lunes, 26 de julio de 2021

LOGOS

Corrupción, fuego; mentira, estopa

Y AMLO QUE LES SOPLA

        Andrés Manuel López Obrador fue engendrado, como ser humano, por doña Manuela y don Andrés, personas de todo respeto.

        Empero, el político, ahora presidente de México, fue constituido y moldeado con lo bueno y lo malo de la mezcolanza del ejercicio del poder de ocho sexenios anteriores al suyo.

        López Obrador sintetiza (en contraste, a veces dramático y en ocasiones grotesco) los defectos y virtudes enarbolados desde Luis Echeverría Álvarez hasta Enrique Peña Nieto.

        A toda esa hojarasca política, de varias administraciones, le ha impreso Amlo, y no siempre en mejora, su propia personalidad tropical y rencorosa.

        Nadie como Andrés Manuel ha mostrado tanto el cobre, y no porque sus antecesores hayan tenido menos partes flacas, sino porque sabían encubrirlas.

        Recordemos: el presidente AMLO se puso como arquetipo a Benito Juárez.

        Juárez, apto e íntegro, tuvo como cercanos colaboradores a gente superior a él, designando siempre a los mejores mexicanos de aquel tiempo, en capacidad y honradez.

        Ese juarismo contrasta con el grupo del obradorato, pues éste se encuentra lleno de ineptitud, e infecto de inmoralidad.

        ¿Por qué miente Andrés Manuel?, y con tanto cinismo.

        Dice, por ejemplo, “Mi gobierno no espía a nadie; ya no hay Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN) ni policía secreta. Repugna el espionaje, lo he desaparecido”.

        Falso.

        El gobierno de López Obrador nos vigila como nunca se había espiado. El viejo CISEN está entero, en equipo y recursos humanos; únicamente le cambió de nombre. Hoy se llama Centro Nacional de Inteligencia (CNI), y lo dirige un militar, el general Audomaro Martínez Zapata.

        México se militariza, y el espionaje de Amlo se encuentra en manos de la Secretaría de la Defensa (SIM) y de la Secretaría de Marina (UIN). El famoso Pegasus quedó en manos de ambas secretarías, con una terminal en la Fiscalía General de la República.

        ¿Por qué el presidente se corrompe mintiendo?, si él mismo y su familia siguen siendo espiados, y no como maléficos, sino como incautos lenguaraces.

        Pasemos a la boba, costosa e inútil, consulta del domingo 1 de agosto próximo. En esto vuelve a mentir el presidente. El texto de la tal consulta, autorizado por la Suprema Corte de Justicia de la Nación no incluye ningún nombre de expresidentes.

         Siendo así, por qué sigue mintiendo AMLO, invitando ilegalmente a la gente a que vaya a votar en contra de sus antecesores.

        Y vuelve a mentir cuando afirma que él votará en contra de que se toque a los anteriores presidentes.

        Lo más repugnante de esas mentiras es asegurar que está en contra del acarreo para que la gente vaya a votar; y el mismísimo presidente López Obrador ha organizado el flete pagado (tortas, refrescos, transporte y dinero) para que haya votantes el primer domingo de agosto, y se puedan producir los esperados relámpagos de octavo mes de este año.

        Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas, fueron presidentes con márgenes amplios de veracidad.

        El presidente Andrés Manuel López Obrador es un contumaz productor de engaños, quien, al fuego de la corrupción y a la mentira de la estopa, les atiza y les sopla.

 


 

martes, 20 de julio de 2021

 LOGOS

26 julio 1953

UNA GENERACIÓN Y SU TIEMPO

        El mecanismo de la explotación del hombre por el hombre es sencillo y, además, repetible constantemente durante toda la vida humana, con sus variantes espaciales, de materia, personales y de tiempo.

        En la horda, clan, tribu, país o globalización internacional, aprovechando la desigualdad entre individuo e individuo, el más poderoso, o los más poderosos, generan desvalidos (o se aprovechan de los existentes) para lucrar a costa de su necesidad, a veces, a grado de miseria.

        Eso pasó, pasa y pasará.

