lunes, 28 de octubre de 2019


LOGOS
Gas lacrimógeno a munícipes
PRIMERO LOS POBRES
        Qué ocurrencia la de los cerca de 200 presidentes municipales: ir a la casita hogar del presidente Andrés Manuel López Obrador, ubicada en lo que fuera Palacio Nacional, a pedirle que los recibiera para plantear problemas económicos que afectan actualmente a los municipios del país.
        Su presencia agravió severamente al presidente, por eso ordenó, con su humanismo, que se les lanzara gas lacrimógeno, "para evitar una situación más grave… pues se equivocaron de instancia", según insólita explicación de AMLO para el caso.
        Se le olvidó al presidente su imperativo categórico: "primero los pobres".
        Desdeña y ataca, con fuerza pública, a la parte más pobre y débil del gobierno mexicano.
        El gobierno de nuestro país (constitucionalmente) está estructurado en tres niveles: 1 federación, con su capital CDMX (disfrazada de entidad federativa en la fila de los estados); 31 estados; y, 2457 municipios.
        Conforme un convenio ventajoso para la federación, ésta es la que recauda los impuestos y derechos más cuantiosos de todo México; y el gobierno federal es quien los distribuye. En cada entidad federativa se recolectan montos distintos, y cada una de ellas recibe participaciones federales de cantidades diferentes.
        Lo que el gobierno federal considera obtener para el año 2020 es poco más de 6 billones 96 mil millones de pesos.
        De ese enorme monto, el 19% aproximadamente va a las 32 entidades federativas; mientras el 81% se queda en las arcas del gobierno federal.
        Ese 19%, como un total, se divide en 20% para los municipios, y el 80% para los gobiernos estatales y el de la CDMX.
        Así, el único poderoso y multimillonario es el gobierno federal.
        La clase media la constituyen los gobiernos de las entidades federativas: la de mejores ingresos la CDMX, Michoacán en la media, y Tlaxcala al final.
        Los pobres, y mayoritarios, son los miles de municipios de México, unos más y otros menos; tocándoles a éstos el trato humillante de ser gaseados por órdenes del presidente AMLO, a quien se le olvida su ofrecimiento retórico: "primero los pobres".
        Y el buen juez por su casa empieza, pero no para arremeter desde su hogar (antes palacio nacional) a la parte más indigente y frágil del gobierno mexicano: los municipios; sino para imaginarnos que a éstos se les entregue el 81% de toda la recaudación, y a las entidades federativas el 19%, para que éstas le aporten a la federación el 20% de ese 19%.
        Es decir, soñemos que se reparte a la inversa, para que la pirámide no esté peligrosamente sustentada en el vértice, y para que el gobierno federal vea lo que se siente, aunque no es cosa de "quitarle el agua al pez" (o al peje), sino que legal y debidamente todos tengamos agua, al trabajar, todos, productivamente por ella.
        Más cuando el presidente AMLO presume: "trabajamos 16 horas diarias, y usamos 8 para descansar… así, es como si hiciéramos 2 sexenios en 1, y para que queden sentadas las bases de un verdadero cambio".
        Una de las leyes de la dialéctica es la relación entre la cantidad y la calidad. A mayor cantidad menor calidad, y a la inversa. Así que en cuanto más trabaje, la calidad de su labor será descendente; y de un sexenio no se harán dos, sino será un sexenio deslustrado.
        Y cuando AMLO habla en plural: "trabajamos 16 horas", no sabemos si se refiere a todos los mexicanos, o a todo el gobierno mexicano, o al federal, o al ejecutivo federal, o a su gabinete, o a su familia, o simplemente usa el pluralismo gramatical del Papa.
        En cuanto al verdadero cambio, sólo será el de las estructuras económico sociales.

