lunes, 25 de octubre de 2021

 LOGOS

Chivo en cristalería

LA UNAM Y AMLO

        Lo que emana del presidente Andrés Manuel López Obrador (pensamientos, expresiones y haceres) no siempre es malo… porque a veces es peor.

        Y no es que Andrés Manuel no genere cosas buenas, sino que cuando de él provienen aciertos, por su limitada capacidad y su tozuda insensatez, echa a perderlo todo.

        Algún día, no lejano, se explicará científicamente a este personaje, y no necesariamente a través de la política, sino de la psicología o, acaso, de la psiquiatría.

        Recién, se lanzó en contra de su alma mater: la Universidad Nacional Autónoma de México y, con ello, atacó a las principales universidades de nuestro país.

        Varias de sus crápulas mañaneras las dedicó a ese tema diciendo: “La UNAM ha derivado a ser derechista… neoliberal… conservadora… individualista… se ha puesto de perfil ante los saqueos de los gobiernos anteriores… no ha estado a la altura de las circunstancias…”

        Como chivo en cristalería lanzó su voz de presidente de la república (agraviando a su investidura, y en uso de un foro costoso y personalísimo) con diatriba y reprimenda contra esa institución.

        Qué la UNAM no sea perfecta, sino perfectible, estoy de acuerdo; empero, López Obrador no se propone mejorar a esa institución educativa de tan fuertes raíces, de tronco solvente y frutos excelentes, unos, buenos los más, mediocres algunos, y hasta pésimos otros, verbigracia.

        La meta de Amlo es destruir; como ejemplos, tenemos centenas de casos, desde el aeropuerto de la CDMX en Texcoco hasta los órganos autónomos, y las fuerzas armadas.

        Su pretensión es devastar. Recuérdese su aspiración (frustrada) de crear 100 universidades, para suplir a la UNAM, a la Nicolaita, la de Puebla, Guadalajara, Estado de México, Veracruz, Guanajuato, Querétaro, Guerrero, Colima, Sonora, y la demás universidades de todas las entidades federativas.

        En sus alcances, limitados, cree que una universidad se improvisa de la noche a la mañana, y sueña con que cada universidad sea arma ideológica de la 4T, de Morena, es decir, que ciegamente toda universidad siga los designios de Amlo a pie juntillas.

        Las universidades, según el sueño de López Obrador, no deben ser derechistas ni neoliberales ni conservadoras ni individualistas y, además, deben investigar los saqueos de los gobiernos anteriores al de Amlo, y, siempre, necesitan estar a la altura de las circunstancias.

        ¡Sobraba más, faltaba menos!; la ‘Misión de la universidad’, clásica obra escrita por José Ortega y Gasset, queda empequeñecida ante los dicharachos de Andrés Manuel.

        López Obrador se va por lo truhan y bobo, indicando, con breve superficialidad, qué no debe ser la universidad, pero no se atreve a decir qué sí debe ser. Debe ser  ¿izquierdista?, ¿socialista?, ¿liberal? Ante esto calla.

        Seguro dirá: debe servir al pueblo; ¡pero esto no basta! Esto es decir nada, pues el presidente Amlo parte de que el pueblo es él, porque él es quien determina cuándo se sirve al pueblo y cuándo no.

        Somos testigos, y las pruebas están a la vista de todos, que durante sus tres años de mandato ha empobrecido más a los pobres, ha aumentado el número de pobres, ha hecho más pobres a los pobres.

        Esas son las circunstancias que vivimos (y en las que sobrevivimos) creadas por el obradorato en su ejercicio gubernativo, ya que ha provocado, con su equívoca labor de salud y seguridad públicas, cerca de un millón de mexicanos muertos.

        Algún día tiene que responder por esta masacre que hemos padecido, exterminio tan brutal que se equipara a las pérdidas de vidas en la Revolución Mexicana, pero sin los progresos obtenidos por ese movimiento armado, tan cargado de respeto al individuo con sus derechos humanos constitucionales, como prolijo en ideas humanistas en sus derechos sociales establecidos en nuestra Carta Magna.

        Un inmenso océano de voces calificadas, incluyendo la oficial de la UNAM, le han dado certeras respuestas al señor presidente; por mi parte, agrego con mi reflexión, una flor de cempasúchil para nuestros muertos, los que también, no dejaron de cantarle a la vida.



lunes, 18 de octubre de 2021

 LOGOS

Constitución de Apatzingán

ABATIR AL TIRANO

        El 22 de octubre del 1814 fue aprobado y firmado en Apatzingán el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana, día calificado por José María Morelos y Pavón como el más feliz de su vida.

