lunes, 30 de agosto de 2021

 LOGOS

García Márquez y Vargas Llosa

VISIONARIOS DEL ACTUAL MÉXICO

        “Vemos a un individuo en plena ascensión… abriéndose paso, con tanta eficacia como falta de escrúpulo: es el alcalde… ha prometido paz y prosperidad… sin corrupción y sin mentiras. Al principio, el pueblo le creyó”.

        Este texto, y muchos otros que citaré, se desprenden de la tesis con la que, en 1971, Mario Vargas Llosa obtuvo el doctorado en la Universidad Complutense de Madrid.

        Y al analizar a fondo la obra literaria de Gabriel García Márquez, en ese trabajo académico, Vargas Llosa explicó el mensaje de ‘La mala hora’, libro que, correspondiendo a Macondo, parece referirse al México 2021, considerando que en la Colombia de ese entonces se trata del “alcalde”, y para nuestro país lo hago referente al actual presidente de la república.

        Escribe Vargas Llosa sobre Macondo: “Se trata de un fenómeno nuevo e interesante. Hasta ahora, la autoridad era utilizada por los ricos para obtener cosas o hacer negocios; llegado ese alcalde, la autoridad pasa a servirse de ellos, a disputarles el poder económico”.

        En ese libro de García Márquez el alcalde asegura: “A mi llegada las cosas han cambiado. Conmigo se inició una nueva época histórica. Mis antecesores fueron corruptos, yo no soy como ellos, no digo mentiras. No somos los mismos. La clase media es mendaz y opositora al bienestar del pueblo. Estoy haciendo un pueblo decente. El pueblo es ahora feliz, muy feliz”.

        Vargas Llosa observa que cuando se produce una inundación, el alcalde decide: “más vale que sea en un barrio pobre… para vencer la resistencia de los opositores, el alcalde los manda encarcelar… con los bienes del pueblo el alcalde financia su propaganda… se vale de su poder para enriquecerse y enriquecer a los suyos”.

        “Con mi simple llegada”, expone el alcalde, “habrá paz, y se acabará la mentira”; pero agrega Vargas Llosa, “pronto el alcalde se da cuenta que no hay mayor negocio que el de la mentira, y que la paz que provoca es una paz exacerbada, incitadora de la orgía de la violencia. En el aire se respira la violencia… los criminales andan sueltos y organizados… el pueblo ya se dio cuenta de que los del gobierno siguen siendo los mismos…”

        Persiste Vargas Llosa: “El alcalde aseguró que su preocupación máxima era el bienestar del pueblo, pero le alcanzó solamente para el bienestar de su propia familia y la de sus amigos”.

        “La oposición está castigada y desorganizada, y el pueblo cada día se hunde más”, deduce Vargas Llosa.

        Mientras García Márquez discurre: “El alcalde ejerce el poder como en un sueño…”

        El colombiano Gabriel García Márquez (1927-2014) obtuvo el Premio Nobel de Literatura en el año 1982, y publicó ‘La mala hora’ en 1962.

        Mario Vargas Llosa (1936-vive), escritor peruano por nacimiento,  Premio Nobel 2010, publicitó su tesis del doctorado en 1971.

        Dos premios Nobel de esfuerzo y de talento visionario; el primero, creador de los personajes que se desenvuelven en sus novelas; y el segundo, agudo analizador, de esas obras, en su tesis doctoral de hace 50 años, parecen estar describiendo al México de nuestros días.

        Toda proporción guardada, veo con sorpresa las similitudes del presidente Andrés Manuel López Obrador con aquel alcalde de Macondo.



lunes, 23 de agosto de 2021

 LOGOS

¡Mes patrio a la vista!

SÓLO MIS CHICHARRONES TRUENAN

        Paul Valéry (1871-1945), poeta francés generoso, nos heredó atractivos conceptos en su ‘Discurso de la Historia’:

        “Recuerdo una pequeña escena que me refirió el pintor Degas. Me dijo que siendo un niño acompañó a su madre de visita a la señora Le Bas, viuda de un famoso asambleísta de la Revolución Francesa. Terminado el encuentro, la señora Degas se detuvo en seco, conmovida, y señaló los retratos de Robespierre, de Couthon y de Saint-Just, colgados en la pared; y con grito de horror manifestó, ¿cómo, todavía guarda aquí las caras de estos monstruos?”