        A mitad del siglo XX en Latinoamérica, Anastasio Somoza en Nicaragua, Stroessner en Paraguay, Trujillo en la Dominicana, Pérez Jiménez en Venezuela, Castillo Armas en Guatemala y Fulgencio Batista en Cuba (para sólo nombrar a los que mi memoria recuerda), los tiranos en cita y sus familias disponían de riquezas, honras y vidas, en sus respectivas naciones.

        Esos (y otros) dictadores no estaban solos ni nacían por generación espontánea; eran creados por los grandes capitales del mundo con el amparo del gobierno de Estados Unidos de América, siendo la forma en la que, por aquellos ayeres, se usaba para sostener y mal desarrollar la economía capitalista.

        Bajo ese control utilizaban y desechaban a los dictadores conforme a los resultados y sus desgastes, sin que hubiera nadie con inteligencia y eficacia que les afectara ese productivo engranaje.

        En la Cuba de Batista se conjuntaron las condiciones y se dio el primer estallido social, frustrado en principio, pero exitoso después, al probarle al mundo que sí se podía, a las puertas del imperio estadunidense, establecer un estado y un gobierno libre de la hegemonía gringa.

        Un grupo de jóvenes cubanos encabezados por Fidel Castro y Abel Santa María intentaron tomar el Cuartel Moncada de Santiago de Cuba el 26 de julio del 1953, con el propósito de derrocar al déspota Batista, inspirados por enseñanzas revolucionarias de José Martí, héroe cubano que estaba siendo recordado en el centenario de su natalicio.

        La toma de ese cuartel fracaso, en lo inmediato. Fidel y otros quedaron presos; Abel y otros cayeron muertos.

        Fidel, abogado e inteligente orador, defendió su caso con una alegato que se convirtió en un valioso texto: La historia me absolverá.

        Sentenciado, obtuvo su libertad más tarde, imponiéndole el destierro.

        El país de los despatriados, México, lo recibió en su seno. Aquí preparó su salida armada de regreso a Cuba, y con 82 jóvenes en 1956, en un barco pequeño llamado Granma, se destinó a vencer o morir.

        Triunfó el 1 de enero del 1959, y esa generación gobernó con el aplauso y la admiración del mundo, pero provocando, primero la duda y, después, la oposición de los grandes capitales y del gobierno de EU.

        De Gaulle (de quien nadie sospecha) acertó al afirmar concluyente: “Estoy contra las ideas de Fidel… pero es valiente y un patriota”.

        Y ese antiguo y visceral combate entre Cuba y el gobierno de EU no ha podido ser detenido; la lucha entre el débil talentoso y digno, contra el enardecido y poderoso (David y Goliat) ha sido en todos los órdenes: guerra, atentados, invasiones, bloqueo, publicidad, y todos los etcéteras posibles.

        La ONU, menos dos naciones, han dispuesto que el bloqueo a Cuba termine. EU, el poderoso de la ONU, no cede y sigue bloqueando a Cuba.

        Ahora, los recientes acontecimientos en esa isla, amiga y hermana, son hechura del gobierno estadunidense, para tener, a su favor, un ventajoso diálogo.

        Cuba ha tenido logros, con todo y el bloqueo, pero no es un paraíso. Es un pueblo con decoro y con muchos problemas, y ya sin aquel reconocido y prodigioso cerebro llamado Fidel Castro.

        EU, como pueblo, ha demostrado ser excepcional, sin que sea perfecto. Su gobierno y sus empresas deben modernizar su visión capitalista. El orden en su derredor cercano no se logra con las armas, sino con alimento; y la tranquilidad en su radio geográfico de acción se obtiene teniendo a la gente con salud, ocupada con trabajo y estudio.

        No al capitalismo aislador; no al socialismo aislado.

        Urge levantar el bloqueo. Al poderoso bloqueador le corresponde dar ese paso sensato, con ello será justo y ganará la simpatía mundial.

        Los problemas de ayer no pueden seguir siendo el ancla de hoy; los jóvenes de las dos naciones desean vida, y no muerte.

        Los mecanismos de explotación acaso no puedan suprimirse todavía, pero vale la pena irlos reduciendo, y volverlos más humanos.

        Soy leal con mis amigos, y también con mis enemigos. Toda mi vida he tratado de ser congruente, y lo seguiré intentando.

