lunes, 31 de octubre de 2022

LOGOS

Flores para los muertos

ABRAZOS Y BALAS QUE ASESINAN

        En México celebramos todo. Hasta tenemos asignado el 2 de noviembre, de cada año, como Día de los Muertos, y en él incluimos a todos los difuntos, sin ninguna distinción.

        Aunque la muerte es más bien un asunto de los vivos, de los sobrevivientes, a los fallecidos les atañe su fin, pero ya no les interesa, pues han llegado a ser nada, de lo que fueron en vida. Son extintos y se han convertido en otra cosa.

        Ese jovencito poeta coahuilense, estudiante de medicina en la Universidad Nacional de México, Manuel Acuña (1849-1873), suicida con motivo amoroso relacionado con la encantadora y legendaria Rosario de la Peña, nos dejó grabado, en ‘Ante un cadáver’, un macizo y claro mensaje:

“Que al fin de esta existencia transitoria

a la que tanto nuestro afán se adhiere,

la materia, inmortal como la gloria,

cambia de formas, pero nunca muere.”

        Claro que no todos nuestros muertos han ejercido su voluntad para perder la vida, y no todos por romanticismo imitan la autoinmolación del joven Werther, personaje de Goethe.

        Nuestros millones de muertos, en el México actual, son difuntos porque el gobierno, directa y/o indirectamente, los ha asesinado.

Desde luego, unos gobiernos han sido más asesinos que otros.

Para explicar lo anterior, partamos de la base que el primer deber de todo gobierno es brindar seguridad pública a su población, siguiendo, las reglas fundamentales al respecto.

Antes que mal construir un supuesto aeropuerto internacional que no funciona, una refinería en un pantano que se inunda cada año, o las vías con tren turístico que pasará cerca del rancho del presidente, un gobierno, digo, tiene que cumplir su fundamental obligación de garantizar la seguridad pública de todos los que vivan en nuestro país.

Si el presidente López hubiera logrado resolver el grave y peligroso problema de la inseguridad pública que padecemos; con sólo eso, hubiera logrado el reconocimiento y el aplauso de todos.

Al no cumplir con ése, su primordial deber gubernativo, es responsable el presidente López de 127 mil, 894 asesinatos acaecidos en 3 años 10 meses de su ejercicio presidencial.

Y como Andrés Manuel ha sido el presidente más mentiroso que ha tenido México, prometió que en pocos días tendría al país pacificado; lo que no ha cumplido.

De seguir esos altísimos montos de ultimados, a su cargo, al entregar el poder el presidente López llevará, en su conciencia, más de 200 mil asesinados por su irresponsabilidad.

Pero el rubro de salud pública también lo descuido, por su ambición personal de construir obras faraónicas por el camino de su propia corrupción, y con todo el peso de su ineptitud.

Desplantó la política de salud contra el Covid, asegurando que ese virus era inventado por los conservadores y los neoliberales, que era enfermedad de ricos, que él tenía un escapulario milagroso para detener al maligno, más un amuleto consistente en un billete de dos dólares, y otra serie de charlatanerías.

Cuando se espantaron por tantos muertos, y muchos pobres, no quisieron hacer gastos en pruebas, y obtuvieron vacunas caras, algunas sin certificación internacional, usándolas con procedimientos electoreros.

Los asesinados de esta manera por un gobierno chistoso y tonto, oficialmente fueron 500 mil víctimas, pero organismos internacionales contabilizan un millón de martirizados por esa proceder jocoso y perverso del presidente y sus títeres cómplices.

        En salud pública olvidaron hasta los niños con cáncer, sacrificados por un pésimo ejercicio de poder presidencial.

        Tarde o temprano, el presidente tiene que responder por tantos asesinatos gubernativos, en tribunales nacionales y/o internacionales.