        “Cállate Célestine”, indicó la señora Le Bas, “ellos eran unos santos”.

        Al valorar a esos sujetos de la historia, Valéry conceptualiza: “No entremos al futuro andando hacia atrás como los cangrejos… la historia, casi no nos permite prever, pero asociada a la independencia de espíritu puede ayudarnos a ver mejor. La historia enseña que nuestras querellas intestinas siempre nos han sido fatales”.

        La Revolución Francesa, con sus “monstruos” y/o sus “santos”, ha tenido, de una u otra forma, vínculo con los tres grandes movimientos históricos de México: Independencia, Reforma y Revolución.

        La Independencia como inicio de una nueva nación (al dejar de ser colonia de la Nueva España para configurar lo que hoy es Estados Unidos Mexicanos) está constituida por raíces fincadas en los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX.

        En cada uno de esos siglos siempre hubo seres humanos, en la Nueva España, que intentaron su independencia de España, comenzando por Hernán Cortés y sus hijos, y concluyendo con Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero.

        Empero, los más destacados personajes en ese largo proceso independentista fueron Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos y Pavón, quienes reconocidos por un sentimiento nacional provocan que a septiembre se le llame el “mes patrio”, incluyendo en el calendario cívico sus días claves: 16 (grito de libertad) y 30 (nacimiento de Morelos).

        Se agrega, con justicia, a ese mes, la gesta épica de los llamados Niños Héroes, quienes lucharon contra el ejército invasor de los Estados Unidos de América en el 1847, al robarle a México más de la mitad de su territorio.

        Hidalgo y Morelos, líderes de hombres, maestros de la acción, formaron parte del pueblo; y, al encabezarlo, lo convirtieron en protagonista de la Historia.

        A diferencia de nuestros héroes, el presidente Andrés Manuel López Obrador (quien pretende que sólo sus chicharrones truenen) toma al “pueblo” exclusivamente como una figura retórica, lo utiliza como paisaje de sus discursos, como un insulso pretexto, no lo admite como sujeto principal de la historia, pues el único actor estrella válido, para tamaño egoísta, es Amlo.

        El Padre de la Patria y el Siervo de la Nación lucharon denodadamente (entre otros propósitos); primero, para que la colonia de la Nueva España se independizara de la Corona Española, y constituyera una nueva nación; segundo, para obtener la libertad de los seres humanos que habitaban en esa colonia, aboliendo la esclavitud; tercero, para que desaparecieran las castas, ya que todos los humanos (negros, mestizos, mulatos, criollos, blancos) son iguales; y, cuarto, para que se reintegraran enormes terrenos, en manos españolas, a las comunidades indígenas.

        Agustín de Iturbide, los españoles y criollos, podían aceptar la independencia, pero no la abolición de la esclavitud ni la terminación de las castas ni la reintegración de tierras a los pueblos originales, por eso lucharon y vencieron militarmente a Hidalgo y a Morelos.

        Y si el 27 de septiembre del 1821 Agustín de Iturbide, los españoles y criollos, junto con Vicente Guerrero y sus seguidores, levantaron el Acta de la Independencia, fue porque tanto la Constitución de Ballona, primero, y después la de Cádiz, (constituciones enviadas desde España para la Nueva España) introdujeron en sus preceptos los cuatro principales postulados de Hidalgo y de Morelos.

        Con base en nuestra perspectiva histórica, veamos el futuro de frente como gente responsable, y no de espaldas, como los cangrejos de Valéry.

        Y al no poder prever completamente el futuro, con espíritu libre, y no dogmático, decidamos por el mejor porvenir, al no permitirle, a nadie, que genere querellas intestinas entre mexicanos.

 


lunes, 16 de agosto de 2021

 LOGOS

Tortuguismo sarcástico de Amlo

MANIÁTICO DE LO ELECTORAL

        Si uno se fija bien, en cada maña…nera se le nota al presidente Andrés Manuel López Obrador un pequeñísimo audífono en cada uno de sus oídos.