        Acepto un capitalismo con horizontes humanistas; simpatizo con un humano desarrollo del socialismo de la revolución cubana. Sin pluralismo en las notas armónicas no habría la oda a la alegría de Schiller ni la novena sinfonía de Beethoven.

 


lunes, 12 de julio de 2021

 LOGOS

Humanidad en la Justicia

TODA NOCHE TIENE AMANECER

        La palabra “cosmos” es hermosa. Su origen griego significa orden. Sin orden habría caos y, en estas perturbaciones extremas, no hay lugar al humanismo ni a la libertad ni a la democracia, ni a la igualdad ni menos a la justicia.

        Los seres humanos de frente a todo el cosmos (en nuestra finitud significada o insignificante) somos producto de ese orden, y formamos parte de él.

        Los primeros homínidos, nuestros más remotos antepasados, acecharon el ordenado desarrollo de la vida vegetal, el concierto en el comportamiento de animales, y la armoniosa caminata de los astros en el cielo.

        Por instinto, primero, y después con primitivismo reflexivo, el homo sapiens imitó, con variadas ventajas sucesivas ese orden natural, e inició su cultura.

        Esa es la profunda raíz de lo que más tarde (desde el siglo X antes de nuestra era) los griegos llamaron “nomos”; o sea, las normas o las leyes que dirigen la conducta de los humanos.

        Lo que he explicado, corresponde a la materia que han venido manejando, a través de los siglos, nuestros congéneres interesados en la familia normativa, integrada, ésta, por preceptos religiosos, morales, técnicos, urbanísticos, jurídicos, mezclados entre sí, indiferenciadamente, hasta la llegada del renacimiento.

        En el siglo XVI, la humanidad empezó a separar esas normas; y los preceptos jurídicos se hicieron preponderantes. A partir de ahí inició la abogacía como una profesión.

        El foro de abogados del México actual, no es una nota sin pentagrama ni una isla inasible y sola; por el contrario, forma parte integral de nuestra sociedad, y conlleva los defectos y las virtudes de los 126 millones de mexicanos.

        Siendo así, en nuestro país tenemos un rico patrimonio de honradez, dignidad, capacidad laboriosa y valor; pertenencia que también está mal distribuida.

        Entre más indigna, inepta, floja, corrupta y cobarde, es la gente que ejerce el poder (salvo raras excepciones), a la población nacional le toca sostener la probidad, el decoro, el trabajo inteligente y la intrepidez, que les falta a los funcionarios.

        Los abogados, dentro de ese esquema real, debemos pensar, expresar y actuar, en conciencia y para el mundo de lo concreto, sin que esto signifique que las abstracciones no puedan ser herramientas válidas para aplicaciones específicas y determinadas.

        Ejemplificaré.

        El presidente Andrés Manuel López Obrador en sus enfermizas contradicciones (a las que siempre pretende sacarles ventaja) propuso una consulta de si se enjuicia o no a los 5 expresidentes que lo antecedieron. Armó su texto de propuesta, pero eso sí, dejó claro: él votaría para que no se les enjuiciara.

        La ciudadanía y los abogados observan que ahí hay gato o ganso encerrado; pues para que promover algo, si él mismo va a votar en contra.

        Esa consulta llegó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y ésta resolvió modificar radicalmente el texto propuesto, colocando una literalidad absurda: “Estás de acuerdo o no… en emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos…”

        Esa ridícula consulta está costando más de 500 millones de pesos.

        De que nos sirve un proceso de esclarecimiento, si lo importante es que si alguien debe algo lo pague, con su patrimonio y/o con su libertad.

        Y no dice a qué decisiones políticas se refiere: ¿militares, económicas, culturales, religiosas, electorales o educativas?, o de qué naturaleza; porque no hay políticas puras ni políticas políticas, sino siempre la política es sobre algún fenómeno social.

        ¿Cuáles son los años pasados? ¿1324, 1519, 1695, 1810, 1857, 1917? Podría también ser el año 2019, o el 2020, pues también son años pasados, y millones votarían porque se esclarezcan las corrupciones e ineptitudes de López Obrador, pues él, por su acaparamiento, es el único actor político.

        Lo mejor, lo recomendable, es no votar en esa consulta, para no prestarse a la farsa. Reprobemos a la administración actual no votando.

