LOGOS
Gas lacrimógeno a
munícipes
PRIMERO LOS POBRES
Qué ocurrencia la de los cerca de 200
presidentes municipales: ir a la casita hogar del presidente Andrés Manuel
López Obrador, ubicada en lo que fuera Palacio Nacional, a pedirle que los
recibiera para plantear problemas económicos que afectan actualmente a los
municipios del país.
Su presencia agravió severamente al presidente,
por eso ordenó, con su humanismo, que se les lanzara gas lacrimógeno,
"para evitar una situación más grave… pues se equivocaron de
instancia", según insólita explicación de AMLO para el caso.
Se le olvidó al presidente su imperativo
categórico: "primero los pobres".
Desdeña y ataca, con fuerza pública, a
la parte más pobre y débil del gobierno mexicano.
El gobierno de nuestro país
(constitucionalmente) está estructurado en tres niveles: 1 federación, con su
capital CDMX (disfrazada de entidad federativa en la fila de los estados); 31
estados; y, 2457 municipios.
Conforme un convenio ventajoso para la
federación, ésta es la que recauda los impuestos y derechos más cuantiosos de
todo México; y el gobierno federal es quien los distribuye. En cada entidad
federativa se recolectan montos distintos, y cada una de ellas recibe
participaciones federales de cantidades diferentes.
Lo que el gobierno federal considera obtener
para el año 2020 es poco más de 6 billones 96 mil millones de pesos.
De ese enorme monto, el 19%
aproximadamente va a las 32 entidades federativas; mientras el 81% se queda en
las arcas del gobierno federal.
Ese 19%, como un total, se divide en 20%
para los municipios, y el 80% para los gobiernos estatales y el de la CDMX.
Así, el único poderoso y multimillonario
es el gobierno federal.
La clase media la constituyen los
gobiernos de las entidades federativas: la de mejores ingresos la CDMX,
Michoacán en la media, y Tlaxcala al final.
Los pobres, y mayoritarios, son los miles
de municipios de México, unos más y otros menos; tocándoles a éstos el trato
humillante de ser gaseados por órdenes del presidente AMLO, a quien se le
olvida su ofrecimiento retórico: "primero los pobres".
Y el buen juez por su casa empieza, pero
no para arremeter desde su hogar (antes palacio nacional) a la parte más
indigente y frágil del gobierno mexicano: los municipios; sino para imaginarnos
que a éstos se les entregue el 81% de toda la recaudación, y a las entidades
federativas el 19%, para que éstas le aporten a la federación el 20% de ese
19%.
Es decir, soñemos que se reparte a la
inversa, para que la pirámide no esté peligrosamente sustentada en el vértice,
y para que el gobierno federal vea lo que se siente, aunque no es cosa de
"quitarle el agua al pez" (o al peje), sino que legal y debidamente
todos tengamos agua, al trabajar, todos, productivamente por ella.
Más cuando el presidente AMLO presume:
"trabajamos 16 horas diarias, y usamos 8 para descansar… así, es como si
hiciéramos 2 sexenios en 1, y para que queden sentadas las bases de un
verdadero cambio".
Una de las leyes de la dialéctica es la
relación entre la cantidad y la calidad. A mayor cantidad menor calidad, y a la
inversa. Así que en cuanto más trabaje, la calidad de su labor será
descendente; y de un sexenio no se harán dos, sino será un sexenio deslustrado.
Y cuando AMLO habla en plural:
"trabajamos 16 horas", no sabemos si se refiere a todos los
mexicanos, o a todo el gobierno mexicano, o al federal, o al ejecutivo federal,
o a su gabinete, o a su familia, o simplemente usa el pluralismo gramatical del
Papa.
En cuanto al verdadero cambio, sólo será
el de las estructuras económico sociales.