        Mientras, manos mexicanas llenarán el territorio patrio con flores para nuestros muertos. 



lunes, 24 de octubre de 2022

LOGOS

Autócrata zopilote

DEL FANGO POR ÉL CREADO

        Dos elementos iniciales se requieren para formar un Estado: población y territorio.

        Empero, tres cosas derivadas de la población son indispensables para consumar el establecimiento de un Estado: soberanía, sistema jurídico, y gobierno.

        De esos cinco elementos nos quedan, íntegros, en los Estados Unidos Mexicanos para este año 2022 los iniciales: población y territorio.

        ¿Qué le ha pasado a nuestra soberanía, la que reside esencial y originalmente en el pueblo?

        Pues conforme a los artículos 39, 40, 41, 49, 50, 51, 56, 71, 80, 94, 115, 116, 135 y 136 de la Constitución federal, hemos entregado para su ejercicio esa soberanía, al gobierno federal y a sus tres poderes (legislativo, ejecutivo y judicial), a treinta y dos gobiernos de entidades federativas (legislativo, ejecutivo y judicial), y a 2487 ayuntamientos, incluyendo a las 16 alcaldías de la CDMX.

        Todos esos poderes públicos ¿qué han hecho con nuestra soberanía?

Al exterior, el presidente timorato se dobla; y al interior del país, el presidente se convierte en zopilote autócrata bravucón.

Ese presidente ha arrebatado el ejercicio soberano al resto de las autoridades mexicanas, pero ha habido algunas que no se lo han permitido, para bien de México.

Así el autócrata dragonea de heroico, pero exhibiendo sus ineptitudes, corruptelas, traiciones, mentiras, y enfermedades graves, anatómicas y psíquicas.

        México se quedó sin poder legislativo federal, puesto que obedece ciegamente todo lo que ordena el presidente; legislativo que nos cuesta, supuestamente, más de 16 mil millones de pesos al año.

        En la realidad ese poder legislativo federal ya está desvanecido. O lo restablecemos con gente libre, capaz y honorable, o el presidente López lo va a desaparecer de plano, pues ni de tapadera le sirve.

        El poder judicial federal todavía tiene en sus magistrados y jueces profesionistas capaces y honorables, salvo excepciones; empero, en la Suprema Corte de Justicia de la Nación parece haber un equilibrio móvil, entre los ministros que juzgan obedeciendo ciegamente al presidente López, y los que juzgan, libremente, aplicando con responsabilidad el derecho al caso concreto con intereses controvertidos.

        Y nos cuesta el poder judicial federal, actual y supuestamente, cerca de 74 mil millones de pesos.

        Si el presidente López cooptara a todo ese poder judicial federal,  por la fuerza o por su impotencia, estaría no desvaneciéndole, sino dando un criminal golpe de estado.

        Respecto a los gobiernos de las 32 entidades federativas, el autócrata López dispone, y le obedecen ciegamente 24 de ellas.

        El 65% de los gobiernos municipales obedecen a ojos cerrados al autócrata, aspirante a dictador.

        Así, el gobierno mexicano está a punto de quebrar económicamente, pero está desvanecido en un cloaca putrefacta, política, educativa y moralmente.

        El presidente López no tiene gabinete, exclusivamente tiene floreros, y a sus “tres hermanos”, a quienes con el cariño de su dedazo ha convertido en sus “corcholatas”.

        Ciegas y obedientes, violando la Carta Magna a todo lo que da su actitud lacayuna.

        No olvidemos que los gobernados podemos hacer todo aquello que no nos prohíba el derecho; mientras los servidores público sólo pueden hacer todo aquello que expresamente el derecho les atribuya.

        Que nos diga el presidente, ¿en que precepto constitucional se le permite al secretario de Gobernación hacer campaña electoral, y presionar a garrote vil a los gobernadores y legislaturas locales, para que hagan a ciegas lo que manda el autócrata?

        Autócrata opresor que terminará como zopilote, ante el fango caótico por él creado.

