miércoles, 1 de octubre de 2014

Matarnos, entre sí, no es negocio
CON VIOLENCIA NADA SE LOGRA
        Matarnos unos a los otros no es negocio. Con la violencia, al final, nada se logra. La fuerza, sin la razón, es la debilidad más cobarde.
        Vale, lo expresado, ante tanto desatino iracundo que corre por México. Un dramático ejemplo lo tenemos en el caso Tlatlaya, poblado mexiquense en donde al parecer el 30 de junio de este año se enfrentaron los criminales al ejército. Y en donde también al parecer, en virtud de denuncias e investigaciones no gubernativas, ese enfrentamiento no existió.
        Hubo, sí, una supuesta ejecución a sangre fría cometida por un oficial y siete soldados de las fuerzas armadas en contra de 22 supuestos criminales.
        Empero, al parecer, funcionarios públicos de muy alto nivel supieron del caso y lo encubrieron por cerca de tres meses. Y ahora corre por todo el mundo la noticia para, de manera absurda e injusta, calificar a México y a los mexicanos como salvajes y virulentos. Lo que ni es cierto, y sí resulta cruel e indebido.
        Ese ejemplo no es único. Constantemente, en ciertas entidades federativas, sufrimos esos casos. Obsérvese que otra vez los reflectores del mundo se han orientado a la situación de los normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, en donde al parecer la policía acribilló a dos estudiantes, desatando que hasta el momento vayan 8 muertos más por enfrentamientos posteriores. Recientemente Purépero vive algo similar.
        Preocupa el aumento de esos hechos; pero, siendo ciertos, es falso que todo México así se encuentre.
        No deben deformarse y acrecentarse esos acontecimientos; más cuando la mayoría de los mexicanos decimos no a la violencia, exigiendo la aplicación del derecho.
        Los integrantes de nuestras fuerzas armadas son profesionales; sin embargo, las equívocas formas de organización provocan, en algunos de ellos, miedo, prisa, y el ciego coraje de la impotencia.
        Por igual, nuestro sistema socioeconómico en su conexión globalizadora ha producido a nuestras organizaciones criminales, en donde sus miembros se manejan con pánico, urgencias, ambiciones encontradas y odios profundos.
        Lo anterior constituye a nuestras contradicciones agudizadas, las que si no se manejan con inteligencia, por parte de los involucrados, se ahondarán, creando peligrosos estallamientos.
        No deja de haber en el gobierno, en los medios masivos de comunicación y entre grupos de poder, quienes no van al origen del problema, quedándose en la superficialidad vacua y parcial.
        "Es lo que nos dejó Calderón y el PAN", "Es lo que está sembrando la morena de López Obrador", "Es que regresó lo peor del PRI", dicen con torpe malicia interesada, cuando ese decir nos desvía del fondo de la cuestión: nuestra estructura socioeconómica enferma, la que con sus discordancias agravadas nos complica los problemas, y nos limita en la aplicación de soluciones.
        El Presidente Enrique Peña Nieto tiene la gran oportunidad de lograr la concordia, si se decide a orientar el esfuerzo de su administración hacia esa meta. A ese empeño, ¡sumémonos todos!