sábado, 22 de mayo de 2010

EVITAR EL OPROBIO

Verdad Apaciguada
EVITAR EL OPROBIO

Los buenos gobiernos motivan en la población firmes orgullos; mientras que un mal gobierno sólo produce vergüenza, problemas, y sinsabores.
Cuando existe un buen gobierno la gente goza de extraordinaria seguridad. Todo mundo respeta la vida humana, la integridad física de las personas, la libertad personal, la propiedad, los derechos.
Existiendo trabajo para todos, y posibilidades de desarrollo, la población aprecia a un gobierno más que aceptable.
Basta observar la calidad educativa, y su extensión para todos, para estar seguros de que hay pertinentes leyes, una administración eficaz, y tribunales honorables.
Las obras públicas se ven por doquier, y todos los servicios son de primera, en el momento en que un excelente gobierno llega al poder.
En los tiempos que el campo es productivo, y los beneficios se quedan para la familia del campesino, se habla de un gobierno organizado y sensible.
Total, ver a un gobernador y/o a un Presidente de la República caminar sólo, o con su familia, por las calles, los mercados, y los espectáculos de cualquier ciudad, y ser saludo con respeto por las personas y las familias, es un inequívoco síntoma de que la gente que gobierna es buena.
Si México fuera así, y nuestro Estado de Michoacán gozara de lo anterior, la satisfacción ciudadana sería enorme, y nuestro gozo sería tan real como sano.
Sin embargo, la verdad del país y de Michoacán es otra, completamente opuesta a lo antes expresado. ¿Qué hemos hecho del lugar donde vivimos, en donde el Presidente únicamente sale con guardias que suman más de 500 policías y/o soldados?, ¿qué gobernador anterior había traído cerca de 75 guaruras?, ¿desde cuándo los familiares de un Presidente habían necesitado que los acompañaran tanquetas con ametralladoras?
Hoy se dan diferencias absurdas e irracionales entre el gobierno federal y los gobiernos de los Estados, y cuando la poca inteligencia y la soberbia dominan a estas dos partes confrontadas, llegan ingenuamente hasta exigirse respeto a las soberanías, cuando la soberanía radica original y esencialmente en los pueblos, y nunca en los gobiernos, ya que éstos únicamente tienen el ejercicio de ella, y sólo para poder cumplir sus atribuciones legales.
A la falta de empleos, y de salarios remuneradores, se le carga a la población el pago de contribuciones exageradas y abusivas, por parte de un Presidente desmemoriado que en su campaña prometió cuando menos un millón y medio de empleos al año, y que el precio de la gasolina iba a ir bajando.
Y la realidad de su gobierno ha sido otra. Ha generado un desempleo tremendo, y el precio de la gasolina ha ido en aumento, un día sí, y otro también.
Cómo no sentir el oprobio de los malos gobiernos, si a la educación pública la han despedazado, creando y fortaleciendo una educación privada que está más cerca de ser una vil mercancía, y demasiado lejos para ser un instrumento de desarrollo, de formación humana y técnica, y un generador de justa distribución de riqueza.
Esa verdad apaciguada, por los intereses de la clase en el poder, debe unir a todos los mexicanos en la tarea urgente de establecer un buen gobierno.