En un artículo periodístico de fecha 9
de mayo del 2004, Angélica Abelleyra escribe sobre la pintora Beatriz Ezban:
"La pintura la tomó por sorpresa. De niña se visualizaba escritora y más
tarde quizá filósofa pero nunca pintora".
Pues
ahora Beatriz es pintora, y la sorpresa, grata por cierto, la hemos tenido los
espectadores, observando sus 11 óleos y tres dibujos hechos con esmalte sobre
mylar, todos bajo el título Campo unificado: la frontera, los que han recorrido
diversas ciudades estadunidenses, y los que hoy todavía se encuentran en el
Museos de la Cancillería, en el centro histórico de la Ciudad de México.
Beatriz nació en el Distrito Federal en
el año de 1955, y desde muy joven se preguntaba a sí misma, al nivel de sus
posibilidades, sobre el sentido de la vida.
Se ponía a valorar el porqué y el cómo
suceden las cosas, y el para qué, ella,
y todos los demás seres humanos, estaban en este mundo.
Las clases de lógica, ética, y de
psicología la tenían fascinada. Y esto explica sus maduros razonamientos sobre
las fronteras, la migración, y la naturaleza humana.
Es muy vivificante oírla, y leer lo que
ella expresa con su pintura, y su palabra: "Ningún ser humano es ilegal.
Todos estamos legalmente aquí en la vida. Entonces, es tremendo que se diga que
alguien es ilegal. Lo ilegal es la pobreza, porque para que te den una visa
necesitas demostrar que tienes dinero, propiedades. De lo contrario es casi
imposible que te la den".
El mundo, es cierto, es la casa de
todos. Sólo la brutalidad del hombre lo ha aparcelado, ha puesto fronteras, y
sobre las líneas fronterizas está construyendo muros inexpugnables, y no para
construir una sana sociedad de naciones que armonicen entre todas con su
pluralidad, sino para crear ghettos enfermizos con divisiones inamistosas.
Así, ningún ser humano es ilegal por el
simple hecho de que es humano y está en el planeta. Algunos de los actos de los
humanos pueden ser ilegales, pero no el acto de migrar, ya que forma parte de
la naturaleza de su ser.
Beatriz Ezban considera, y expresa, que
el hecho mismo de "llamar ilegales a las personas es un pretexto para establecer
una especie de explotación".
Todo lo anterior hay que decirlo,
escribirlo, enseñarlo. Nunca lo callemos ni lo ocultemos. Ningún migrante es
delincuente, es un ser humano en el ejercicio de su derecho.
Obvio que para la migración debe haber
un orden, y este orden se logra con normas jurídicas que debemos respetar, pero
estos preceptos son administrativos y no penales.
Por migrar, puede haber faltas, pero
nunca delitos; incluso, hay países poderosos que promueven soterradamente la
migración debido a que requieren la mano de obra, pero a la vez la persiguen
penalmente para abaratar el precio del trabajo. Esto es inmoral.
¡Cuidemos a nuestros mejores recursos
humanos!