LOGOS
Amlo, ¿poder
judicial podrido?
ELOGIO
DE LOS JUECES
El presidente Andrés Manuel López
Obrador asegura que “el Poder Judicial de México está podrido”.
Al mismo tiempo que destacó que, “frente
a esta descomposición tremenda, el presidente de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación, Arturo Zaldívar Lelo de la Rea, hace un relevante trabajo, pues
es una gente honrada, seria, responsable… pero los demás jueces, magistrados y
ministros, están echados a perder, no representan al pueblo.”
Así, según versión de Amlo, entre cerca
de 50 mil trabajadores del poder judicial de la federación, exclusivamente
Arturo Zaldívar es honesto.
En 1922 llegó al poder en Italia (por
elecciones y disposición del Rey Víctor Manuel) Benito Mussolini con un
programa fascista de marcados tintes nacionalistas, y uno de sus principales
obstáculos, para consolidar su dictadura, fueron los órganos judiciales de
aquel país.
El libro del gran procesalista toscano
Piero Calamandrei (1889-1956), titulado ‘Elogio de los jueces escrito por un
abogado’ da cuenta de esa confronta.
Mussolini, el Duce, en grito autoritario
subrayó: “Mis órdenes no se discuten. Soy el representante del pueblo, y
estamos en fase de revolución, entreguen las prisiones judiciales”.
Y varios jueces y magistrados
reconocidos por Calamandrei le contestaron: “Lamentamos no poder dar a Usted la
conformidad que de nosotros solicita. Utilizar las cárceles judiciales para
detener a inocentes, es acto contrario a la ley. No hemos hecho jamás nada discorde
a nuestra conciencia, y no hay jactancia en nuestras palabras.”
Muchos de estos jueces y magistrados
fueron procesados bajo las acusaciones de alta traición y colaboración con el
enemigo; y fue el momento en que se fundó el Gran Consejo Fascista,
controlándolo todo, hasta la justicia impartida por el pueblo, personificada a
través de las camisas negras.
En 1933 llegó al poder en Alemania
Adolfo Hitler (bajo libre elección copiosa y contundente) con un plan nacional
socialista de perfiles fascistas o nazis, y uno de sus principales estorbos,
para consolidar su mando autoritario, fueron los tribunales de aquella nación
germana que integraban al Estado.
El Führer aseguró: “… los tribunales
están en ruina… urge crear el Tribunal del Pueblo, y ahí estuvo dirigiendo esta
corte judicial Roland Freisler, temido e implacable, aplicando una justicia
politizada. Los nazis eran buenos; los no nazis eran malos, y en donde el más
grave de los delitos era la traición al pueblo.
La confronta entre Hans Kelsen, con su
teoría pura del derecho, y Karl Schmitt, con su estado total, reflejan, el
primero la tradición jurídica austriaca liberal y, el segundo, el estado con
sus tribunales obedientes.
Toda proporción guardada, el presidente
Andrés Manuel López Obrador, a casi un siglo de distancia, sufre similar
problema al enfrentado por Mussolini y Hitler, respecto a los órganos
jurisdiccionales que no les obedecieron ciegamente, en los inicios de sus
mandatos respectivos.
Las circunstancias y los personajes, los
tiempos y los lugares, son distintos. Los europeos lo resolvieron a la fuerza,
con los apoyos populares en ascenso de fortalecimiento interno, y por la
necesidad impuesta por sus proyectos de expansión internacional.
En el México actual, a similitud de
Mussolini y Hitler, el presidente López Obrador se ha lanzado en contra del
poder judicial.
Frente a ello, nosotros rechacemos, en
inicio, el término de “pudrición”, aplicado soez y desatinadamente por Andrés
Manuel, en vínculo a los trabajadores judiciales de México.
Permítanme que use el término “honestidad”
por respeto a todos los mexicanos.
De
los tres poderes que tiene nuestro gobierno, los de menor honestidad y los de
menor capacidad son el ejecutivo y el legislativo; he trabajado en los tres, y
los conozco por dentro.
Ninguno de los tres poderes es perfecto.
Todos son perfectibles. Comencemos por el ejecutivo federal representado por el
presidente. Exijámosle que diga la verdad, que sea capaz y honesto, en la vida
cotidiana y en cada caso concreto.
Si no corrige, él mismo sabe que pasará
a la historia como el más mentiroso, el más inepto, y con márgenes de
deshonestidad inaceptables.