LOGOS
GRAVES
DISLATES OFENSIVOS
Reiteradamente
la Corcholata Sheinbaum les falta al respeto a cerca de 100 millones de
ciudadanos mexicanos.
En varias
ocasiones y lugares, con soberbia desmedida, ha aseverado: “Yo Diría que hay
100% de posibilidades de que gane la presidencia de México; es más, ya gané la
elección… así que el 2 de junio a partir de las ocho de la noche todos a
abarrotar el zócalo de la CDMX”.
Sabido es de
todos que ningún ciudadano mexicano ha emitido su voto todavía; y, por ende,
esa simplona corcholata barbota su arrogancia sobre los electores, sin brizna
de recato.
Por ello, ni
un solo voto merece la candidata Sheinbaum.
Y es que,
aparte de lo anterior, no se debe ni se puede votar a favor de quien gasta tantas
decenas de miles de millones de pesos en su campaña a la presidencia de nuestro
país.
Gastar en
tanto acarreo de gente para llenar las plazas, hiere a la dignidad del votante.
Todo elector se pregunta: ¿De dónde salen tantos billetes?,
¿o salen de algún grupo criminal, o los aporta el narco-gobierno, con dinero
tomado de los contribuyentes?
Total, entre más dinero gaste un candidato en su campaña,
menos votos debe obtener, porque a esas despilfarradoras gastalonas (como
Sheinbaum) nunca les tengamos confianza.
Hoy roban para su elección, mañana seguirán robando
desenfrenadamente.
Ni un voto para quien ofrece hacer el segundo piso de la
4T del obradorato.
El primer piso lo padecemos y se encuentra a la vista de
todos: Una torpe militarización que ya se volvió corrupta; una atroz
inseguridad, que con abrazos para los delincuentes organizados, y balazos para
la población, vive en la plena impunidad; una economía quebrada, en donde el
Sector Público Federal debe cerca de 15 billones 500 mil millones de pesos,
estando quebrados PEMEX y CFE; una salud pública herida y sangrada, más cercana
a Haití que a Dinamarca; una educación por la calle de la amargura esquina con
la ignorancia; una obra pública planeada para robar, sin licitaciones, sin
previos planes, en donde sus costos iniciales se han multiplicado por cuatro, y
sin claridad ni transparencia, porque está etiquetada “de seguridad nacional”;
un proceso electoral sin ley ni orden ni autoridades debidamente establecidas y,
a las claras, parciales a favor del
tirano López y su corcholata.
Lo señalado anteriormente en forma sintética (y mucho más inmundicia y caos) es lo que se
llama el primer piso del obradorato, que está sostenido por alfileres, y a
punto de desplomarse.
En esas condiciones, nadie vote por quien promete
construir sobre lo dicho, un segundo piso. ¡Hágame usted el favor!, qué
idiotez.
Ni un solo voto para el narco-gobierno,
internacionalizado y con tentáculos dando pechugones a sus socios, el que ya
está registrado en expedientes del gobierno de EU, y bajo la seguridad de sus
agencias.
La corcholata Sheinbaum no anima a nadie, carece de
originalidad; es seca y fría; es el reiterativo eco de su amo, con muchos
pliegues y repliegues.
Sus graves dislates ofensivos para una contundente
mayoría de mexicanos, la lleva a la derrota, o a cobijarse en una elección dirigida
por el tirano López, lo que equivalente a un golpe de estado.
100 millones de ciudadanos mexicanos no le darán su voto,
sino sólo su repudio.