martes, 22 de octubre de 2019


LOGOS
Tristeza por México
LA 4T DE UN ALMO EMBROLLADO
        Entre más explicaron lo acontecido en Culiacán, Sinaloa, más se enredaron el presidente Andrés Manuel López Obrador, y los secretarios de Seguridad Pública y de la Defensa Nacional.
        "Iban en operativo de rutina, y fueron sorprendidos", dijo uno. Otro mencionó: "Cumplimentaban la orden de un juez federal". Mientras el tercero aseguró: "Ingresaron a la casa en espera de que llegara la orden de cateo del juez".
        "Era el ministerio público y la policía", señaló; "Fue el ejército", se indicó; "Se trató de un operativo de la guardia nacional", quedó aseverado.
        "No se le alcanzó a detener", "sí se le arrestó", "se le aprehendió realmente, pero formalmente no". "Era para extraditarlo, a pedido de los EU", "EU no lo ha solicitado".
        Ante ese enredo contradictorio y penoso, hecho por los tres más importantes funcionarios de seguridad pública mexicana, el crimen organizado fue el ganador de esa batalla frente al gobierno federal; y México fue víctima de la torpeza oficial.
        Muchos muertos, demasiados heridos, daño en las cosas, afectación grave a los habitantes de esa población y mentiras oficiales del más alto nivel sobre el enfrentamiento, ante la mirada atónita del mundo, y todos descalificando la política de seguridad pública de AMLO.
        Y esos actos cada vez más violentos, según la secretaria Sánchez Cordero, "siguen ocurriendo pese a las tareas que el gobierno federal ha implementado".
        "Amor y paz", "abrazos y no balazos", "fuchi, guácala", "atacar las causas y no los efectos", "no vamos por las cabezas del crimen organizado", "pórtense bien, si no los acuso con su mamá", "dar dinero de erario (becas, auxilios, pensiones, limosnas) sin intermediarios", a nombre de AMLO y con transfondo electorero personalísimo.
        Más la justificación del presidente AMLO frente al degradante hecho de Culiacán: "Valen más, vidas y amor al prójimo, que una aprehensión".
        ¿Por qué, entonces, fueron a ejecutar esa aprehensión? Y el secretario de Defensa confesó que se actuó "precipitada e imprudentemente"; éstas, son las palabras exactas que califican la política real de AMLO: apresurada y azarosa.
        La errática conducta de un presidente educa a su pueblo. Todos sabemos, desde ahora, que para evitar las aprehensiones debemos amenazar con eficacia a la mayor cantidad de vidas humanas posibles, pues el presidente por amor al prójimo las impedirá. Y él, inconstitucionalmente, está mandando sobre los jueces que dictan esas órdenes; y, así, las aprehensiones o desaparecen de la constitución o se establecerán nuevas excepciones para no ejecutarlas.
        Pero en el caso de Culiacán no se trató de una simple aprehensión, sino se mostró a los mexicanos y al mundo que la fuerza y capacidad de organización del crimen, en nuestro país, es muy superior a las fuerzas armadas que comanda el presidente AMLO con su guasona política al respecto.
        Es cierto, "autoritarios enlutaron a México", pero ahora uno más autoritario enluta más al país, y con más muertos.
        Nadie le ha pedido a AMLO que use la violencia, sólo que sepa aplicar, y aplique, la coercitividad del derecho.
        Debe aclarar el presidente AMLO si su "doctrina de hermandad" consiste en que él está hermanado con los asesinos, secuestradores, violadores, delincuentes multimillonarios, pobres o de clase media.
        El Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, en la reciente presentación de su nueva novela "Tiempos recios", señaló: "un país no se jode en un día"; pero algunos creemos que, en un día como el de Culiacán, la política de AMLO jodió bastante a México".

