lunes, 1 de diciembre de 2014

Ante las eternas decepciones       
¡QUE NO MUERA LA ESPERANZA!
        El 27 de noviembre próximo anterior, en Palacio Nacional, el Presidente Enrique Peña Nieto aseguró: "El grito de 'Todos somos Ayotzinapa' es un llamado a seguir transformando a México".
        Haciendo suyo ese grito, ojalá por convicción y no por estado de necesidad, el titular del Poder Ejecutivo federal dio a conocer 10 acuerdos con los que pretende reorientar la política del país, en materia de seguridad pública, procuración y administración de la justicia, corrupción, gobernabilidad, y competencia penal.
        Las grandes expectativas que se generaron con el publicitado anuncio de esa declaración presidencial, días previos al evento, quedaron desencantadas al conocer el texto de lo ahí expresado.
        Sin embargo, todos, o al menos la mayoría de los mexicanos, estamos de acuerdo en que se combata la corrupción, comenzando por lo más alto de la escalera nacional hacia abajo.
        Que se suprima la infiltración del crimen organizado en las autoridades municipales, al mismo tiempo que en las federales y las estatales.
        Que se redefina la competencia en materia penal, y también en la distribución económica del presupuesto nacional.
        Para el momento, se observa con agrado la eliminación de las policías municipales, pero su supresión no resuelve el problema, ya que eso no garantiza que los policías estatales y los federales sean honestos, profesionales, capaces, trabajadores, y que estén al servicio pleno de la población.
        Es buena idea que el número 911 sea el único en México para pedir auxilio; pero, lo que se necesita es que lo conteste gente con espíritu de servicio, y que resuelva eficaz y rápidamente.
        Está bien la clave única de identidad, siempre y cuando sea para bien de los gobernados, y no para que gane dinero una sociedad mercantil de cuates, o para que el big brother nos vigile, y venda nuestros datos a un nuevo crimen organizado.
        Los operativos inmediatos en las regiones de tierra caliente por las fuerzas armadas, en Guerrero y Michoacán, son indispensables en cuanto aseguren los derechos humanos garantidos por nuestra Carta Magna a toda persona, y no sean flor de un día, para después suplir a los criminales vencidos.
        Queremos el efectivo acceso a la justicia, en todas sus etapas procesales. Nadie acepta la tortura ni la desaparición forzada ni las ejecuciones extrajudiciales; pero, estos propósitos los expresó con precisión y claridad José María Morelos y Pavón en 1813. Así que ahora, cuando ese elevado propósito no es nuevo, sino que forma parte de nuestra raíz histórica, debeos exigir, y lograr, su cabal cumplimiento.
        Es bueno un sistema eficiente para buscar personas, y de información genética de todos; como publicitar datos pertinentes de proveedores y contratistas. ¡Nadie se opondrá a esto!
        Empero, ante ese decálogo de medio pelo, formulamos votos para que todo ello se cumpla de inmediato, y no se repitan, ante su posible inobservancia, las eternas decepciones de los mexicanos.
        ¡Nunca, jamás, debe morir la esperanza!