La Revolución Mexicana de 1910, con sus
aciertos y deficiencias, es uno de los principales antecedentes de lo que ahora
somos, con nuestras fortalezas y debilidades.
Nuestra generación, si por ello se entiende
a quienes vivimos en el año 2013, tuvo como abuelos, o bisabuelos, o
tatarabuelos, a actores y espectadores del movimiento revolucionario que poseyó
como alias, desde su inicio, "la bola".
Las frases de aquellos tiempos dan
noticias de ese sustantivo, tanto en panfletos como en novelas, manifiestos y
canciones: "llegó la bola", "vamos a la bola".
También le llamaron "la
refolufia" o, utilizando los nombres de sus caudillos, "maderismo, carrancismo,
villismo, zapatismo".
Sólo por ociosidad teórica podríamos
algún día analizar con la mayor objetividad posible ¿qué desarrollo hubiera
tenido nuestro país y, por eso, nosotros mismos, si no hubiera habido esa
revolución?, ¿cómo sería el México actual si a partir de la muerte de Porfirio
Díaz, el 2 de julio del 1915, se hubiese dado una evolución pacífica?
No olvidemos que don Porfirio, en su
última reelección de 1910, fue el primer Presidente de México electo para un
periodo de 6 años, lo que significa que ese fallecimiento sería del Presidente,
asumiendo el cargo el vice presidente en turno, y no Ramón Corral Verdugo, vice
presidente que murió en el año 1912.
Pero la realidad histórica no fue así,
por lo que esa bola tuvo un costo enorme, en vidas, soberanía, productividad y bienes.
Empero, esa bola reportó beneficios; en
distribución de la riqueza, en movilidad socioeconómica, en inserción a la
modernidad de aquel entonces, en cultura educativa, en una fijación más propia
de la identidad nacional, en una apreciación legal de los obreros y campesinos.
En mi preparatoria, en el Colegio de San
Nicolás de Hidalgo, leímos con placer inquietante la Crónica de la Revolución
Mexicana del en ese entonces controvertido Roberto Blanco Moheno, ahora ya casi
olvidado.
Ese texto en dos volúmenes impactó a jóvenes
y adultos. En esa época Roberto escribía para la revista Siempre!, y varios
articulistas talentosos de esa ameritada publicación, dirigida con escrupuloso
profesionalismo por José Pagés Llergo, se volcaron en comentarios sobre esa
crónica, auxiliando a que Libro-Mex-Editores produjera 12 ediciones en dos
años.
José Alvarado comentó: "... Una
cólera alegre y viril contra el mal y la farsa, contra la simulación y la
falsedad corre por casi todas las líneas escritas por él y la tinta de sus
textos es siempre encendida y fulgurante".
Francisco Martínez de la Vega escribió:
"En el libro de Blanco Moheno destaca, a mi juicio, la fidelidad, la
emoción constante, insobornable, que el autor siente en todo momento por la
causa del México auténtico, dolorido, calumniado y estafado tantas veces por
sus redentores... esta es una batalla que Roberto gana para su pueblo".
Se ha escrito mucho sobre nuestra
revolución, con distintos enfoques y estilos, pero este año rindo homenaje a
ese movimiento histórico recordando la obra de Roberto Blanco Moheno.
Sugiero que con objetividad leamos a
todos, respetemos todas las opiniones, pero no socavemos nuestros propios
cimientos.