        El presidente López ha ofendido a todos. Esto se lo podemos perdonar. Lo que no le podemos perdonar es que se ofenda a sí mismo.



lunes, 17 de octubre de 2022

LOGOS

Je, je, je, je, je, je, je

EBRARD ME DABA MOCHES

        Recién aseguró el presidente de México, en su púlpito comercial de todos los días: “No me interesa el dinero. Mis ingresos los maneja Beatriz. No traigo cartera ni tarjetas de crédito ni chequera. No traigo ni para pagar un café.”

        Y prosiguió en su autoelogio: “Mi escudo es mi honestidad y mi amor que es puro y se ha convertido en virtud.”

Pero poco antes le había pedido a uno de sus más cercanos colaboradores que pusiera en pantalla y declamara un poema de Rubén Darío, quien realmente se llamó Félix Rubén García Sarmiento (1867-1916).

Ese padre del modernismo hispano literario, poeta nicaragüense, armó la décima titulada ‘La calumnia’:

“Puede una gota de lodo

 sobre un diamante caer;

 puede también de este modo

 su fulgor oscurecer;

 pero aunque el diamante todo

 se encuentre de fango lleno,

 el valor que lo hace bueno

 no perderá ni un instante,

 y ha de ser siempre diamante

 por más que lo manche el cieno.”

        Exhibida y leída esa alabanza poética, en ese cada vez más desprestigiado foro de la maña-nera, no hay duda de que el presidente se autoevalúa como un “diamante”.

        Es decir, “es carbono puro cristalizado, incoloro, en bruto, pero sin pulir ni refinar”, su vanidad siempre está acompañada por su ignorancia.

        Además en ese 14 de octubre próximo anterior lo acompañó, en ese escenario machacón, Marcelo Ebrard Casaubón, secretario de Relaciones Exteriores, pero sobre todo una de sus tres corcholatas más queridas.

        Y frente a él, el presidente entre chacota y veras aceptó: “Ebrard me mandaba como jefe de la CDMX, mis moches millonarios”, al tiempo que se reía como un pícaro grosero y burlesco. “Je, je, je, je, je, je, je.”

        Con su truhanería, tuvo que responder a alguien que de inmediato lo interpeló: “¿Significa que el próximo presidente es Ebrard?”

        “No, no, no”, impugnó el presidente, “va a ser alguno de mis tres hermanos: Ebrard, Adán Augusto, o Claudia”.

        Mas volvió a sus propias discordancias descocadas: “No somos lo mismo de antes. Ya no hay tapados ni dedazo”.

Cuando todo el país sabe cómo el presidente los designó públicamente, y cómo él mismo les puso de mote: “Éstas son mis tres corcholatas”, sobajándolas sin ningún respeto para ellas.

Urgido, como ve naufragando a cada rato a sus corcholatas desgastadas, exige a una oposición de partidos políticos (ahora por él mismo divididos con todo su poderío y perversidad) “ya lancen a sus candidatos; no tengo ni debo meterme en eso”.

Pero se mete, y destapa a “43” supuestos candidatos de la oposición, número con el cual se burla (con carambola de tres bandas) del dolor de las 43 familias afectadas en el caso conocido de Ayotzinapa. Y lo hace sin ningún pudor, para eso tiene su escudo de ¿honestidad?, y su ¿amor?, que es ¿puro?, el que se ha convertido en su ¿virtud?

¿Qué no le interesa el dinero y qué no tiene ni para pagar un café? Ni sus colaboradores se lo creen.

Cuando salga de la presidencia, será un multimillonario pobre, o un pobre multimillonario, con prestanombres familiares y amigos, pero con bolsillos vacíos, porque a él no le interesa el dinero a su nombre, pero sí a su alcance.

Este futuro ex presidente vivirá de los millonarios moches, y seguirá riéndose del pueblo mexicano: “Je, je, je, je, je, je, je.”



martes, 11 de octubre de 2022

LOGOS

Premio Nobel de la Paz

EL MENTIROSO DE PALACIO

        Cuando alguien es poderoso, la gente a su derredor suele cultivarlo.

