La violencia
puede existir: en el hogar, entre la pareja, de padres a hijos, entre hermanos;
en la escuela, de autoridades a trabajadores, de trabajadores a autoridades, de
maestros a alumnos, de alumnos a maestros, entre alumnos; en las calles; en las
comercios; en las fábricas; en los mal
llamados centros de readaptación social o cárceles; en los espectáculos; en el
campo o en la ciudad; y, en fin, en todos los sitios en donde el hombre habita.
La violencia
puede configurarse a niveles de guerra, o de simple pelea callejera, por una
agresión tipificada como delito, o como simple falta a las reglas de trato
urbano.
No hay duda
que el crimen organizado tiene como herramienta a la violencia, la que también
puede ser utilizada por un simple raterillo.
Así, la
violencia puede ser a través de la fuerza física, pero también de la fuerza
moral, la económica, la religiosa, la publicitaria, usando cualquiera de los
medios de comunicación posibles, masivos o no.
Debemos
descalificar a toda violencia, desterrándola de nuestra cultura. Dentro de
nuestros usos y costumbres cotidianos debe ser extirpada toda fuerza excesiva
de tipo ilícito que afecte los derechos de cualquier individuo o persona moral.
Señalado lo
anterior, observo con preocupación las grabaciones que se publicitan sin ton ni
son, al parecer promovidas por órganos del gobierno federal, y sólo con el
perverso ánimo de desprestigiar, calumniar y
difamar a personas físicas y/o a personas morales, aplicando una
violencia cobardona.
Con esta
forma de violencia se viene dañando a partidos políticos, como al PRD y al PRI,
a Silvano Aureoles Conejo, a una persona de nombre Julián Rodríguez, y
recientemente a Leonel Godoy Rangel, quien sigue siendo gobernador de
Michoacán. Si hay algo firme en contra de ellos, al respecto, que se proceda
conforme a derecho, y que dé la cara y diga su nombre quien los denuncie.
Lo que no se
vale, es que una mano anónima filtre a medios masivos de comunicación estas
reales o teatralizadas conversaciones de supuestos delincuentes.
Y es
inadmisible que dichos medios masivos de comunicación las publiciten como si
fuera una verdad legal ya ejecutoriada, sin dar cuenta de quién las autoriza.
La gente,
ante esas publicitaciones ilegales, no debe creer, descalificando a los
calumniadores anónimos.
Es facilísimo
poner a personas a imitar voces, y a grabarlos con el texto que uno desea;
empero, es criminal y violento hacer que las publiciten masivamente como si
fuera algo cierto. ¿Por qué, si es cierto, no procede legalmente la autoridad
federal?
Suplamos a
la violencia, de todo Michoacán y de todo México, para que presida la lógica.