lunes, 31 de octubre de 2016

LOGOS
¿Joder al presidente?
EL PORVENIR ESTÁ PREÑADO
        Con deseo de parecer simplón, pero a riesgo de figurar como imprudente, el Presidente Enrique Peña Nieto expresó: "... mi único propósito es que a México le vaya bien. Estoy seguro que los anteriores presidentes, también, no han tenido otra misión más que ésa... un presidente no creo que se levante ni que se haya levantado pensando, y perdón que lo diga, cómo joder a México. Siempre han pensado en cómo hacer las cosas bien para México."
        Claro que todos sabemos que los propósitos pueden ser intenciones sanas que no garantizan para nada los efectos deseados; por eso el pueblo acuñó el refrán: "de buenas intenciones está empedrado el camino del infierno".
        Es correcto que un Presidente de México en funciones reconozca, en sus antecesores, la virtud de siempre trabajar por nuestro país; y es aceptable que él exprese que hace suya esa noble misión. Y no a la inversa.
        Lo que en su frase, ya transcrita, resulta impreciso es la palabra "joder", ya que en nuestro idioma, pero en diversos tiempos y en diferentes espacios tiene muy variadas significaciones que a nadie espantan, pero que pueden resultar poco o nada pertinentes para el caso, pero sobre todo para la connotada responsabilidad del emisor.
        Para mi comentario escojo el significado de "dañar", y de inmediato pregunto, incluyendo a los dos emperadores que hemos tenido en México, si alguno de nuestros presidentes jodió al país durante su mandato, desde José Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix, alías Guadalupe Victoria, hasta Enrique Peña Nieto.
        Y seguramente las respuestas provocarían un interminable listado de jodederas que sobrellevó, y sufre, nuestro país, con independencia de las buenas pretensiones que tuvieron, o tienen, tan distinguidos jodedores.
        Algunos de nuestros mandatarios provocaron daños nacionales por maldad, otros por ignorancia, ambición, imprudencia, ligereza, irreflexión, egoísmo, torpeza, vicios, y muchas otras causales.
        No hay duda que también hemos tenido mandatarios que, con sus cualidades, y condicionados por las generaciones y los tiempos, han hecho que México se desarrolle, y los mexicanos hayan vivido, o vivan, en una atmósfera de progreso, paz, y certidumbre.
        Esto nos permite, siempre, hablar bien de México y de los mexicanos. No se preocupe ni se ocupe por ello, señor Presidente Peña Nieto.
        Pues otros son los problemas que nos aquejan; por ejemplo, los resultados que tendrán las elecciones presidenciales en EU este martes 8 de noviembre próximo, en donde el republicano Trump se duerme y se despierta pensando en la manera de joder a México.
        Mientras la demócrata Hillary no olvidará la ayudita, boba pero peligrosa, que Usted con buen propósito le brindó a Trump, ni tampoco desatenderá las disposiciones que los grandes capitales ordenen para seguir jodiendo a México.
        Por nuestra parte, no dejaremos que nadie joda al Presidente de México, ni él mismo; y que nadie joda a México.

lunes, 24 de octubre de 2016

LOGOS
Violencia y tranquilidad
NO PUEDEN HACER PAREJA
                Arely Gómez González, procuradora General de la República, expresó desde Guadalajara “que debe evitarse que la violencia arrebate a las personas su tranquilidad y que el miedo condicione a la justicia”. Al menos eso fue lo que los medios masivos de comunicación informaron.
                Lo primero que la procuración de la justicia debe evitar es la violencia, ya que no sería aceptable y, acaso, ni posible, que se deja a la violencia tal como está en el país, y que exclusivamente se evite el que dicha brutalidad nos arrebate, a los gobernados, nuestra tranquilidad.
                Entre el derecho y la vida, la tranquilidad y la violencia no pueden hacer pareja, y esto lo sabe el más limitado de los pasantes que esté haciendo su servicio en alguna agencia del ministerio público.
                Por otra parte, “que el miedo condicione a la justicia” no debe ser aceptado jamás, y en esto acierta la ciudadana procuradora, siempre y cuando tampoco se permita, por parte de los órganos encargados de la procuración de justicia y de los organismos jurisdiccionales, que la justicia emanada de ellos no vaya a condicionar o a provocar miedo y pavor en los justiciables.
                Cuando un miembro de las fuerzas armadas, o un elemento de la procuración de la justicia, o un integrante del Poder Judicial, es afectado por criminales nos agravia a toda la sociedad, y nos inquieta que quienes tienen como atribución el protegernos sufran por ello. Y en este caso, a más de agradecerles, les debemos brindar nuestro apoyo y estímulo para que no tengan miedo y para que jamás claudiquen.
                Pero también, a ellos mismos, les pedimos que nunca siembren el miedo en la población, porque así jamás auxiliarán a la justicia y, en cambio, sí motivarán que ésta sea vista como generadora de temor, y no de confianza.
                Tengo para mí, al margen de las encuestas que el INEGI ha hecho al respecto, que la sociedad mexicana cree más en el poder judicial que en las procuradurías y en los órganos policiacos.
                Y obvio que esa misma población tiene mayor simpatía por los ministerios públicos que por los policías.
                Como también observo que los justiciables esperan mejores resolutivos del Poder Judicial de la Federación que de los poderes judiciales de las entidades federativas.
                Nada hay perfecto; todo es perfectible. Esto vale más en seguridad pública, procuración de justicia y en los órganos jurisdiccionales. Empero, en México, merece mayor aceptación social el poder judicial que el legislativo y el ejecutivo, tanto estatal como federalmente.
                Y mucho debe llamar nuestra atención que el INEGI, según notas en medios masivos, dé a conocer que "el 69% por ciento de los mexicanos no confía en la Suprema Corte de Justicia de la Nación", pero sin precisarnos el método y los términos de su encuesta.
                De ser cierto lo anterior, andaríamos en focos rojos en todo lo de gobernabilidad. Por bien de todos, restablezcamos, honesta y eficazmente, la credibilidad mutua.

