lunes, 22 de febrero de 2021

 LOGOS

Amlo, héroe conscripto

PEDRADAS A SU TECHO DE VIDRIO

        Desde el cuartel de la Guardia Nacional en Sonora, el presidente Andrés Manuel López Obrador reiteró su personalísimo proyecto.

        Dijo Amlo: “Tengo una ambición legítima, y voy a lograr mi propósito. Quiero pasar a la historia como uno de los mejores presidentes”.

        Y prosiguió: “Voy a heredar un México más justo y más igualitario a nuestros hijos y a las nuevas generaciones; lucho para hacer historia”.

        Empero, repitió sus odios contra sus antecesores: “En las administraciones pasadas se buscó el lucro y el beneficio personal, haciéndose de riqueza mal habida, por lo que pasaron a la historia, pero al basurero de la historia”.

        El apetito de Andrés Manuel por pasar a la historia no es nuevo; y su pretensión es lícita.

        Ello revela que López Obrador tiene como interés primordial: “pasar a la historia”. Su empeño fundamental no es servir al pueblo, esto, sólo es un medio, ya que el auténtico fin es registrarse como personaje histórico.

        Para Amlo, la justicia y la igualdad sólo son instrumentos que requiere para llegar a su meta: ser héroe en páginas que registren su “grandeza”.

        Ese sentido histórico es de un trastocado. Nuestro actual presidente enzarzó, en su galimatías, el fin con los medios.

        Esa es parte de la raíz de sus deslates.

        Sólo así se entiende (para señalar un caso) como Andrés Manuel forja pactos con personas como Félix Salgado Macedonio.

        Para ambos, “Morena” es una señora que puede usarse. Cuando los dos hablan de “Esperanza”, piensan en otra mujer de la que se puede abusar. Y ya “Chole”, se trata de la dama que les sirve para hacer escarnio.

        López Obrador carece de sentido histórico.

        Cuando Amlo habla de mentirosos, corruptos e incapaces, que están en el basurero de la historia, escupe para arriba y lanza piedras a su techo de vidrio.

        Su gobierno ha resultado tan corrupto como los anteriores.

        No sólo con Pío y Felipa, sino que la Auditoría Superior de la Federación (ASF) ha dado a conocer los resultados de las auditorías hechas al poder ejecutivo federal respecto al año 2019.

        Les prueban inconsistencias con valor cercano a 67 mil millones de pesos en el gasto público.

        Les observan irregularidades graves en los tres proyectos claves de su administración: tren maya, refinería de Dos Bocas y Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, con “riesgosas omisiones desde su planeación”.

        Según el informe de la ASF, de ese año auditado, se han instado 1804 procedimientos resarcitorios, y 1439 procedimientos administrativos.

        A sólo un año de la administraciones de Andrés Manuel, según cifras oficiales, engordó el lucro y los beneficios personales, amasándose riquezas mal habidas.

        Por eso, conforme a la frase (no propia, pero sí plagiada por Amlo) su administración también irá al “basurero de la historia”.

        Asegura López Obrador: “Las manchas del ejército son culpa de los civiles”.

        Estamos contra esta afirmación, tan absurda, los civiles como los militares.

        También es irracional asegurar que “las manchas de los civiles son culpa de los militares”.

        Cada uno debe responder por sus culpas, tanto individual como colectivamente.

        Otra pifia histórica de Andrés Manuel es faltar al respeto a José María Morelos y Pavón; ya una vez lo confundió con Vicente Guerrero, proclamando que éste era el “autor de los Sentimiento de la Nación”.

        El único “Siervo de la Nación” que reconoce nuestra Historia es a Morelos; pero el obradorato ha incubado grotescamente un ejército electorero a los que apoda: siervos de la nación.

        Ese ultraje es para nuestro héroe; esa exigua consideración es para la gente que por necesidad busca ese ingreso; ese agravio es para todos los mexicanos; y esa actitud despreciativa afecta al propio codicioso que ansía ser héroe.

        Amlo, nuestro héroe conscripto, ha reprobado en las materias fundamentales, con calificación de menos cero.

 


domingo, 14 de febrero de 2021

 LOGOS

Amlo, pasmoso titiritero

                              EL CIRCO LA MAÑA… NERA

        El presidente Andrés Manuel López Obrador se ha convertido en un manipulador de las masas; pero ya ni las masas se dejan engañar.

        A través de la propaganda (que él mismo de manera personal genera) miente de tal forma que nos deja pasmados.