        “Señor, amaneció hoy usted con la piel muy tersa”, solía decirle como cumplido su secretario particular a un gobernador michoacano cacarizo.

        A un presidente de México de lengua ranchera arrebatada e inculta, su auxiliar, quien le preparaba discursos de ocasión, le alababa: “¡Qué buena intervención oratoria ha tenido el día de hoy!”

        Algo similar le sigue aconteciendo al actual presidente de la república, quien desde sus primeros años de gobierno ha soñado con el Premio Nobel de la Paz.

        Recuérdese que, a tras mano y en secreto, el ejecutivo federal ordenó se le propusiera para recipiendario de ese ameritado premio. La diputada morenista Carmen Patricia Armendáriz Guerra fue la encargada de postularlo, y la masa ciega de la 4T aplaudió la ocurrencia con el bobo estribillo oficial que rima “honor” con “Obrador”.

        Parecida táctica echó a andar el presidente en este año 2022, pero ahora él mismo se involucró personalmente.

        Antes de que se decidiera por parte del Comité Nobel Noruego, auxiliado por su instituto, quién o quiénes recibirían ese galardón, el presidente López se mostró visiblemente indignado en una de sus mañaneras con el Parlamento de la Unión Europea, porque supuestamente proponía al presidente de Ucrania Volodímir Zelenski y al pueblo ucraniano.

        Y nuestro presidente (con tono de ridículo aspirante enojado) externó: “¿Cómo uno de los actores en guerra va a recibir el Nobel de la Paz?, ¿qué no hay otros que luchan por la paz? Debe haber muchos más. Pero esos organismos están cooptados por el conservadurismo mundial”.

        Sólo le faltó al presidente mexicano, con su lengua viperina, exigir a esos organismos noruegos: “Voto por voto, casilla por casilla”, para exhibir plenamente tres de sus pecados capitales: soberbia, ira y egoísmo.

        Yerros que lo conducen a ser un emisor constante de mentiras, en detrimento de los mexicanos, y en daño a sí mismo.

        Tenemos un presidente que en excesiva se estima, con arrogancia marrullera. Según él, es el único presidente honrado, que no miente y no traiciona. Se califica a sí mismo como poseedor de virtudes, y amado por todos los pueblos de la Tierra. De todos los jefes de Estado del mundo, él supone que ocupa el segundo lugar en excelencia, y que pronto ocupará el primero. Todo lo malo que vivimos los mexicanos, en su mandato, López asegura no tener ninguna culpa. Los culpables, según él, son sus cinco antecesores inmediatos; ellos son los malos, mientras él es el bueno.

        Su ira es un sentimiento inmenso de desagrado, de odio y de rechazo, para los que no lo sigan ciegamente, lo que lo conduce a una agitación nerviosa que, tratando de encubrirla, le afecta a su salud personal, poniendo en riesgo la estabilidad de la nación, al fracturar la unidad de los mexicanos.

        El egoísmo presidencial lo conduce a un egocentrismo desmedido. Todo lo determina él en México, al ordenar que no haya nada que no gire en torno a Andrés Manuel.

Ese autoritarismo conduce a la dictadura; y el presidente se está ahogando en sus propias y constantes mentiras.

Comparten el Premio Nobel de la Paz 2022: una persona física, el bielorruso encarcelado, Ales Bialiatski; y, dos personas morales, Grupo Ruso Memorial y el Centro Ucraniano por las Libertades Civiles. Ésta ha sido una decisión sensata, pero al presidente mexicano le ha dolido mucho.

Parafraseo un verso del poeta español Antonio Machado (1875-1939): presidente, miente usted más de la cuenta, y hasta su verdad la inventa.

El mentiroso de palacio, nos sigue avergonzando.

