LOGOS
La
misma gata… revolcada
“MÉRIDA”
MUERE; ¡VIVA “BICENTENARIO!”
Cada presidente mexicano llega al poder
con ínfulas de inventar un México nuevo que lleve su marca, su nombre; para inmortalizarse.
Suele, además, hacer lo contrario que su
inmediato antecesor, o lo inverso de sus predecesores; y si gusta de algún
viejo plan, programa o proyecto, lo copia; pero, eso sí, le cambia el nombre.
Cree, en su malformación e ignorancia,
que el nombre lo es todo.
Un caso reciente nos lo ofrece la “Iniciativa
Mérida”, la que contaba con trece años de antigüedad, la que fue un programa de
cooperación entre EU, México, y algunos países de Centroamérica y el Caribe, relativo a drogas, contrabando de armas, trata de personas,
migración ilegal y redes criminales de tipo internacional.
“Iniciativa Mérida” murió hace días, sin
tumba ni epitafio porque sólo se le cambió el nombre, dándole algunos retoques
para cubrir apariencias.
Su nuevo nombre: “Entendimiento
Bicentenario”. Es la misma gata, simplemente revolcada.
Era programa. Sigue siendo programa. Lo
firman los presidentes de México, EU, y los demás involucrados.
EU sigue subsidiando con sus dólares el
programa, y las naciones que concurren gastan, a veces en especie, cantidades
menores.
Los fines del programa son los mismos: cada
país firmante reconoce la soberanía de los demás; la colaboración de todos será
efectiva; la relación es de respeto mutuo; combatiremos la violencia;
lucharemos contra las causas del consumo y el trasiego de drogas; pugnaremos
para que no exista contrabando de armas ni trata de personas ni redes
criminales de tipo internacional; frenaremos la migración ilegal, creando empleos
en los lugares donde se origina.
En la apertura formal de los trabajos
estuvieron, por México, el presidente Andrés Manuel López Obrador, el secretario de Relaciones Exteriores
Marcelo Ebrard, y otros; mientras por los EU asistieron el secretario de Estado
Antony Blinken, el secretario de Seguridad Alejandro Mayorkas, y el Fiscal
Federal Merrick Garland.
Esos programas son armados, previamente,
por profesionales eficaces y conocedores de los problemas, y de sus soluciones.
Con anticipación, los equipos laboran desde
años, meses, o semanas, antes del gran escenario final, donde sólo hay las sonrisas,
aplausos, fotos, videos y los discursos, que aparecerán en los medios de
comunicación masiva.
Suele acontecer, cada vez más seguido,
que el presidente López Obrador desentone, con sus supuestas improvisaciones,
repetitivas, chuscas y, más que historicistas, historiburdas. Andrés Manuel prepara
mucho sus intervenciones, vive para ellas.
Pero lo que le afecta es su ignorancia,
y su soberbia de ignorar que ignora.
No sabe que Hidalgo no huía a EU; quien
huía para allá era Allende, y éste llevaba encadenado a Hidalgo.
No sabe que a Maximiliano de Habsburgo
lo impuso como emperador de México Napoleón III para, aprovechándose de la
Guerra Civil de EU, frenar e invadir a este país para terminar con el proyecto
de crecimiento imperial de los americanos. La invasión a México no era contra
Juárez, era contra EU.
No sabe que EU planeó y organizó la
caída de Porfirio Díaz, aprovechando la coyuntura socioeconómica interna del
México de ese tiempo.
Beatriz Pagés denunció con exactitud el
error del obradorato: anclarse en el pasado; a donde desea arrastrar al PRI y,
con él, a México.
Un pasado que no siempre corresponde al
presente que vivimos, menos al futuro que deseamos.
El problema de México no es la cercanía
con dios ni con los EU; nuestros problemas son de cientos de miles de muertos
por covid e inseguridad; la falta de paz, de trabajo; la inflación generadora
de miseria; las mentiras de Amlo y su corrupción; la menguada educación, en
libre caída.
Lo que urge en México es producir con
calidad, logrando, para todos, una decorosa distribución de lo que produzcamos.
La meta está al frente, no atrás. El
futuro está adelante, no en el pasado.