martes, 15 de octubre de 2019


Carlos Torres Manzo
INTELIGENCIA DISCRETA Y EFICAZ
        "Me despido, no sé cuándo pueda retornar. Se me empiezan a olvidar los nombres Doña Rosenda, y no recuerdo quién es el autor de esa novela que lleva su nombre…", recién nos dijo Carlos Torres Manzo.
        "José Rubén Romero", le respondemos casi al unísono mi esposa y yo, ya casi para levantarnos de la mesa del restaurante moreliano en donde comimos, el día viernes 4 de octubre de este año 2019, mi esposa y yo, con Doña Luz Alou y Carlos Torres Manzo.
        Bismarck Izquierdo Rodríguez, también ahí presente, ya le estaba dando su celular al dueño del establecimiento para que con ese teléfono moderno nos tomará una foto del recuerdo a los cinco comensales.
        Durante muchos años, cada que venía a Morelia la pareja Torres Manzo, recibíamos el obsequio de su presencia y, así, llegamos a armar tertulias, agitadas y serias, con temas variados de interés social.
        Hoy, a diez días de aquel grato encuentro, recibo la llamada telefónica de Arturo Álvarez del Castillo, quien lacónico me suelta sin más: "acaba de morir el licenciado Carlos Torres Manzo".
        Le pido que me repita la noticia, y después le expreso: "como sigue siendo nuestro común amigo, te doy el pésame, y espero de ti lo mismo".
        Carlos Torres Manzo, nacido en Coalcomán, advino a una familia de clase media provinciana. Su padre fue, por muchos años, juez del Registro Civil en ese lugar, y como Carlos fuera el segundo de una familia numerosa, tuvo restricciones que él supo convertir en retos, a pesar de su corta edad.
        Su tío Ricardo Torres Gaytán, economista destacado de la UNAM, impulsó a su sobrino Carlos al estudio; éste fue inscrito en una escuela internado en Zamora, Michoacán, ahí tomó aprecio por la literatura, y se dedicó con gozoso deleite a leer la poesía de Amado Nervo, poeta nayarita que estudió en esa ciudad de Zamora en el siglo XIX.
        Torres Manzo, economista mexicano con postgrado en Inglaterra, resultó un escritor de calidad. Un decena de libros son su producción, entre novelas, cuentos y ensayos: El ameritado profesor Urzúa, Simplemente un té de limón, Cuentos de azul y verde…"
        Su discreción táctica en el mundo de las letras fue su agrado.
        Torres Manzo fue un hábil economista, lo demostró en Michoacán como gobernador, y en otros cargos de nivel federal. Como secretario, en el gabinete presidencial, no logró hacer prevalecer sus teorías, ya que le tocó un tiempo en que la economía nacional se manejaba directamente por el presidente, y desde la residencia de Los Pinos.
        Así que aplicó su discreción en el mundo de la economía, incluidas sus bien organizadas empresas.
        Carlos Torres Manzo mostró una gran habilidad en el mundo de la política, desde la presidencia de la Federación de Estudiantes de la UNAM hasta la gubernatura de Michoacán, logrando, con mucha discreción, lo que muchos de nuestros gobernadores han deseado, pero no han podido, hilar fino y calladito, para hacer que tres de sus colaboradores llegarán, a su tiempo, a la gubernatura de Michoacán, interinos, pero gobernadores a fin de cuentas.
        "Yo no soy político", aseguraba, pero operaba bien y con toda cautela dentro de esa ciencia.
        En el mundo de la educación fue sobresaliente. Organizó toda una universidad: la Latino de América, con eficiencia en todos los órdenes, pero eso sí, con especial mesura de su parte.
        A sus 94 años era un joven macizo lleno de proyectos, nunca perdió el capital, como tampoco perdió el interés; me refiero al interés más importante: el interés por vivir, y vivir de excelencia.
        Tengo mucho material histórico literario sobre la personalidad de Carlos Torres Manzo, como poseo substanciales datos de todos los gobernadores que me ha tocado en suerte conocer y tratar. Espero que pronto esa información se convierta en libro.
        Tuve con  Carlos Torres Manzo muchas diferencias; pero ambos nos encargamos de fomentar nuestra amistad.
        Los seres humanos, que destacan, causan duradera impresión en las personas a quienes han tratado. Dona Luz y Don Carlos son arquetipos perenes y estimados; a ella, a sus hijas y sus nietos, nuestra solidaridad y respeto, para él, quien tuvo la delicadeza de armar para nosotros su ceremonia de su adiós, nuestro reconocimiento y estima.

lunes, 14 de octubre de 2019


LOGOS
Los castigos de Dios
RÍNDANSE, LOS TENEMOS RODEADOS
        Desde mi infancia he oído repetidamente un chiste. El gobernador de Michoacán, un general que poco asistía al Estado, le propuso a su poderoso secretario: "Emilio, y si metemos a todos los corruptos a prisión". Contestando de inmediato el requerido: "Sí mi general, estaría muy bien, pero… quién cerraría las rejas".
        Esa pícara broma viene a cuento, por el ladino exhorto que recientemente lanzó a los corruptos el presidente Andrés Manuel López Obrador: "Ríndanse, los tenemos rodeados".
        Al parecer esa advertencia (policiacamente peliculesca) fue dirigida a los corruptos en materia de agua, medio ambiente y sector inmobiliario, pero como AMLO suele disparar su discurso en horizonte de 360 grados, ese reclamo debe interpretarse de amplio espectro.
        Se lo digo a los deshonesto del agua, para que lo escuchen los deshonestos del poder judicial federal y, entonces, estamos en presencia de un presidente de la república que les grita de cuadra a cuadra a los ministros (que en su juicio sumarísimo son deshonestos), ríndanse, los tenemos rodeados.
        Porque a la parte deshonesta del poder legislativo federal no le puede exigir que se rinda, ya que ésta se sometió desde el inicio de sus funciones como LXIV Legislatura.
        A los deshonestos (según el leal saber y entender de AMLO) de la iniciativa privada, de las universidades públicas autónomas del país, las instituciones paraestatales, los gobiernos de las entidades federativas no afectos a la 4T, la prensa no afecta, los neoliberales, los fifís y anexas, sí los incluye en la conminación: ríndanse, los tenemos rodeados.
        Ese ultimátum seguramente por pura "honestidad" no se los lanza a los múltiples y diversificados grupos del crimen organizado, a quienes cometen delitos calificados de graves en nuestra legislación penal, pues para ellos AMLO sólo impone la "durísima" prevención de que los va a acusar con su mamá.
        Al parecer, vivimos otro sexenio de chiste; algo similar a lo vivido con el presidente Vicente Fox. Con éste sobrevivimos a su comedia, ojalá, al menos, podamos decir lo mismo en la conclusión final del ejercicio lopezobradorista, sin padecer tragedias.
        Entre tanto problema que padecemos, sufrimos del contagio que el presidente en turno transmite al país: sus vicios, flaquezas e imperfecciones.
        Obsérvese, en el caso de AMLO, cómo un prudente presidente ministro de la SCJN, como Arturo Zaldívar, que recién asegura: "No es papel de la Corte subirse a una arena pública a discutir con otros actores políticos sobre lo que hacemos, porque eso desvirtúa nuestra función", se infecta de amlosis, se sube a un ring de sucia política, discute con actores, respecto a recuerdos, ciertos o equívocos, sin más sentido que el barbear al actual presidente.
        Y a esos desaciertos, sumamos la mezquina e ignominiosa afirmación del gobernador de Puebla, Miguel Barbosa: "Yo gané, me robaron la elección; pero los castigo Dios". Un egoísta peleándose con dos muertos, y denunciando a Dios como sujeto activo de un doble delito de homicidio.
        ¿Dónde está la ciencia política? Amenazada, escuchando estupefacta: "Ríndanse, los tenemos rodeados".

