H. G. Wells
LOS OJOS DE DAVIDSON
Herbert George Wells (1866-1946) fue un escritor
británico que, preparado científica y filosóficamente, le dio por escribir
novelas de ciencia ficción, sin buscar la perfección lingüística.
Con toda claridad supo externar su
posición personal frente a uno de los atributos de la estética: "Yo hago
honradamente lo que puedo por evitar repeticiones en mi prosa, y realizo cosas
así en mi leguaje escrito, pero sin más, no tengo ningún interés en escribir
por la exclusiva belleza del lenguaje".
¡Vamos!, Wells lo que más apreció fue la
sustancia del decir, y no la forma de expresarse. Esto lo condujo a ampliar sus
horizontes, y a fijarlos distantes, buscando otear el futuro del Hombre.
En ese avizoramiento llegó a imaginar
que los seres humanos, algún día, estarían viendo con sus propios ojos paisajes
y acciones que estuvieran aconteciendo a decenas de miles de kilómetros del
sitio en donde su cuerpo se encontraba.
Describió lo anterior en una narración
titulada EL EXTRAORDINARIO CASO DE LOS
OJOS DE DAVIDSON; cuento, éste, que se editó por primera vez en 1895,
cuando ni por asomo había lo que hoy denominamos la televisión, con los
televisores, los televidentes, y todo el equipo humano y técnico que ha hecho
posible el desarrollo de este medio masivo de comunicación, incluso, como
instrumento eficaz de poder, y no para bien.
Wells lo presenta como su testimonio
sobre un hecho acaecido en el espacioso laboratorio de la Escuela Politécnica
de Harlow, situada entre Cambridge y Londres, en la Gran Bretaña.
Ahí su despacho era vecino al
laboratorio del imaginario investigador Sidney Davidson, quien en un proceso de
pesquisa científica provocó ruidos tan estridentes como las explosiones,
quedando alterado de sus ojos por meses, los que veían paisajes y conductas
humanas en las islas de los mares del sur, mientras su cuerpo y el resto de sus
sentidos seguían estando en Inglaterra.
Su experiencia era increíble, y sólo fue
comprobable plenamente, en su veracidad, cuando el teniente Atkins de la Armada
Real visita Harlow y habla públicamente de sus experiencias y aventuras en
aquellas tierras cercanas a la Antártida, las que con toda exactitud iban
coincidiendo con lo visto desde muy lejos por los ojos afectados de Davidson.
Pero ese cuento de Wells es acompañado
por sus reflexiones, motivadas por sus inquietudes en el campo de la ciencia
ficción: "... uno sueña en el futuro de las más curiosas posibilidades de
intercomunicación, con pasar cinco minutos a intervalos regulares en el otro
lado del mundo... es posible vivir visualmente en una parte del mundo, mientras
el cuerpo de uno vive físicamente en otra."
Obvio que todos los científicos que
soñaron con eso, y que llevaron a cabo varios experimentos, por lo general con
animales, han de haber dejado ciegos o afectados a varios perros, primates, y a
otros compañeros nuestros del reino zoológico, antes de que el hombre
padeciera, y gozara, de la TV.