Es obvio que el Presidente Enrique Peña
Nieto ya no vive en la luna de miel que se obsequia en la política a quien se
inicia en el ejercicio de ese cargo.
Su primer informe de gobierno, rendido
en un escenario casero y ante un público afín y cautivo, fue pronunciado en
buen tono de voz y con una retórica demasiado gastada.
Dicho sea con respeto, y en honor a la
verdad, todos los informes presidenciales se parecen demasiado, al menos los
percibidos por esta generación de mexicanos sobrevivientes de un verdadero
rosario de crisis sexenales.
Sólo varía la voz, pero las palabras
resultan demasiado antiguas. Es el nuevo sonido de los viejos conceptos
carcomidos por el monótono uso, ante oídos cada vez más recelosos al observar
una realidad distinta a lo informado.
Obvio que hay un esfuerzo producido por
esa generación que encabeza el Presidente Peña Nieto. Y no pocos seguimos
confiando en su buena fe; sin embargo, notamos tantas fallas e incongruencias
que nos mueven a la preocupación por el futuro de los mexicanos.
Se le ve tan cercado por colaboradores
que parecen no estar a la altura de las circunstancias, como envuelto por un
sinnúmero de turbulencias peligrosas, ya educativas como económicas, políticas
como energéticas, de seguridad y de espionaje gringo.
Su aceptable intención de transformar a
México, para bien, se contrarresta con procedimientos y tácticas que parecen ir
en sentido inverso a lo que desea.
Quiere el crecimiento económico del país
para acabar con el hambre, o al menos reducirla, pero los índices reales
reportan un drástico decrecimiento, y un aumento en la pobreza.
Desea mejorar a los maestros, a los
alumnos, a la educación, pero provoca agitación y retraso en el fenómeno
enseñanza aprendizaje.
Todos, incluyéndole, a él, deberíamos
reflexionar con responsabilidad sobre lo que nos está pasando. El pacto no
tiene futuro si únicamente es con partidos políticos, por más respetables que
éstos pudiesen ser.
Las juntas de notables nunca han
aportado a la república nada bueno, más si tienen naturaleza electoral de
intermediación. La república no puede convertirse en reprivada.
Las protestas sociales se han convertido
en el pan, en el pri, en el prd de cada día. Los obreros y los campesinos
quedaron borrados de los informes, y a la clase trabajadora, la que realmente
produce, no se le puede ignorar.
Del Primer Informe Presidencial, en su
propia literalidad y en el paisaje humano asistente a dicha ceremonia, se
traslucen las debilidades del gobierno. Éste es el primer informe, y la primera
llamada.
La permanente crispación social
sostenida en contra de las reformas intentadas no debe ignorarse. El propósito
general de las reformas promovidas, en el fondo, puede ser bueno para México,
pero se requieren tácticas eficaces y operadores eficientes.
La vida del país no marcha bien, y la
calificación real para el Presidente no es la que quisiéramos la mayoría de los
mexicanos.