de que ese presupuesto 2014 provocará desarrollo; puesto que si no es así, otra vez la palabra, en esos casos, adultera a la realidad, y por eso es deshonesta. La población estima la verdad y reprueba a la mentira; el pueblo desconfía de muchos políticos de nuestro país.
        Desde luego que con nuestra expresión, oral o escrita, podemos equivocarnos, pero en el error no hay mala fe y, por ello, estaremos dispuestos a corregir de inmediato el equívoco, y a solicitar con humildad disculpas.
        El problema está en la perversidad de quienes son conscientes de su engañar, y con su decir deshonesto realizan actos de corrupción de diversas índoles.
        Nos es urgente emprender una campaña permanente y eficaz, amplia y a fondo, para establecer, o restablecer en su caso, la cultura de la honestidad, la veracidad, la legalidad; promoverla ante todos los humanos que se encuentren a nuestro derredor. ¡He aquí la tarea!

Función natural de las palabras HONESTIDAD EN EL LENGUAJE

        Con palabras describimos la realidad que nos circunda. Al igual que con ellas transmitimos nuestras verdades interiores. Las palabras nos sirven a los seres humanos para comunicarnos entre sí. Lo lógico, lo honesto, es que nuestras palabras emitan lo que nosotros creemos que es verdad.
        Con nuestra expresión podemos equivocarnos, pero en el error no habrá mala fe y, por ello, debemos estar dispuestos a corregir de inmediato nuestra expresión, ya sea escrita, ya sea oral.
        Sin embargo, el tiempo que vivimos está enfermo de mentiras, y la atmósfera social creada por nosotros mismos se ha contaminado en forma severa.
        Lo malo es que no repudiamos a la mentira ni castigamos al embustero o a la falsaria, sino por el contrario, estimulamos a la falacia y premiamos al engañador.
        Y en épocas enfermas de embustes, la palabra lamentablemente se desnaturaliza, y sirve para chismes, para calumniar, para la chapucería, perdiendo todo nuestro lenguaje la naturaleza de sus orígenes.
        Ante ese mal debemos abanderar la cultura de la honestidad, y promoverla ante todos los humanos que se encuentren a nuestro alderredor, en nuestro radio de influencia social.
        A finales del año 2012 el Banco de México aseguró que para el año 2013 la economía mexicana crecería por arriba del 4%. Agustín Carstens, su gobernador, indicó que ésta no era una postura optimista, sino realista.
        Durante el mes de agosto del año que transcurre el propio gobernador de ese banco central reconoció que aquel pronóstico no fue real, y que ese crecimiento económico sería "entre el 2% y 3%".
        Días después la Secretaría de Hacienda y Crédito Público de nuestro país, ante ese anuncio de baja en el crecimiento económico, replicó, indignada, que al final de este año estaremos creciendo el 3.1%.
        Hoy, en la primera mitad del mes de noviembre, se anuncia por las mismas autoridades que el crecimiento del país será en esta año del 1%, y ante esto, sabemos que nos siguen mintiendo, con discursos vacíos y tratando de crear realidades inexistentes.
        La palabra, en esos casos, sirve para adulterar la realidad. Esta palabra es deshonesta.
        Curiosamente la población sabe percibir a las palabras honorables; aquellas que se expresan con toda sana intención. Estoy leyendo las declaraciones que formula el excelente economista José Antonio Garrido Mejía: "La economía de México necesita crecer del 5% al 6% al año, pero al concluir 2013 apenas habrá logrado un crecimiento del 1%, por lo que se prevé un panorama sombrío y desalentador... ante esto tenemos que multiplicar los esfuerzos... pero en lugar de reformas el país requiere de inversión productiva, no especulativa como la que está entrando a México". 
        Ante tanta violación a la ley, y tantas mentiras a su nombre, desde Zitácuaro el Magistrado Gilberto Alejandro Bribiesca Vázquez externó en forma sencilla y clara que "respetar la ley, y hacerla respetar, es la mejor forma de restablecer el estado de derecho".

