miércoles, 6 de noviembre de 2013

El sentido común SE ENCUENTRA AUSENTE

       Somos los mexicanos, actualmente, buenos para observar los problemas: analizarlos, sintetizarlos, deducir e inducir de ellos, y para practicarles todas las operaciones lógicas posibles.
        En el hogar, la escuela, el centro de trabajo, la calle, los sindicatos, en el café, con nuestros cuates, tomando la copa, somos extraordinariamente capaces de explayarnos en la explicación de cuáles son nuestras dificultades; y sobre ello gozamos discutir con cualquiera. ¡No faltaba más!
        Sin embargo, en la realidad, somos pésimos para aplicar eficaces y oportunos remedios a esos nuestros males.
        A nuestra lúcida crítica corresponde, lamentablemente, nuestra atrofiada acción para aplicar soluciones.
        No es necesario, para afirmar lo anterior, remitirnos a lo escrito por el zitacuarense y filósofo Samuel Ramos (1897-1959) en su aportador libro El perfil del hombre y la cultura en México, ni retomar la lectura de El laberinto de la soledad de Octavio Paz; (1914-1998) basta con leer nuestra realidad humana, en donde la inteligencia de los mexicanos se desborda en el diagnóstico, pero se atrofia en el planteamiento de soluciones, y más aún en la aplicación del remedio. 
        Las causas de esa deficiencia son variadas. Tiene, sin duda, una razón histórica de severo autoritarismo tanto por el lado de los países originales que vivieron en el territorio de lo que actualmente es México, como por lo que llegó de despotismo español cargado de sangre mora; más el absolutismo francés enriquecido por diferentes tropas europeas que pintaron de güero nuestros ranchos, y que admiraron esa forma de gobierno napoleónico.
        Empero, también son causas, nuestros modernos desarrollos culturales tan llenos de egoísmo, tan dados a los juegos de intereses, proclives al abstencionismo y al dejadismo. Las envidias en los círculos del poder. El temor al poderoso. La pereza mental para el hacer. La falta de seguridad en sí mismo, sobre todo en los momentos decisivos. La actitud agachona ante quien manda y la soberbia ante el subalterno, la ausencia de cultura para tener sentido común con capacidad decisoria, entre otras muchas pinceladas de nuestro propio perfil nacional.
        Lo menos es ser sinceros ante nuestro propio espejo, y aplicar, con humildad y franqueza y con espíritu crítico positivo, el menos común de los sentidos.
        El inglés Thomas Paine, (1737-1809) uno de los llamados padres fundadores de los Estados Unidos de América, en uno de sus mejores ensayos, Common Sense, mostró lo valioso de este sentido. Esas 48 páginas son un auténtico elogio al sentido común, respecto al porqué, sí, deberían independizarse aquellas 13 colonias de la corona inglesa.
        Algo más agregaré. Los mejores presidentes de México son aquellos que han tenido sentido común, y muchos de ellos no fueron ni profesionistas ni gente ilustrada académicamente.
        El crimen organizado, el desempleo, la mala distribución de la riqueza, educación, energéticos, cuestiones fiscales, y muchos de nuestros problemas actuales, requieren de responsabilidad, conocimientos, patriotismo, y mucho sentido común para decidir y resolver con eficacia.