lunes, 19 de enero de 2015

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RESOLVER LOS PROBLEMAS A BALAZOS
        Lo mejor de nosotros, según creencia de la mayoría de los mexicanos, se sintetiza históricamente en las tres etapas que ponderamos en nuestras manifestaciones culturales: Independencia, Reforma, y Revolución.
        Para colmo de nuestro error, interpretamos a esos tres respetables movimientos en su etapa inicial de lucha armada; es decir, lo mejor es cuando comienzan los balazos, cuando se presentan los valientes en franca oposición a las fuerzas armadas del gobierno constituido, cuando los mexicanos se matan entre sí, cuando iniciamos la resolución de problemas asesinando a nuestros enemigos.
        Valoro mucho a quien con su inteligente osadía, e intrepidez talentosa, inician un movimiento de guerra necesaria en contra de poderosos que, siendo gobierno, ya han agotado sus posibilidades de servicio, y se aferran a seguir saqueando al erario que pertenece a la población.
        Así, rendimos honor a la generación de Hidalgo, Juárez, y Madero, a sus predecesores y a quienes con violencia inevitable dieron desarrollo a esos ideales.
        Empero, en México también tenemos héroes de la paz, tan dignos y llenos de decoro como nuestros héroes de la guerra; de éstos, suele la memoria histórica omitir sus actos humanos y cotidianos, y exclusivamente recordar sus momentos épicos.
        Sin embargo, Hidalgo, Juárez, y Madero, como todos sus seguidores con reconocida celebridad, tuvieron sus pasiones, sus deslices, sus fogosidades amorosas, sus equívocos, ya que todos fueron humanos, pero siéndolo, acometieron actos trascendentes en beneficio del desarrollo de nuestro país.
        Ahora, no debemos auto entramparnos con la gratitud exclusiva a esos protagonistas de la guerra, sino urge aquilatar a quienes en la paz, y con ella, han auxiliado a dar solución a muchos de nuestros problemas, logrando así desarrollo social, reconociendo que también en ellos subsistió la condición humana con todos sus pros y contras, virtudes y vicios.
        Establecido lo anterior, recordaré que el 25 de enero del 1935, hace 80 años, el maestro Antonio Caso publicó en el periódico El Universal, un artículo bajo el título de La Filosofía Jurídica y el Materialismo Histórico, en donde, entre muchas afirmaciones ciertas o no, externó una regla epistemológica de especial valor: "Nada puede ser objeto de conocimiento sin ser respetado en su integridad".
        Ese artículo de Caso fue uno de tantos que se entrecruzaron, en franco combate académico, pero en paz, con Vicente Lombardo Toledano y Francisco Zamora, también dos intelectuales mexicanos. Éstos abanderaron la educación socialista para el México de aquel entonces, aquél se opuso a ella. Llenos de conceptos hirientes, profundos, mordaces, ingeniosos, desde el 1933 al 1935, esgrimieron su expresión escrita y oral, para convencer con ideas e  ideales.
        Los tres mexicanos de bien, de paz, inteligentes, de pensamientos opuestos, los observo como arquetipos de actos de heroicidad cultural, educativa, y de aportación pacífica. No así algunos de sus seguidores que en esa época ejercieron violencia, descalificada por los polemistas.
        ¡Honor a ellos!, que son y seguirán siendo aleccionadores motivos de recuerdo.