        En esa fecha, Morelos ya había iniciado como estratega militar su declive, y llegaba a la culminación su ímpetu legislativo.

        Morelos trajo por mucho tiempo clavada la idea, y el ideal, de que todo individuo (más el pobre de jornal mermado) debería siempre tener un tribunal que lo escuchara y lo protegiera.

        Y hace 207 años que se realizó su añorado sueño en esa constitución, en donde del artículo 181 al 231 instituyeron al Supremo Tribunal de Justicia, a los Juzgados Inferiores y al Tribunal de Residencia, con sus facultades, sus administraciones, y su funcionamiento coordinado.

        Se equivocan quienes ven a esa constitución como una nota solitaria, inasible, sin pentagrama, ajena a la relación con otras constituciones.

        Acaso quieran enaltecerla en esa falsa soledad, pero lo único que provocan es adulterar la realidad, y empobrecer tan extraordinario trabajo colectivo.

        Pues no fue sólo de Morelos, sino, entre muchos otros, de Liceaga, Cos, Yarza, de López Rayón, Crespo, Quintana Roo, Bustamante, Sesma.

        Y esa Constitución de Apatzingán contiene influencia de sus raíces: las constituciones de Ballona, Cádiz, Massachusetts, Principios Constitucionales de Zitácuaro, Pennsylvania, Sentimientos de la Nación de Morelos; conteniendo ideas, entre otros, de Rousseau, Montesquieu, Voltaire, D’Alembert; más las aportaciones de quienes fueron a las Cortes de Cádiz enviados por los insurgentes: Ramos Arizpe de Coahuila, Cisneros de CDMX, Pérez de Puebla, Alcocer de Tlaxcala, Mendiola de Querétaro y  Gordea de Zacatecas.

        Varios ideales, con sus diferencias y matices, los unía a todos: la independencia de la Nueva España de España y de cualquier otra nación, y a la nación independiente que deseaban le pusieron un bello nombre, “América Mexicana”; la libertad, y por eso la abolición de la esclavitud; la prohibición de las castas, y por ende la igualdad y la fraternidad, para que sólo nos distinga el vicio o la virtud; y el abatir al tirano, a cualquier tirano, a quien abuse del poder político y gobierne de manera totalitaria, sin limitaciones legales, abuse de su cargo, de su poder en relación con los demás humanos, para esto eran los tribunales de residencia.

        Empero, la Constitución de Apatzingán, además de fuertes y substanciosas raíces, dio y sigue dando frutos excelentes: todo el sistema legal mexicano hasta nuestros días.

        Por ese motivo, todos en este año 2021 debemos tener claros los conceptos jurídicos de la Constitución de Apatzingán y de las ideas de sus legisladores y, a través de ellos, analizar lo que acontece, por ejemplo, en la obra de Dos Ríos, en Tabasco, México, cuando el patrón de esos miles de trabajadores es el gobierno federal, representado por las fuerzas armadas, para humillar, reprimir, despedir, lesionar, a obreros que ahí trabajan, y que exigen sus derechos laborales mínimos, sin recibirlos.

        Esos trabajadores están careciendo de un tribunal que los escuche y los proteja del patrón más brutal que tiene el capitalismo: el gobierno que se erige en Estado, y el Estado que se convierte en un solo hombre, quien autoritario y tiránico denigra a las fuerzas armadas para que se disfracen de capataces sin entrañas, y les echen la culpa a los sindicatos encubridores del maltrato a sus trabajadores.

        Donde brota un tirano debe brotar otro Morelos; mejor aún, deben emerger millones de Morelos.

 


lunes, 11 de octubre de 2021

 LOGOS

La misma gata… revolcada

“MÉRIDA” MUERE; ¡VIVA “BICENTENARIO!”

        Cada presidente mexicano llega al poder con ínfulas de inventar un México nuevo que lleve su marca, su nombre; para inmortalizarse.

        Suele, además, hacer lo contrario que su inmediato antecesor, o lo inverso de sus predecesores; y si gusta de algún viejo plan, programa o proyecto, lo copia; pero, eso sí, le cambia el nombre.

        Cree, en su malformación e ignorancia, que el nombre lo es todo.

        Un caso reciente nos lo ofrece la “Iniciativa Mérida”, la que contaba con trece años de antigüedad, la que fue un programa de cooperación entre EU, México, y algunos países de Centroamérica y el Caribe, relativo a drogas, contrabando de armas, trata de personas, migración ilegal y redes criminales de tipo internacional.

