Ante las eternas
decepciones
¡QUE NO MUERA LA
ESPERANZA!
El 27 de noviembre próximo anterior, en
Palacio Nacional, el Presidente Enrique Peña Nieto aseguró: "El grito de
'Todos somos Ayotzinapa' es un llamado a seguir transformando a México".
Haciendo suyo ese grito, ojalá por
convicción y no por estado de necesidad, el titular del Poder Ejecutivo federal
dio a conocer 10 acuerdos con los que pretende reorientar la política del país,
en materia de seguridad pública, procuración y administración de la justicia,
corrupción, gobernabilidad, y competencia penal.
Las grandes expectativas que se
generaron con el publicitado anuncio de esa declaración presidencial, días
previos al evento, quedaron desencantadas al conocer el texto de lo ahí
expresado.
Sin embargo, todos, o al menos la
mayoría de los mexicanos, estamos de acuerdo en que se combata la corrupción,
comenzando por lo más alto de la escalera nacional hacia abajo.
Que se suprima la infiltración del
crimen organizado en las autoridades municipales, al mismo tiempo que en las
federales y las estatales.
Que se redefina la competencia en
materia penal, y también en la distribución económica del presupuesto nacional.
Para el momento, se observa con agrado
la eliminación de las policías municipales, pero su supresión no resuelve el
problema, ya que eso no garantiza que los policías estatales y los federales
sean honestos, profesionales, capaces, trabajadores, y que estén al servicio
pleno de la población.
Es buena idea que el número 911 sea el
único en México para pedir auxilio; pero, lo que se necesita es que lo conteste
gente con espíritu de servicio, y que resuelva eficaz y rápidamente.
Está bien la clave única de identidad,
siempre y cuando sea para bien de los gobernados, y no para que gane dinero una
sociedad mercantil de cuates, o para que el big brother nos vigile, y venda
nuestros datos a un nuevo crimen organizado.
Los operativos inmediatos en las
regiones de tierra caliente por las fuerzas armadas, en Guerrero y Michoacán,
son indispensables en cuanto aseguren los derechos humanos garantidos por
nuestra Carta Magna a toda persona, y no sean flor de un día, para después
suplir a los criminales vencidos.
Queremos el efectivo acceso a la
justicia, en todas sus etapas procesales. Nadie acepta la tortura ni la
desaparición forzada ni las ejecuciones extrajudiciales; pero, estos propósitos
los expresó con precisión y claridad José María Morelos y Pavón en 1813. Así
que ahora, cuando ese elevado propósito no es nuevo, sino que forma parte de
nuestra raíz histórica, debeos exigir, y lograr, su cabal cumplimiento.
Es bueno un sistema eficiente para
buscar personas, y de información genética de todos; como publicitar datos
pertinentes de proveedores y contratistas. ¡Nadie se opondrá a esto!
Empero, ante ese decálogo de medio pelo,
formulamos votos para que todo ello se cumpla de inmediato, y no se repitan,
ante su posible inobservancia, las eternas decepciones de los mexicanos.
¡Nunca, jamás, debe morir la esperanza!