LOGOS
Él y ella
CORRUPTOS Y FARSANTES
Al menos yo,
nunca he visto a la belleza ni a la justicia ni a la honradez.
Lo que, sí,
he observado son cosas bellas, he visto actos justos, y he apreciado conductas
honradas.
Vivo en el
mundo de lo concreto. No existen absolutos; y la relatividad explicada por
Albert Einstein se ha probado plenamente, con la añadidura de las
incertidumbres cuánticas, en el macro y en el microcosmos.
Así,
belleza, justicia y honradez, son conceptos generales ontológicamente
dialécticos.
Explicado lo
anterior, me referiré a la honradez en el campo de la política electoral.
Hugo Chávez
como presidente venezolano fue el primero en decir: “Yo ya no me pertenezco; yo
ya le pertenezco al pueblo…”
El
presidente Andrés Manuel López Obrador plagió la frase de Hugo Chávez; y, sin
citarlo, repitió: “Yo ya no me pertenezco; yo ya estoy al servicio del pueblo…”
Plagiar es
un robo, es un hurto. El deshonesto López al apropiarse de una frase que no es
suya, se exhibió como un corrupto.
La candidata
Claudia Sheinbaum, sin ser presidente, y sin citar al primer plagiario ni mencionar
quién produjo esa frase en principio, aseveró repitiendo: “Yo ya no me
pertenezco… no puedo equivocarme… represento al futuro de la patria…”
Como segunda
plagiaria se convierte en corrupta, y rotundamente se equívoca, pues exclusivamente
representa a su amo y jefe de su campaña.
Ambos, él y
ella, representan para el pueblo de México la más costosa farsa de lo que va
del siglo XXI.
Una antigua
expresión describe ese dispendioso enlace: “El que te tiene te mantiene; el que
te mantiene te detiene; el que te detiene te sostiene; y el que te sostiene
todo lo de ti obtiene”.
El
presidente López y su candidata Sheinbaum se embrollan en sus sainetes.
Daré un
ejemplo.
Él le endosó
a ella, a Arturo Fernando Zaldívar Lelo de Larrea, quien siendo aún ministro de
la Honorable Suprema Corte de Justicia de la Nación se enroló en la campaña
presidencial para seguir sirviendo a los intereses del autócrata que aspira al
maximato.
Ese ministro
dejó deberes pendientes en la Suprema Corte que nada tienen que ver con lo
electoral. La presidente ministra Norma Lucia Piña Hernández y el ministro Juan
Luis González Alcántara Carrancá, explicaron el caso profesionalmente: “Es de
uso común el anonimato en el periodo de rendición de cuentas permanente en la
SCJN”, y en este procedimiento el derecho de audiencia prevalece.
Empero, el
peso de su conciencia condujo a Zaldívar a la histeria, lo que desencadenó errores
lamentables. Lo jurisdiccional se hizo electorero.
El
presidente le brindó todo su apoyo a Zaldívar; su candidata salió a defenderlo;
el instrumento partidista de él y de ella, con sus diputados y senadores
lacayos pidieron juicio político en contra de la presidente de la SCJN.
Los
diputados y senadores de oposición se aprestaron a promover juicio político
contra Zaldívar. Jueces y magistrados federales, junto con los foros de
abogados, de todo el país, salieron a defensar a la presidente de la SCJN.
Se filtró
que el autócrata sugirió, de una vez, que se iniciara juicio político en contra
de todos los ministros de la SCJN. La oposición consideró iniciar, también,
juicio político en contra del autócrata López.
Y entonces,
ese galimatías provocado por la sandez de un lelo se desinfló, con las palabras
del autócrata: “Esos juicios políticos no llevan a nada”.
Ese caos me
recordó a “los borregos de panurgo”, una de las narraciones del Francois
Rabelais (1494-1553), médico francés que escribió los cinco libros de Gargantúa
y Pantagruel, en donde al borrego líder lo hacen que se resbale del barco y,
por eso, cae al mar; empero, todos los demás borregos lo siguen, hasta el dueño
de la borregada se ahogó, al ir tras de ellos.
Total, él y
ella, corruptos y farsantes, quienes ya no se pertenecen, quedarán sorprendidos,
y ahogados por los votos en su contra, el 2 de junio del año que transcurre.