México, el mundo, y
la ONU
REGULAR GANANCIAS EN
EL 2015
El llamado Año Nuevo es, para todos, tan
novicio como flamante. Llegó inédito, y en él escribiremos con nuestros
pensamientos, expresiones y conductas, todo lo que cargue hasta fenecer, a las
24 horas del día 31 de diciembre del 2015.
Soy consciente de que lo externado no es
verdad al cien por ciento, ya que las cargas y las cicatrices del 2014 y los años
anteriores nos acompañarán para toda la vida; pero en un porcentaje
considerable, a partir de lo que es, el contenido de este año 2015 es
responsabilidad nuestra.
La tabula rasa aristotélica no tiene una
naturaleza absoluta, ya que al nacer, todo ser humano lleva endosos de
registros hereditarios y culturales de irrefrenables consecuencias.
La verdad, como la observo, es que no
hay borrón y cuenta nueva. Todo en los niveles humanos tiene causas y efectos;
y en forma dialéctica, los primeros se convierten en los segundos, y éstos en
aquéllos, como una cadena sin fin.
Total, conforme a la contabilidad que de
los años hace el Calendario Gregoriano (1582), aplicable a todo el mundo por el
dominio que sobre él ha tenido la llamada Cultura Occidental, se ha iniciado el
año 2015; y, en él, quisiéramos desarrollo económico para todos, mundial,
nacional, y estatalmente; pero, ¿cómo lograrlo?
¿Cómo lograrlo en un sistema en donde el
desarrollo económico de unos se finca, injustamente, en el subdesarrollo de la
mayoría?; en donde la riqueza de los pocos es producto de la pobreza de los
más.
En un mundo en donde el mecanismo del
desarrollo se basa en estimular y premiar la ambición personal de cada sujeto,
o de cada país, sin límite cual ninguno para concentrar riqueza en unas pocas
familias, o en un grupo reducido de naciones, instituyendo, así, un
procedimiento aceptable con un efecto catastrófico.
Si no se provocara y gratificara ese
apetito, la productividad en todo descendería aceleradamente, por lo que debemos
sostener esta parte de nuestra forma de organización.
Por otro lado, es claro que para obtener
mayor productividad y rendimiento es preferible la concentración de capital que
la atomización del mismo, por lo que debemos aceptar este sistema de aglutinación.
Pero aceptadas esas dos partes del
actual sistema económico, lo inaceptable es generar concentradores de capital
irresponsables, carentes de sensibilidad social, incapaces de responder, a
favor de los demás, del privilegio que tienen como concentradores.
Y como esa responsabilidad social que
tienen, por concentrar en su patrimonio la riqueza pública, no puede dejarse a
su capricho la aplicación de la misma, debe imponérseles a través normas
jurídicas fundamentales, por su riqueza, las modalidades que dicte el interés
social y público.
Así, regulemos los lucros, y la
aplicación de esas ganancias. Ésta es una tarea para México y los países del
mundo, y para la Organización de las Naciones Unidas, por la globalización. ¡Es
urgente cumplir con ella en el 2015!