LOGOS
Charlatanes a la
vista
LA FELICIDAD DEL
PRESIDENTE
En todo México se ha recrudecido la
inseguridad y la pobreza, y nuestros males educativos se acrecientan a igual
ritmo que el entreguismo del país a EU, por parte del gobierno.
Para distraernos de esa punzante
realidad, el presidente Andrés Manuel López Obrador decide divertirnos con una
boba pero lapidaria frase: "El pueblo de México está feliz, feliz, feliz".
Y así desata, con el tema baladí de la
felicidad, dudas, controversias, apoyos, enojos, reflexiones, y hasta mentadas
de madre.
En mi caso prefiero a un presidente de
la república que trabaje con seriedad, pero respeto a la gente que lo acepta
jocoso y charlatán.
Naturalmente, todos los seres humanos
tenemos ciertas dosis y momentos de ironía sandunguera; así que el humor a
nadie nos es ajeno.
Pero todo tiene sus tiempos, lugares y
personajes; y el horno no está para bollos.
AMLO nos ofreció con seriedad que para
este 2019 creceríamos económicamente al 4%, y con esperanzada credulidad votó
la ciudadanía.
Ahora, con crecimiento cero, ¿cómo creerle
que es hombre de palabra?
Sin crecimiento económico, hasta los
banqueros formulan obsequiosas salidas retóricas sobre nuestro quebranto, para
agradar al presidente.
Hablan de estancamiento y
desaceleración, cuando no hay crecimiento del producto interno bruto.
Y ante ello, el presidente dice:
"el ajuste a la baja del PIB no me preocupa mucho. A nosotros nos importa
el crecimiento, pero nos importa más el desarrollo."
Absurda frase, pues sin aumento
productivo de recursos económicos ni educativos ni políticos ni sociales, a qué
desarrollo se refiere el presidente feliz.
No tengo ninguna duda de que el
presidente López Obrador es feliz, muy feliz, enormemente feliz.
Motivos de su felicidad es tener un
enorme poder político, y un poder económico de cerca de 6 billones de pesos que
contiene el erario federal.
Y como todos los presidentes anteriores,
unos más y otros menos, AMLO cree que su felicidad es la felicidad de México.
El poder es el poder, y todo el que
sube, baja; e, incluso los ex presidentes, ya abajo, siguen teniendo razones de
felicidad, dígalo si no, Enrique Peña Nieto, quien también es feliz.
La felicidad es un término abstracto, al
que le han dedicado talento muchos pensadores. Las ideas sobre ese tema, por su
prolijidad, podría construir una cubierta para todo el planeta.
Empero, la felicidad concreta es lo
importante; y en este aspecto, seguro estoy que cada uno de los 125 millones de
mexicanos más de alguna vez hemos vivido ese sentimiento de felicidad, por
múltiples motivos.
Aseguro que mis vivencias personales de
felicidad son totalmente ajenas a la charlatanería de quienes afirman que "con
AMLO la felicidad en México se elevó al 8.4%", pues muchos de los actos de
AMLO observo que han causado desesperanza e infelicidad.
La felicidad ni es por kilos ni metros
ni porcentajes.
Cada quien su felicidad, como "cada
quien su vida", según la atractiva obra teatral de Luis G. Basurto.
O contra los dictadores, conforme al
hermoso poema de Mario Benedetti: "te quiero en mi paraíso; es decir que
en mi país, la gente viva feliz, aunque no tenga permiso".
Sólo los tiranos, por decreto, imponen
su felicidad a la población.