lunes, 24 de noviembre de 2014

Individualización de la responsabilidad
RELAMPAGOS QUE CIEGAN
         La desaparición forzada de una sola persona nos ofende a todos los humanos; nos agravia más, obviamente, la consunción ilegal de 43 jóvenes mexicanos.
        Empero, por más grande que sea nuestro malestar, nada justifica, por ahora, que a nombre de los padres de las víctimas directas uno de esos ascendientes u otra persona ajena a ellos, lance la provocativa amenaza: "Si no aparecen... habrá movimiento armado".
        Un movimiento armado iría, en el fondo y en la realidad, en contra de todo México, cuando el lamentabilísimo hecho criminal lo que debe provocar como consecuencia es la aplicación exacta de la legislación penal en contra de todos los sujetos activos de los delitos que se hayan cometido.
        Apuntemos que no todas las responsabilidades, en la especie, son de índole penal. Por ejemplo, la responsabilidad de los padres de los sujetos pasivos menores edad, al no estar al pendiente de sus hijos para el cumplimiento de sus deberes escolares; la responsabilidad de los directivos del plantel para cuidar del desempeño de esas obligaciones de los educandos; la responsabilidad de las secretarías de educación, federal y estatal, respecto a la plena ocupación académica, y disciplina, que deben observar los internos en una escuela normal formadora de maestros; la responsabilidad del Poder Ejecutivo, federal y estatal, en relación a brindar seguridad pública para toda la población en su territorio y materia competencial, debiendo cumplir con las protecciones, prevenciones y previsiones en contra de cualquier delito.
        Es común que los menores de edad, en esos internados, sean utilizados como carne de cañón por parte de agitadores sin escrúpulos para la satisfacción de intereses inconfesables, abusando de los tradicionales sueños juveniles de ser figuras revolucionarias que transformen la pésima realidad en que se vive.
        Pero, aún así, mientras esos cobardes provocadores irresponsablemente ponían en riesgo la vida de esos muchachos, dónde y qué hacían los padres de los estudiantes, los directivos de la escuela, los secretarios de Educación, federal y estatal, y sus colaboradores con compromiso en esa normal.
        ¿Y los responsables de la Seguridad Pública? Nos han dicho, oficialmente, que la Seguridad Pública municipal de Iguala era parte del crimen organizado; sin embargo, la Seguridad Pública estatal y federal y sus autoridades en todos sus niveles, ¿no se habían dado cuenta de la situación ilícita y peligrosísima en Iguala?
        Y el gobernador del Estado de Guerrero, en ese entonces el perredista Ángel Aguirre Rivero, ¿no sabía que el presidente municipal José Luis Abarca, también perredista, era integrante del crimen organizado?
        El Ejecutivo federal, a través de la Secretaría de Gobernación, ¿no sabía tampoco de ese océano de pus?
        Todas esas incógnitas deben despejarse, a efecto de precisar la individualización de la responsabilidad, y la individualización de las sanciones aplicables.
        ¡Apliquemos el derecho a todos los que tenga responsabilidad! No nos dejemos cegar por los relámpagos que no iluminan, sino sólo deslumbran y perturban.