lunes, 21 de noviembre de 2011

Orfandad de la Derrota EL PADRE DEL CHIQUILLO

¿Quién es el causante de la derrota del PRD y del PAN en nuestra entidad federativa?
Ante esta pregunta fundamental no hay nadie que confiese públicamente su responsabilidad al respecto. Todos ocultan su propia culpa, o la miniminizan, o guardan silencio por incomprensión, o por complicidad avergonzada.
El aturdimiento del fracaso en el partido amarillo los ha llevado al extremo de multiplicar y ahondar sus diferencias; unos aceptan la realidad del triunfo del PRI, otros, en cambio, anuncian impugnaciones legales sin sustento, mientras los menos invitan desde ahora a la violencia en un mal momento, cuando el propio Andrés Manuel López Obrador ha estrenado el nuevo papel de pacifista y amoroso.
Y como reacción hacia el interior del PRD proponen lo más fácil, quitarles los cargos a sus dirigencias. En lo nacional sacar a Jesús Zambrano, y en lo estatal echar afuera a Víctor Báez. Todo como una medida visceral, antigua, y epidérmica: ¡matar al brujo que falla en sus augurios!
Los del partido azul cargan con un desasosiego en su mirada, fija en los dos hermanos Calderón Hinojosa, Felipe y Luisa María; miramiento que no llega a la condena, pero que tampoco exculpa, como esperando un algo que se aproxima: la designación del candidato panista para el 2012, y la pérdida de poder del actual Presidente de México.
Al menos en lo inmediato la catarsis de los panistas tuvo dirección hacia el exterior. La falla, han dicho irresponsablemente, fue provocada por el crimen organizado. Y ante esto, la lógica contundente de Beatriz Pagés ha sido demoledora: "¿Por qué, cuando se creyó ganadora, no se quejó... del crimen organizado?"
Y la caricatura de ALAR-CON, en la portada de la revista Siempre! del domingo próximo anterior, es tan ilustradora como irónica: el helicóptero llamado PAN destrozado por los dos pilotos, el niño Felipe con ojos cerrados, y su hermanita mayor Luisa María llena de chipotes y mallugaduras, y con votos desparramados como testimonio de su destino, recordándonos la muerte en vuelos aéreos de dos secretarios de Gobernación de este sexenio.
Total, la derrota suele ser huérfana; nadie reclama su paternidad. En cambio al triunfo del PRI le han nacido padres por todo el país. Los juicios de reconocimiento de paternidad son promovidos, en declaraciones, discursos, o charlas, por un sinnúmero de importantes personajes, y otros no tan importantes, tanto de aquí como de fuera de Michoacán. Las fotografías con los priístas triunfantes en cargos de gobernador, diputados y presidentes municipales, son exhibidas como documentales públicas, prueba plena de la presumida progenitura.
En la realidad, las derrotas y los triunfos tienen motivaciones más profundas, fundamentalmente sociales, con simples reactivos individuales.
Si existe alguna paternidad en los fracasos, o en los éxitos, es la de carácter social. ¿Quién motivó el triunfo del PRI, y de Fausto Vallejo Figueroa, en nuestra entidad federativa? Directamente la ciudadanía que salió a sufragar.
Otro día ampliaremos el tema, el que da para más.