 


martes, 4 de octubre de 2022

LOGOS

Tragedias del mal gobierno

DESPOTISMO DESLUSTRADO

        El líder aparente de Morena, Mario Delgado Carrillo, externó por órdenes de su amo y señor: “El ejecutivo federal… sabe cuidar su salud con la misma responsabilidad con la que gobierna al país.”

        Lo anteriormente entrecomillado significa conforme a la realidad, a la vista de los mexicanos, que el actual presidente de la república ha venido gobernando al país con una torpe contundencia que nos ha anonadado.

        Su gobierno es tan despótico como lo fue en la segunda mitad del siglo XVIII el gobierno del rey Carlos III de España (1716-1788); éste asumió todo el poder en los territorios españoles, con un autoritarismo real que terminó anulando a las fuerzas que se le opusieron.

        Empero, toda esa concentración de poder tuvo una planeación ilustrada. Desde niño, sus padres lo prepararon para el ejercicio del poder. Siendo joven lo coronaron rey de Nápoles y Sicilia, donde tuvo un éxito contundente, y logró la admiración europea.

        Ese fue el despotismo ilustrado.

        En cambio, nuestro vigente despotismo mexicano carece de talento, responsabilidad e ilustración; no tiene plan ni programas ni proyectos que correspondan a las embarazosas contradicciones que México sufre.

        El nuestro es un despotismo deslustrado.

        Sus colaboradores o cómplices dan palazos de ciegos, comandados por otro ciego superior despótico y turbio que pensó, también, ser el titiritero del crimen organizado, y ha concluido, por sus perversos enredos, siendo el títere de esos grupos delictivos con poder y tentáculos internacionales.

        Eso me hace recordar la profunda sabiduría del poeta argentino Jorge Luis Borges (1899-1986), en su doble soneto ‘Ajedrez’: “Dios mueve al jugador, y éste, la pieza. ¿Qué dios detrás de Dios la trama empieza?”

        Las tramas dolorosas, burlescas, desgastadoras, sangrientas y dialécticas, siempre tienen un manipulador, detrás de otro manipulador, quien es manipulado por otro más, y así, sucesiva de manera inacabablemente.

        Un eslabón de nuestra delgada cadena cumplió a ciegas su encomienda: “El ejecutivo federal… sabe cuidar su salud con la misma responsabilidad con la que gobierna al país”, sin reflexionar sobre su desatinado contenido.

        “La rebelión de los militares” de la que escribió puntualmente Beatriz Pagés movió el tablero nacional por falta de talento, responsabilidad e ilustración del presidente.

        El Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles ya se inauguró, pero aún no tiene los suficientes vuelos para no perder, pero lleva gastado más de 75 mil millones de pesos, y aún no se termina su infraestructura ni se han pagado multimillonarias deudas, más lo que se perdió en el proyecto del aeropuerto de Texcoco. Todo esto debido a la falta de talento, responsabilidad e ilustración del presidente.

        Aseguró el presidente que la refinería de Dos Bocas no rebasaría el costo de 8 mil millones de dólares, y que en año y medio estaría terminada. Pero ni está terminada y se han erogado más de 17 mil millones de dólares, sin que produzca ni un litro de gasolina. ¿Por qué?, por la falta de talento, responsabilidad e ilustración del señor presidente.

        En el inicio del proyecto del trenecito maya se estableció un costo de 80 mil millones de pesos, y ahora se indica que su costo será superior a 350 mil millones de pesos, más lo que se sume con el tiempo, y más lo que se reste al invaluable medio ambiente y a la apreciada arqueología de la península de Yucatán. Esto, por la falta de talento, responsabilidad e ilustración del señor presidente.

        Se les caen los helicópteros, y lanzan a la muerte a marinos y soldados, por falta de… combustible y por criminal aplicación de la mal entendida pobreza franciscana.

Vaya tragedias, lamentables, de un mal gobierno sin plan ni programas ni proyectos pertinentes.