        Ese minúsculo aparato puede tener diversos usos: escuchar mejor, superando problemas de sordera; oírse a sí mismo con mayor precisión, para ajustar su ritmo al hablar; y/o, atender a un apuntador que lo auxilia con datos y sugerencias para mejorar el lento y contradictorio discurso repetitivo.

        Desconozco la razón exacta de ese artilugio, pero tiene relevancia el hecho.

        Importante es el tortuguismo con el que maneja su retórica López Obrador. Significativo es el sarcasmo con el que conduce su lengua tarda.

        Nada del presidente de México nos debe ser ajeno, sea quien sea el titular del poder ejecutivo federal, más cuando se ha exacerbado el presidencialismo con Amlo, cargándose de un torvo sino electorero.

        Hoy por hoy promueve el mismísimo presidente su propia revocación de mandato, y sus ciegos lacayos le apoyan totalmente en el irracional e ilegal empeño.

        Aclaremos el contenido de la palabra “revocar”, respecto al mandato constitucional que le otorgaron en 2018 los ciudadanos de México a Andrés Manuel López Obrador, al elegirlo presidente de los Estados Unidos Mexicanos.

        Revocar el efecto constitucional de esa elección, en vínculo a Amlo, es quitarlo de la presidencia.

        Y por lógica jurídica elemental, los que deben promover esa revocación son los ciudadanos que deseen que Andrés Manuel deje de ser titular del poder ejecutivo federal.

        Excesiva estupidez, sin atenuantes, es el hecho que López Obrador, morena y sus partidos políticos adherentes, sean quienes quieran echar de la presidencia a quien, con toda “modestia”, tomó como su casita al Palacio Nacional.

        Los que deben pedir ese proceso revocatorio son sus opositores; rivales que, además, quieran sacarlo del elevado cargo que ostenta hasta el momento.

        Somos millones de mexicanos quienes padecemos las ilegalidades, ineptitudes, deshonestidades y traiciones, del presidente Amlo; iguales y/o diferentes a las que sufrimos con sus antecesores. Pero sabemos que revocarle el mandato no es la solución.

        Echarlo de su cargo traería consecuencias más graves y funestas a las que ya estamos viviendo con sus despropósitos y odios rencorosos.

        Es probable que Andrés Manuel y sus lambiscones estén confundiendo lo que es la “revocación”, con lo que es la “ratificación”; es posible que ellos busquen, en su maniática deformación electorera, que se ratifique su contundente triunfo del 2018, lo que significaría confirmar, revalidar y fortalecer, su ejercicio sexenal.

        Empero, nuestra carta magna no instituye la “ratificación”, sino exclusivamente la “revocación”, la que sólo podría realizarse cumpliendo con los artículos 41 fracción V, Apartado B, inciso c); Apartado C, fracción VI, 73 fracciones XXIX-U y XXXI, 81, 84 último párrafo, 99 y 107 primer párrafo de la constitución federal, y sus leyes reglamentarias.

        Además, si al realizar la “revocación” se afectara a López Obrador, se le estaría violando el derecho humano que garantiza el artículo 14 constitucional: “A ninguna ley se dará efecto retroactivo en perjuicio de persona alguna”. Y nuestra constitución es nuestra máxima ley. Norma fundamental que está por encima de todas las leyes, la que es base a todo el sistema jurídico mexicano, cimentando sus propios principios.

        La costosa y falsa pirámide que representa quiméricamente al templo mayor, ubicada ahora provisionalmente frente a Palacio Nacional, refleja la falsedad de la política del presidente Amlo, y muchos mexicanos la visitan y disfrutan como parte de un espectáculo.

        Esa mentira la motivó López Obrador; igual determinó externar el gesticulador perdón que el presidente manifestó a los pueblos originales por los excesos de la conquista española en 1521.

        Pide un perdón adventicio y bobo, cuando debería pedir perdón a todos los mexicanos por el exceso de ineptitud en la aplicación de su política en seguridad pública, salud, economía y educación.

        La política del obradorato ha matado más seres humanos que los provocados en esa conquista de hace 500 años.