miércoles, 6 de noviembre de 2013

El sentido común SE ENCUENTRA AUSENTE

       Somos los mexicanos, actualmente, buenos para observar los problemas: analizarlos, sintetizarlos, deducir e inducir de ellos, y para practicarles todas las operaciones lógicas posibles.
        En el hogar, la escuela, el centro de trabajo, la calle, los sindicatos, en el café, con nuestros cuates, tomando la copa, somos extraordinariamente capaces de explayarnos en la explicación de cuáles son nuestras dificultades; y sobre ello gozamos discutir con cualquiera. ¡No faltaba más!
        Sin embargo, en la realidad, somos pésimos para aplicar eficaces y oportunos remedios a esos nuestros males.
        A nuestra lúcida crítica corresponde, lamentablemente, nuestra atrofiada acción para aplicar soluciones.
        No es necesario, para afirmar lo anterior, remitirnos a lo escrito por el zitacuarense y filósofo Samuel Ramos (1897-1959) en su aportador libro El perfil del hombre y la cultura en México, ni retomar la lectura de El laberinto de la soledad de Octavio Paz; (1914-1998) basta con leer nuestra realidad humana, en donde la inteligencia de los mexicanos se desborda en el diagnóstico, pero se atrofia en el planteamiento de soluciones, y más aún en la aplicación del remedio. 
        Las causas de esa deficiencia son variadas. Tiene, sin duda, una razón histórica de severo autoritarismo tanto por el lado de los países originales que vivieron en el territorio de lo que actualmente es México, como por lo que llegó de despotismo español cargado de sangre mora; más el absolutismo francés enriquecido por diferentes tropas europeas que pintaron de güero nuestros ranchos, y que admiraron esa forma de gobierno napoleónico.
        Empero, también son causas, nuestros modernos desarrollos culturales tan llenos de egoísmo, tan dados a los juegos de intereses, proclives al abstencionismo y al dejadismo. Las envidias en los círculos del poder. El temor al poderoso. La pereza mental para el hacer. La falta de seguridad en sí mismo, sobre todo en los momentos decisivos. La actitud agachona ante quien manda y la soberbia ante el subalterno, la ausencia de cultura para tener sentido común con capacidad decisoria, entre otras muchas pinceladas de nuestro propio perfil nacional.
        Lo menos es ser sinceros ante nuestro propio espejo, y aplicar, con humildad y franqueza y con espíritu crítico positivo, el menos común de los sentidos.
        El inglés Thomas Paine, (1737-1809) uno de los llamados padres fundadores de los Estados Unidos de América, en uno de sus mejores ensayos, Common Sense, mostró lo valioso de este sentido. Esas 48 páginas son un auténtico elogio al sentido común, respecto al porqué, sí, deberían independizarse aquellas 13 colonias de la corona inglesa.
        Algo más agregaré. Los mejores presidentes de México son aquellos que han tenido sentido común, y muchos de ellos no fueron ni profesionistas ni gente ilustrada académicamente.
        El crimen organizado, el desempleo, la mala distribución de la riqueza, educación, energéticos, cuestiones fiscales, y muchos de nuestros problemas actuales, requieren de responsabilidad, conocimientos, patriotismo, y mucho sentido común para decidir y resolver con eficacia.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Fraternalmente para siempre CEREMONIA DEL ADIOS

        María de los Ángeles y Jesús, mis padres, tuvieron ocho hijos. Ella ama de casa, como disponían las buenas costumbres de la primera mitad del siglo XX; él, abogado, maestro universitario, juez, y magistrado. Ambos se comprendieron y amaron durante 57 años de su matrimonio. Su conducta, más que sus palabras, fueron lecciones para todos sus hijos, nietos, y algunos de sus bisnietos.
        Fundamental en el desarrollo de la familia Aguilar Cortés fue el empeño cultural de nuestros padres para educarnos. En mi infancia hubo épocas difíciles por falta dinero, pero siempre en casa había suficientes proteínas en la hortaliza, árboles frutales, gallinas, conejos, guajolotes, y alguno que otro borrego o chivo que teníamos en los corrales y en los patios del inmueble de más de 1,500 metros cuadrados de superficie.
        Según la edad de cada uno de los hijos fue su responsabilidad de trabajo. Aprendimos a trabajar desde niños: tendiendo nuestra cama, higienizando el cuarto, lavando el baño, ayudando en la limpieza de la ropa, aseando nuestro cuerpo y calzado, sembrando y cosechando, dando de comer y cuidando a los animales, poniendo la mesa del comedor durante los alimentos diarios, fregando  trastos, y cortando leños para encender el boiler.
        Deber ineludible era ir a la escuela, y a la oficial. Mi madre pretendió que las tres niñas fueran a colegios privados. Mi padre no lo permitió jamás. Su laicismo liberal siempre se impuso; y cuando sus hijos ganábamos en competencias de diversas índoles a otros educandos de colegios o de escuelas oficiales, su severo orgullo lo hacía reiterar la valía de la educación que el movimiento revolucionario daba a los niños.
        El mayor de los hermanos fue Humberto. A él correspondió abrir brecha en todos los órdenes, tanto en el trabajo del hogar que enseña, como en la educación escolarizada desde el jardín de niños hasta la licenciatura universitaria. La primogenitura la supo ejercer con inteligencia y generosidad fraternas, y hoy, que ha muerto, la sigue ejerciendo por la voluntad unánime de sus hermanos.
        Me correspondió a mí ser el cuarto de esos ocho fratelos, llegando a ser abogados los dos primeros. Así que a la hora del desayuno, la comida, y la cena, la conversación preponderante era sobre problemas jurídicos, teóricos y prácticos, pues tanto Humberto como Carlos asistían al despacho paterno en calidad de aprendices o pasantes.
        En mis estudios de derecho tuve como maestros a mi padre y a mi hermano mayor, Humberto, asistiendo al despacho jurídico para seguir recibiendo lecciones de ambos, con frialdad y rigor espartano.
        Mi relación con ellos fue de una dureza profesional impresionante; por ejemplo, hasta el 31 de octubre del 2013, tres horas antes de que muriera Humberto, nos dimos la mano, y la sostuvimos así por más de cinco minutos. Había mucho afecto entre nosotros, pero hacía años que no nos dábamos la mano. Esa fue nuestra ceremonia del adiós.