Conducta de idiotas
FISIOLOGÍA DE UNA
DESAPARICIÓN FORZADA
Los crímenes recientes y graves
acaecidos en México han trascendido nuestras fronteras. Internacionalmente hay
delitos de mayores magnitudes, pero siempre al perro más flaco se le pegan las
pulgas.
Esto no lo expreso con el ánimo de
exculpar a nadie, sino con la intención de que se piense, también, en los miles
de muertos que están ocasionando en estos momentos los bombardeos aéreos en
contra de pueblos musulmanes por parte de países de la Unión Europea, con el
apoyo del gobierno de los Estados Unidos de América.
Unión Europea que no ve la viga en su
propio ojo, pero si la paja en el ojo ajeno, ya que a través de su Parlamento
demandan a México el esclarecimiento de la muerte de 3, y la desaparición de 43,
alumnos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, amenazando con afectar las
relaciones comerciales con nuestro país.
Los gobiernos de esa Unión Europea y EU,
so pretexto de acabar con los terroristas yihadistas, han asesinado, en pocos
días, a decenas de miles de niños, mujeres y hombres, de la población civil de
Siria e Irak, mediante bombardeos masivos lanzados con alta tecnología desde un
espacio aéreo sin riesgo.
Esos actos criminales de lesa humanidad
resultan de una cadena de idioteces. Las luchas legítimas de los pueblos árabes
se dan, casi siempre, acompañadas de violencia con piedras, palos, puñetazos,
patadas, y palabras soeces.
A esa violencia, con artefactos caseros,
el gobierno de los EU y sus aliados responden de manera drástica y contundente,
dejando dolor, impotencia, humillación y muerte. Esta reacción violenta es la
que incuba a los terroristas, gente cegada por ese dolor y esa impotencia
humillante, dispuestas a todo, y en contra de todos, con un dogmatismo atroz.
Y frente a ese terrorismo, los causantes
de él, reaccionan de manera tan brutal como sus creaciones. He ahí la esencia
fisiológica de ese terrorismo que hoy padece la humanidad, independientemente
del lenguaje idiota que utilizan las partes contendientes, con el propósito de
justificarse.
Algo semejante acontece nacionalmente.
En México, salvo excepciones, quienes ejercen las funciones ejecutivas, tanto federal
como estatales y municipales, disponen del erario público, y arman un séquito a
su derredor, en ocasiones sin ningún profesionalismo, sino con un servilismo de
tiempo completo que se reproduce en cadena jerárquica, interpretando el
subordinado el lenguaje del jefe, casi siempre, a su mal saber y entender.
Así vemos, por ejemplo, que si un
gobernador de Guerrero dice ante el encargado de la seguridad pública: esos
estudiantes normalistas me tienen molesto; el de seguridad transmite al
presidente municipal: dice el señor gobernador que esos normalistas ya lo
tienen hasta la madre; provocando que el presidente municipal ordene a su jefe
de policía: que hay que partirles la madre a esos normalistas; y, al final, la
policía dispara, mata, quema, sepulta, a quienes con su violencias casera
soñaron ser maestros algún día.
¡México no merece eso!