Muy
poco importa si detrás del movimiento "yo soy 132" hay uno o varios
viejillos peligrosos. Puede estar tranquilo el rector de la Ibero José Morales Orozco, y
puede ahorrarse Andrés Manuel López Obrador sus consejos, privados y públicos,
dirigidos a esos jóvenes universitarios inquietos, tanto en la red como en las
calles.
Lo real es la existencia de esos
grupos, y su posible crecimiento; empero, lo deseable es que su organización
sirva, al pueblo de México, para resolver los problemas graves que le aquejan,
y no sólo como instrumento electorero en contra del candidato que lleva
delantera.
México y Michoacán han sufrido un
terrible agravio. Este fin de semana próximo anterior la empresa Sabritas fue
incendiada y destruida en las ciudades de Lázaro Cárdenas, Apatizingán y
Uruapan por parte de comandos armados. Maquinaria, vehículos, almacenes, todo
quedó destruido. El simple hecho hace suponer que fue la reacción del crimen
organizado ante la negativa de la empresa a pagar cuota. Nadie ha denunciado
nada, pero es un delito que se persigue de oficio, y que debe ser atraído por
la Procuraduría General de la República, ya que hoy es un negocio de papas,
mañana será un negocio de automóviles, cines, refrescos, educación, acero,
cerveza, transporte aéreo, o en contra de los poderes: federal, estatal, y
municipal.
Frente a esos males es donde debe
operar, directamente, ese grupo
juvenil-estudiantil autodenominado "yo soy 132", y no
únicamente para lanzarse en contra de Enrique Peña Nieto, tratando de hacerle
el caldo gordo a López Obrador. De seguir así, pobre será su tarea, mediocre su
propósito, cuando debe enderezar sus valiosos esfuerzos hacia fines mayores: coadyuvar
a resolver problemas de desempleo, inseguridad, corrupción, educación y cultura,
salud, entre muchos otros.
Claro que también debe ser objeto de
sus afanes el problema electoral, pero los rostros de éste son variados, y no
exclusivamente uno: las pésimas normas jurídico electorales que mal nos rigen,
los órganos electorales defectuosos, el enorme costo de las campañas, la pus
partidista en todo el gobierno mexicano, los grandes defectos de todos y cada
uno de los candidatos a la Presidencia de la República, y de los prospectos a
muchos otros cargos electivos.
Por ello, ese esfuerzo
juvenil-estudiantil de "yo soy 132" resulta, ante los ojos de la
nación, sospechoso e insultante, al tener tan singular y mezquino afán. Así, su
única pretensión los va a conducir al desengaño.
Lamentablemente, ya empieza a darse
una lucha entre jóvenes estudiantes. Los que están en contra del PRI, y los que
están a favor de este partido político. Esto es grotesco y absurdo. La juventud
es digna de fines superiores. La lucha por el poder ciega a los ambiciosos. Los
conduce a no saber perder y, lo que es más peligroso, a no saber ganar.