        Con el enorme poder que ha concentrado maneja, franca y abiertamente, a los tres poderes federales, a la mayoría de los estatales, a diversas instituciones y a muchos individuos convertidos en masa, o sea en “pueblo engañable”.

        Su mañanera (que ya es más ‘maña’, que nera) se ha convertido en prueba documental pública que, a futuro, servirá para mostrar en juicio sus ilicitudes.

        La voz de Andrés Manuel dice en foro nacional: “No permitiré que le quiten ni le agreguen ni una sola coma a mi proyecto para reformar la Ley de la Industria Eléctrica”.

        Y ciegamente la mayoría (morenista) en las dos cámaras del Congreso de la Unión repiten como un eco vergonzoso: “No quitaremos ni agregaremos nada al proyecto del presidente para reformar esa Ley de la Industria Eléctrica; ni una sola coma se cambiará”.

        Así, la mayoría de los diputados y senadores dejaron de ser (con su indignidad), los primeros, representantes populares y, los segundos, representantes de las entidades federativas, para convertirse en simples títeres o marionetas de López Obrador.

        Tenemos, ya, un presidente de la república que, embadurnado por sus propios embustes, perdió la dimensión y el sentido del rumbo.

        Ejemplificaré con algunas de sus mentiras.

        “Según encuestas internacionales, soy el mejor jefe de estado, soy el primero o segundo lugar”.

        Pero no mostró la indagación, ni señaló quién la hizo ni cuándo, ni con qué parámetros, ni quién la mandó hacer ni quién la pagó.

        “Somos los mejor calificados en el mundo por la política de salud en contra del Covid-19… muchos países quieren venir para aprender… tenemos al mejor epidemiólogo del planeta…”

        Pero el presidente amlo desde mayo del 2020 se proclamó como “domador de la pandemia”, y su administración indicó que llegaríamos a 6 mil muertos, porque 60 mil fallecidos por covid sería algo desastroso.

        Ahora, según el gobierno federal tenemos cerca de 210 mil muertos por ese virus; y conforme a organismos internacionales contamos con cerca de 370 mil fallecidos por la pésima política de salud del gobierno de México.

        Vivimos en un desorden difuso en materia de vacunas y de vacunación; pero, sobre todo, con un manejo electorero ilícito en tan delicada materia.

        Al presidente no le importan los muertos que ya asesinó su catastrófica política de salud pública; él, como vil comerciante neoliberal, exclusivamente demanda votos para su partido en las elecciones de este año.

        Y dentro de ese universo de mentiras inmundas, el presidente López Obrador afirmó muy horondo, al inaugurar, con farsa, un aeropuerto inexistente: “El aeropuerto Felipe Ángeles es la construcción más importante y grande en el mundo”.

        Cuando lo único grande es su mentira.

        Beatriz Pagés, con su aguda inteligencia, formuló una reseña crítica de esa comedia inaugural.

        El titiritero amlo dispuso las maniobras de aviones sin pasajeros ni maletas, con la misma inmoralidad que maneja las vacunas.

        Y para colmo, su majestad, el presidente Andrés Manuel I, decide crear un nuevo cargo público de importancia vital: “gobernador de palacio nacional”, a donde irá uno de sus favoritos.

        Como ciudadano libre, he decidido: ni un voto para el autócrata monarca.

 


lunes, 8 de febrero de 2021

 LOGOS

2666 de Roberto Bolaño

ELLA Y ÉL, COMO UN TODO

        Matar a un humano es algo endiablado. Asesinar a una mujer es 2666 veces más diabólico.

        Adopto el título de la obra “2666” del escritor chileno Roberto Bolaño (1953-2003) para darle un significado, ya que nunca explicó, el autor, por qué le puso ese nombre a su libro de más de 1235 páginas, incluyendo sus apuntes y otras narraciones vinculadas al tema delicado de que trata.

        Intuyo que 2666 fue el número de mujeres exterminadas que él registró durante su estadía en México; o, bien, nos quiso decir que ese terrible mal de “asesinar a ellas” es dos veces el demonio, considerando el significado tradicional que se da al número “666”.

        Sería aterrador que ese título encarnara al año 2666 como fecha, probable, para acabar con los femicidios en el mundo.

        Cualquier sentido que tenga el título, su texto (sobre todo “La parte de los crímenes”) es narración precisa, y sintética, de todos y cada uno de los asesinatos de mujeres realizados en la llamada ciudad mexicana de “Santa Teresa”, que es en realidad Ciudad Juárez, una gran población fronteriza de Chihuahua con los EU.

