LOGOS
Chivo
en cristalería
LA
UNAM Y AMLO
Lo que emana del presidente Andrés
Manuel López Obrador (pensamientos, expresiones y haceres) no siempre es malo…
porque a veces es peor.
Y no es que Andrés Manuel no genere
cosas buenas, sino que cuando de él provienen aciertos, por su limitada
capacidad y su tozuda insensatez, echa a perderlo todo.
Algún día, no lejano, se explicará científicamente
a este personaje, y no necesariamente a través de la política, sino de la
psicología o, acaso, de la psiquiatría.
Recién, se lanzó en contra de su alma
mater: la Universidad Nacional Autónoma de México y, con ello, atacó a las
principales universidades de nuestro país.
Varias de sus crápulas mañaneras las dedicó
a ese tema diciendo: “La UNAM ha derivado a ser derechista…
neoliberal… conservadora… individualista… se ha puesto de perfil ante los
saqueos de los gobiernos anteriores… no ha estado a la altura de las
circunstancias…”
Como chivo en cristalería lanzó su voz
de presidente de la república (agraviando a su investidura, y en uso de un foro
costoso y personalísimo) con diatriba y reprimenda contra esa institución.
Qué la UNAM no sea perfecta, sino
perfectible, estoy de acuerdo; empero, López Obrador no se propone mejorar a
esa institución educativa de tan fuertes raíces, de tronco solvente y frutos
excelentes, unos, buenos los más, mediocres algunos, y hasta pésimos otros,
verbigracia.
La meta de Amlo es destruir; como
ejemplos, tenemos centenas de casos, desde el aeropuerto de la CDMX en Texcoco
hasta los órganos autónomos, y las fuerzas armadas.
Su pretensión es devastar. Recuérdese su
aspiración (frustrada) de crear 100 universidades, para suplir a la UNAM, a la
Nicolaita, la de Puebla, Guadalajara, Estado de México, Veracruz, Guanajuato,
Querétaro, Guerrero, Colima, Sonora, y la demás universidades de todas las
entidades federativas.
En sus alcances, limitados, cree que una
universidad se improvisa de la noche a la mañana, y sueña con que cada
universidad sea arma ideológica de la 4T, de Morena, es decir, que ciegamente
toda universidad siga los designios de Amlo a pie juntillas.
Las universidades, según el sueño de
López Obrador, no deben ser derechistas ni neoliberales ni conservadoras ni
individualistas y, además, deben investigar los saqueos de los gobiernos
anteriores al de Amlo, y, siempre, necesitan estar a la altura de las circunstancias.
¡Sobraba más, faltaba menos!; la ‘Misión
de la universidad’, clásica obra escrita por José Ortega y Gasset, queda empequeñecida
ante los dicharachos de Andrés Manuel.
López Obrador se va por lo truhan y bobo,
indicando, con breve superficialidad, qué no debe ser la universidad, pero no
se atreve a decir qué sí debe ser. Debe ser ¿izquierdista?, ¿socialista?, ¿liberal? Ante
esto calla.
Seguro dirá: debe servir al pueblo; ¡pero
esto no basta! Esto es decir nada, pues el presidente Amlo parte de que el
pueblo es él, porque él es quien determina cuándo se sirve al pueblo y cuándo
no.
Somos testigos, y las pruebas están a la
vista de todos, que durante sus tres años de mandato ha empobrecido más a los
pobres, ha aumentado el número de pobres, ha hecho más pobres a los pobres.
Esas son las circunstancias que vivimos
(y en las que sobrevivimos) creadas por el obradorato en su ejercicio gubernativo,
ya que ha provocado, con su equívoca labor de salud y seguridad públicas, cerca
de un millón de mexicanos muertos.
Algún día tiene que responder por esta
masacre que hemos padecido, exterminio tan brutal que se equipara a las
pérdidas de vidas en la Revolución Mexicana, pero sin los progresos obtenidos
por ese movimiento armado, tan cargado de respeto al individuo con sus derechos
humanos constitucionales, como prolijo en ideas humanistas en sus derechos
sociales establecidos en nuestra Carta Magna.
Un inmenso océano de voces calificadas,
incluyendo la oficial de la UNAM, le han dado certeras respuestas al señor
presidente; por mi parte, agrego con mi reflexión, una flor de cempasúchil para
nuestros muertos, los que también, no dejaron de cantarle a la vida.