Ante esta pregunta fundamental no hay nadie que confiese
públicamente su responsabilidad al respecto. Todos ocultan su propia culpa, o
la miniminizan, o guardan silencio por incomprensión, o por complicidad
avergonzada.
El aturdimiento del fracaso en el partido amarillo los ha
llevado al extremo de multiplicar y ahondar sus diferencias; unos aceptan la
realidad del triunfo del PRI, otros, en cambio, anuncian impugnaciones legales
sin sustento, mientras los menos invitan desde ahora a la violencia en un mal
momento, cuando el propio Andrés Manuel López Obrador ha estrenado el nuevo
papel de pacifista y amoroso.
Y como reacción hacia el interior del PRD proponen lo más
fácil, quitarles los cargos a sus dirigencias. En lo nacional sacar a Jesús
Zambrano, y en lo estatal echar afuera a Víctor Báez. Todo como una medida
visceral, antigua, y epidérmica: ¡matar al brujo que falla en sus augurios!
Los del partido azul cargan con un desasosiego en su mirada,
fija en los dos hermanos Calderón Hinojosa, Felipe y Luisa María; miramiento
que no llega a la condena, pero que tampoco exculpa, como esperando un algo que
se aproxima: la designación del candidato panista para el 2012, y la pérdida de
poder del actual Presidente de México.
Al menos en lo inmediato la catarsis de los panistas tuvo
dirección hacia el exterior. La falla, han dicho irresponsablemente, fue
provocada por el crimen organizado. Y ante esto, la lógica contundente de
Beatriz Pagés ha sido demoledora: "¿Por qué, cuando se creyó ganadora, no
se quejó... del crimen organizado?"
Y la caricatura de ALAR-CON,
en la portada de la revista Siempre!
del domingo próximo anterior, es tan ilustradora como irónica: el helicóptero
llamado PAN destrozado por los dos pilotos, el niño Felipe con ojos cerrados, y
su hermanita mayor Luisa María llena de chipotes y mallugaduras, y con votos
desparramados como testimonio de su destino, recordándonos la muerte en vuelos
aéreos de dos secretarios de Gobernación de este sexenio.
Total, la derrota suele ser huérfana; nadie reclama su
paternidad. En cambio al triunfo del PRI le han nacido padres por todo el país.
Los juicios de reconocimiento de paternidad son promovidos, en declaraciones,
discursos, o charlas, por un sinnúmero de importantes personajes, y otros no
tan importantes, tanto de aquí como de fuera de Michoacán. Las fotografías con
los priístas triunfantes en cargos de gobernador, diputados y presidentes
municipales, son exhibidas como documentales públicas, prueba plena de la
presumida progenitura.
En la realidad, las derrotas y los triunfos tienen
motivaciones más profundas, fundamentalmente sociales, con simples reactivos
individuales.
Si existe alguna paternidad en los fracasos, o en los éxitos,
es la de carácter social. ¿Quién motivó el triunfo del PRI, y de Fausto Vallejo
Figueroa, en nuestra entidad federativa? Directamente la ciudadanía que salió a
sufragar.
Otro día ampliaremos el tema, el que da para más.