        Esa tarambana e indebida revocación costará, a un pueblo desempleado y hambriento, miles de millones de pesos.

        México merece que ese dinero se invierta en crear empleos productivos, o en salud pública.

        No provoque al destino, presidente, esa tonta revocación está deschavetada.

  


     

lunes, 9 de agosto de 2021

 LOGOS

Amlo, ¿poder judicial podrido?

ELOGIO DE LOS JUECES

        El presidente Andrés Manuel López Obrador asegura que “el Poder Judicial de México está podrido”.

        Al mismo tiempo que destacó que, “frente a esta descomposición tremenda, el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar Lelo de la Rea, hace un relevante trabajo, pues es una gente honrada, seria, responsable… pero los demás jueces, magistrados y ministros, están echados a perder, no representan al pueblo.”

        Así, según versión de Amlo, entre cerca de 50 mil trabajadores del poder judicial de la federación, exclusivamente Arturo Zaldívar es honesto.

        En 1922 llegó al poder en Italia (por elecciones y disposición del Rey Víctor Manuel) Benito Mussolini con un programa fascista de marcados tintes nacionalistas, y uno de sus principales obstáculos, para consolidar su dictadura, fueron los órganos judiciales de aquel país.

        El libro del gran procesalista toscano Piero Calamandrei (1889-1956), titulado ‘Elogio de los jueces escrito por un abogado’ da cuenta de esa confronta.

        Mussolini, el Duce, en grito autoritario subrayó: “Mis órdenes no se discuten. Soy el representante del pueblo, y estamos en fase de revolución, entreguen las prisiones judiciales”.

        Y varios jueces y magistrados reconocidos por Calamandrei le contestaron: “Lamentamos no poder dar a Usted la conformidad que de nosotros solicita. Utilizar las cárceles judiciales para detener a inocentes, es acto contrario a la ley. No hemos hecho jamás nada discorde a nuestra conciencia, y no hay jactancia en nuestras palabras.”

        Muchos de estos jueces y magistrados fueron procesados bajo las acusaciones de alta traición y colaboración con el enemigo; y fue el momento en que se fundó el Gran Consejo Fascista, controlándolo todo, hasta la justicia impartida por el pueblo, personificada a través de las camisas negras.

        En 1933 llegó al poder en Alemania Adolfo Hitler (bajo libre elección copiosa y contundente) con un plan nacional socialista de perfiles fascistas o nazis, y uno de sus principales estorbos, para consolidar su mando autoritario, fueron los tribunales de aquella nación germana que integraban al Estado.

        El Führer aseguró: “… los tribunales están en ruina… urge crear el Tribunal del Pueblo, y ahí estuvo dirigiendo esta corte judicial Roland Freisler, temido e implacable, aplicando una justicia politizada. Los nazis eran buenos; los no nazis eran malos, y en donde el más grave de los delitos era la traición al pueblo.

        La confronta entre Hans Kelsen, con su teoría pura del derecho, y Karl Schmitt, con su estado total, reflejan, el primero la tradición jurídica austriaca liberal y, el segundo, el estado con sus tribunales obedientes.

        Toda proporción guardada, el presidente Andrés Manuel López Obrador, a casi un siglo de distancia, sufre similar problema al enfrentado por Mussolini y Hitler, respecto a los órganos jurisdiccionales que no les obedecieron ciegamente, en los inicios de sus mandatos respectivos.

        Las circunstancias y los personajes, los tiempos y los lugares, son distintos. Los europeos lo resolvieron a la fuerza, con los apoyos populares en ascenso de fortalecimiento interno, y por la necesidad impuesta por sus proyectos de expansión internacional.

        En el México actual, a similitud de Mussolini y Hitler, el presidente López Obrador se ha lanzado en contra del poder judicial.

        Frente a ello, nosotros rechacemos, en inicio, el término de “pudrición”, aplicado soez y desatinadamente por Andrés Manuel, en vínculo a los trabajadores judiciales de México.

        Permítanme que use el término “honestidad” por respeto a todos los mexicanos.

        De los tres poderes que tiene nuestro gobierno, los de menor honestidad y los de menor capacidad son el ejecutivo y el legislativo; he trabajado en los tres, y los conozco por dentro.

