Las treinta y dos entidades federativas
del país se reunieron en la ciudad de Querétaro los días 22, 23, y 24 de agosto
próximos anteriores, para tratar asuntos de cultura.
Dicho encuentro fue convocado por el
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes que preside Rafael Tovar y de
Teresa, obteniéndose de ese esfuerzo colectivo resultados esperanzadores.
El evento devino en un foro de ideas,
confrontadas con todo respeto, y de alto nivel. La diversidad, la pluralidad,
que tiene México en sus habitantes en cada una de sus regiones quedó ahí
externada, pero fortaleciendo su unidad federal.
No hubo cuentas alegres ni se dio lugar
a un inútil muro de lamentos. Los informes tan presuntuosos como falsos no
tuvieron cabida. Se escuchó con respeto, se discutió con acierto, y se propuso
con precisión.
Lo bueno que ha habido se reconoció, y
habrá empeño en mejorarlo. Se explicaron los equívocos para jamás repetirlos.
Se ejerció un análisis crítico, en busca de las mejores opciones para resolver
con eficiencia.
Nadie puede hacer el elogio de un éxito
cultural generalizado en toda la Nación ni en el Estado de Michoacán, cuando a
la vista tenemos una realidad que denuncia nuestra incapacidad para infundir la
cultura del respeto a la vida, impulsar la cultura de la paz con desarrollo,
inducir la cultura de respeto a la integridad física.
¿Cómo podremos provocar la cultura de la
legalidad, la cultura del empleo pleno, la cultura de la productividad
cuantiosa y de calidad?
¿Qué hacer para que en los 120 millones
de mexicanos se finque una sólida cultura de justa distribución de la riqueza?
¿A qué o a quién le tememos?, para
andarle regateando esfuerzos y recursos a la noble y productiva tarea cultural.
Tenemos mucho aprecio y respeto por
todas las fuerzas armadas de nuestra República, pero la paz de México no es
exclusivo asunto de ellas. Los programas y proyectos emergentes de carácter
cultural deben apoyarse y promoverse al igual que los de ellos.
La cultura no puede ni debe ser un
simple remedio para la ociosidad ni un pasatiempo mundano; como tampoco puede
ser un rosario de eventos o festivales sin ton ni son.
La cultura está inserta en todo lo
humano, desde la médula de nuestros huesos hasta nuestra piel; es una tarea
continua de nuestro sistema nervioso para cultivar todos y cada uno de nuestros
pensamientos, expresiones, y conductas, hasta llevarlos a niveles estéticos que
provoquen alta calidad de vida, tanto en la sociedad como en el individuo.
Para todo ello debemos estar unidos, a
efecto de que las entidades federativas hagamos un frente común en cada una de
nuestra tareas: que en todo México se sientan las actividades culturales para
cumplir con una auténtica descentralización; apoyar y fortalecer a nuestros
migrantes; que la gente no sólo sea espectadora de actividades artísticas, sino
sujeto activo en ellas; que la cultura sea para todo y para todos; que se
utilicen y desarrollen culturalmente los modernos medios cibernéticos de
comunicación.