martes, 18 de octubre de 2016

LOGOS
Pavorosa realidad
ASESINARSE ENTRE MEXICANOS
        La violencia en México no se ha frenado, y todos seguimos siendo víctimas de ella; la inseguridad, por tanto, va ampliando sus márgenes.
        Desde los asesinatos masivos, secuestros, asaltos, violaciones, robos a casas habitación, cobros de piso, tomas de carreteras y de calles, quemas de autobuses y carros, constantes hallazgo de tumbas clandestinas, abordajes delincuenciales a transportes públicos en ciudades o en caminos federales o locales, bajas en los encontronazos entre los miembros del crimen organizado y las fuerzas armadas del país, despojos de instalaciones educativas, desde jardines de niños hasta universidades, irrupciones ilegales a todo tipo de oficinas de gobierno, más los delitos de todo tipo, están imparables.
        El anterior enlistado de nuestra pavorosa realidad cotidiana no va a la baja, sino en aumento. Y si no somos capaces de reconocerlo, nos exhibimos como ineptos para solucionarlo.
        Ningún discurso, por más bien estructurado y pronunciado que esté, puede tapar o encubrir la verdad lacerante.
        A Renato Sales Heredia, a Miguel Ángel Osorio Chong y al Presidente Enrique Peña Nieto, la población les pide hechos, y no palabras.
        Puede ser que nuestras autoridades federales, estatales y municipales, con buenas intenciones, consideren que con retórica y optimismo pudieran, si no solucionar, no agravar los problemas; empero, el caso es que se ven rebasadas e ineficientes.
        Lo menos que podemos esperar de un gobierno es que gobierne, y gobernar es tanto prevenir como remediar, aplicando el derecho y la coercitividad, sin ningún temor, y con inteligente firmeza.
        Las autoridades lo hacen mal, los criminales lo hacen peor, y las llamadas comisiones de derechos humanos no hacen, deshacen.
        A ello sumemos la desorganización de la sociedad, salvo casos de excepción, dignos de encomio; raras avis con las que no simpatizan ni funcionarios ni delincuentes.
        Y todos los implicados, víctimas y victimarios, somos mexicanos.
        Pareciera que organizaciones perversas con residencia fuera de nuestro país, con cómplices de aquí, como la de "Rápido y Furioso", tan protegida para que nadie sepa de ella por muchos años gracias a determinación presidencial estadunidense, hubiese armado un plan para que los mexicanos nos matáramos entre sí, llevando a la descomposición nuestra estructura nacional, para un fin avieso.
        Hechores de las peores cosas, a quienes el Bob Dylan, Premio Nobel de Literatura 2016 les dijera: "Ustedes, que fabrican las grandes armas. Ustedes, que construyen los aviones de la muerte. Ustedes, que construyen todas las bombas. Ustedes que se esconden tras los muros. Ustedes, que se esconden detrás de escritorios. Sólo quiero que sepan. Que puedo verlos a través de sus máscaras."
        Para agravar ese siniestro presente, la sucesión presidencial se encuentra en puerta; y desgraciadamente se advierte que los posibles contendientes también traigan sus mascaras.

