lunes, 14 de octubre de 2019


LOGOS
Los castigos de Dios
RÍNDANSE, LOS TENEMOS RODEADOS
        Desde mi infancia he oído repetidamente un chiste. El gobernador de Michoacán, un general que poco asistía al Estado, le propuso a su poderoso secretario: "Emilio, y si metemos a todos los corruptos a prisión". Contestando de inmediato el requerido: "Sí mi general, estaría muy bien, pero… quién cerraría las rejas".
        Esa pícara broma viene a cuento, por el ladino exhorto que recientemente lanzó a los corruptos el presidente Andrés Manuel López Obrador: "Ríndanse, los tenemos rodeados".
        Al parecer esa advertencia (policiacamente peliculesca) fue dirigida a los corruptos en materia de agua, medio ambiente y sector inmobiliario, pero como AMLO suele disparar su discurso en horizonte de 360 grados, ese reclamo debe interpretarse de amplio espectro.
        Se lo digo a los deshonesto del agua, para que lo escuchen los deshonestos del poder judicial federal y, entonces, estamos en presencia de un presidente de la república que les grita de cuadra a cuadra a los ministros (que en su juicio sumarísimo son deshonestos), ríndanse, los tenemos rodeados.
        Porque a la parte deshonesta del poder legislativo federal no le puede exigir que se rinda, ya que ésta se sometió desde el inicio de sus funciones como LXIV Legislatura.
        A los deshonestos (según el leal saber y entender de AMLO) de la iniciativa privada, de las universidades públicas autónomas del país, las instituciones paraestatales, los gobiernos de las entidades federativas no afectos a la 4T, la prensa no afecta, los neoliberales, los fifís y anexas, sí los incluye en la conminación: ríndanse, los tenemos rodeados.
        Ese ultimátum seguramente por pura "honestidad" no se los lanza a los múltiples y diversificados grupos del crimen organizado, a quienes cometen delitos calificados de graves en nuestra legislación penal, pues para ellos AMLO sólo impone la "durísima" prevención de que los va a acusar con su mamá.
        Al parecer, vivimos otro sexenio de chiste; algo similar a lo vivido con el presidente Vicente Fox. Con éste sobrevivimos a su comedia, ojalá, al menos, podamos decir lo mismo en la conclusión final del ejercicio lopezobradorista, sin padecer tragedias.
        Entre tanto problema que padecemos, sufrimos del contagio que el presidente en turno transmite al país: sus vicios, flaquezas e imperfecciones.
        Obsérvese, en el caso de AMLO, cómo un prudente presidente ministro de la SCJN, como Arturo Zaldívar, que recién asegura: "No es papel de la Corte subirse a una arena pública a discutir con otros actores políticos sobre lo que hacemos, porque eso desvirtúa nuestra función", se infecta de amlosis, se sube a un ring de sucia política, discute con actores, respecto a recuerdos, ciertos o equívocos, sin más sentido que el barbear al actual presidente.
        Y a esos desaciertos, sumamos la mezquina e ignominiosa afirmación del gobernador de Puebla, Miguel Barbosa: "Yo gané, me robaron la elección; pero los castigo Dios". Un egoísta peleándose con dos muertos, y denunciando a Dios como sujeto activo de un doble delito de homicidio.
        ¿Dónde está la ciencia política? Amenazada, escuchando estupefacta: "Ríndanse, los tenemos rodeados".