El
libro me lo entregó en propia mano Teodoro Barajas Rodríguez, quien previamente
me había solicitado mi participación en la presentación del mismo.
La
obra lleva como título De Barajas y
Poemas, y su primer sustantivo no se refiere a ese conjunto de naipes que
sirven para varios juegos, sino al inicial apellido que la familia de Teodoro
porta con especial orgullo.
El
respetable maestro rural Teodoro Barajas Jiménez es el padre de todo ese
destacado clan; y él, y sus dos hijos: Cuauhtémoc y Teodoro, junto con la
señora esposa de este último, han llenado ese libro de 75 páginas con la
producción poética, individual, de cada uno de ellos.
Tiene
por carátula un diseño de Laura G. Jaime Ruiz, en donde el tronco café de un
árbol robusto sostiene 8 ramas principales, carentes de hojas, pero pletóricas
de conceptos: "Te espero niña; arpegios rotos; Barajas; a ti mi corazón; poemas;
manos de magia; carta de un simple gusano; ayer; reencuentro; poeta; Antonio; solo
una; espíritu brillante; río que canta; un reto; palabra; plenitud; sobre tu
piel; agua de cielo; Morelia; piel del tiempo; intensidad; regálame".
Todos estos conceptos son títulos, a su vez, de las poesías publicadas,
Estando
ese árbol sustentado por un suelo de montículos ligeros, cuajado de hojas,
flores, bellotas, y pequeños manchones negruzcos que parecen aves.
Y
al final de ese dibujo, cada uno en su propia línea, los nombres de los poetas
autores de los textos ahí publicados: Ana María Pérez de Barajas, Teodoro
Barajas Jiménez, Cuauhtémoc Barajas Rodríguez, y Teodoro Barajas Rodríguez.
Teodoro
hijo puso en la primera página en blanco de ese libro de 17 centímetros de
largo aproximadamente, por 13 centímetros de ancho en forma apox, de su puño y
letra, una amable dedicatoria a quien esto escribe, fechada el 21 de mayo del
año que transcurre.
Y
él mismo firma el prólogo en dos cuartillas, generando una prosa poética en
busca de los orígenes, asegurando que recuerda como "las tardes
obsequiaban paisajes con olor a madera, libros, expresiones, música", en
"el mundo de jugar y el tiempo de escribir".
Reconociendo
a su padre en el campo y en los sueños, gestando "cambios que vendrían a
detonar años después… en Paracho...", en donde "los primeros asomos a
la poesía allá transcurrieron".
Antes
de ese prólogo hay una introducción firmada por Rogelio Díaz Ortiz como
secretario de Turismo y Cultura del Ayuntamiento de Morelia, cabildo presidido
por Manuel Nocetti Tiznado, hijo de un poeta y capitán, respetado y respetable.
Ana
María da a conocer en ese libro su poema Antonio,
referido a su hijo cuando se fue de casa, obra que personalmente leyó, para
satisfacción de los asistentes, en la presentación que se hiciera en el patio
principal del Ayuntamiento moreliano: “Vive feliz mi retoño, se pleno, intenso
y festivo. Que en tu vida sólo impere lo que quieras por destino”.