jueves, 13 de noviembre de 2014

Destrucciones del hombre      
LAS CALENTURAS DEL PLANETA
        El llamado calentamiento global, del planeta que habitamos, ha llegado ya, y está entre nosotros.
        Fue durante algún tiempo ciencia ficción que atrajo, como tema atractivo, a los literatos, a los productores de cine, y a los consumidores de estas expresiones culturales.
        Después, se configuró en una advertencia suscrita por algunos científicos, en choque con otros investigadores que pensaban diferente.
        Más tarde lo empezamos a vivir como amenaza latente, al ser testigos, o víctimas, de sus efectos destructores.
        Hoy, es toda una realidad. Hemos contaminado las fuentes de la vida: el agua, el viento, la tierra. Sin ninguna conmiseración ni medida ni límite globalizamos a la Tierra con masividad humana.
        Simplemente alimentar a más de 7 mil millones de humanos que existen en toda la superficie terráquea, con la tecnología actual, ocasiona la contaminación más grande que ha tenido nuestro astro.
        El comer carne de ganado mayor trae consigo el acrecentamiento de la cantidad de metano; producir maíz, frijol y arroz, para todos, significa elevar ese calentamiento; la deforestación da lugar a mayores grados de temperatura.
        A eso hay que sumar los gases que lanzan a la atmósfera las industrias y el transporte moderno.
        Los polos se derriten de manera acelerada, y el agua de mar cubrirá muchos millones de kilómetros cuadrados de lo que hoy es suelo.
        Si lo anterior parece apocalíptico, con ello debemos padecer mayores y constantes peligros que nos acechan desde el espacio exterior, pues las explosiones solares son más numerosas y de mayor intensidad, y los meteoritos que se acercan son de mayor riesgo.
        Sin embargo, ante todo eso, los humanos no hemos tenido conciencia del peligro que corremos como especie, y competimos con nuestra brutalidad generando agudas violencias entre nosotros mismos, a través de guerras, luchas violentas, ataques bélicos y bestiales, en lugar de estar unidos ante la suma de adversidades que ya padecemos.
        Con esa suerte, y con ese torpe actuar, estamos a merced de todo tipo de calenturas planetarias, tanto las producidas por los propios humanos como las que nos llegan de la naturaleza, que sólo en nuestra dimensión física tiene nivel humano, pero que en el macrocosmos y en el microcosmos es terrorífica.
        En la medida del hombre se da ese verde que te quiero verde, tan recordado en la poesía de Federico García Lorca, o ese azul como ojera de mujer conmemorado en la música de Agustín Lara.
        Todos los colores del arcoíris mezclados de diversas formas enmarcan al granito de lodo, piedra, agua, gases, con hielos permanentes, vegetación exuberante, y multiplicidad de vida, que existe en el universo como el tercer planeta cercano a un estrella llamada Sol.
        En ese granito planetario se han desarrollado unos microscópicos animalitos que parecen tener únicamente dos propósitos que conducen al mismo fin: destruirse a sí mismos directamente, o devorar al planeta en donde habitan, y del que forman parte.
        Y, aún así, debemos ser felices.