        Y recordemos que no hay crepúsculo, al que el destino no le depare una aurora.

 


lunes, 5 de julio de 2021

 LOGOS

Quién es quién en mentiras

AMLO, EL CAMPEÓN

        Expresó el presidente Andrés Manuel López Obrador que “los medios de comunicación quieren tener el monopolio de la verdad”.

        Se equivoca al generalizar; pero es posible que algunos medios de comunicación aspiren a tener esa exclusiva.

        Empero, lo que molesta a Andrés Manuel son dos cosas: primera, que esos medios de comunicación lo critiquen; y, segunda, que esa prensa le quite el monopolio de la verdad a él.

        Resulta, entonces, encarnizada lucha por el monopolio.

        Cuando los comunicadores alaban a López Obrador, él los califica de veraces, y les paga con dinero que proviene de nuestros impuestos.

        Si los informadores lo reprueban, Amlo los tilda de “falsos, enemigos del pueblo, chayoteros, conservadores, mentirosos, vendidos, traidores, apátridas, calumniadores, corruptos y neoliberales”.

        Al margen de la ley (pues no hay precepto legal que le permita juzgar, menos aún sin dar derecho de audiencia a quienes juzga) montó en su mañanera una sección de “quién es quién en las mentiras de la semana”.

        Su táctica ventajosa, da cuenta de su autocracia.

        El presidente maneja billones de pesos; y frente a ese potencial económico los comunicadores son pobretones.

        Para la manipulación de “tan importante tarea” creó un equipo burocrático, el que desde su ilegalidad es una especie de secretaría de la verdad, o una secretaría de la mentira, pagada, también, con dinero del erario.

        Mi generación, cuando éramos niños, jugamos (entre otros divertimientos) al balero, al trompo, a las canicas, al burro fletado, a las adivinanzas, y a ver quién decía la más grande mentira.

        En uno de esos torneos infantiles de las falsas creaciones aconteció lo siguiente: José Luis aseveró que piloteó un avión, y llegó a la luna; Primitivo afirmó que lo atacó un león, el que abrió terroríficas mandíbulas, pero él metió su mano dentro de aquel hocico y, llegando hasta la cola, lo jaló de tal manera que lo volvió al revés; Salvador dijo encontrar una cueva llena de todos los tesoro del mundo; y, Andrés Manuel declaró que él nunca había dicho ni diría jamás una mentira.

        Los niños que integramos el jurado decidimos que el ganador, el campeón de campeones en mentir, era Andrés Manuel, quien expuso que nunca mintió ni jamás mentiría.

        Dejando atrás esos tiempos de niñez, puestos en este 2021, tan lleno de asesinatos, inseguridad, feminicidios, secuestros, violaciones, crucificados, destazados, muertos por covid en cantidad similar a la mortandad que provocó la Revolución de 1910, saqueados por los poderosos de antes y por los de ahora, empobrecidos y afectados en la educación, escuchamos a un cínico presidente decir: yo no miento, ni he mentido ni mentiré; añadiendo que los que mienten son los que lo critican desde los medios de comunicación.

        Vividas las anteriores circunstancias, decido, para mí, que los periodistas mentirosos y vendidos dañan a sus lectores o a sus escuchas o a sus espectadores; pero un presidente mentiroso perjudica a todos y a cada uno de los mexicanos.

        Además, conozco a muchos periodistas, comunicadores de revistas, periódicos, radio, televisión, que son honestos y de excelente nivel profesional; lo que no puedo afirmar, lamentablemente, de Andrés Manuel López Obrador, a quien el meticuloso y sorprendido director general de SPIN, Luis Estrada, le lleva contabilizadas más 56,181 mentiras en lo que va de su administración desastrosa.

        Hace años leí el documentado libro de Sara Sefchovich, País de mentiras. El epílogo de la obra es tentador y lapidario: “La única verdad es la mentira”.

        En mi caso, creo en la existencia de la verdad, contrapuesta a la mentira, pues veo los extraordinarios resultados de la ciencia y del humanismo; sin embargo, sé que hay muchas mentiras, de múltiples gamas.

        Concluyo obsequiando al presidente Amlo, campeón de campeones en el mentir, una sentencia: en boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso.