lunes, 5 de enero de 2015

México, el mundo, y la ONU
REGULAR GANANCIAS EN EL 2015
        El llamado Año Nuevo es, para todos, tan novicio como flamante. Llegó inédito, y en él escribiremos con nuestros pensamientos, expresiones y conductas, todo lo que cargue hasta fenecer, a las 24 horas del día 31 de diciembre del 2015.
        Soy consciente de que lo externado no es verdad al cien por ciento, ya que las cargas y las cicatrices del 2014 y los años anteriores nos acompañarán para toda la vida; pero en un porcentaje considerable, a partir de lo que es, el contenido de este año 2015 es responsabilidad nuestra.
        La tabula rasa aristotélica no tiene una naturaleza absoluta, ya que al nacer, todo ser humano lleva endosos de registros hereditarios y culturales de irrefrenables consecuencias.
        La verdad, como la observo, es que no hay borrón y cuenta nueva. Todo en los niveles humanos tiene causas y efectos; y en forma dialéctica, los primeros se convierten en los segundos, y éstos en aquéllos, como una cadena sin fin.
        Total, conforme a la contabilidad que de los años hace el Calendario Gregoriano (1582), aplicable a todo el mundo por el dominio que sobre él ha tenido la llamada Cultura Occidental, se ha iniciado el año 2015; y, en él, quisiéramos desarrollo económico para todos, mundial, nacional, y estatalmente; pero, ¿cómo lograrlo?
        ¿Cómo lograrlo en un sistema en donde el desarrollo económico de unos se finca, injustamente, en el subdesarrollo de la mayoría?; en donde la riqueza de los pocos es producto de la pobreza de los más.
        En un mundo en donde el mecanismo del desarrollo se basa en estimular y premiar la ambición personal de cada sujeto, o de cada país, sin límite cual ninguno para concentrar riqueza en unas pocas familias, o en un grupo reducido de naciones, instituyendo, así, un procedimiento aceptable con un efecto catastrófico.
        Si no se provocara y gratificara ese apetito, la productividad en todo descendería aceleradamente, por lo que debemos sostener esta parte de nuestra forma de organización.
        Por otro lado, es claro que para obtener mayor productividad y rendimiento es preferible la concentración de capital que la atomización del mismo, por lo que debemos aceptar este sistema de aglutinación.
        Pero aceptadas esas dos partes del actual sistema económico, lo inaceptable es generar concentradores de capital irresponsables, carentes de sensibilidad social, incapaces de responder, a favor de los demás, del privilegio que tienen como concentradores.
        Y como esa responsabilidad social que tienen, por concentrar en su patrimonio la riqueza pública, no puede dejarse a su capricho la aplicación de la misma, debe imponérseles a través normas jurídicas fundamentales, por su riqueza, las modalidades que dicte el interés social y público.
        Así, regulemos los lucros, y la aplicación de esas ganancias. Ésta es una tarea para México y los países del mundo, y para la Organización de las Naciones Unidas, por la globalización. ¡Es urgente cumplir con ella en el 2015!