lunes, 7 de octubre de 2019


LOGOS
Confusiones que destruyen
NINGÚN PODER ES PARTIDO
        Recientemente el constitucionalista Diego Valadés volvió al tema de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, asunto que había tratado hace aproximadamente un año de similar manera: "La SCJN no es ni debe ser un contrapeso del gobierno. La Corte resuelve conforme a derecho y no con criterios políticos. Los contrapesos deben estar en el Congreso".
        Claro, la SCJN no puede ni debe ser contrapeso del gobierno, puesto que es gobierno, o parte del gobierno federal, y representa a un Poder: al judicial de la federación.
        Obvio, todos los resolutivos de la Corte deben estar conforme a derecho, pero el poder judicial federal no es ajeno al fenómeno político; empero, el ejercicio de sus atribuciones constitucionales debe apegarse a la política que corresponde a la administración de la justicia.
        Respecto al gobierno federal, y sus tres poderes: legislativo, ejecutivo y judicial, deben trabajar armónicamente, en base a sus atribuciones constitucionales, como pesos y contrapesos internos y equilibrados, para poder ejercer la soberanía nacional en las áreas que se les han encomendado, para servir a la población.
        Así que los pesos y contrapesos no son monopolio del poder legislativo, sino funciones de los tres poderes, y el fenómeno político les concierne a los tres, en el ámbito de sus facultades.
        El presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, motivado por Diego Valadés volvió recientemente a insistir en lo que ya había señalado: "La SCJN ha sido y seguirá siendo independiente, autónoma y defensora de los derechos humanos de todos. Es poco serio decir que el Poder Judicial es sumiso. En México, difícilmente, se ha tenido una Corte más fuerte que ésta. La Corte no es un partido de oposición es un tribunal constitucional y un órgano equilibrador que tiene a su cargo la defensa del orden constitucional mexicano. Hay personas interesadas en generar conflicto para tratar de suplir con la Corte lo que la oposición perdió en las urnas. No creo que la independencia del Poder Judicial federal esté cuestionada o en riesgo. No es papel de la Corte subirse a una arena pública a discutir con otros actores políticos sobre lo que hacemos, porque eso desvirtúa nuestra función, nos hace perder neutralidad, y a la larga quien pierde es la sociedad".
        La "neutralidad" no es un término adecuado para la SCJN. Lo que los justiciables esperamos es que todas las resoluciones del poder judicial federal sean imparciales, completas y prontas, aunque el presidente AMLO o el congreso se opusiesen a ello.
        Nadie pide que la SCJN sea fuerte, deseamos que sea honorable e inteligente, y firme en sus resolutivos.
        La SCJN no es autónoma, pues representa a un Poder que ejerce la soberanía nacional respecto a sus atribuciones constitucionales. Autónoma es la UNAM o el IMSS, pero no el Poder Judicial Federal.
        Ninguno de los tres poderes del gobierno federal son partidos políticos, y andar aclarando esto, es una equívoca política gubernativa. Estas son de las confusiones que afectan al Estado mexicano.