        Hace más de 20 años de aquellos escandalosos feminicidios que trascendieron a foros internacionales.

        Las descripciones de Bolaño son espantosas: “… aquellas tres mujeres tenían cortados los pezones, violadas anal y vaginalmente, con semen en la garganta, habían herido sus manos con picahielo, y una de ellas estaba empalada…”

        Bolaño pone los nombres de las asesinadas, pues los obtuvo de archivos judiciales, describiendo lo esencial de cada acta de un médico legista.

        Y sin decirlo, expresamente, nos induce a considerar que ese terrible fenómeno se dio por varias causas, entre otras: la masividad que produjeron las manufactureras, la degradación sexual provocada en ese ambiente de frontera, la atracción turística especializada en sexo e inducida por el gobierno para obtener divisas, y la impunidad para los asesinos.

        No se investigaba. Todas las policías y ministerios públicos seguían una máxima: “mejor no mover la mierda”.

        Se iniciaba el expediente, y luego se archivaba.

        En 2021, parte de México se ha convertido en Ciudad Juárez. Los feminicidios se desparramaron por nuestro país; crecieron en número y en gravedad; pero, hoy, quedan semicubiertos por los tres grandes problemas nacionales, conflictos que la administración de Andrés Manuel López Obrador ha empeorado.

        Salud, economía y seguridad pública, apuros que roban cancha y foro a los feminicidios.

        Llamativos casos del 2021.

        Marimar, en Chiapas. Durante seis meses denunció que era víctima de abuso sexual, y nadie la escuchó. Y simplemente apareció muerta.

        Karina, desaparecida en el Estado de México a finales de enero, y ahora fallecida.

        Jessica en Michoacán, donde después del asesinato el procedimiento no avanza; y sólo aparecen mensajes y manifestaciones: “Mi familia no perdona; mis amigas no perdonan; Morelia, no me olvides”.

        Prevengamos toda misoginia, como la de Félix Salgado Macedonio, (candidato de Morena a gobernador de Guerrero) en nivel de supuestas violaciones, o la del exgobernador priista de Puebla Mario Marín Torres como posible torturador de Lydia Cacho.

        Durante la presidencia de López Obrador el número de feminicidios ha aumentado. En diciembre del 2018 fueron 45; en 2019 fueron 3,874; y, en 2020 fueron 3,948; haciendo un total de 7,867 feminicidios, oficialmente reconocidos, más los que se oculten.

        Y todos los casos corresponden a un rostro de terror, específico, que forma parte de la violencia general en México, y en la especie por un machismo y un hembrismo patológicos.

        Ella y él, formamos parte de un todo llamado ser humano; y es urgente que superemos (desde el hogar, escuela, calles, medios de comunicación masiva, pero sobre todo desde un gobierno coordinador) a un patriarcado autoritario, lleno de contradicciones que ya no da más de sí.

        En esa urgencia, el presidente Andrés Manuel López Obrador no ha estado a la altura de la circunstancias.

        Y no es que yo quiera cargarle la culpa de todo; es que él, en su autoritarismo, maneja todo.

 


domingo, 7 de febrero de 2021

 

Jesús Sandoval Bustos

DE GRATA MEMORIA

        Espigado, de fuerza física y de agudo pensar. Así recuerdo a aquel joven estudiante en el primer año de la Facultad de Derecho de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo en el año 1960.

        Originario de una tierra agreste en donde a temprana edad no pocos niños portan pistola (Aguililla, Michoacán), llegó a Morelia a vivir en casa de estudiantes, de las múltiples que nuestra Universidad sigue teniendo para auxilio educativo.

        Gustaba de jugar vencidas para mostrar su energía, con mano derecha o con mano izquierda, y destacaba en ello.

        Practicaba el ajedrez, con más entusiasmo que destreza, logrando poco a poco un aceptable desarrollo.

        Fue buen estudiante. Sus inquietudes políticas lo llevaron a cargos directivas de carácter escolar.

        Durante cinco años en la facultad, como compañeros, no pudimos ser amigos, más bien fuimos adversarios.

        En la sección, originalmente, fuimos 65 alumnos. Nos llamaban “la plana mayor” a 40 discípulos consolidados por amistad desde la preparatoria en el Primitivo y Nacional Colegio de San Nicolás de Hidalgo; 20 alumnos constituían “la plana menor”, en donde destacaba Jesús Sandoval. Había también 5 condiscípulos indecisos que votaban a veces con nosotros y en ocasiones con ellos.