        “Iniciativa Mérida” murió hace días, sin tumba ni epitafio porque sólo se le cambió el nombre, dándole algunos retoques para cubrir apariencias.

        Su nuevo nombre: “Entendimiento Bicentenario”. Es la misma gata, simplemente revolcada.

        Era programa. Sigue siendo programa. Lo firman los presidentes de México, EU, y los demás involucrados.

        EU sigue subsidiando con sus dólares el programa, y las naciones que concurren gastan, a veces en especie, cantidades menores.

        Los fines del programa son los mismos: cada país firmante reconoce la soberanía de los demás; la colaboración de todos será efectiva; la relación es de respeto mutuo; combatiremos la violencia; lucharemos contra las causas del consumo y el trasiego de drogas; pugnaremos para que no exista contrabando de armas ni trata de personas ni redes criminales de tipo internacional; frenaremos la migración ilegal, creando empleos en los lugares donde se origina.

        En la apertura formal de los trabajos estuvieron, por México, el presidente Andrés Manuel López Obrador,  el secretario de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard, y otros; mientras por los EU asistieron el secretario de Estado Antony Blinken, el secretario de Seguridad Alejandro Mayorkas, y el Fiscal Federal Merrick Garland.

        Esos programas son armados, previamente, por profesionales eficaces y conocedores de los problemas, y de sus soluciones.

        Con anticipación, los equipos laboran desde años, meses, o semanas, antes del gran escenario final, donde sólo hay las sonrisas, aplausos, fotos, videos y los discursos, que aparecerán en los medios de comunicación masiva.

        Suele acontecer, cada vez más seguido, que el presidente López Obrador desentone, con sus supuestas improvisaciones, repetitivas, chuscas y, más que historicistas, historiburdas. Andrés Manuel prepara mucho sus intervenciones, vive para ellas.

        Pero lo que le afecta es su ignorancia, y su soberbia de ignorar que ignora.

        No sabe que Hidalgo no huía a EU; quien huía para allá era Allende, y éste llevaba encadenado a Hidalgo.

        No sabe que a Maximiliano de Habsburgo lo impuso como emperador de México Napoleón III para, aprovechándose de la Guerra Civil de EU, frenar e invadir a este país para terminar con el proyecto de crecimiento imperial de los americanos. La invasión a México no era contra Juárez, era contra EU.

        No sabe que EU planeó y organizó la caída de Porfirio Díaz, aprovechando la coyuntura socioeconómica interna del México de ese tiempo.

        Beatriz Pagés denunció con exactitud el error del obradorato: anclarse en el pasado; a donde desea arrastrar al PRI y, con él, a México.

        Un pasado que no siempre corresponde al presente que vivimos, menos al futuro que deseamos.

        El problema de México no es la cercanía con dios ni con los EU; nuestros problemas son de cientos de miles de muertos por covid e inseguridad; la falta de paz, de trabajo; la inflación generadora de miseria; las mentiras de Amlo y su corrupción; la menguada educación, en libre caída.

        Lo que urge en México es producir con calidad, logrando, para todos, una decorosa distribución de lo que produzcamos.

        La meta está al frente, no atrás. El futuro está adelante, no en el pasado.



martes, 5 de octubre de 2021

 LOGOS

Toscos embustes

 “ACABAMOS AL NEOLIBERALISMO”

        “En mi administración se acabó con la pesadilla del neoliberalismo en México”, aseguró el presidente Andrés Manuel López Obrador.

        Y de inmediato el eco cómplice del neoliberalismo mexicano (maquillado por el obradorato en nuestro país)  repitió por doquier ese embuste tan tosco.

        Pero… ¿qué es el neoliberalismo?

        Explicaré lo que es el liberalismo, el socialismo y el neoliberalismo.

        Histórica y políticamente se produjo el liberalismo a través de la Revolución Francesa (1789), la que fue influida por el liberalismo inglés, surgido en el fenómeno económico con la Revolución Industrial (1700).

        Los ideólogos de la Revolución Francesa: Montesquieu (1689-1755), Voltaire (1694-1778) y Rousseau (1712-1778), leyeron y fueron inspirados por los ideólogos de la Revolución Industrial: Bacon (1561-1626), Hobbes (1588-1679) y Locke (1632-1704).