lunes, 10 de octubre de 2016

LOGOS
Democracia: ¿decisión mayoritaria?
LA GRAN EQUIVOCACIÓN
        Lo ideal es que la democracia sea la decisión de todo el pueblo, a favor de todo el pueblo. Ojalá y esto se diera siempre.
        Lo real es que, equivocadamente, se acepte que la democracia se da cuando la decisión la toma la mayoría del pueblo, aunque esa disposición dañe al pueblo.
        Considero más democrática la determinación que auxilie al desarrollo del pueblo, aunque éste no la haya tomado.
        Y... ¿quién califica si la resolución auxilia o no a ese desarrollo de la mayoría? La respuesta obvia es: esa mayoría, preparada y oportuna.
        Bajaré las anteriores afirmaciones a casos concretos, por ejemplo, al acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las FARC. Dicho gobierno con facultades constitucionales firmó ese convenio que, ipso facto, fue visto con simpatía por todo el mundo, en su efecto y literalidad, pero no aceptado por una mayoría mínima de ciudadanos colombianos exclusivamente en lo que corresponde a las ventajas obtenidas por las FARC.  
        De cada 100 ciudadanos colombianos con derechos a voto, exclusivamente votaron 37; y de éstos, únicamente votaron por el "no", poco más del 50%. Este ejercicio de voto lo provocó y autorizó el Presidente Juan Manuel Santos, cegado por la inmediatez de un éxito que parecía aplaudido por todos. Acaso la abstención, por su naturaleza, es un "sí" tácito.
        Y con esa seguridad ingenua de buscar la aceptación mayoritaria del pueblo de Colombia, Santos fabricó su propia trampa.
        Así que las mariposas amarillas de un sexo desaforado en la literatura, volaron en los discursos alentados por la paz, pero se detuvieron por el precio. Entre los lepidópteros amarillos y la guerra, escogieron a las mariposas, aunque después prosiga la guerra.
        En la vida del ser humano observamos que muchos de sus acuerdos de paz traen, en sus entrañas, la semilla de las futuras guerras.
        Y bajo el papel firmado, como documento que anuncia el fin de sangrientas contiendas, siguen ardiendo los añejos rencores que forjan las confrontas mortíferas venideras.
        Ojalá y ese acuerdo de paz entre el gobierno colombiano y las FARC no sea de esa naturaleza, pues el Comité Noruego otorgó el Premio Nobel de la Paz al Presidente Juan Manuel Santos para auxiliar al éxito de ese pacto; y Santos, con humildad inteligente, no sólo debe compartir ese premio con las víctimas de la guerra, sino con todos los que han hecho, o pueden hacer, posible la paz desarrolladora de ese país hermano, entre otros, Álvaro Uribe, Hugo Chávez, Raúl Castro, Rodrigo Londoño, el Papa Francisco, y todo el pueblo unido de Colombia.
        Si hubo capacidad para convencer a las FARC, después de 52 años, con mayor razón debe haberla para persuadir a esa parte de colombianos que, encabezada por Uribe, se oponen al olvido de los delitos de algunos rebeldes, sin decir nada del olvido de los delitos de algunos funcionarios públicos.
        Sin mutuas concesiones, equilibradas y armónicas, la paz es quimera, y ese buen acuerdo corre el riesgo de ser la matriz de la próxima contienda.

jueves, 6 de octubre de 2016

LOGOS
Hillary y Trump
EL DÍA DEL PELIGRO
        La ciudadanía estadunidense, a través de su complejo procedimiento electoral, decidirá el martes 8 de noviembre del 2016 al XLV Presidente de los Estados Unidos de América.
        Aunque formalmente los candidatos son seis, dos de ellos son los que tienen la posibilidad de triunfar: la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump.
        Por obvias razones, entre otras el odio manifiesto de Trump a México y a los mexicanos, nuestra simpatía va dirigida a Hillary; y acontece lo mismo en la mayoría de los países del orbe, pues mundialmente la inclinación es a favor de la señora Clinton, ante la repulsiva y peligrosa actitud grosera del millonario Donald, su impericia, y su derechismo fascista.
        Pero ése es el sentir internacional. Distinta apreciación tiene la mayoría ciudadana de los Estados Unidos de América, quien no estando satisfecha con los prospectos, con razón o sin ella, no votarán, unos, y otros tendrán que decidir por el menos malo, según intereses y convicciones.
        Lo bueno de Trump es su presumida franqueza y su enérgico carácter, lo malo es que está alocado, majadero, sin experiencia política, y lleno de odio en las 24 horas de su día; ni siquiera se siente político, actúa como un empresario, tiene tirria por la política, y gusta de la ganancia a como dé lugar. Burdo y grosero, por una buena lana, vendería el poder atómico de su país.
        Lo bueno de Hillary es su preparación política y experiencia en el poder, lo malo es que, como parte de esa familia Clinton, está por cuarta vez en contienda para la presidencia de los EU, es de izquierda según el criterio conservador gringo, de conducta ética relajada, y corrupta, sin habérsele probado plenamente.
        Agustín Carstens, gobernador del Banco de México, agringado y cuidadoso, se ha visto obligado a declarar: “Trump como presidente sería un huracán de bastante intensidad, en particular si cumple con lo que ha venido mencionando… México estaría en mejor terreno si Hillary resultara victoriosa”. Y correlacionó a Trump con la cotización del peso, el que a su decir “está subvaluado al no reflejar los fundamentos sólidos de nuestra economía”.
        Carstens puede estar equivocado. El pueblo mexicano asegura que perro que ladra no muerde, que en EU no se hace lo que dice el presidente, porque está acotado por poderes económicos y políticos vigorosos que cuidan de sus intereses.
        Nadie nos puede garantizar que en terreno de Hillary nos vaya mejor, cuando lo bueno para nosotros debe depender de la capacidad organizada de los mexicanos y no de Hillary. Y la devaluación del peso es más culpa del gobierno mexicano que de Trump.
        La verdad, a la vista de todos, es el poderío de EU; y de esas dimensiones es la importancia del resultado electoral para elegir Presidente de los Estados Unidos de América.
        En poco más de un mes será la elección presidencial estadunidense y, a cómo andan las cosas, el día del peligro para todos, incluido EU.