lunes, 15 de diciembre de 2014

¡Mejor curarlas que exhibirlas!
PURULENCIAS DEL MUNDO
        En el mundo, y no sólo en México, existen purulencias en algunos cuerpos humanos enfermos, ¡lamentablemente infectados! Estos abscesos pueden existir en todo organismo biológicamente configurado, y subsisten, por un tiempo, en los recién fallecidos.
        Cuando metafóricamente hablamos del tejido social, es decir, del sistema o de la forma en que se puede organizar un grupo humano constituido en horda, clan, tribu, gens, o país, también alegóricamente, cuando lo notamos enfermo y con furúnculos, podemos señalar que tiene pus.
        Ante esas pústulas sociales hay quienes sólo las exhiben, pero también existen quienes las curan o auxilian a sanarlas.
        Considero de mayor valor a quienes curan la pus, atacando sus causas y sus efectos, que a quienes exclusivamente se solazan con irla exhibiendo por el mundo.
        Vileza ejercen quienes causan esas infecciones, mal hacen quienes solamente se dedican a enseñar esas supuraciones. Bien actúan los que con eficacia logran sanarlas.
        Los que roban, ya sea del presupuesto público o del patrimonio de particulares, los que asesinan, los que lesionan, los que violan, los que cometen delitos, los que afectan los derechos humanos garantidos de los demás, son parte de la causa de esa pus nacional.
        Y esos motivadores de secreciones sociales sean quienes sean, desde los más altos funcionarios públicos hasta los simples pobladores, deben ser sancionados conforme a derecho.
        Empero, los simples exhibidores de esa pus, los que exclusivamente lo hacen por provocar escándalo, mayores broncas, pendencias, publicitación personal, revolver las aguas para ver qué pescan, desde mi perspectiva únicamente enredan más y complican los problemas.
        Así, a quienes debemos reconocer son a aquellos que con su calificado trabajo, su esfuerzo talentoso, su valor inquebrantable, su sensibilidad de servicio a favor de los demás, auxilian con eficacia a sanear los males de los seres humanos, en México, y en todo el mundo.
        Malala Yousafzai, joven paquistaní de 17 años, quien ha venido defendiendo el derecho a la educación en su país en contra de las fuerzas talibanes, recibiendo una herida de bala en su cabeza; y el hindú de 60 años Kailash Satyarthi, activista a favor de los derechos de los niños, han recibido el Premio Nobel de la Paz 2014.
        En la ceremonia de la entrega de estos premios, en Oslo, Noruega, un joven mexicano interrumpió la ceremonia, y ante los dos premios Nobel hizo exhibición de algún grave problema mexicano que todos lamentamos, pidiendo después asilo político en ese país.
        Obvio que tiene el mexicano derecho a manifestarse públicamente, pero no de esa manera en aquella nación escandinava, por ello fue rechazada su solicitud de asilo, aprehendido, imponiéndole una multa de casi un mil setecientos euros como "perturbador del orden público e intruso ilegal en recinto oficial".
        Las policías de México deben aprender. No se mata a los manifestantes, sólo se les aplica la consecuencia del derecho si transgreden los límites normativos de la garantía individual.
        ¡Razonemos!; no linchemos ni injuriemos.