martes, 18 de octubre de 2016

LOGOS
Pavorosa realidad
ASESINARSE ENTRE MEXICANOS
        La violencia en México no se ha frenado, y todos seguimos siendo víctimas de ella; la inseguridad, por tanto, va ampliando sus márgenes.
        Desde los asesinatos masivos, secuestros, asaltos, violaciones, robos a casas habitación, cobros de piso, tomas de carreteras y de calles, quemas de autobuses y carros, constantes hallazgo de tumbas clandestinas, abordajes delincuenciales a transportes públicos en ciudades o en caminos federales o locales, bajas en los encontronazos entre los miembros del crimen organizado y las fuerzas armadas del país, despojos de instalaciones educativas, desde jardines de niños hasta universidades, irrupciones ilegales a todo tipo de oficinas de gobierno, más los delitos de todo tipo, están imparables.
        El anterior enlistado de nuestra pavorosa realidad cotidiana no va a la baja, sino en aumento. Y si no somos capaces de reconocerlo, nos exhibimos como ineptos para solucionarlo.
        Ningún discurso, por más bien estructurado y pronunciado que esté, puede tapar o encubrir la verdad lacerante.
        A Renato Sales Heredia, a Miguel Ángel Osorio Chong y al Presidente Enrique Peña Nieto, la población les pide hechos, y no palabras.
        Puede ser que nuestras autoridades federales, estatales y municipales, con buenas intenciones, consideren que con retórica y optimismo pudieran, si no solucionar, no agravar los problemas; empero, el caso es que se ven rebasadas e ineficientes.
        Lo menos que podemos esperar de un gobierno es que gobierne, y gobernar es tanto prevenir como remediar, aplicando el derecho y la coercitividad, sin ningún temor, y con inteligente firmeza.
        Las autoridades lo hacen mal, los criminales lo hacen peor, y las llamadas comisiones de derechos humanos no hacen, deshacen.
        A ello sumemos la desorganización de la sociedad, salvo casos de excepción, dignos de encomio; raras avis con las que no simpatizan ni funcionarios ni delincuentes.
        Y todos los implicados, víctimas y victimarios, somos mexicanos.
        Pareciera que organizaciones perversas con residencia fuera de nuestro país, con cómplices de aquí, como la de "Rápido y Furioso", tan protegida para que nadie sepa de ella por muchos años gracias a determinación presidencial estadunidense, hubiese armado un plan para que los mexicanos nos matáramos entre sí, llevando a la descomposición nuestra estructura nacional, para un fin avieso.
        Hechores de las peores cosas, a quienes el Bob Dylan, Premio Nobel de Literatura 2016 les dijera: "Ustedes, que fabrican las grandes armas. Ustedes, que construyen los aviones de la muerte. Ustedes, que construyen todas las bombas. Ustedes que se esconden tras los muros. Ustedes, que se esconden detrás de escritorios. Sólo quiero que sepan. Que puedo verlos a través de sus máscaras."
        Para agravar ese siniestro presente, la sucesión presidencial se encuentra en puerta; y desgraciadamente se advierte que los posibles contendientes también traigan sus mascaras.