        Ninguno de los tres poderes es perfecto. Todos son perfectibles. Comencemos por el ejecutivo federal representado por el presidente. Exijámosle que diga la verdad, que sea capaz y honesto, en la vida cotidiana y en cada caso concreto.

        Si no corrige, él mismo sabe que pasará a la historia como el más mentiroso, el más inepto, y con márgenes de deshonestidad inaceptables.

 


lunes, 2 de agosto de 2021

 LOGOS

Llueva, truene o relampaguee

LA EDUCACIÓN Y EL AMO LOPEZ

        El presidente Andrés Manuel López Obrador ordenó: ”Llueva, truene o relampaguee, habrá clases presenciales en agosto”.

        Y a esa disposición tan fuera de lugar, de metáfora inadecuada, en mala hora, y sin formalidad jurídica, agregó: “Las escuelas no pueden permanecer más tiempo cerradas por la pandemia de covid. Vamos a iniciar en las aulas el nuevo ciclo escolar”.

        Dio la impresión (independientemente de su informalidad, errores de lugar y tiempo, y su inadecuada hipérbole) de que ese mandato era irrevocable. Se sintió firmeza presidencial en ese asunto de grave importancia; pero, como siempre, fueron palabras vanas.

        Al sentir Andrés Manuel una oposición generalizada a las clases presenciales, contestó írrito: “Vamos a ser respetuosos. Nada por la fuerza. Se abren las escuelas, se regresa a clase, y si no quieren que vayan sus hijos, pues no los manden. Somos libres. Nada es obligatorio”.

        Analicemos la actitud inicial y lo dicho en principio por el presidente; para después valorar su postura y verbo reactivo ante la traba opositora. Pues ambas conductas presidenciales reflejan, claramente, su paupérrima política educativa.

        En la primera frase dejó precisa su inclinación autoritaria, equivalente a mandatar: Pase lo que pase, venga lo que venga, sobrevenga lo que sobrevenga, el ciclo escolar 2021-2022 será de clases presenciales, y en las escuelas, así tengan que morir todos por covid.

        La mayoría de los mexicanos deseamos y comprendemos que es urgente regresar a las aulas, y a clases presenciales; pero, antes de una ordenanza brutal, es indispensable un razonamiento y diversos trabajos previos para hacer posible ese retorno.

        La disposición del presidente fue poco meditada, emitida por alguien sin mucho sentido de lo que es, y significa, la educación.

        Mas parece una medida impuesta con el nervioso ánimo de auxiliar a la movilidad económica de México, tan atascada por causas externas e internas, en donde sobresale la ineptitud de López Obrador en materia de producción, distribución y dineros.

        Pero al primer obstáculo sólido mostró su debilidad insegura, puso su gesto facial de sobresalto, y se arrugó, en excitación visible.

        Ello dio lugar al, “ser respetuosos”; descartó “a la fuerza”, incluyendo en esta fuerza a la coercitividad que el derecho tiene y el estado debe y necesita ejercer; y citó a la libertad de manera disparatada.

        El presidente AMLO al indicar que “se abren las escuelas y se regresa a clase”, considera equívocamente que las “escuelas” son los inmuebles que tienen puertas que se pueden abrir.

        No se ha percatado que las “escuelas” a las que se refiere sólo son los inmuebles, acaso, con muebles escolares adentro. No se da cuenta que las escuelas, esencialmente, son los alumnos y los maestros en realización académica del fenómeno enseñanza-aprendizaje.

        El artículo 3º de nuestra Carta Magna establece la “educación obligatoria”. Y el amo López parece no saberlo.

        Las primitivas fuerzas difusas de los humanos, en la prehistoria, según el estadunidense Lewis Henry Morgan (1818-1881) en su libro La sociedad primitiva, obligaban a aprender a todos el uso de ciertos palos y ciertas piedras, pues en estos rudimentarios instrumentos les iba la sobrevivencia.

        La educación es todo un fenómeno social, ahora convertido en derecho humano, créalo o no, el presidente AMLO, quien está enredado por sus propias encuestas, y descalificado por ellas.