        Todos, vivíamos nuestra juventud queriendo conquistar al mundo, con el ansia de superarnos.

        En ese tiempo explotó, en nuestros rostros, la lucha absurda entre gortaristas y antigortaristas en el año 1963, ahondando nuestras provincianas diferencias.

        El nombre de los grupos combatientes fue paradójico.

        Que estupidez tomar el apellido del rector, de ese tiempo, como bandera, para el tamaño de aquella confronta.

        Eran lógicos los argumentos de los confrontados, respecto a nuestros problemas estrictamente universitarios de tipo académico y administrativo.

        El mundo (en ese entonces) se encontraba en plena guerra fría entre Washington y Moscú. Las embajadas de ambos países usaban a los universitarios como carne de cañón, aprovechando sus contradicciones internas (en nuestro caso) muy nicolaitas.

        En esa lucha la Universidad perdió. Alumnos, maestros y administrativos, quedamos divididos. Siempre son siniestros quienes dividen, más si son autócratas.

        La educación y el desarrollo nos condujo a la edad de la razón; y, recién egresados y titulados como Licenciados en Derecho, nos dimos a la tarea de formar una agrupación bajo el nombre y la égida de un insigne mexicano: Generación de Abogados Benito Juárez.

        Esa generación la constituimos con veinte abogados que, como estudiantes, estuvimos enfrentados política y académicamente, pero coincidiendo en principios éticos en nuestros específicos liderazgos.

        Uno de esos integrantes fue Jesús Sandoval Bustos, quien su primaria la hizo en Aguililla, su secundaria en el Internado de Coalcomán, efectuando estudios en el Seminario de Tacámbaro, pero, una vez convencido de que no deseaba ser sacerdote, se fue a la Ciudad de México a realizar su preparatoria en San Ildefonso.

        Con ese bagaje llegó al primer año de la Facultad de Derecho de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

        En Morelia novió con una jovencita agraciada de nombre Graciela Hernández Moreno, de buena y reconocida familia, a quien él llamaba “Greis”. Casó con ella, y procrearon cuatro hijos: Jesús, Ignacio Manuel, Graciela y Alejandro.

        Ese núcleo familiar, en ciernes, lo inspiró e impulso en su desenvolvimiento profesional. Jesús fue Agente del Ministerio Público y jefe de esos agentes, Juez en diferentes distritos judiciales, Magistrado del Supremo Tribunal de Justicia de Michoacán, maestro de la Facultad de Derecho, Notario Público en Apatzingán y Notario Público en Pátzcuaro.

        Ya como miembros de la Generación de Abogados Benito Juárez, Jesús Sandoval Bustos y yo, (al igual que como todos los demás integrantes) nos hicimos entrañables amigos.

        No hay duda de que la amistad florece donde menos se espera; bastan conciencias honradas de buena voluntad.

        Y como esa cordial amistad es altamente contagiosa, las familias de cada miembro de esa generación de abogados han consolidado ese enlace de amigos.

        La esposa de cada uno de esos abogados se ha unido para instituir a “las margaritas”, en reconocimiento a Margarita Maza de Juárez, esposa del reformador.

        Ahora bien, como para morir, sólo se requiere estar vivo, Jesús Sandoval Bustos cumpliendo a satisfacción su ciclo vital ha fallecido.

        Quien me dio la aciaga noticia fue Constantino Rojas, también amigo y compañero de generación.

        Frente a la muerte de Jesús debo subrayar que, sobre todo, siempre fue bienhechor, al sostener inquebrantable su empeñoso espíritu de servicio, promoviendo proyectos útiles donde quiera que estaba, sobre todo a favor de nuestra Universidad.

        De los veinte iniciales miembros de la generación, sólo sobrevivimos siete.

        El tiempo ha menguado nuestro número, pero ha aumentado nuestro espíritu jurídico, nicolaita y juarista.

        Para la familia Sandoval Hernández nuestra amistad solidaria.

        Tendremos presente a Jesús Sandoval Bustos en sus mejores momentos.

        Él nos deja: afables recuerdos, ejemplo imperecedero,  y  grata memoria.

lunes, 1 de febrero de 2021

 LOGOS

Nuestros gobiernos torpes

INTELIGENCIAS LÚCIDAS EN MÉXICO

        Cuando un gobierno es de una sola persona física se desnaturaliza, pues el gobierno es una persona moral que representa a un estado; y el estado es otra persona moral.