        El Renacimiento se inició en el siglo XV y XVI, y aún no termina. Primero brotó en el fenómeno estético, en Venecia y Florencia; en el XVI estalló en el fenómeno religioso, y dividió a Europa en norte (protestante) y sur (católica); en el XVII reventó en el fenómeno educativo, científico y técnico, en la Europa del norte; al terminar el siglo XVII detonó la Revolución Industrial en Inglaterra, haciendo un convenio con la cabeza de la aristocracia, el rey reinará, pero no gobierna, y los burgueses gobiernen pero no reinan; a fines del siglo XVIII explotó a través del fenómeno político en Francia, con su revolución y su guillotina descabecedora de aristócratas, primero, y después de revolucionarios; y en el siglo XIX se extendió ese renacimiento en todas las naciones con cultura occidental, bajo principios liberales y capitalistas.

        Ha sido, y es, todo un proceso. El liberalismo adviene con el renacimiento, y se desarrolla en él. El renacimiento aún no termina. Acaso vaya a la mitad de su camino, desenvolviendo sus principios básicos.

        El mundo se convierte en antropocéntrico, dejando de ser teocéntrico; el eje ya no va a ser la religión, como lo fue en la Edad Media, sino en los fenómenos sociales, y de manera destacada en la economía. Libertad, igualdad y fraternidad, son sus banderas.

        Resuelve, el renacimiento, muchos problemas de la Edad Media que duró diez siglos, pero crea sus propios problemas, al formar sus propias contradicciones.

        El liberalismo en México llega con retraso; apenas en el inicio de la segunda mitad del siglo XIX resurge el pensamiento de José María Luis Mora, y toman los estandartes liberales los jóvenes que auxiliaron a Don Juan Álvarez para hacer triunfar la Revolución de Ayutla.

        La lucha fue encarnizada y sangrienta, Juárez, Ocampo, Degollado, los hermanos Lerdo de Tejada, Ramírez, Altamirano, Zaragoza, entre muchos otros, triunfan contra los conservadores y, después, contra el Imperio de Maximiliano de Habsburgo montado en México por Napoleón III para frenar el desarrollo imperial de EU; curiosamente, las leyes de reforma inician su aplicación con Maximiliano.

        Los liberales mexicanos del siglo XIX motivan orgullo a cualquier conciencia honrada. México dejó de ser un estado eclesiástico, para convertirse en un estado civil y laico.

        El liberalismo en el mundo y en México se desgastó al provocar más dificultades que soluciones, y llegó el socialismo, con todos sus rostros, utópicos y científicos.

        También el liberalismo sigue teniendo muchas caras.

        Marx y Engels, uniendo a la dialéctica de Hegel el materialismo del Feuerbach, inspiraron la Revolución Rusa de 1917, tomando el poder los bolcheviques, creando la URSS, siendo ganador de la Segunda Guerra Mundial con la parte aliada, y obteniendo éxitos en todos los órdenes en la Europa oriental, en China, Vietnam, Cuba y algunas otras naciones.

        Pero ya para fines del siglo XX el socialismo en el mundo se desmoronó, por contradicciones internas y externas, sin que nadie les lanzara ni un solo balazo.

        Ante esa tremenda caída, de ser un mundo bipolar, pasamos a girar en un solo eje: EU. Y a fines del siglo XX y principios del XXI manó, brutal, el llamado neoliberalismo, con epicentro en Chicago. Un liberalismo internacional, de capitales sin rostro, voraz y despiadado para acumular riqueza, y ausente de sentimiento sociales.

        Algunos países del norte europeo, con éxito, han mezclado un liberalismo capitalista con un socialismo fiscal. La comunidad europea sigue un liberalismo capitalista, con un sentido social leve o marcado, según el partido ganador en sus naciones integrantes, sobre todo en las más poderosas.

        México, tiene más ventajas que desventajas al ser vecino de EU, pero nuestra política internacional ha sido errática desde hace varios sexenios, más con el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ha destruido su porvenir (y el de los mexicanos) por su propia y marcada imprudencia.

        Del aparato bucal de Andrés Manuel salen infinidad de mentiras, como la que afirma que en nuestro país ya no hay neoliberalismo, cuando lo que él sueña es con un neoliberalismo en donde participe el gobierno federal, como un patrón insensible y ventajoso, llenó de ineptos, parientes, amigos y cómplices.

        La inflación está por encima del 10%, el gas, la tortilla, la carne, el pan, la luz, la gasolina, las verduras, transporte, las frutas, la leche, todo lo que consumimos es artículo de un neoliberalismo.

        Y el salario, entre más lo elevan, hace que se aumente más el precio de todo. ¿Qué es peor, el neoliberalismo del gobierno o el neoliberalismo de los particulares?

        Tan malo el pinto como el colorado.