lunes, 13 de abril de 2020


LOGOS
AMLO y su pobremanía
PRODUCIRÁ MÁS POBRES
     “Primero los pobres” es una vieja frase usada por muchos antepasados. El presidente Andrés Manuel López Obrador (sin reconocer autoría) se la apropió, y la aplica como un mandamiento religioso o un imperativo categórico moralista.
     Filósofos, papas y políticos, han esgrimido esa expresión, en diversas formas.
     Daré dos ejemplos.
     Demócrito de Abdera (460-370 a. de n. e.) escribió: “… los pobres y la pobreza en la democracia tienen prominencia, para no padecer la prosperidad de los tiranos”. El ex gobernador tabasqueño Enrique González Pedrero aseveró: “Por el bien de todos, primero los pobres”.
     AMLO repite esa aseveración mecánicamente y la usa de manera rústica, al no tener una ideología bien estructurada, transformándola en una cándida y resbaladiza manía.
     De esa locución retórica orientadora ha hecho un instrumento para operar a diario, sin ton ni son, entre los oleajes sinuosos del capitalismo salvaje que sigue vigente, capoteando la pandemia del coronavirus.
     Primero los pobres. ¿Qué debe entenderse por pobres, en economía? Contesto a la pregunta viendo el extremo máximo del concepto: los que no tienen trabajo ni vivienda ni comida ni agua ni educación, ni futuro de superación a la vista.
     El punto relativo de partida, obvio, son quienes sí tienen algo de lo anotado anteriormente.
     Quienes estén en esa excesiva miseria, quienes sobreviven en pobrezas menos duras, y quienes siendo pobres estén a punto de llegar a la clase media baja, ¿para qué son primero?, ¿para darles dinero como limosna gubernativa, y convertirlos en electores cautivos?; o, ¿los queremos primero para mejorar su educación cultural e insertarlos en estructuras productivas que les produzcan ingresos remuneradores y desarrollo?
     Pero las dádivas de AMLO, constituciones ahora, tienen sentido electorero y anclan en la pobreza a los receptores de la caridad.
     Tan real es lo anterior, como cierto es que vivimos en un sistema capitalista en donde los controles del engranaje se encuentran diseminados por el mundo, teniendo como eje y autoridad al gobierno de los Estados Unidos de América, para muchas naciones que giramos en su órbita.
     Todo capitalismo está integrado por dueños del capital, y por trabajadores; éstos por su esfuerzo productivo obtienen unas prestaciones con salario. Y los pobres, los que ni siquiera tienen trabajo, sirven para aumentar la oferta de mano de obra, abaratándola.
     Ante esa verdad, el autoritarismo de AMLO es confuso y errático.
     Si quiere acabar con el capitalismo en México, que lo diga francamente.
     Si lo que pretende es mejorar al capitalismo en México, para que no sea tan salvaje, que lo hable con claridad.
     Si lo que desea es que los dueños del capital ya no sean las familias Slim, Larrea, Salinas, Bailléres, Gonda de Rivera, y Aramburuzabala; sino pretende cambio de multimillonarios, para que ahora sean las familias que AMLO diga e imponga, que lo exprese con precisión.
     Al no ser diáfano, lo único que hace López Obrador es tontear a costa de la economía mexicana, la que tiene un capitalismo que ya ni siquiera es nacionalista, sino que es internacional.
     Si lo primero son los pobres, a quienes la mayoría de los mexicanos deseamos auxiliar eficaz y honestamente para que dejen de ser pobres, ¿por qué AMLO se empeña en que sigan siendo pobres, aplicando una política de pordioserismo improductivo electorera que provocará que los 130 millones de mexicanos seamos pobres?
     Anda mal el presidente.
     A mí no me agrada el sistema capitalista, pero mientras vivamos en él, es necesario distribuir mejor la riqueza producida, mejorando y fortaleciendo al capitalismo.
     Pero si destruimos al capitalismo, sin tener un mejor modelo económico superior, lo único que obtendrá esta generación es mayor miseria.
     La pobremanía (o manía por los pobres) de AMLO, conduce a México al aumento de indigentes, agravando la pobreza.