        Y todas las personas morales son ficciones; útiles, sí, pero creadas por la imaginación humana para lograr mejor desarrollo.

        En el momento que el presidente Andrés Manuel López Obrador es quien hace, o más bien quien deshace, en el gobierno de México, él se convierte en el único responsable de todo.

        Su supuesta enfermedad ha provocado un azaroso vacío.

        “Los dos años negros que vive la economía mexicana” (como les denomina el periodista David Marcial Pérez en su trabajo publicado por El País) es responsabilidad de Andrés Manuel.

        López Obrador prometió que, en llegando él a la presidencia, de inmediato crecería nuestra economía al 6% u 8% anual; y lo real es que en 2019 no crecimos, y en el 2020 no sólo no crecimos, sino decrecimos el 8.5%.

        Amlo es culpable de que se enredara la economía con la salud, provocando la contradicción de que “nos morimos de hambre o nos morimos de covid”.

        Es irrazonable estructurar esas dos opciones como un callejón sin salida, anunciadoras de la muerte irremediable.

        La política de salud de López Obrador es todo un rosario de barbaridades, desde sus amuletos para vencer a ese virus “inventado por mis adversarios”, como el hacerse el enfermo de covid, en perfil de víctima para seguir manipulando el sentimiento de la gente.

        Ahora que apareció Amlo en los pasillos de su mansión (el ex Palacio Nacional) se generaron variadas opiniones; respetables todas, pero cada una producto de temperamentos personales.

        Hay quienes (como el escuchado comunicador Ángel Verdugo) ven al presidente incapacitado para gobernar, por sus graves problemas de salud, y en estado de pedir licencia.

        Unos afirman que le dio un derrame cerebral, otros que un ataque cardiaco, los más, aceptan que el covid lo atacó nueve meses después de que el presidente López Obrador se proclamara como domador definitivo de esa pandemia.

        Por mi parte, lo vi y lo escuché. Noté su estudiada vestimenta y sus pasos cansinos y su voz medida, para comunicarse acicalado y teatralmente con el público.

        Así, dijo Amlo: “La pandemia no nos ha rebasado”.

        Faltó que añadiera: mi política de salud ha ocasionado, hasta el momento, más de 330 mil mexicanos muertos, más los que falten.

        Ese monto es la tercera parte de los fallecidos en la Revolución de 1910.

        Andrés Manuel citó al beisbolista Babe Ruth (1895-1948): “No se puede vencer a quien no sabe rendirse”.

        López Obrador volvió a pensar egoísta y vanidosamente, para que entendamos que él no se vence ni se rinde; y sin considerar que más de un cuarto de millón de connacionales sí han sido vencidos y rendidos por ese virus y, todo, por la pésima estrategia en materia de salud de Amlo.

        Subrayando su yoísmo nos externó Andrés Manuel, con su actitud de un comediante doliente: “Mucha gente, hasta mis adversarios, desean que yo salga bien. Gracias a ustedes, al creador, a la naturaleza y a la ciencia”.

        En estas épocas, manipular el sentimiento de las personas rinde dividendos, más si se les da dinero que no es propio, sino de los impuestos que todos pagamos al gobierno.

        Herbert Spencer (1820-1903), filósofo británico, liberalista darwiniano, dijo: “Las ideas no gobiernan ni transforman al mundo; el mundo es gobernado y transformado por los sentimientos”.

        Martin Baron, director del Washington Post, hace días externó: “La gente se fía más de sus sentimientos que de los hechos que tiene a la vista”.

        Observo, así, que el presidente López Obrador ha hecho de la política una fantasiosa tergiversación de la realidad, ha tejido su trama maniobrando sentimientos, componenda que más temprano que tarde le caerá encima.

        La situación nacional y la internacional es adversa a los mexicanos, y la capacidad de Amlo no es suficiente.

        Requerimos 126 millones de vacunas, y la demanda mundial es mucha, y la oferta poca, cara e incierta.

        En el mercado mundial los ricos se imponen, en la compra y en la venta. La ONU, con su Organización Mundial de la Salud, está semidesarmada.

        Las naciones están firmando contratos alocados, y en secreto, con severas cláusulas de confidencialidad. 

        Nuestros mentirosos locales no tienen idea de lo que está pasando.

        Tarde, como siempre, México debería (sin cejar con sus óptimos negociadores en el extranjero) tomar sus medidas y sus propios remedios, orientados por nuestros mejores investigadores.  

        México tiene inteligencias lúcidas, pero gobiernos torpes.